"Un Francmasón libre en una Logia libre",
es uno de los principios más caros de la Francmasonería. Del Francmasón y de su
libertad ya hemos hablado. En cuanto a la Logia, es la célula de base de la Orden.
Célula autónoma, la Logia agrupa a un cierto número de Hermanos y Hermanas y la
diversidad de sus orígenes de hecho la hacen una especie de sociedad a escala reducida.
Bajo la presidencia de su Venerable, asistido de sus Oficiantes, y según un ritual a la
vez preciso y liberal, el Taller estudia las cuestiones puestas en su orden del día:
problemas filosóficos, morales, sociales o históricos que se ha convenido en abordar.
Las discusiones son corteses y amigables, y cada uno es libre de expresar y defender sus
puntos de vista. Las Logias se comunican entre ellas a través de circulares, organizando
Tenidas (es decir, reuniones) colectivas, o a través de las visitas que miembros o
dignatarios de las mismas se realizan. De hecho, hay una intensa vida masónica, y los
intercambios son fecundos, en riqueza y diversidad.
Este método de trabajo en común, permite a hombres y
mujeres de ideales filosóficos o políticos diferentes, pero todos "libres y
leales", determinar soluciones reconocidas válidas por todos, a los diversos
problemas expuestos. Este método es muy eficaz, y la propia "longevidad" de la
Francmasonería, y su reconocida eficacia, podría ser una prueba de ello. Por eso no hay
que asombrarse de ver hoy día esta metodología, usada por numerosos "grupos
de estudio" y "seminarios", los cuales debido a las dificultades de
gestión de las empresas o a la complejidad de los problemas sociales, económicos o
políticos, multiplican su presencia en nuestra sociedad moderna.
Ese pequeño grupo de hombres y de mujeres libres, de
profesiones y de culturas diferentes, fraternalmente unidos por sus ideales comunes y por
el hábito de reuniones periódicas, no tiene equivalente en el mundo profano.