MUSEO VIRTUAL DE

 

HISTORIA DE LA MASONERÍA

   

  VIDA Y OBRA DE GOETHE (1749-1832)

 

“Si quieres formar parte

de la casa que construimos

es preciso, piedra, que aceptes

que nosotros te tallemos”

Goethe

 

       

Johann Wolfang von Goethe (1749-1832) fue iniciado en la Logia Amalia de las res Rosas (Weimar) el 23 de junio de 1780 y permaneció trabajando en ella hasta su muerte ocurrida en 1832  frecuentando las logias durante 52 y desarrollando en sus obras claros temas iniciáticos como "Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister" o "Fausto"

 

 

       

 

 

Johann Wolfang von Goethe (1749-1832) fue iniciado en la Logia Amalia zu den drei Rosen de Weimar el 23 de junio de 1780 y permaneció trabajando en ella hasta su muerte ocurrida en 1832. Un par de años después de la iniciación de Goethe, el duque Karl August von Weimar entraba también en la Masonería a la que ya pertenecían varios miembros de la familia de los Brunswick. Goethe frecuentó las logias durante cincuenta y dos años, lo que explica que sus obras desarrollaran claros temas iniciáticos, desde Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister hasta el primero y segundo Fausto.

Su obra, que abarca géneros como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso tratados científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores, compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración para todo tipo de obras. Sus ideas acerca de las plantas y la morfología y homología animal fueron desarrolladas por diversos naturalistas decimonónicos, entre ellos Charles Darwin. Su apellido da nombre al Goethe-Institut, organismo encargado de difundir la cultura alemana en todo el mundo.

De inteligencia superdotada y provisto de una enorme curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó a acumular una omnímoda o completa cultura. Primeramente estudió lenguas, aunque sus inclinaciones iban por el arte y nunca, a lo largo de toda su vida, dejó de cultivar el dibujo; al tiempo que escribía sus primeros poemas, se interesó por otras ramas del conocimiento como la geología, la química, el derecho y la medicina, la alquimia, el hermetismo, etc. Estudió a Paracelso, a Cornelius Agrippa y a Giordano Bruno, entre otros. En 1770 el doctor Metz le facilitó el ingreso en la comunidad de los Hernhuter, una sociedad secreta pietista basada en la obra del alquimista Jacob Boëhme y en las ideas de Spinoza, donde se congregaba un buen número de esoteristas. Por su parte, Johann Gottfried von Herder le introdujo en la poesía popular alemana, le descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del Neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung alemana, colaborando con Herder en la redacción del manifiesto del movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»), considerado el preludio del Romanticismo en Alemania.

 

 

Retrato de Goethe (1749-1832) ejecutando el signo de fe

         

 

 

 

Entró al servicio del príncipe heredero Carlos Augusto y fijó su residencia en Weimar ya hasta su muerte. Las tareas que éste le encomienda le hacen abandonar prácticamente la literatura durante casi diez años. Allí Anna Amalia, madre de Carlos Augusto, que había empezado a crear un círculo de intelectuales con el preceptor de su hijo, Wieland, lo amplió a Goethe, Herder y Friedrich von Schiller. En 1779 es nombrado Ministro del Estado de Weimar. Desde un puesto tan importante tuvo la oportunidad de relacionarse con Napoleón Bonaparte, Ludwig van Beethoven, Friedrich von Schiller, Arthur Schopenhauer, etc.

En la logia Amalia Goethe tuvo diversas e interesantes intervenciones en trabajos de logia, especialmente mediante la lecturas de poesías. También escribió la novela de claro sentido masónico; Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister (1796) y la novela en verso Hermann y Dorothea (1798). Es muy interesante, desde el punto de vista esotérico, su cuento La serpiente verde. Concibió el ideal educativo masónico como el perfeccionamiento del individuo y de la Humanidad a través de la potenciación de su vida interior.

Por otra parte, seguía profundizando en el estudio del teatro de William Shakespeare y de Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por ejemplo, El príncipe constante de Calderón) hace representar con éxito como encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó a cartearse con Schiller. Merced a Goethe, Weimar se convirtió en el auténtico centro cultural de Alemania; allí compuso poemas inspirados por Charlotte von Stein y empezó la redacción de sus obras más ambiciosas, como sus dramas Ifigenia en Táuride (1787) Egmont y Fausto, que luego revisaría a fondo tras la profunda impresión que recibió en su trascendental viaje a Italia (1786–1788).

La mejor obra dramática de Goethe es sin duda el Fausto, que ha pasado a ser una obra clásica de la Literatura Universal. La primera parte de esta compleja tragedia se articula en torno a dos centros fundamentales; el primero es la historia de cómo Fausto, fatigado de la vida y decepcionado de la ciencia, hace un pacto con el diablo que le devuelve la juventud a cambio de su alma; el segundo es la historia de amor entre Fausto y Gretchen, que Mefistófeles manipula de forma que Fausto llegue al homicidio -mata al hermano de su amada- y Gretchen tenga un embarazo indeseado, que le conduce primero al infanticidio y luego a ser ejecutada por asesinar a su hijo. La historia de Fausto se inspira, como muchas leyendas, en hechos ciertos. Existió un tal Johann Faust que nació hacia 1490 en el sur de Alemania y se doctoró en la Universidad de Heidelberg en 1509. Tras dejar la universidad, emprendió una vida de aventuras marcada por una huida constante a causa de las múltiples acusaciones de brujería que se le hicieron. Dejó una biblioteca que incluía libros de medicina, matemáticas y magia negra. Esta pintoresca vida dio origen a la leyenda popular, aprovechada por autores de piezas de títeres y marionetas, y había servido además para inspirar leyendas populares. El primer libro sobre este mito se editó en 1587 por parte de Johannes Spiess, quien, en su prólogo, advirtió que había omitido referir fórmulas mágicas para evitar que quienes tuvieran el libro fueran acusados de brujería. Otros libros y libretos teatrales trataron el tema del pacto con el diablo para lograr el dominio sobre la naturaleza: en el teatro de títeres de los siglos XVI y XVII, la historia se cerraba siempre con los demonios llevándose a Fausto, pero Goethe alteró este argumento haciendo que se salvara Gretchen al final de la primera parte, anticipando la salvación de Fausto al término de la segunda, cuando los demonios que quieren llevarse su alma tienen que retirarse ante la llegada de una legión de ángeles. Además Goethe cambia el impulso que mueve a Fausto: el deseo que lo acercaba a la brujería no es codicia, maldad o vagancia, sino el ansia de saber, el deseo de grandeza, de plenitud, de totalidad. La moraleja que acaso tenga la obra será que ese deseo de conocimiento conlleva la miseria moral.

La obra del escritor y científico alemán Johann Wolfgang von Goethe forma parte desde 2002 del Patrimonio de la Memoria del Mundo, de la UNESCO.

 

 

 

Monumento a Goethe  en Berlín realizado en 1880 por Fritz Schaper (1841-1919)

 

 

Monumento a Goethe en Viena realizado por el escultor austriaco Edmundo von hellmer (1850-1935)

 

  Monumento a Goethe en el parque de Villa Borghese (Roma) realizado por Gustavo Eberlein (1847 -1926)

POEMAS MASÓNICOS DE GOETHE

         Con motivo de la publicación en 1776 del libro de Schelling Von der Weltsseele (Del alma del mundo), Goethe escribió un poema en Marzo de 1802 inspirado en sus ideas masónicas:

 

ALMA DEL MUNDO

 

¡Por todas las regiones del mundo repartíos,

desde este convite santo!

¡A través de estas zonas próximas hacia el todo

marchad e iluminadlo!

 

Ya en lontananza, ciérnese ante vosotros

sacro, divino ensueño,

y flamante refulge, amable el astro,

en el espacio luminoso, etéreo.

 

Seguid, seguid más lejos todavía,

cometas poderosos.

Cruzad el laberinto de soles y planetas

con ritmo veloz y loco.

 

¡Volad raudos en busca de tierras aún informes

y en ellas vuestra fuerza juvenil y creadora

ejerced de manera que vida cobren siempre

cada vez más pujante y más arrolladora!

 

En giros circulares surcad la inquieta atmósfera,

vasto campo cambiante,

y asignad a l piedra en todas sus cavernas,

sólida forma estable.

 

Que todo con divina osadía y se esfuerza

por recuperar su ser;

fecundar ansía el agua lo infecundo

y un venero de vida el polvo es.

 

¡De la noche la lóbrega humareda

con amoroso esfuerzo disipad;

ved cómo con fulgores policromos

el Paraíso resplandece ya!

 

Ved qué tropel de seres se levanta

para bañarse en es luz divina;

cual la primer pareja ante esa gloria

arrobados quedáis en dulce dicha.

 

Ya en un mutuo dichoso parpadeo

truécase aquel esfuerzo colosal,

y la vida más bella, agradecida,

del todo al todo vuelve sin cesar.

 

         El 5 de Septiembre de 1814 leyó en logia el poema Symbolum con motivo de la iniciación de su hijo Augusto en la logia Amalia: 

 

SYMBOLUM.

 

Del cantero las andanzas

a la vida se asemejan,

y su esfuerzo es comparable

a los afanes del hombre

sobre la haz de la tierra.

 

El porvenir encubre

Dolores y alegrías.

Paso a paso, marchamos

hacia delante siempre,

sin que el temor nos rinda.

 

Allá, a lo lejos, muéstrase

imponente una cúpula,

sobre la cual, arriba

reposan las estrellas;

y abajo, en paz, las tumbas.

 

Miradla atentos; veréis

cómo erráticos temblores

y hondos, graves sentimientos,

en el pecho de los héroes

se despiertan al momento.

 

Mas no haya temor; que arriba

están llamándoos las voces

de los genios y maestros:

“No perdáis tiempo, mortales,

servid al bien con denuedo”.

 

Aquí, en silencio perenne,

téjense bellas coronas,

que habrán de ceñir las sienes

de quien por el bien labora.

¡Animo, pues, y a la obra!

 

         El 29 de diciembre de 1815 Augusto von Goethe leyó en la logia Amalia estos versos escritos por su padre dando gracias por haber sido recibido en ella:

 

GRACIAS DEL CANTOR

 

Mucho se habla de cantores

que llegaran a un palacio,

mansión de toda abundancia,

y fueran agasajados:

 

Pero ¿qué palacio puede

sostener el parangón

con este fraterno hogar,

que nos brinda su calor?

 

No inquirís de dónde vengo;

todos de arriba venimos;

pero libre canta el libre,

y elogiar a los hermanos

debe serle permitido.

 

¡El canto el pecho dilate

y haga que toda tristeza

y toda angustia en el aire

se disipe y desvanezca!

 

De este modo, yo las gracias

os doy que daros quería,

y con puro y grácil canto

os rindo mi pleitesía.

 

Solo falta ahora ese ruido

que escuchamos con tal gusto,

doquiera, cuando en silencio

vemos crecer nuestro número.

 

         Con motivo de la muerte de la princesa Carolina von Weimar-Eisenach (por matrimonio princesa heredera von Mecklengurg-Schwerin) el 20 de enero de 1816, la única hija de Carlos Augusto, Goethe escribió este poema:

 

TENIDA DE DUELO

 (Trauerloge)

 

De la vida en la yerma ribera

donde las dunas se apilan,

y en la sombra el trueno ruge,

de tu esfuerzo por la meta.

 

Bajo ya borrados sellos,

mil abuelos allí yacen,

¡ay!, bajo nuevas colinas,

de amigos que allá se fueron.

 

Ya que seguirnos quisiste,

clara en tu torno la noche

resplandeza y las estrellas

el recuerdo inmarcesible

te lleven de aquellas horas

en que aquí, fiel laborando

con nosotros estuviste,

antes que a los inmortales

caros seres, también fiel,

fueras, presuroso, a unirte.

 

         Goethe compuso otro poema con motivo del pase de su hijo Augusto al grado de compañero en diciembre de 1815. Los primeros versos aluden a los desposorios de Augusto:

 

SILENCIO (Verschuinegenhit)

 

Cuando, al responder la amada,

lanza miradas de amor

ebrio de dicha el poeta

canta como un ruiseñor.

Pero, no obstante, el silencio

inspira más confianza;

¡quedo!, ¡quedo!, ¡calla ahora!

Esta es la dicha colmada.

 

Cuando entre el bélico estruendo

de atambores y trompetas

el guerrero al enemigo

con furia acosa, certera

la fama triunfal acoge

de buen grado, porque lleva

implícito ese respeto

que el obrar bien nos granjea.

 

Nosotros, hermanos fieles,

sabemos algo que ignoran

los demás, y hasta los cantos

aquí en sordina se arropan.

Lo que aquí confiadamente

hablamos, queda en secreto:

que silencio y confianza

la base son de este templo.

 

 

         En el siguiente poema, Goethe reflexiona sobre el Dios ignoto y desconocido al que tal vez solo cabe acercarse mediante símbolos:

 

PROEMIO (marzo de 1816).

 

En el nombre de Aquel que a sí mismo creóse

y que desde lo eterno la creación se ejercita;

en cuyo nombre son fe, confianza,

amor, actividad, fuerza, energía;

en el nombre de Aquel que tantas veces

se nombra y, sin embargo, permanece

cual entidad ignota, incognoscida.

 

Doquiera el oído alcanza y la pupila,

solo algo conocido a El semejante

encuentras, y por más que osado vuele

tu espíritu, tendrá que contentarse

con símbolos e imágenes tan solo.

Tira de ti, con fuerza te arrebata,

y doquiera tú vas tu senda adorna;

te cansas de contar las horas raudas,

y según vas andando, cada paso

es algo que tu cálculo desborda.

 

¿Qué Dios aquel sería que desde fuera,

al compás de su dedo, el universo

en círculo girar constante hiciera?

No; lo propio de un Dios más bien estimo

mover el mundo desde dentro, y dentro

de Natura moverse y en sí mismo

llevar a la Natura, de tal suerte

que cuanto en él alienta y late es

de su espíritu y fuerza ni un momento

se vea desamparado alguna vez.

 

También un universo hay en lo íntimo;

tal lo percibe el pueblo, que acostumbra

con práctica laudable y claro atisbo

Dios llamar; y su Dios, a lo mejor

de cuanto cielo y tierra manifiestan,

y su temor rendirle y hasta donde

ello es posible tributarle amor.

 

         Poesía compuesta en 1820 con motivo de la fiesta celebrada en la logia Amalia con ocasión del cumpleaños de la finada duquesa Amalia:

 

BRINDIS CONTESTACIÓN DE LAS HERMANAS

(Gegen coast der Schwertern)

A nadie nuestras gracias, aunque puedan

a alguna parecer desenfadadas,

deben hacerle que su ceño frunza,

ya que estamos de fiesta en nuestra casa.

 

Nosotras, las mujeres, dar debemos

gracias a los hermanos que se placen,

cuando escrutan los íntimos misterios,

en admitirnos, a su lado, amables.

 

Y hoy, al alzar nuestros cantos

en honor de Amalia ilustre,

unirnos debemos todos,

los que inunda en clara lumbre.

 

Sin que turbar pretendamos

vuestros cánticos sagrados,

decidnos: sin las hermanas,

¿qué sería de los hermanos?

 

         El 6 de octubre de 1821 Goethe compuso un poema para mostrar su creencia en que aunque el todo ha de caer en la nada para seguir existiendo, siendo ello tan solo a la destrucción física de las entidades individuales, y no la destrucción del alma que sigue perdurando como entelequia:

 

UNO Y TODO

(Eins und Alles)

 

En lo infinito encontrarse

do el individuo se pierde,

pone fin a los pesares;

renunciar dando de lado

a deseos, esfuerzo y lucha,

es un placer inefable.

 

¡Alma del mundo, penétranos!

¡Que es el unirse contigo

de nuestra fuerza la meta;

y así los númenes buenos

y los maestros aspiran

con lo que todo lo crea

a unirse en fusiones íntimas!

 

Transformado lo creado

para que no se entumezca

la acción que obra sin descanso,

labora constante, eterna.

Lo que no fue, será luego

claro sol, vistosa tierra,

nada nunca ha de estar quieto.

 

Todo en laboreo constante,

en incesante creación

ha de estar; lo ya formado

cambia de aspecto y color;

tan solo por un momento

inerte nos pareció.

Lo eterno en todo se mueve

laborando sin cesar,

que caer en la nada debe

siempre el todo a su pesar,

si es que en su propia existencia

aspira a perseverar.

 

         Goethe compuso un poema el 30 de julio de 1825 y se lo envío a Hummel para que le pusiera música con el fin de celebrar en logia el 50 aniversario del príncipe Carlos Augusto. Dicha tenida tuvo lugar el 3 de septiembre de 1825:

 

PRELUDIO

(Zur Logenfeier)

 

Por más cosas que nos pasen

solo una vez en la vida,

se nos depárale supremo

goce que entraña este día.

 

Día que surgiendo esplendente

de la noche, el mundo adorna

de luz y color, y luego

en dulce ocaso reposa.

 

Abrid, pues, amplias las puertas

y que los íntimos entren.

Que hoy, doquiera los amigos

estrechar sus filas deben.

 

 

         En el siguiente poema leido en logia, Goethe celebra el trabajo másonico dedicado a la docencia y la beneficencia. Por ejemplo, en la estrofa tercera se alude a una escuela municipal recién construida:

 

CANTO FINAL

(Schlussgesang)

 

¡Sus y elevad vuestras voces,

oh fraternales amigos!

¡Romped el secreto ahora

de vuestros sentires íntimos!

¡Y que el canto se desborde

fuera de aqueste recinto!

 

¡Con estuendosa alegría

por nuevas sendas se arroje!

Que donde antes no había nada

hoy se alzan nobles mansiones

y cadenas que guirnaldas

su festiva gala ponen.

 

El exterior edificio

íntima alegría delata;

de la escuela el breve espacio

en gran salón se dilata,

y apreturas y humedades

ya a los chicos no atarazan.

 

¡Sus a los libres espacios!

¿Quién plantó aquí esta floresta

Que tanto alegra a los niños?

El mismo que de verdor

y sombra vistió la selva.

 

¡Olvidemos, pues, lo malo

y lo bueno celebremos,

y con acentos festivos

cantos leales, elevemos

a los aires nuestro canto,

que a coro sale del pecho!

 

¡Y a lo largo de esta vida

repitamos sin cesar

todo cuanto le debemos

a su prodigalidad,

todo el bien que en esta tierra

él se complació en sembrar!

 

         En la tenida fúnebre realizada en la Logia Amalia por la muerte de Goethe el 9 de noviembre de 1832, fue leído este poema suyo:

 

INTERMEDIO

(Zwischengesang)

 

Lo efímero dejad que allá se vaya,

que pedirle consejo sería en vano.

En lo pasado es donde el bien alienta

en bellos actos inmortalizado.

 

Gracias a eso, lo que vive cobra,

a través de los siglos, nueva fuerza;

que al hombre sólo lo hace perdurable

una firme intención que persevera.

 

Y así, su solución halla ese grave

problema de otra vida después de esta:

que lo que de este mundo permanece

nos garantiza posesión eterna.

 

 

 

POEMAS A LA CAMARADERÍA

 

Las sodalicias canciones

unen más los corazones.

 

         Gesellige Lieder, “Zum neuen Jahr” fue recitada el día de San Silvestre de 1801 en un club de amigos, la llamada “Coronilla de los Miércoles”, formada por siete parejas, al modo de una cour d´amour, que se reunía cada dos semanas. A dicha tertulia están dedicadas también otras tres composiciones de este grupo: las tituladas respectivamente, “Canción fundacional”, “Canción de mesa” y “Confesión general”. “Zwischen dem Alten…”:

 

AL AÑO NUEVO

 

¡Benigno, nos permite

el hado aquí reunirnos,

entre el ayer y el hoy,

en amigable círuclo!

 

Y para confiados

mirar al porvenir,

un momento al pasado

la vista dirigir.

 

Las horas enojosas

muro suelen poner

entre lealtad y pena

y entre amor y placer;

pero los días mejores

nos vuelven a reunir

y los alegres cantos

ahuyentan el esplín.

 

De penas y alegrías,

pues huyeron aquellas,

los cordiales amigos

ya sin duelo se acuerdan.

¡Raro rumbo el que sigue

Nuestro destino, pues

Una antigua amistad

Nuevo regalo es!

 

¡Gracias a la fortuna,

que siempre inquieta gira;

gracias a los mil bienes

que el Destino nos brinda,

alegraos, mis amigos,

de la voluble suerte,

y sea amor ostensible,

y oculto el fuego quede!

 

Hay quien mira con pena

y temor estos paños

que del pasado cubren

el triste catafalco;

pero para nosotros

brilla cordialidad,

y nuevos nos encuentra

siempre la novedad.

 

Igual que en una danza,

amorosa pareja,

tan pronto se separa

como otra vez se encuentra,

también en el confuso

tráfago del vivir

siempre en el nuevo año

Amor nos torna a unir!

 

 

         Stiftungslied fue compuesta el 2 de noviembre de 1801 para el referido club. La vecina hermosa es la condesa Enriqueta von Egloffstein. De una carta de Goethe a la condesa fechada el 6 de noviembre de 1801, se infiere que su poesía debía de ser una réplica a una canción de Hölty, que por entonces estaba muy en boga. “¡Sé siempre probo y fiel!-Hasta en el frío sepulco…” “Was gehst du, schöne Nachbarin…”.

 

CANCIÓN FUNDACIONAL

 

¿Por qué, vecina hermosa,

tan sola en el jardín?

Si cuidas de tu hacienda,

yo te quiero servir.

 

Está mi hermano loco

por una camarera;

dióle a probar el mosto

y encima un bello ella.

 

Es un tuno mi primo,

va tras la cocinera.

Por bocado y caricia

al asador da vueltas.

 

Los seis juntitos, luego,

tuvimos gran merienda,

y de pronto al salón

aún llegó otra pareja.

 

¡Bienvenida! Y también

esa quinta que llega,

llena de fresco humor,

a un tiempo antigua y nueva.

 

Aun para adivinanzas

y juegos sitio queda;

dinos con el tesoro;

seis parejas se cuentan.

 

Mas una todavía

falta, y es la más tierna…,

es decir, ya he llegado,

la cifra está completa.

 

Gozoso ocupamos

nuestro puesto en la mesa;

cada cual con el otro

mutuamente se alegra.

 

 

CANCIÓN DE MESA

 

Un divino deliquio,

no sé cómo, me inflama.

¿Es que a la astral esfera

un numen me arrebata?

Mas si he de ser sincero,

prefiero aquí quedarme,

entre canción y vino,

en esta mese amable.

 

No os cause asombro, amigos,

que así me exprese, pues

aquesto lo más grato

del grato mundo es;

por lo que juramento

solemne aquí os haré

de nunca dar motivo

de que de aquí me echéis.

 

Ahora que estamos juntos

nuevamente quisiera

que alzarais vuestros vasos

a compás del poeta.

Cien leguas deben muchos

recorrer a la vuelta,

y eso hace que los brindis

apresurarse deban.

 

¡Viva aquel que crea vida!

Tal es mi lema, amigos.

A nuestro rey le toca

en esto el rango primo.

El nos guarda y defiende

de nuestros enemigos,

y conserva y acrece

lo que hubo recibido.

 

Brindo después por Ella,

por la que es sola y única.

Que cada caballero

piense así de la suya.

Una linda muchacha

sonriendo me susurra:

-¿Y del mío nada dices?

-¡Iba a hacerlo, criatura!

 

Para aquellos amigos

vaya el vaso tercero,

que con nosotros siempre

celebran los días buenos,

y en las noches brumosas

nos alivian el tedio;

en su honor, pues, bebamos,

ya sean nuevos o viejos.

 

Ahora ya la corriente

del brindis se desata.

Brindemos también por

los leales camaradas

que firmes se mantienen

en filas apretadas,

bajo el sol de la dicha

igual que en la desgracia.

 

Lo mismo que nosotros

suelen otros unirse.

¡Brindemos porque sean

todos ellos felices!

Desde la fuente al mar

Muchos molinos gimen.

¡Al bien de todo el mundo,

mi brindis se dirige!

 

 

         Generalbeichte o “confesión general” fue compuesta, según toda probabilidad, por el mismo tiempo que la Canción de mesa, o sea, del 17 al 20 de febrero de 1802, en Jena, en el espíritu de las antiguas canciones goliardas. El modelo que inmediatamente tuvo Goethe a la vista, parece haber sido una Batalla de Lorenzo de Médicis.

 

 

CONFESIÓN GENERAL

 

¡Que en este noble círculo

hoy vibre mi advertencia

¡Y oíd graves palabras

que raras veces suenan!

Muchas cosas emprendisteis,

muchas en cierne quedarán;

aguantad mi reprimenda.

 

¡Alguna vez en el mundo

tiene que haber contrición!

Confesad vuestros pecados,

hermanos, con toda unción.

Del error las perspectivas

es fuerza rectifiquéis

y hagáis por la corrección.

 

Sepan todos que hemos harto

soñado estando despiertos,

dejando perder su espuma

en el vaso al vino nuevo;

y también desperdiciado,

de alguna incitante boca,

el leve, furtivo beso.

 

Del filisteo las soflamas

con toda atención oímos,

sus pláticas aplaudiendo,

sobre el cántico divino;

no omitiendo el hacer gala

de algún venturoso arrobo

que nos fuera concedido.

 

Ahora bien: si eres gustoso

de absolver a tu fiel grey,

juramos de hoy más sinceros

todo lo posible hacer

por dejar las medianías

y en lo íntegro, bello y bueno,

reconcentrar nuestro ser.

 

Burlarnos del filisteo

buenamente en adelante;

no dejar perder ni pela

del vino espumajeante,

ni hacer guiños a las mozas,

sino libar briosamente

en sus labios incitantes.

 

 

 

ORÁCULO DE PRIMAVERA

 

Profético y sencillo,

amable pajarillo,

cuco. De los amantes,

en estos días radiantes,

el tierno voto escucha;

concédelo sin lucha;

¡oh cuco, cuco, cuco,

Cuco, cuco y recuco!

 

Ansían llenos de ardor

la coyunda de amor;

y aunque jóvenes, fieles

son y exentos de hieles.

 

La fausta hora nupcial,

¿cuánto habrán de aguartar?

¡Oh cuco picarón!,

¡por qué callas, burlón?

 

¿Qué aún dos años paciencia

tenga nuestra vehemencia?

Bueno; pero ¿podemos

contar que críos tendremos?

Tú no tengas reparo:

no soy para eso avaro.

¡Uno, cuco! ¡Dos, cuco!

¡Cada vez más, oh cuco!

 

Si la cuenta no he errado,

a los seis he llegado.

Ahora, si eres tan fino,

que vida me da el sino

dime, y te advierto que

viejo quisiera ser.

¡Oh cuco, cuco, cuco,

cuco, cuco y recuco!

 

Magna fiesta es la vida,

si larga y aturdida,

¿No se romperá, inerte,

el nudo de amor fuerte?

Terrible cosa fuera,

sin él nada valiera,

¡Oh cuco, cuco, cuco,

cuco, cuco y recuco!

(Con gracia, “in infinitum”.)

 

 

         Bundeslied fue compuesta con motivo de las bodas del pastor Ewald en Offenbach en septiembre de 1775:

 

CANCIÓN DE ALIANZA

 

¡En todo rato amable,

de vinos y amor ebrios,

juntos esta canción

cantar siempre debemos!

Dios, que aquí nos trajera,

aquí quiere que estemos;

fuego que él encendió,

justo es que conservemos.

 

¡Mostraos, pues, hoy alegres,

sin sombra de pesar,

¡El vaso de buen vino

Nueva alegría os dará!

¡En esta grata hora

chocad bien y besad,

con cada nuevo nudo

el viejo reforzad!

 

¿Quién habrá en nuestro círculo

que feliz no se sienta?

¡Gozad de esta tertulia

la fraternal franqueza!

Que nuestros corazones

unidos permanezcan

y no haya pequeñeces

que no agüen la fiesta.

 

Libre, vital mirada

de un Dios ya nos bendijo,

y pase lo que pase

feliz es nuestro sino.

Libres de veleidades,

no perdemos capricho;

nuestro pecho sin galas

alienta, no cohibido.

 

A cada paso avanza

esta vida fugaz;

a lo alto nuestro ojos

alegres siempre van.

¡Que todo suba y baje,

frío ni calor nos da!

¡Con tal que la fortuna

nos tenga siempre igual!

 

 

 

         Esta poesía fue compuesta a principios de 1806 con la inspirada en el conocido salmo litúrgico:

 

¡VANITASVANITATUM VANITAS!

 

En la nada puse todo mi interés.

¡Ole!

¡Por eso todo me va tan bien!

¡Ole!

Quien quiera ser mi compañero,

conmigo el vaso choque primero,

como de Baco secuaz sincero.

 

En el oro y lucro puse mi interés.

¡Ahimé!

Perdí la alegría, mustio me quedé.

¡Ahimé!

De este al otro lado rodaba mi oro

cuando en un punto reunía un tesoro;

muy luego en otro sufría desdoro.

¡En las hembras puse luego mi interés!

¡Ahimé!

 

¡Cuantos sinsabores me proporcioné!

¡Ahimé!

La hembra que es falsa busca otro amante;

tedio te causa la que es constante;

la que te llena queda distante.

¡Luego a los viajes todo me entregué!

¡Ahimé!

 

¡Sin duelo, mi patria, por ellos dejé!

¡Ahimé!

En parte alguna me encontré a gusto;

rara la mesa, y el hecho adusto;

otra la parla, que da disgusto.

¡Por honor y fama luego me esforcé!

¡Ahimé!

 

¡De alguno a la zaga siempre me juzgué!

¡Ahimé!

Inútil era que me afanara,

nunca a la gente lisonjeara;

con todo el mundo me malquistara.

 

¡A guerras y luchas después me entregué!

¡Ahimé!

¡y muchas victorias conseguir logré!

¡Ahimé!

Tierra enemiga vio nuestro avance;

nada el amigo ganó en el trance;

perdí una pierna, tal fue el balance,

¡En la nada ahora puse mi interés!

¡Olé!

¡Y el mundo entero ahora mío es!

¡Olé!

 

Canto y festín terminan ya.

¡Pero la copa hay que apurar;

hasta la última no hay que cejar!

 

 

 

         Gewohnt, getan fue compuesta el 10 de abril de 1813 en Oschatz, en el curso del viaje a Bohemia, como réplica a la canción de Solvrig Antaño amé, ya no amo. Goethe hubo de oír esta canción, “la mejor de todas las canciones lloronas alemanas”, durante su estancia en Leipzig. Goethe le dió la vuelta en el sentido de su vital positivismo. “Ich habe geliebet, nun lieb ich erst recht!”:

 

LA FUERZA DE LA COSTUMBRE

 

¡Amé ya antes de ahora, mas ahora es cuando amo!

Antes era el esclavo; ahora el servidor soy.

De todos el esclavo en otro tiempo era;

a una beldad tan solo mi vasallaje doy;

que ella también me sirve, gustosa, a fuer de arnante,

¿cómo con otra alguna a complacerme voy?

 

¡Creer imaginaba, pero ahora es cuando creo!

Y aunque raro parezca y hasta vituperable,

a la creyente grey muy gustoso me adhiero;

que al través de mil fuertes duras contrariedades,

de muy graves apuros e inminentes peligros,

todo de pronto leve se me hizo y tolerable.

 

¡Comidas hacía antes, pero ahora es cuando como!

Buen humor y alegría bulléndome en el cuerpo,

al sentarme a la mesa todo pesar olvido.

Engulle aprisa el joven y se va de bureo;

a mí, en cambio, me place yantar en sitio alegre;

saboreo los manjares y en su olor me recreo.

 

¡Antaño bebí, hoy es cuando bebo a gusto!

El vino nos eleva, nos hace soberanos

y las lenguas esclavas desata y manumite.

Sí, sedante bebida no escatiméis, hermanos,

que si del rancio vino los toneles se agotan,

ya en la bodega el nuevo mosto se está enranciando.

 

La danza practiqué e hice su panegírico,

y en cuanto oía sonar la invitación al baile

ya estaba yo marcando mis honestas posturas.

Y aquel que muchas flores cortó primaverales,

por más que todas ellas a guardar no acertara,

siempre le queda, al menos, un ramo razonable.

 

¡Sus, y a la obra de nuevo! No pienses ni caviles;

que quien amar no sabe a las floridas rosas

solo encuentra después espinas que le pinchen.

Del sol, hoy como ayer, fulge la enorme antorcha;

de las cabezas bajas aléjate prudente,

y haz que tu vida empiece de nuevo a cada hora.

 

 

         El original de esta poesía llevaba esta apostilla: “Un regalo para el 10 de marzo, o sea para el cumpleaños de la reina Luisa”. El estribillo de la poesía lo explica el propio Goethe en su Teoría de los colores, cual una muletilla favorita de Blassedow, ya que la conclusión ergo bibamus se adapta a todas las premisas:

 

ERGO BIBAMUS

 

Unidos aquí estamos para una acción laudable;

por tanto, hermanos míos, arriba. Ergo bibamus!

Resuenen nuestros vasos y callen nuestras lenguas;

levantar vuestras almas muy bien. Ergo bibamus!

 

He aquí una sentencia tan vieja como sabia;

conserva su vigencia hoy lo mismo que antaño,

y un eco nos aporta de espléndidos festines,

esta jovial y grata consigna: Ergo bibamus!

 

Hoy he visto a mi dulce amada placentera;

al punto fui y me dije: “Bueno está. Ergo bibamus!”

Me acerqué sin recelo y ella me acogió bien.

Y entonces repetí mi alegre Ergo bibamus!

 

Mas lo mismo si os mima y os acaricia y besa,

que si nos niega adusta su corazón y brazos,

¿qué recurso nos queda, mientras no nos sonríe,

que de nuevo apelar al viejo Ergo bibamus!

 

De los amigos lejos cruel destino me lleva.

¡Oh fieles camaradas! ¿Qué hacer? Ergo bibamus!

Ya me marcho cargado con liviano bagaje;

quiere decir se impone un doble Ergo bibamus!

 

Y aunque a veces el cuerpo la carcoma nos roa,

nunca de la alegría vacío el tesoro hallamos;

que el alegre al alegre suele prestar rumboso,

así que, hermanos mios, ¡venga un Ergo bibamus!

 

Ahora bien: ¿qué debemos cantar en este día?

¡Yo tan sólo pensaba cantar Ergo bibamus!

Pero recuero ahora su especial importancia;

así que alzar las voces. De nuevo Ergo bibamus!

 

Este día se nos mete la dicha por la puerta;

resplandecen las nubes, tiembla el trigo dorado;

y una imagen divina brilla ante nuestros ojos;

así que alegremente cantad Ergo bibamus!

 

 

         Grenzen der Menschheit o “los linderos de la Humanidad” fue compuesta a principios del año 1780, y probablemente fue dedicada al hermano masón Herder. Goethe representa aquí los grados sucesivos del desarrollo vegetal, del tránsito de la simiente al fruto, como un aro cerrado en sí mismo, al que luego se agrega otro y así sucesivamente, hasta formar una cadena infinita. Más difícil es de comprender qué entiende aquí Goethe por dioses. Según la propia concepción goethiana, no puede hablarse más que del omnipotente tiempo y el eterno sino. El propio Goethe escribió a Jacobi que “Como poeta y artista, soy politeísta; como naturalista, en cambio, me siento panteísta” (6 de enero de 1813):

 

LOS LINDEROS DE LA HUMANIDAD

 

Cuando el viejísimo

padre sagrado

con calmo gesto,

desde las nubes apelmazadas,

sobre la tierra lluvia bendita

prodigo siembra,

yo el ansia siento,

trémula el alma de filial gozo,

de, arrodillado, besar la fimbria

de su divino manto celeste.

 

Que con los dioses medirse altivo,

mortal alguno que pueda existe.

Pues, aun supuesto que consiguiese

llegar arriba,

y con su testa rozar los astros,

nunca su débil planta insegura

en esas cumbres sentar podría,

que de los vientos y de las nubes

sería juguete y al fin caería.

 

Que aunque en la tierra, bien cimentada,

sobre la tierra, firme y durable,

sus recios huesos sentar consiga,

ni aun así puede con cosa alguna,

salvo la encina, salvo la cepa,

parangonarse.

 

¿Qué es lo que al hombre

del dios separa?

Pues que en eterna corriente fluyen

Múltiples olas del dios delante,

sin arrollarlo;

mientras que al hombre,

si lo levantan por un momento,

luego esas olas, siempre volubles,

por engullírselo concluyen, pérfidas.

 

¡Un nimio círculo

nuestro vivir

limita, oh hombres!

Y muchas, muchas generaciones,

unas tras otras se van uniendo

a esa cadena larga, infinita,

de la existencia.

 

 

         Urworte Orphisch se compuso del 7 al 8 de octubre de 1817. Sirvieron de motivo inspirador a estas “antiquísimas sentencias sobre el sino del hombre” (carta a Boisserée, de 25 de mayo de 1818) y el estudio de la Symbolik, de Creuzer; Orphica, de Hermann, y los escritos del danés Zoëgas y otros sobre la mitología griega, que por aquel entonces inspiraban las especulaciones románticas sobre las últimas razones del ser y el saber:

 

PALABRAS ÓRFICAS PRIMIGENIAS

                                                                

Diamon = Demonio

Según el día en que viniste al mundo,

el sol en conjunción con los planetas

estaba; comenzó tu desarrollo,

y fue siguiendo con arreglo a aquella

ley que al mundo te trajo. Así es forzoso

que seas, sin que a ti mismo hurtarte puedas.

Tal antaño dijeron las sibilas,

y también los profetas profirieron;

no hay tiempo ni poder que a alguna forma

que a sus fuerzas viviendo desarrolla,

luego de ya acuñada, cambiar pueda.

 

Tuji = Azar

Mas un viajero hay que los severos

lindes en transponer siempre se place;

y con nosotros anda o bien nos ronda.

No eres un solitario, que te formas

en sociedad y cual los otros haces.

Ocurren contratiempos en la vida,

que es un dar tumbos, y preciso es darlos.

Apenas de los años cierra el círculo,

nueva llama en la lámpara ya prende.

 

Eros = Amor

¡Y no se acaba ahí!... Del cielo baja,

a donde de los yermos elevóse,

el amor, y con alas muy gentiles

en primavera nuestros pechos ronda;

ya parece alejarse, ya de nuevo

voluble se te acerca. Un delicioso

pesar te infunde a un tiempo gozo y pena.

A más de un corazón lanza a lo abstracto,

pero el más noble siempre elige a Uno.

 

Ananke = Fatalidad

Y de nuevo se cumple de los astros

la voluntad, que todo el querer nuestro

es porque así debe ser, según ley,

y ante el querer supremo albedrío cede.

Echas del corazón lo más amado,

que voluntad y antojo se someten

al severo deber, sin más remedio.

Así, en el transcurso de los años,

en apariencia libres, más sujetos

realmente que al principio nos hallamos.

 

Elpis = Esperanza

Pero esas lindes, esos férreos muros,

ese portón odioso al fin se abre,

aunque siga tan firme cual la roca.

Hay un ser que se mueve leve, ingrávido,

y de entre nubes, brumas y chubascos,

en sus alas nos lleva hacia la altura.

Harto lo conocéis, que está doquiera;

un aletazo..., atrás quedan eones.

 

 

         Bei Beltrachtung von Schillers Schädel se compuso el 25-26 de septiembre de 1826. Goethe creyó reconocer el cráneo de su amigo, exhumando en marzo de 1826, basándose en la forma especial como allí el espíritu labrabáse cuerpo:   

 

CONTEMPLANDO EL CRANEO DE SCHILLER

 

Era el lúgubre osario... en orden, mudos...

quédome absorto al remirar la fila

de cráneos polvorosos y desnudos;

 

y atónito, nublada la pupila

en la visión, soñé los tiempos idos...

y fue el pasado en su mudez tranquila.

 

Los que tanto se odiaron, ora unidos,

rozándose, mezclaban los despojos

de duros huesos en la lid partidos,

 

y acostados en cruz ante mis ojos,

en posición de beatitud serena

dormían dulcemente sus enojos:

 

vi en sueltos eslabones la cadena

de omóplatos en tanto el mundo ignora

¡qué fardo les impuso la condena!

 

Y aquellos miembros ágiles de otrora,

manos y pies de gracia floreciente,

muestran su lasitud separadora...

 

Fatigados mortales, vanamente

a lo largo tendidos en la fosa,

ni allí gozáis de la quietud clemente

 

¿Quién ama la ruina pavorosa

ya así desnuda en la inquietud del día

y urna otro tiempo de beldad dichosa?

 

Esa yerta escritura me decía

a mí el devoto, lo que extraña gente

signos sagrados no leía.

 

Súbito en medio del montón yacente,

descubro al fin la fúlgida cabeza

sin par, helada, enmohecida, ausente,

 

y siento reanimarse mi tristeza

con secreto calor, y d'ese abismo

un raudal con vívida presteza,

 

Lléname de hondo encanto el cataclismo

al ver en esa huella soberana

divina concepción de hondo mutismo...

 

Y va mi mente hacia la mar lejana,

que hace y destruye formas en su seno

aún más perfectas que la forma humana.

 

Vaso de enigmas, otro tiempo lleno

de oráculos, mi mano desfallece:

no puedo alzarte en ademán sereno.

 

¡La podre lavaré que te ensombrece,

tesoro sin igual, y en aire puro

ya libre sol donde el pensar florece!

 

No logra el hombre en su sondar oscuro

captar el todo que la vida escancia

si Dios-natura cede a su conjuro

 

y le dice por qué de la sustancia

deja exhalar su espíritu que crea,

y cómo permanece en la sustancia

su dinamismo genitor: ¡la idea!

 

 

ELEGÍAS ROMANAS

A vosotros debemos el saber

que hemos sido felices una vez.

I

¡Decid, piedras; hablad vosotros, altos palacios!

¡Una palabra, oh vías! Genio, ¿no te conmueves?

Sí, un alma tiene todo dentro tus sacros muros,

¡oh Roma eterna! Solo que aun para mí está muda.

¡Oh, quién podría decirme en qué ventana antaño

vi la pura beldad cuyo fuego es un bálsamo!

¡Ay, qué torpe mi alma no adivina aún la senda,

vagando por la cual tiempo perdí precioso!

Templos, palacios, ruinas y columnas hoy miro

cual hombre que al viajar sacar provecho sabe.

Mas pronto su tarea termina y solo queda

un templo, el del amor, que a iniciados acoge.

¡Un mundo, en verdad, eres, Roma! Mas sin Amor,

¡ni el mundo sería mundo ni Roma fueras tú!

 

 

EL REY DE THULE

 

Hubo en Thule un rey constante

con su amada, la que un día,

al morir, dejó a su amante

áurea copa que tenía.

 

Fue, de allí, la taza de oro,

don de mágica riqueza,

y al beber, la real tristeza

la humedecía con lloro.

 

Cuando el rey vio su partida

cercana, dio al heredero

la ciudad y un mundo entero,

menos su copa querida.

 

Sentóse luego a la cena

en medio de sus magnates,

y al pie rugen los embates

del mar que la sala atruena.

 

Allí el bebedor anciano

brinda última vez su copa,

la echa al mar y el mar la arropa

en su lecho soberano.

 

La ve hundirse; que se llena

y se pierde en lo profundo…

Y el rey llora su pena

no bebió más sobre el mundo.

 

 

PROBLEMA

 

¿Por qué todo ha de ser tan enigmático?

Voluntad y poder aquí están juntos;

quiere la voluntad, y apercibido

está el poder para servirla al punto;

mas, ¿qué pasa? ¡Pues mirad, el tiempo largo

entre ambos se interpone inoportuno!

¡Ved ahí por qué unido se sostiene!

¡Y ved también por qué se quiebra el mundo!

 

 

LOS ORIGINALES

 

Dice un quídam: “Yo, señores,

no soy de ninguna escuela;

ni hay muerto al que algo le deba.”

Lo cual, si yo entiendo bien,

viene a decir, a la letra:

“Soy necio a nativitate

sin que nadie culpa tenga.”

 

 

HUMILDAD

 

Cuando de los maestros observo las obras,

veo lo que hicieron, y ahí se tiene en pie;

cuando, en cambio, contemplo mis chapuzas,

tan sólo aprecio lo que debí hacer.

 

 

 

En su novela Las Afinidades electivas destaca el discurso el maestro constructor con motivo de colocar la piedra fundacional de una casa: 

Capítulo 9

 Llegó el día del cumpleaños y todo estaba preparado: estaba hecho todo el muro que circundaba el camino del pueblo elevándolo y protegiéndolo contra el agua, así como el camino que pasaba por delante de la iglesia, en donde discurría durante un trecho sobre el trazado del antiguo sendero de Carlota para después ascender por las rocas dejando por encima de él, a la izquierda, la cabaña de musgo, dar a continuación un giro completo que la volvía a dejar a la izquierda por debajo de sí, y alcanzar poco a poco la cima.

Aquel día se había reunido mucha gente. Fueron a la iglesia, en donde se encontraron a todo el pueblo ataviado con trajes de fiesta. Después del servicio divino, tal como estaba prescrito, salieron por delante niños, jóvenes y hombres, después los señores del castillo con sus visitas y acompañantes y, finalmente, las niñas, jovencitas y mujeres, cerrando la comitiva.

En la curva del camino se había preparado un lugar elevado en medio de las rocas; el capitán rogó a Carlota y a sus invitados que descansaran allí. Desde aquel punto se podía dominar todo el camino, el grupo de los hombres, que ya había subido hasta la cima, y las mujeres que iban tras ellos y que ahora pasaban por delante del lugar donde se encontraban. Como hacía un día espléndido, se trataba de un espectáculo maravilloso. Carlota se sintió sorprendida y conmovida y apretó tiernamente la mano del capitán.

Siguieron a la masa que seguía ascendiendo y ya formaba un círculo en torno a la superficie excavada de la futura casa. El dueño del lugar, los suyos y los invitados más distinguidos fueron invitados a bajar al fondo, donde se veía la primera piedra de los cimientos apuntalada por un lado y preparada para ser empujada y puesta en su sitio. Un albañil muy bien vestido con la paleta en una mano y el martillo en la otra pronunció un pequeño discurso en verso que sólo podemos reproducir de modo incompleto y en prosa.

-Tres cosas -empezó- se deben tener en cuenta en un edificio: que el lugar sea adecuado, que tenga una buena cimentación y que la obra sea perfectamente ejecutada. Lo primero es asunto del dueño, porque así como en la ciudad sólo el príncipe y la comunidad pueden decidir dónde se debe construir, en el campo es privilegio del dueño del terreno decir: aquí debe alzarse mi casa y en ningún otro lugar.

Al oír estas palabras, Eduardo y Otilia no se atrevieron a mirarse, a pesar de hacerse frente y hallarse muy próximos.

-Lo tercero, la ejecución, es asunto de muchos y diversos gremios, porque en verdad hay muy pocos oficios que no tengan que intervenir. Pero lo segundo, la cimentación, es cosa del albañil y, para decirlo bien claro de una vez, es el asunto principal de toda la empresa. Se trata de algo muy serio y nuestra invitación de hoy también lo es, porque esta celebración solemne tendrá lugar en las pro- fundidades. Aquí, en el interior de este espacio estrecho recién excavado, ustedes nos hacen el honor de ser testigos de nuestro secreto trabajo. Enseguida colocaremos esta piedra bellamente esculpida y muy pronto las paredes de tierra que ahora están adornadas con tan hermosas y dignas personas, no serán accesibles porque habrán sido recubiertas.

»Esta piedra fundacional, que con su arista marca el ángulo derecho del edificio, con sus ángulos rectilíneos señala la regularidad que debe alcanzar el mismo y con sus caras horizontales y verticales indica el aplomo y el equilibrio de todos sus muros y paredes, podríamos colocarla ya sin más, pues se sostendría perfectamente por su propio peso. Pero tampoco dejaremos de añadir la cal y otros productos coaligantes, porque lo mismo que esas personas que sienten por naturaleza una mutua inclinación, están mejor unidas cuando las ata la ley, así también esas piedras, cuya forma ya se adapta a una mutua unión, quedan más firmemente vinculadas gracias a esas sustancias; y como no está bien permanecer ocioso en medio de los que trabajan, ustedes no desdeñarán colaborar en nuestro trabajo.

Y diciendo esto le alargó su paleta a Carlota, que puso algo de cal bajo la piedra. Otros muchos quisieron hacer otro tanto y acto seguido se dejó caer la piedra en su sitio, después de lo cual le entregaron el martillo a Carlota y a los demás para que, por medio de tres golpes, consagraran de modo expreso la unión de la piedra con el suelo.

-El trabajo del albañil, que ahora celebramos a cielo abierto -continuó el orador-, no siempre ocurre ocultamente, pero sí para quedar oculto. Una vez que ha sido ejecutado regularmente se recubre el fundamento y ni siquiera se piensa mucho en nosotros cuando se ven los muros que levantamos a pleno día. Llama más la atención el trabajo del cantero y del escultor y tenemos que permitir alegremente que el pintor borre hasta la última huella de nuestras manos y se apropie de nuestro trabajo revistiéndolo, alisándolo y coloreándolo.

»¿A quién le puede importar más darse al- guna satisfacción a sí mismo haciendo un trabajo satisfactorio si no es al propio albañil? ¿Quién tiene más motivos que él para alimentar su propia estima? Cuando la casa está terminada, el suelo aplanado y recubierto, los muros exteriores revestidos con ornamentos, él todavía es capaz de ver por debajo de todas esas capas y reconoce esas juntas regulares y cuidadosas a las que el conjunto debe su existencia y su resistencia.

»Pero del mismo modo que aquel que ha perpetrado una mala acción, por mucho que trate de esconderla, siempre tiene que temer que vuelva a salir a la luz, también el que ha hecho el bien en secreto tiene que contar con que éste aparezca algún día a la luz contra su voluntad. Por eso, queremos hacer de esta piedra angular una piedra conmemorativa. En las distintas cavidades que hemos tallado en ella, vamos a introducir algunos objetos que servirán como testimonio nuestro para una lejana posteridad. Estos estuches de metal sellados con soldadura contienen diversos documentos; en estas planchas de metal se han grabado todo tipo de hechos memora- bles; en estos bellos frascos de vidrio enterraremos el mejor vino viejo, indicando su añada; tampoco faltan monedas de distinto tipo acuñadas este año: todas estas cosas son un regalo que procede de la generosidad de nuestro señor, dueño de esta obra. Y todavía queda algo de sitio si alguno de los invitados y espectadores tiene el gusto de dejar algo aquí para la posteridad.

Tras una breve pausa el albañil miró en derredor, pero como suele suceder en estos casos nadie estaba preparado, todos estaban sorprendidos, hasta que un joven y animoso oficial arrancó y dijo:

-Si tengo que añadir algo que todavía no figure en esta cámara del tesoro, arrancaré de mi uniforme un par de botones que seguro que también merecen llegar a la posteridad.

Dicho y hecho. Y acto seguido todos tuvieron ocurrencias parecidas. Las mujeres no quisieron dejar pasar la ocasión de dejar allí sus pequeñas peinetas y tampoco se ahorraron frascos de perfume y otros adornos. Sólo Otilia dudaba, hasta que una palabra amable de Eduardo la sacó de su muda contempla- ción de todos aquellos objetos. Entonces se soltó la cadena de oro del cuello, de la que antes colgaba el retrato de su padre, y la depositó suavemente sobre el resto de las joyas, después de lo cual Eduardo se las arregló, con cierta premura, para que se pusiera inmediatamente la tapa bien ajustada y se recubriera con cemento.

El joven albañil que se había mostrado tan activo volvió a adoptar su pose de orador y continuó diciendo:

-Colocamos esta piedra para la eternidad, para asegurar a los actuales y a los futuros propietarios de esta casa que disfruten siempre de ella. Sin embargo, al sepultar este tesoro, mientras celebramos el más fundamental de los actos, también reflexionamos en lo perecedero de las cosas humanas; se nos ocurre pensar en la posibilidad de que algún día esta tapa sea nuevamente descubierta, lo que sólo podría ocurrir si se destruyera todo lo que ni siquiera ha sido construido aún.

»Pero para que podamos construir, ¡abandonemos los pensamientos de futuro y regresemos al presente! Después de la fiesta de hoy, volvamos de inmediato al trabajo para que ninguno de los oficios que colaboran en esta obra tengan días de fiesta, para que la construcción se alce hacia el cielo y se termine y por las ventanas que todavía no existen, el señor de la casa y los suyos y sus invitados contemplen alegres el paisaje, para todo lo cual y a su salud y a la de todos los presentes ¡bebamos ahora!    

  

El cuento de la serpiente Verde (versión íntegra)

 

Recopilación: Museo Virtual de la Masonería (MVM)

Fuente: J. Pletsch: G. als Freimaurer, Leipzig, 1880; y R. Guy, Goethe franc-maçon, París, 1974. Se ha seguido la traducción castellana de Colección Grandes Clásicos, Johann W. J. W. Goethe, Obras Completas, tomo I, México, D.F., 1991, pp. 824-839, 1008-1009 y 1149-1163.

 

 

El Goethe-Institut es el Instituto de Cultura de la República Federal de Alemania:

http://www.goethe.de/ins/wwt/sta/enindex.htm

 

            
  

 

 
             
  

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