LA PROYECCION DE
LA MASONERIA LIBERAL EN AMERICA LATINA
18 de setiembre de 1996
La sociedad contemporánea atraviesa por una etapa de transición.
Muchos paradigmas y conceptos que otrora parecían inamovibles, están
- en una visión por lo menos moderada - en discusión. El desarrollo
tecnológico y científico, la globalización de la economía
y de la cultura, son temas que inundan las reflexiones cotidianas y que no le
son ajenas a nadie. A partir de esta compleja, desconcertante y también
apasionante realidad, los Francmasones debemos especular a fondo el rol que
debemos cumplir en búsqueda del perfeccionamiento constante de la Humanidad.
I - Hacia el interior del Templo
La Masonería se ha singularizado a lo largo del camino, por ser un faro ineludible para las sociedades y círculos intelectuales. Ha sido la vanguardia y sus miembros, los inspiradores del progreso y de la puesta en marcha de los valores éticos que los grandes iniciados, como Zoroastro, Hermes o Jesucristo, heredaron a nuestra augusta Institución.
En las últimas décadas del presente siglo, la Masonería ha perdido aquélla capacidad transformadora y de incidencia en el mundo profano; o dicho en otras palabras, no ha encontrado un nuevo mito o utopía de corto y mediano plazo como tuvo antaño: derribar el autoritarismo y el dogmatismo, luchar por la independencia, abolir la esclavitud, o construir el laicismo.
Este desarraigo con la sociedad, puede llegar inclusive, hasta deteriorar sensiblemente nuestra propia naturaleza, en tanto que se vulneran las capacidades de construcción.
Hoy, otros ámbitos también son capaces de crear conocimiento y certidumbres; y aunque carezcan de las herencias éticas e iniciáticas de nuestra Institución, son capaces sin embargo, de encandilar a una masa social que sufre la permanente embestida de la publicidad consumista, del concepto del éxito basado en el tener y no en el ser, o de las frivolidades escandalosas.
Ante estas complejidades, la Francmasonería debe reflexionar y actuar. La construcción del templo debe abrirse hacia nuevas realidades, o de lo contrario, la velocidad de los tiempos la dejará atrás, y como otros emprendimientos humanos, un día tendrá su final.
Habrá que rescatar la esencia iniciática, cultural y filosófica y encuadrarla en un mundo en permanente cambio. Tendremos que trasmutar - como lo han hecho todos nuestros Hermanos en el pasado - aquélla ley física, en proverbio y en ley moral: "nada se destruye, todo se transforma".
En la afirmación de esta idea, sólo sabemos que el camino del progreso es inexorable, debiendo nosotros como iniciados, corregir, cambiar el rumbo del timón y marcar las rutas, cuando las tempestades arrecien. Ese debe ser nuestro compromiso, y no nos debe temblar el pulso a la hora de andar.
Por otra parte, el crecimiento de la Masonería Liberal en América Latina debe contemplar con amplitud, una rica variedad de aspectos. Debemos ampliar los horizontes de la tolerancia en lo relacionado a la práctica de los ritos, al concepto de territorialidad, o al de "regularidad". Las mujeres deben tener las mismas posibilidades y espacio de reflexión que los hombres. Una Institución que ha sido vanguardia en los cambios, no puede sostener racionalmente a esta altura de los acontecimientos, que la mujer no debe ser iniciada. Asimismo, no es beneficioso para el progreso de nuestros ideales y de la Humanidad, que algunos Hermanos se abroguen el derecho exclusivo de considerarse "masones regulares", obedeciendo a concepciones que tienen que ver más con rivalidades nacionales decimonónicas, que con la construcción de una utopía. Esta contaminación del mundo profano al interior de nuestros Templos conspira contra esa idea.
El pluralismo masónico es entonces, nuestra mejor herramienta para promover en la sociedad la libertad de espíritu o el libre pensamiento, el concepto de laicismo y las instituciones laicas. Si hacia el interior de nuestra augusta Hermandad no se tiene esa apertura de espíritu, mal podremos iluminar al mundo profano con el concepto de tolerancia; ¡flaco favor le estaríamos haciendo a los dogmáticos y fundamentalistas de todos los signos!
II - La Luz hacia el mundo profano
La misma apertura de espíritu que reclamamos hacia nuestro propio interior,
debemos tenerla también hacia el mundo profano. Tendremos que saber reconocer
sin embargo, si la Humanidad va a transitar por senderos de Luz, o por el contrario,
entrará en un oscuro túnel al que no se le ve el final.
Por el momento no existen certidumbres que nos demuestren una u otra cosa. Tendremos que ser capaces de quitar el velo y actuar en consecuencia, sabiendo que la carga ética de nuestros valores son las preciosas herramientas que llevamos.
En el pasado, la Masonería formó pedagógicamente a los Hermanos para que se transformaran, y actuaran sobre el mundo profano. Hoy, en esencia, la tarea es la misma.
1) La libertad
Es el timón de la historia de la Humanidad. Pero cuánto cuesta descubrirla y conservarla. Debemos siempre encontrarle nuevos horizontes, y una vez que los tengamos delante, establecer los límites, siempre buscando la verdad última.
Ante las ensoñaciones demagógicas y los populismos irresponsables, o ante los mercaderes del espíritu, y los del bolsillo, o ante el científico inescrupuloso, los masones tendremos que encontrar los justos límites, buscando siempre transitar por el camino del medio.
2) La fraternidad
El mundo contemporáneo se mueve con cierta ambigüedad con relación a la idea de solidaridad entre los seres humanos. Si bien los pilares aun están en pie y tenemos muestras de ello en muchas instituciones que actúan gracias a la fuerza de voluntad de sus cada vez más escasos miembros, parece claro que esta época no se caracteriza por nuevos emprendimientos solidaristas, ni la creación de modelos colectivos. El individualismo, como tal, no es negativo por naturaleza - nosotros los iniciados así lo sabemos - pero en estos días ha llegado a confundirse con el egoísmo, y ello conspira contra el crecimiento sano de una sociedad, e inclusive, del propio individuo.
Llegar a solidarizarse con el semejante y con el desvalido, es más que comprenderlo; es actuar como si "el yo" fuera "el otro". Esta idea también es válida si nos referimos a pueblos o a grupos. América Latina debe avanzar hacia el respeto a la diversidad multiétnica y cultural, que es la mayor riqueza que contiene nuestro continente, señalado por algunos, como el continente del futuro.
En este aspecto, la Institución Fraternal debe actuar tratando de ser Centro de la Unión, construyendo un futuro de armonía.
3) El acceso al conocimiento y el poder
El conocimiento siempre ha sido clave para vincular a los grupos, las clases y los individuos al poder. Quizás hoy lo sea más que nunca, debido al grado de desarrollo de las tecnologías, constituyéndose en la piedra angular de esta compleja trama que lleva al ejercicio del poder.
El acceso igualitario por parte de todos, hará que los ciudadanos ejerzan con conciencia y responsabilidad sus derechos.
Un hecho democrático mayor, es la transferencia efectiva de cuotas cada vez más importantes de poder político hacia las comunas, las regiones. Es decir, avanzar por el camino de la descentralización del poder. A nivel local, es mucho más fácil el control por los ciudadanos de los resortes administrativos, de la educación, de la salud, y así evitar la confiscación por capas privilegiadas de funcionarios y técnicos, de los bienes que deben ser repartidos en la población - sobre todo en épocas de crisis - enriqueciendo la Administración con las peculiaridades de cada lugar, sin que ello signifique crear feudos independientes que contraríen las políticas nacionales o supranacionales que concitan el conceso. Es más, las políticas de estado deben nutrirse de la diversidad de experiencias y opiniones.
4) La democracia
La participación de los ciudadanos en el ejercicio de sus responsabilidades, es la mejor salvaguarda de las desviaciones de poder de las cúpulas todopoderosas de los partidos o sectores corporativos.
Recordemos lo que pensaba Pericles, uno de los prohombres de la Humanidad, y hacedor de la democracia.
Ahora bien, la participación ciudadana, debe encuadrarse en las fronteras que el republicanismo ha garantizado como barrera a los autoritarios. Recordemos que las concepciones corporativas del fascismo o de las experiencias populistas de América latina se ufanaban de promover la participación.
Los Masones siempre hemos visto a la democracia como un procedimiento vinculado a la idea y a la práctica política republicana. Y esto porque la democracia a secas no es suficiente para nosotros. Es el menos malo de los regímenes, sí. Pero eso no ha evitado que Pinochet se reclamara de un régimen democrático "fuerte", O que el vicepremier ruso haya inventado la "semidemocracia".
Es en tanto que demócratas republicanos que los masones podemos situarnos en la realidad política de nuestros países.
La república no sólo se legitima en la soberanía popular. Los masones saben por memoria que la mayoría puede equivocarse. Recordemos cómo llegó Hitler al gobierno.
La república instala un sistema deliberativo que hace posible el pluralismo de ideas y de argumentos, síntesis de la cual serán los escenarios de lo posible que dé sentido a la política estatal.
Dos fuentes son necesarias para cimentar el dispositivo republicano: la Razón, que permite actuar en función del interés general, y la virtud y la probidad, como hábitos de los hombres públicos. Sin estas condiciones puede haber democracia pero no república.
La república es un sistema de ideas político-social. Defender los ideales republicanos y adaptarlos a las nuevas circunstancias de la redistribución del poder ciudadanos, en un ambiente macro de construcción de espacios multinacionales integrados, es un desafío.
Por lo menos en unas sociedades cada vez más comunicacionales a través de los medios técnicos electrónicos masivos, queda por resolver cómo lograr la interactividad, para que principalmente el telespectador se vuelva nuevamente ciudadano y pueda participar de las deliberaciones.
5) Confianza en el progreso y en el hombre
Ante las visiones apocalípticas, los iniciados debemos recordar que el progreso es una ley inexorable, y que todo es perfectible.
Pueden existir tinieblas momentáneas. A veces el medioevo puede ser muy extenso, pero siempre al final del túnel aparece alguna grieta que nos proporciona aire fresco. A pesar de las dificultades, la nuestra es una concepción francamente optimista del hombre y la sociedad, por la que siempre vale la pena luchar.
6) La creación del mito. La búsqueda de la igualdad.
Nosotros los masones conocemos por nuestra formación iniciática el valor del mito, como orientador, identificador de una comunidad.
Hoy por hoy tenemos abundancia de fetiches. Pero no tenemos mitos. Nuestros ancestros tuvieron en cada época un mito movilizador, y un conjunto de ideas-fuerza a ofrecer a los ciudadanos. ¿Qué tenemos hoy que no sea el enriquecerse, vivir mejor, practicar el ocio, o dedicarnos a nosotros mismos? Si bien nada de esto es reprochable, ¿qué podemos ofrecer para construir energías colectivas que vayan en el sentido del progreso?
En este fin de siglo, las desigualdades constituyen una vieja deuda que nos debemos quienes buscamos el bien común. Las discriminaciones económicas, raciales, sociales, culturales, políticas, etc. siguen vigentes en la mayoría de las sociedades, y por cierto lo están en América Latina en mayor o menos medida. Las distancias entre los países desarrollados y subdesarrollados se han acrecentado, y la pobreza en estos está enquistada y promueve un código de valores diferentes a los del resto de la sociedad.
Hoy, caído el mito de los igualitarismos autoritarios, está indemne, sin embargo, la utopía - a construir - de una sociedad con igualdad de oportunidades, la cual, por su propia naturaleza, es siempre perfectible.
7) La otra utopía. La Integración
Nuestros ilustres hermanos que nos dieron la independencia y otros, aun en el siglo XX, siempre soñaron a una América latina unida, libre y democrática. Hoy, estos estandartes también están de pie. Este es un primer aspecto.
En el continente, existen diferentes iniciativas que sustentan la integración regional, entre ellas, está el MERCOSUR.
Se está construyendo una integración de cúpulas y sobre todo priorizando la economía. Está bien. Nosotros, ¿no podemos impulsar un MERCOSUR de los ciudadanos, para hacer avanzar la intención y la unidad latinoamericana como un hecho cultural y societario?
Pero, el segundo aspecto, complementario y articulado, es que la integración entre pueblos, necesita de la integración al interior de cada sociedad, evitando las discriminaciones, exclusiones y marginalizaciones de todo tipo; incluyendo a aquéllos que por soberbia, poder o riqueza, se consideran fuera de las fronteras del derecho y de la ley general.
Documento elaborado por la R:.L:. Librepensadores (1996)