Esta obra fue interpretada por primera vez en el año 1785 durante una tenida fúnebre, en conmemoración de la muerte del Duque Georg August de Mecklenburg-Strelitz y el Conde Franz Esteráis von Galantha, ambos masones. Con posterioridad, ha sido interpretada frecuentemente en la ceremonia del tercer grado de la Masonería Simbólica, que desarrolla la leyenda del arquitecto del Templo de Salomón, Hiram Abif, muerto por los tres malos compañeros y que resucita cuando se encuentra su cuerpo enterrado al pie de una acacia.
Obelisco homenaje a los masones de Buñol (Valencia)