Por el Q.·.H.·. César Aliaga Tovar (Ap.·.)
El trabajo que presento, es una breve reflexión de lo que experimente el día en que tuve el honor de ser iniciado en la respetable Logia Mixta de San Juan No. 1.
Este proceso de iniciación, comenzó con la indicación de despojarme de todo metal, que representa lo material de la vida, encontrándome solo con mis valores, lo que me hizo meditar sobre la vanidad de la existencia, dejándolo todo en el mundo exterior, tenía que iniciar mi proceso de iniciación sin nada, seguidamente fui conducido con los ojos vendados al Cuarto de reflexiones, se me explico que reflexionara sobre lo que viera y que redactara mi Testamento, esto me impresiono sobremanera.
Lo primero que vi una vez de me despoje de la venda que me cubría los ojos, fue la de encontrarme en un cuarto oscuro, iluminado con una vela sobre una mesa donde estaba una calavera, un pote con sal y otro elemento que no logre identificar, debo reconocer que tuve miedo, no solo de mí, sino de lo que vendría luego.
Esta primera impresión me llevo a un recogimiento interior y no hice más que contemplar en silencio, deseando de todo corazón que los mejores sentimientos de mi corazón afloraran y me acompañaran durante todo el proceso de iniciación.
Ya se me había indicado que si el puro interés o la curiosidad me habían conducido hasta ese momento, y sobre todo si disimulaba sobre mis intenciones seria descubierto y que mejor era que me retirara en ese momento, y que no pasaría nada conmigo.
Mi decisión estaba tomada desde mucho tiempo atrás, y seguí adelante.
El Cuarto de Reflexiones fue el inicio de un misterio más grande y fue una preparación para otras experiencias más profundas, las que afronte con temor y que me llevaron a un estado de excitación y de orden espiritual del que tarde bastante en reponerme.
Luego de redactar mi testamento masónico, nuevamente fui vendado y en la total oscuridad fui conducido a un salón para continuar con los viajes de iniciación por aire, agua y fuego, los mismos que fueron realizados en total oscuridad y que los pase del brazo de un Maestro Mason, que me guio de manera segura por el camino correcto. Luego de todas estas pruebas, vino el momento sublime en el que se me indico que me retirara la venda de los ojos y lo primero que vi fue una luz que me cegó por un momento, luego de reponerme del mismo, pude apreciar correctamente a todos los Hermanos de la Logia con los brazos extendidos hacia mí y comprendí que la luz se me había concedido y que representaba mi iniciación o nacimiento a una nueva vida, luego de este momento sublime, se me impuso la medalla de la Orden y me entregaron el mandil de Aprendiz, el que recibí con emoción.
Reconozco que fue un momento feliz en mi existencia, ya que como aspirante, fui probado y aprobado para poder alcanzar la sabiduría y la luz.
“Ha sido el final de mi búsqueda y el inicio de mi camino”.
Mayo 2011