MUSEO VIRTUAL DE

 

HISTORIA DE LA MASONERÍA

   

 EDWARD GEORGE EARLE BULWER-LYTTON

(Londres, 25 de mayo de 1803 – Torquay, 18 de enero de 1873)

 

 

         

 

 

 

        Como literato y político, el primer Barón Lytton ostenta un lugar preeminente en el panteón de prohombres de la Inglaterra victoriana.

En su juventud, y durante casi una década, ocupó por la circunscripción de Lincoln un escaño en la Cámara de los Comunes, donde tomó parte activa en numerosos debates, como el del cambio de sistema electoral (Reform Bill, 1832). También ostentó cargos de cierta importancia, como la Secretaría de Estado para las Colonias, durante el Gobierno de Lord Derby, entre 1858 y 1859,  momento en el cual jugó un papel decisivo en la organización de la Columbia Británica. Tras su nombramiento como primer barón Lytton of Knebworth, en 1866, llegó a sentarse en la Cámara de los Lores.

La fama, empero, no se la dio tanto su carrera política, como los laureles literarios. Prolífico, popular, Bulwer Lytton fue uno de los escritores ingleses más prestigiosos y aplaudidos del siglo XIX, no sólo en Inglaterra, sino también en toda Europa y Norteamérica. Pese a que, asaz precozmente, comenzó su actividad en las letras como poeta, sus éxitos más celebrados los conseguiría en el campo del relato; desde los cuentos de terror (The haunted and the haunters, 1859) pasando por la visión costumbrista (Pelham, 1828); hasta novelas históricas, entre las que descuella la celebérrima y aún hoy leída Los últimos días de Pompeya (1834). Cosechó además sonados triunfos en calidad de dramaturgo, con obras como Dinero (1840).

Distinguido, apuesto, de gustos refinados, Lord Lytton se nos aparece cual paradigma de la paradoja victoriana: compendio de enigmas y fulgores, sutil dandismo entreverado de una inquietante opacidad, fruto evidente de su afición por lo sobrenatural y esotérico. Referente del ocultismo decimonónico, mantuvo Bulwer Lytton a lo largo de su vida gran interés por la mística y la magia. Coleccionista de viejas tradiciones alquímicas, quiso, además, rodearse de una aureola legendaria, de una bruma misteriosa que, difuminando el contorno de su realidad, atrajese hacia sí a un tiempo la admiración y curiosidad de sus semejantes, y le impregnase de glamour, si damos a este término, hoy trivializado, el sentido que, por aquel tiempo, popularizó Sir Walter Scott. De ahí que, equívoco y ambivalente, sediento de mística y avivando el fuego de su propia mistificación, disfrutara Lord Lytton dando pábulo a habladurías siniestras de las cuales no dudaba en renegar.

       

 

 
           

No es, pues, de extrañar que resulte ardua la tarea de seguir las huellas esquivas de todo cuanto se relaciona con su vinculación a ciertas sociedades iniciáticas. Como tampoco es de extrañar que, tomando como fundamento su obra, ya tardía, Vril: El poder de la raza venidera (1871), se le considere directo precursor de las teorías sobre la supremacía aria, o se le haya llegado a relacionar con la conspiración del Priorato de Sion.

Con mayor o menor precisión, son muchos los autores que han especulado sobre la pertenencia de Bulwer Lytton a la Francmasonería y a la orden Rosacruz. Lo cierto es, empero, que apenas existen fundamentos que atestigüen fehacientemente tal relación. Las fuentes de primera mano brillan en este caso por su imprecisión y escasez. Otro tanto ocurre con los recursos hemerográficos. No debería, así, llevar a engaño, como prueba confirmatoria de masonería, la presencia, registrada por algunas publicaciones, de Bulwer Lytton en actos celebrados en el antiguo Freemasons's Hall; un edificio que, además de a ceremonias masónicas, era dedicado a toda clase de eventos sociales, como conciertos, bailes, veladas literarias y actos benéficos; eventos que, dado su carácter profano, evidentemente no estaban reservados a los masones; valga para ello, como botón de muestra, el brillante banquete al que acudió Bulwer Lytton el 2 de noviembre de 1867, en honor de otro escritor célebre, cuya aversión a la masonería está fuera de toda duda: Charles Dickens.

Estudios más recientes, sin avales que la refrenden, dan por probada la cualidad masónica de Bulwer-Lytton. Richard S. E. Sandbach, en un artículo publicado en Ars Quatuor Coronatorum, sugiere que fue iniciado en la masonería poco después de ocupar su escaño parlamentario por la ciudad de Lincoln. Pero nada más. De similar imprecisión peca la enciclopedia de William R. Denslow en su breve entrada sobre el escritor, toda vez que, amén de ofrecer datos archisabidos sobre su carrera política y literaria, afirma su condición de masón, sí, pero sin citar siquiera su logia, año de iniciación, o cualquier otro dato que hubiera arrojado luz sobre el particular.

Tan solo hace Denslow referencia a una Ode to Freemasonry, que, como bien se deja caer en la compilación realizada en 1992 por la Masonic Service Association, ha sido atribuida a Bulwer Lytton. Tal poema, del que también se conoce una versión más breve (The Mystic Art), apareció en el número de enero de 1868 de una gaceta masónica de Boston, The Freemasons' Monthly Magazine, dirigida por Charles Withlock Moore (1801-1873), de la Gran Logia de Massachusetts. Incluida en una sección de miscelánea o cajón de sastre de noticias diversas, Masonic Chit-Chat —literalmente, cotilleos masónicos—, la mencionada oda aparece, en efecto, con la firma de Bulwer Lytton. Sin embargo, no se facilita la fuente de origen ni tampoco hemos encontrado otra publicación de la época en que aparezca tal oda; ni podemos asegurar, en fin, si dicho poema tiene un carácter masónico o meramente literario.

De entre las obras de temática esotérica y autoría indubitada de Bulwer Lytton, descuella fundamentalmente su novela Zanoni, publicada en 1842 y que es la ampliación y reelaboración de un relato previo, Zicci, aparecido cuatro años antes en la revista de William Harrison Ainsworth, The Monthly Chronicle. Prontuario de datos e ideas sobre esoterismo, es una compleja reconstrucción del ambiente ocultista y masónico de la Francia revolucionaria de finales del siglo XVIII. El protagonista, que da título a la obra, es un hermano rosacruz, cuya vida comenzó en los lejanos tiempos de la civilización caldea. Abandonando todas las pasiones humanas, consiguió franquear en aquel tiempo el umbral de la inmortalidad. No obstante, Zanoni es consciente de la posibilidad de perder tal don si se enamora, lo que así sucede cuando se prenda de la joven y prometedora cantante de ópera napolitana, Viola Pisani, con la que acaba contrayendo matrimonio e incluso teniendo un hijo. Es por ello que, tras perder, en efecto, el don de la inmortalidad, Zanoni muere ajusticiado en la guillotina.

 

         

 

 

 

Subyace en esta obra cierta intencionalidad filosófica perceptible en su estructura en torno a las cuatro formas de posesión o locura divina presentadas por Platón en Fedro, cuatro hilos que se entretejen a lo largo de su argumento: la inspiración profética, asociada con Apolo; la posesión iniciática, vinculada con Dioniso; la demencia poética, ligada a las Musas; y el furor erótico inspirado por Afrodita. Se evocan, cual queda dicho, antiguas leyendas rosacruces, como la ya aludida del elixir de la eterna juventud, y se confiere a la narración un perfume sobrenatural y mágico que daría lugar incluso a fabulosas historias, como la del mítico clarividente Daniel Dunglas Home (1833-1886), el cual aseveró haber presenciado la comunicación del propio Bulwer Lytton con un espectro a cuya presunta influencia se debía la redacción de Zanoni.

Cabría preguntarse, por lo demás, si todo el acervo esotérico de esta novela arroja algo de luz sobre la vinculación de su autor a alguna sociedad iniciática. A lo que cabría argüir, como juiciosamente razona Jocelyn Godwin, que no hay nada en Zanoni que no estuviera al alcance de cualquier diletante de la literatura ocultista y que, en fin, la novela no muestra evidencia alguna que atestigüe la iniciación de Lytton en cualquier logia oculta... lo que tampoco niega, en cualquier caso, la posibilidad de que fuera iniciado en Alemania tras la publicación de la obra.

Pues, aunque apenas existen datos que relacionen a Bulwer Lytton con la masonería inglesa, parece, en cambio, que hay indicios de que pudo entablar contacto con alguna sociedad iniciática de la región de Hesse, durante sus viajes a Alemania a comienzos de la década de 1840.

Se ha barajado, en este sentido, la posibilidad de que Lord Lytton hubiera pertenecido a una logia masónica alemana que durante parte de su azaroso devenir llegó a estar acogida a la jurisdicción de la Gran Logia Unida de Inglaterra. Nos referimos a la Loge zur aufgehenden Morgenröthe de Frankfurt, una logia recordada en gran medida por la polémica sobre la aceptación de la entrada de judíos en la masonería. Esta logia había sido fundada por el Gran Oriente de Francia tras la ocupación de Frankfurt por la Grande Armée, el 17 de junio de 1807. Constituida con el nombre de logia San Juan de L’Aurore Naissante (La Aurora Naciente), acogió en su seno tanto a judíos como a cristianos, por lo que también fue conocida como Judenloge (Logia Judía). Sus fines no eran tanto espirituales como sociales, entre los que destacaba la aceptación de los judíos en la sociedad y la posibilidad de su acceso a los distintos grados de la masonería, algo que les estaba vedado en las logias alemanas antisemitas. Tras la derrota napoleónica, y considerando conveniente desvincularse de cuanto pudiera sonar a francés, L’Aurore Naissante eliminó en sus materiales cualquier referencia al Grand Orient y cambió su nombre por el de Loge zur aufgehenden Morgenröthe, al tiempo que comenzó a hacer gestiones para asociarse a otra obediencia. Tras el fracaso de sus negociaciones con el Príncipe Carl von Hessen, masón y miembro influyente de la Asiatic Brethren (Fraternidad Asiática), se consiguió finalmente el reconocimiento de Augusto Federico, duque de Sussex y Gran Maestro de la Logia Unida de Inglaterra, el cual le otorgó en 1817 una carta constitutiva sin limitaciones.

Excede de nuestros objetivos profundizar sobre el aislamiento que siguió sufriendo esta logia dentro del contexto masónico alemán o cómo finalmente, años más tarde, acabaría abandonando la Gran Logia Unida de Inglaterra para integrarse en la Große Mutter-Loge des Eklektischen Bundes (Gran Logia Madre de la Alianza Ecléctica). Sí interesa, en cambio, destacar —siguiendo en este punto a Julian Strube— que, en rigor, carecemos de fundamentos para afirmar que alguna vez Bulwer Lytton hubiera pertenecido a esta Loge zur aufgehenden Morgenröthe.

Otros autores, empero, señalan la conexión de Lord Lytton a esta logia desde otra perspectiva. Así, Rafal T. Prinke sostiene que en 1817 el duque de Sussex también había constituido una logia hija de la Morgenröthe en Londres —precisamente llamada Aurore Naissante— la cual abatió columnas a requerimiento de la logia madre en 1822. Prinke sugiere que esta logia cesó su actividad masónica, pero que sobrevivió como una especie de grupo de estudios esotéricos. Asimismo, Prinke insinúa que Lord Bulwer-Lytton contactó primero con este grupo londinense, y que de allí recibió una carta de presentación ante algún elemento relacionado con la Morgenröthe o con la Logia Rosacruz de Frankfurt.

En este sentido, Prinke vendría a coincidir con William Wynn Westcott, el cual aseguró que Bulwer Lytton había sido iniciado en Frankfurt, pero no en la Morgenröthe, sino en una antiquísima logia rosacruz: el Colegio Alemán Rosacruz de Frankfurt, activo hasta mediados del s. XIX, y que fue precisamente en esta logia donde adoptó las teorías expuestas en Zanoni. No obstante, una autoridad en la materia como Ellic Howe, en Ars Quatuor Coronatorum, se muestra también escéptico respecto a este particular, dada la falta de datos fehacientes que acrediten la actividad de tal presunta logia rosacruz.

Por su parte, Gerald Gaultier, especialista en la historia de la masonería egipcia, partiendo de la base de que Lord Lytton nunca fue masón, sugiere que sí pudo haber sido iniciado entre 1841 y 1843 en una rama de la Asiatic Brethren, que seguía aún entonces operativa en la región de Frankfurt.

El testimonio del propio Lord Lytton, sembrado a propósito de misteriosos equívocos, dificulta cualquier atisbo de certeza. En efecto, cuando a comienzos de la década de 1870, Hargrave Jennings, autor de The Rosicrucians: Their Rites and Mysteries (Los Rosacruces: sus Ritos y Misterios), le inquirió sobre su relación con esta orden, Bulwer Lytton soslayó dar una respuesta clara. Así, amén de jactarse de que, a diferencia de muchos pretendidos rosacruces, él sí poseía el símbolo cifrado del iniciado, aseveró que la hermandad seguía existiendo, pero no bajo denominación espuria reconocible por los profanos; que los verdaderos rosacruces no utilizaban tal nombre y que aquellos que lo usaban no eran auténticos hermanos sino falsarios que poco o nada tenían que ver con la auténtica sabiduría tradicional de la orden.

Para acabar de enturbiar las cosas, Kenneth R. H. Mackenzie, en una carta dirigida a William Wynn Westcott y fechada el 24 de marzo de 1881, se mostraba también convencido de la condición rosacruz de Bulwer Lytton, pero tan sólo como simple neófito, el primer escalón de la jerarquía.

       

 
           

De todo lo dicho se patentiza, pues, que la pertenencia de Lord Lytton a la masonería o a la orden Rosacruz antes que en evidencias se funda en un rosario de conjeturas difícilmente cohonestables con el rigor histórico.

Sí es en cambio fácilmente determinable la relación de Bulwer Lytton —o, por mejor decir su falta de ella— con otra sociedad de signo rosacruz: la Societas Rosicruciana in Anglia, una organización consagrada al estudio de asuntos rosacrucuces, constituida en Londres hacia 1865-1867 por Robert Wentworth Little, William Wynn Westcott, Samuel Liddell McGregor Mathers, William Robert Woodman y Kenneth R. H. Mackenzie. Pese a que sus fundadores reivindicaran su descendencia de los rosacruces, y pese a que su estructura jerárquica se inspirara en la de la antigua Fraternidad de la Rosa Cruz de Oro, en ningún caso podría considerarse la SRIA una orden rosacruz. Asimismo, y aunque estuvo relativamente vinculada a la masonería, en tanto en cuanto sólo se permitía acceder a ella a maestros masones regulares, tampoco podría afirmarse su carácter masónico.

Pues bien, se ha repetido hasta la sociedad que Bulwer Lytton ostentó el cargo de Gran Maestro de la SRIA, y ello a pesar de que en realidad jamás desempeñó cargo alguno en dicha grupo ni asistió a ninguna de sus reuniones. El origen de la confusión es en este caso fácilmente determinable, toda vez que la relación de Lord Lytton con la SRIA fue del todo involuntaria: en efecto, en una reunión celebrada en la Freemason's Tavern el 14 de julio de 1870, y a instancias de R. W. Little, Bulwer Lytton fue propuesto y elegido Miembro Honorario y Gran Patrón de la Orden, pero sin su aquiescencia ni siquiera su conocimiento. Pasarían, además, dos años hasta que Bulwer Lytton constara como Gran Patrón en los documentos de la SRIA y unos meses más —a finales de 1872— hasta que llegara a tener noticia del nombramiento. Fue entonces, el 16 de diciembre, cuando, mostrándose extremadamente sorprendido, escribió una carta de protesta y renuncia a John Yarker, uno de los dirigentes de la Sociedad, el cual le presentó sus disculpas.

Finalmente, en un alarde de falta de rigor histórico, se ha llegado también a relacionar a Lord Lytton con The Golden Dawn (Orden Hermética del Alba Dorada), fundada por William Wynn Westcott, William R. Woodman y Samuel L. MacGregor Mathers. Vinculada en sus orígenes con la masonería y la SRIA, esta orden fue fundada en 1888 a partir del presunto descubrimiento de un manuscrito en clave que, tras ser descifrado, formó la base de su ritual. Independientemente de sus conexiones con la francmasonería inglesa y pese a sus pretendidas concomitancias ideológicas con las doctrinas de Bulwer Lytton sobre los rosacruces, es evidente que éste nunca llegó a ser miembro del Alba Dorada, toda vez que murió quince años antes de que fuera fundada, y ello pese a afirmaciones, tan tajantes como gratuitas, como las contenidas en The Golden Dawn companion, de R.A. Gilbert o en The Golden Dawn Sourcebook, de Darcy Küntz.

 

BIBLIOGRAFÍA:

 Bulwer Lytton, E. G., “Ode to Freemasonry”, en The Freemasons' Monthly Magazine, Boston, Edward S. Coombs & Co., Jan., 1868 (vol. XXVII, n.º 3, p. 96).

Campbell, J. L., Sr. Edward Bulwer-Lytton, Boston, Twayne Publishers, 1986.

Gilbert, R. A., “The Supposed Rosy Crucian Society”, en Caron et al. (eds.), Ésotérisme, Gnoses et Imaginaire Symbolique, Leuven, Peeters, 2001, pp. 399 y ss.

Godwin, J., The Theosophical Enlightenment, State University of New York Press, Albani, 1994, pp. 123 y ss.

Roberts, M., British poets and secret societies. Freemasons and clandestine brotherhoods, Beckenham, Croom Helm Ltd., 1986.

Sadleir, M., Bulwer and his wife. A panorama, London, Constable & Co. Ltd, 1931

 

Redactado por: Pelayo Jardón, Prof. de la UNED.

            
  

 

 
             
  

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