Los catecismos masónicos de los ritos más conocidos como el Escocés Antiguo y Aceptado y el Francés, sea moderno o antiguo, inician su enseñanza con una pregunta clásica, ¿De dónde venís hermano?, y su respuesta es: De una logia de San Juan.

 Sin embargo en la historia oficiosa de la francmasonería inglesa poco o nada de información existe sobre las logias de San Juan, como si aquella tradición les fuese desconocida o que por no convenir a sus actuales intereses se le requiere esconder.

 El advenimiento de la francmasonería inglesa en 1717, impulsó la idea que generalmente es aceptada hoy sobre la división de la Orden en dos períodos, uno antiguo llamado Operativo y otro moderno denominado Especulativo.

La diferencia entre ambos períodos es tanto en su enseñanza como en la nómina de los miembros que las constituían. En las primeras u operativas todos eran miembros del oficio de construcción, en cambio en las segundas, especulativas o modernas, pocos o ninguno lo son.

El Documento Regius[1] relata el origen de la Orden en el Egipto y por obra del sabio Euclides. Así, la tradición de los constructores se entronca natural y preferentemente en la Hermandad Blanca, entre cuyos miembros preeminentes se encuentran precisamente Jesús y su discípulo amado Juan.[2]

Las logias de San Juan, en efecto, son aquellas del período antiguo u operativo asociadas al concepto de re-ligamiento espiritual. La religiosidad o re-ligamiento[3] de la Masonería Operativa no se somete al concepto revelado y dogmático de las religiones modernas o nacionales,[4] por el contrario, su re-ligare permite a sus cofrades una gradual experiencia vívida de los valores éticos y sociales de una sociedad que evoluciona de manera armónica, servicial y amorosa.

Los tratadistas modernos de la historia de la masonería encuentran dificultad, por decir lo menos, al pretender elucidar el origen de la Orden antigua, operativa y genuina, asociada con la francmasonería moderna, inglesa, laica y exenta de toda religiosidad. Es allí donde surgen las lagunas inmensas porque la historia, en ese sentido, no puede aportar continuidad porque ambas masonerías: la operativa o Masonería propiamente dicha y la Francmasonería o especulativa, son irreconciliables como también lo son el nuevo y el antiguo testamento bíblico, porque responden a objetivos diferentes.

 Así como se pretende resolver el problema irreconciliable del judaísmo con el cristianismo a través del judéo-cristianismo y del mesianismo de Jesús,  en la francmasonería se soluciona la falta de continuidad histórica con la adaptación de leyendas de personajes bíblicos vinculadas a la construcción del hipotético, mítico y legendario templo de Salomón, símbolo que responde a la íntima esperanza mesiánica de la reconstrucción de Israel.