BIENVENIDA a la GLFE

Por Patricia Planas
Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España

La presencia de cada uno de vosotros, enriquece esta celebración, nos llena de alegría, y nos demuestra, una vez más, que los lazos de unión y fraternidad trascienden el tiempo y el espacio.

Agradecer también el honor, cargado de responsabilidad, que especialmente, vosotras, mis Hermanas, me habéis conferido al ser elegida como Muy Respetable Gran Maestra de la Gran Logia Femenina de España.

Yo, por mi parte, os prometo dar lo mejor de mí misma y cumplir con las funciones del cargo lo mejor que pueda y sepa.

Me esforzaré en actuar con la diligencia y la perseverancia necesarias para que todas las piedras de nuestra Obediencia, tengan su lugar, función y sentido en esta gran obra conjunta que todas estamos construyendo, tanto a nivel individual como colectivo.

 

Cada una de nosotras somos una luz diferente al resto, capaces de brillar con luz propia, que obramos en beneficio de la logia, de la Obediencia, de la sociedad y de cualquier ser humano que nos necesite. Pero tenemos que tener presente que cuando nos unimos, lo hacemos en una sola luz, si cabe, mucho más potente y brillante. Y para que eso pueda ocurrir es necesario que seamos capaces de trascender fraternalmente las pequeñas diferencias que lejos de separarnos nos hacen crecer en la diversidad.

Valoro la actividad y el trabajo masónico de todas y cada una de las HH, sea en la responsabilidad o el Grado que sea, pues la unión y la complementariedad de toda actividad por el bien de la Orden, no solo requiere el respeto y la consideración correspondiente, sino en especial, la aplicación sabia y constructiva de lo que sin duda acabara siendo una demostración visible y perceptible de la genuina Fraternidad masónica.

Así, la sabia fraternidad, nacida del Corazón y el conocimiento profundo de nuestra tradición, me inspira para actuar en dos grandes planos que en su complementariedad e interacción, enfocadas en una sola dirección, pueden llevarnos aún más lejos en nuestro precioso trabajo masónico.

Muy a grandes rasgos, uno de los planos de actuación tratará de profundizar aún más en el sentido iniciático de nuestra Orden, no como algo alejado de la realidad social o las necesidades individuales del ser humano, sino como un auténtico núcleo diferenciador de cualquier otra organización o institución profana que a mi juicio, no debemos diluir o perder. Ya no solo por esa diferencia a la que apunto, sino también, por ser esa esencia iniciática, el verdadero factor vivificador de nuestra preciada Orden.

El otro plano de actuación intentará promover y actualizar más y mejor el sentido y la presencia pública de nuestra Obediencia, dándole la relevancia que el conjunto de las Hermanas unido al genuino sentido masónico, puede llegar a tener.

La Masonería  fue ayer, es hoy y será siempre. Como mujeres y hombres del siglo XXI, ser masones y masonas nos enlaza con la tradición de nuestra Orden, con la historia de otros hombres y otras mujeres que en el pasado, y por voluntad propia, decidieron unirse para intentar mejorar y perfeccionar su mundo interno y externo, para avanzar, de alguna manera, hacia la gran utopía de que un mundo mejor es posible. Este es su legado y será el que dejaremos a las masonas y masones que en un futuro se iniciarán.

Hoy más que nunca debemos seguir trabajando hacia la utopía. En la actualidad vivimos inmersos en una crisis financiera, reflejo de una mucho más profunda: una crisis de sociedad y valores. Vivimos en un mundo donde cada vez hay más diferencia de clases, donde se vive una vuelta a la intolerancia y a la violencia. Un mundo donde todo va muy deprisa, donde contamos con un exceso de información y poco conocimiento para seleccionarla y  sacar provecho de ella.  Vivimos en un mundo de desigualdades, de guerras y de dolor.

Ante este escenario creemos que la Masonería debe crecer, por lo que está en cada uno de nosotros y nosotras encontrar el cauce para aportar los valores encontrados y trabajados en nosotros mismos y en nuestros Templos. Allí donde miremos hay trabajo por hacer. No hay causas ni proyectos pequeños o grandes, recordemos que las pequeñas batallas cotidianas cambian el sentir de una sociedad, influyen en el sentir de generaciones venideras, moldean el mundo poquito a poco, así como poquito a poco vamos aprendiendo, con el mazo y el cincel, a pulir nuestra piedra, hasta construir catedrales.   

Pero creo sinceramente que debemos ir un poco más lejos para hacer realidad la utopía de la que hablamos, y sin dejar de ser únicos y sin perder nuestra soberanía, debemos estar, como masonas y masones de no importa que Obediencia, más unidos que nunca para aunar esfuerzos en torno a un proyecto de masonería que presenta un discurso vivo, actual, capaz de asumir la tarea de reflexión permanente sobre los valores que un mundo tan vertiginosamente cambiante cuestiona a cada pálpito. Un mundo que nos motiva y refuerza en el compromiso de seguir trabajando, personal y colectivamente, intra y extramuros, a la luz de los valores de la masonería universal para que poco a poco las divisas que defendemos vayan calando en la sociedad.

Para ello cuento con todas las Hermanas, con su comprensión, lealtad y genuina motivación basada, no en la visión particular de una o varias Hermanas, sino en el consenso constructivo, franco y transparente de una diversidad que finalmente, puede como un gran crisol, darnos un sentido unitario, poderoso, sólido y de gran futuro.

Cuento sobre todo con las Consejeras Federales, estoy segura que juntas sabremos formar un verdadero equipo de trabajo que sepa ir en la misma dirección respetando e incluyendo siempre las diversidades para sumar y nunca para restar.

Para terminar quiero expresar mi especial y sincero agradecimiento a todas las anteriores Grandes Maestras: Paquita Valenzuela, Rosa Elvira Presmanes, Ana Maria Lorente y Teresa Alabernia, así como a todas las Grandes Oficiales y Hermanas por su gran trabajo al frente de nuestra Obediencia y que han hecho posible que estemos todas y todos hoy aquí, disfrutando de este momento y compartiendo una experiencia masónica, una visión, un futuro, que en nuestra franca unión, nos llevará muy lejos.  

He dicho,

Patricia Planas Rufino

MRGM de la GLFE