RENUNCIA DE BENEDICTO XVI AL PAPADO
(FOTO: La imagen de un rayo cayendo en el Vaticano fue tomada por el fotógrafo italiano Alessandro Di Meo. Aunque muchos ponen en duda su procedencia, otros la catalogan como un "mensaje divino" sin embargo al momento de publicar aquí esta noticia, ya ha sido confirmada la veracidad de la foto)
El papa Benedicto XVI asombró al mundo cuando anunció el lunes 10 del presente, su renuncia a la cátedra de San Pedro, prevista para el jueves 28 de Febrero del 2013 a las 20:00 horas de Roma.
Se ha desatado una controversia mundial entre prelados y fieles por tratar de elucidar las razones verdaderas por las que el prelado asume ésta muy extraña posición, poco común en la historia del papado y bajo el pretexto de sentirse cansado y sin fuerzas para ejercer con brillantez el difícil encargo.
No cabe duda que esta no es la mejor etapa de la existencia de la iglesia de Roma y que de una u otra forma viene arrastrando problemas sustanciales que no se asumieron adecuadamente para su absolución en el ejercicio anterior a pesar de las exhortaciones del entonces papa Juan Pablo II.
Hay quienes sostienen la existencia de rivalidades partidarias en el seno del poder eclesiástico. Otros esgrimen que hay poderosas razones ocultas que obligan al príncipe de la iglesia a tomar esta difícil decisión.
Tal vez y guardando las distancias, puede ser que haya un influjo del ascendente del patronímico que Joseph Aloisius Ratzinger escogió cuando fue elegido por los cardenales, como el papa 265º en el cónclave del 19 de abril del 2005.
Uno de ellos en particular, BENEDICTO IX, tuvo una muy peculiar participación en el papado romano, habiendo sido papa en tres oportunidades con los numerales 145, 147 y 150.
Primero en 1032 a la edad de 14 años fue impuesto como el papa más joven de la Historia, gracias al poder ejercido por su rica e influyente familia. Su padre, el Conde Alberico III, que era el verdadero dueño de Roma, soborna a la Curia y consigue para su hijo tan preciado puesto. Debe entenderse que aquellos eran tiempo en el que los papas no eran elegidos en un cónclave papal como hoy en día conocemos, sino que se nombraban a dedo y era elegido aquel que pagaba más por ocupar el puesto.
En 1037 el papa viajó para encontrarse con el Emperador Conrado II y excomulgó a Heriberto Arzobispo de Milán, con quien Conrado II tenía una antigua enemistad.
La pronta muerte del Emperador Conrado II, privó a Benedicto IX de su principal apoyo lo que precipitó a que fuera expulsado de Roma por un capitán advenedizo: Gerardo di Sasso, quien se dice actuó bajo la dirección del Obispo de Sabinia a quien di Sasso puso en el lugar del pontífice.
Benedicto IX no se resignó a este suceso y un año después, en 1045, decide volver a la ciudad y logra arrebatar el puesto a su sucesor Silvestre III, quien por sus desatinos y libertinajes fue repudiado por la feligresía.
Este segundo papado de Benedicto IX no fue mejor que el anterior y lo que ocurrió fue que tras un año como papa, decidió hacer negocio con el papado y vendió el título de Sumo Pontífice al Arcipreste Juan de Graciano por la entonces impresionante suma de 1500 libras de oro. Benedicto IX aprovecho su renuncia para contraer nupcias, en tanto que el comprador fue nombrado papa con el nombre de Gregorio VI.
Benedicto IX intentó volver a ser papa en un tercer periodo y tras una serie de ataques lo consiguió, volviendo a ser nombrado de papa, el número 150, en el año 1047. Finalmente fue expulsado un año más tarde, retirándose como monje por el resto de sus días.
Por la diferencia de edades no suponemos que Benedicto XVI puede ser nuevamente elegido, pero no es casual ni su renuncia ni el rayo que fuese atraído por la cúpula del Vaticano la misma tarde del anuncio de la renuncia papal.
Cuando mal se habló del fin del mundo propuesto por los Mayas, no se dijo que se anunciaba un período de grandes cambios, donde la Luz iba a prevalecer sobre la oscuridad y era el comienzo de los tiempos del “llorar y crujir de dientes”.
No sería extraño que este sea uno de los primeros síntomas que viene acompañado de lluvias, aludes, terremotos y tsunamis a nivel mundial.
Lamentablemente con ello llegan también pérdidas de vidas humanas y este anuncio es un impacto a la fe emocional de muchos fieles que no están lo suficientemente preparados para los grandes cambios que se avecinan y para los cuales es necesario una muy sólida cuota de pensamiento filosófico, como bien lo anunció en su Carta Encíclica Juan Pablo II bajo el título de “Fides et Ratio” conversando sobre las relaciones entre la fe y la razón.