VIDA Y OBRA DE GOETHE
(1749-1832)
“Si quieres formar parte
de la casa que construimos
es preciso, piedra, que aceptes
que nosotros te tallemos”
Goethe
|
Johann Wolfang von Goethe
(1749-1832) fue iniciado en la Logia Amalia de las res Rosas (Weimar)
el 23 de junio de 1780 y permaneció trabajando en ella hasta su muerte
ocurrida en 1832 frecuentando las logias durante 52 y desarrollando
en sus obras claros temas iniciáticos como "Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister"
o "Fausto"
|
|
|
|
Johann Wolfang von Goethe
(1749-1832) fue iniciado en la Logia Amalia zu den drei Rosen
de Weimar el 23 de junio de 1780 y permaneció trabajando en ella hasta
su muerte ocurrida en 1832. Un par de años después de la iniciación de
Goethe, el duque Karl August von Weimar entraba también en la
Masonería a la que ya pertenecían varios miembros de la familia de los
Brunswick. Goethe frecuentó las logias durante cincuenta y dos años,
lo que explica que sus obras desarrollaran claros temas iniciáticos,
desde Los años de aprendizaje de Wilhelm Meister hasta el
primero y segundo Fausto.
Su obra, que abarca géneros
como la novela, la poesía lírica, el drama e incluso tratados
científicos, dejó una profunda huella en importantes escritores,
compositores, pensadores y artistas posteriores, siendo incalculable
en la filosofía alemana posterior y constante fuente de inspiración
para todo tipo de obras. Sus ideas acerca de las plantas y la
morfología y homología animal fueron desarrolladas por diversos
naturalistas decimonónicos, entre ellos Charles Darwin. Su apellido da
nombre al Goethe-Institut, organismo encargado de difundir la
cultura alemana en todo el mundo.
De inteligencia superdotada y
provisto de una enorme curiosidad, hizo prácticamente de todo y llegó
a acumular una omnímoda o completa cultura. Primeramente estudió
lenguas, aunque sus inclinaciones iban por el arte y nunca, a lo largo
de toda su vida, dejó de cultivar el dibujo; al tiempo que escribía
sus primeros poemas, se interesó por otras ramas del conocimiento como
la geología, la química, el derecho y la medicina, la alquimia, el
hermetismo, etc. Estudió a Paracelso, a Cornelius Agrippa y a Giordano
Bruno, entre otros. En 1770 el doctor Metz le facilitó el ingreso en
la comunidad de los Hernhuter, una sociedad secreta pietista basada en
la obra del alquimista Jacob Boëhme y en las ideas de Spinoza, donde
se congregaba un buen número de esoteristas. Por su parte, Johann
Gottfried von Herder le introdujo en la poesía popular alemana, le
descubrió el universo de Shakespeare y le liberó definitivamente del
Neoclasicismo francés y de la confianza en la razón de la Aufklärung
alemana, colaborando con Herder en la redacción del manifiesto del
movimiento Sturm und Drang («Tempestad e ímpetu»), considerado
el preludio del Romanticismo en Alemania.
|
Retrato de Goethe (1749-1832)
ejecutando el signo de fe |
|
|
|
Entró al servicio del
príncipe heredero Carlos Augusto y fijó su residencia en Weimar ya
hasta su muerte. Las tareas que éste le encomienda le hacen abandonar
prácticamente la literatura durante casi diez años. Allí Anna Amalia,
madre de Carlos Augusto, que había empezado a crear un círculo de
intelectuales con el preceptor de su hijo, Wieland, lo amplió a Goethe,
Herder y Friedrich von Schiller. En 1779 es nombrado Ministro del
Estado de Weimar. Desde un puesto tan importante tuvo la oportunidad
de relacionarse con Napoleón Bonaparte, Ludwig van Beethoven,
Friedrich von Schiller, Arthur Schopenhauer, etc.
Por otra parte, seguía
profundizando en el estudio del teatro de William Shakespeare y de
Pedro Calderón de la Barca, algunas de cuyas obras (por ejemplo, El
príncipe constante de Calderón) hace representar con éxito como
encargado del teatro en la Corte de Weimar; en estas funciones empezó
a cartearse con Schiller. Merced a Goethe, Weimar se convirtió en el
auténtico centro cultural de Alemania; allí compuso poemas inspirados
por Charlotte von Stein y empezó la redacción de sus obras más
ambiciosas, como sus dramas Ifigenia en Táuride (1787) Egmont y
Fausto, que luego revisaría a fondo tras la profunda impresión que
recibió en su trascendental viaje a Italia (1786–1788).
La mejor obra dramática de Goethe es sin duda el Fausto, que ha pasado a ser una obra clásica de
la Literatura Universal. La primera parte de esta compleja tragedia se
articula en torno a dos centros fundamentales; el primero es la
historia de cómo Fausto, fatigado de la vida y decepcionado de la
ciencia, hace un pacto con el diablo que le devuelve la juventud a
cambio de su alma; el segundo es la historia de amor entre Fausto y
Gretchen, que Mefistófeles manipula de forma que Fausto llegue al
homicidio -mata al hermano de su amada- y Gretchen tenga un embarazo
indeseado, que le conduce primero al infanticidio y luego a ser
ejecutada por asesinar a su hijo. La historia de Fausto se inspira,
como muchas leyendas, en hechos ciertos. Existió un tal Johann Faust
que nació hacia 1490 en el sur de Alemania y se doctoró en la
Universidad de Heidelberg en 1509. Tras dejar la universidad,
emprendió una vida de aventuras marcada por una huida constante a
causa de las múltiples acusaciones de brujería que se le hicieron.
Dejó una biblioteca que incluía libros de medicina, matemáticas y
magia negra. Esta pintoresca vida dio origen a la leyenda popular,
aprovechada por autores de piezas de títeres y marionetas, y había
servido además para inspirar leyendas populares. El primer libro sobre
este mito se editó en 1587 por parte de Johannes Spiess, quien, en su
prólogo, advirtió que había omitido referir fórmulas mágicas para
evitar que quienes tuvieran el libro fueran acusados de brujería.
Otros libros y libretos teatrales trataron el tema del pacto con el
diablo para lograr el dominio sobre la naturaleza: en el teatro de
títeres de los siglos XVI y XVII, la historia se cerraba siempre con
los demonios llevándose a Fausto, pero Goethe alteró este argumento
haciendo que se salvara Gretchen al final de la primera parte,
anticipando la salvación de Fausto al término de la segunda, cuando
los demonios que quieren llevarse su alma tienen que retirarse ante la
llegada de una legión de ángeles. Además Goethe cambia el impulso que
mueve a Fausto: el deseo que lo acercaba a la brujería no es codicia,
maldad o vagancia, sino el ansia de saber, el deseo de grandeza, de
plenitud, de totalidad. La moraleja que acaso tenga la obra será que
ese deseo de conocimiento conlleva la miseria moral.
La obra del escritor y
científico alemán Johann Wolfgang von Goethe forma parte desde 2002
del Patrimonio de la Memoria del Mundo, de la UNESCO.
|
|
|
|
|
Monumento a Goethe en Berlín
realizado en 1880 por Fritz Schaper (1841-1919)
|
|
Monumento a Goethe en Viena
realizado por el escultor austriaco Edmundo von hellmer
(1850-1935)
|
|
Monumento
a Goethe en el parque de
Villa Borghese
(Roma) realizado por Gustavo Eberlein (1847
-1926) |
ALMA DEL MUNDO
¡Por todas las regiones
del mundo repartíos,
desde este convite santo!
¡A través de estas zonas
próximas hacia el todo
marchad e iluminadlo!
Ya en lontananza,
ciérnese ante vosotros
sacro, divino ensueño,
y flamante refulge,
amable el astro,
en el espacio luminoso,
etéreo.
Seguid, seguid más lejos
todavía,
cometas poderosos.
Cruzad el laberinto de
soles y planetas
con ritmo veloz y loco.
¡Volad raudos en busca de
tierras aún informes
y en ellas vuestra fuerza
juvenil y creadora
ejerced de manera que
vida cobren siempre
cada vez más pujante y
más arrolladora!
En giros circulares
surcad la inquieta atmósfera,
vasto campo cambiante,
y asignad a l piedra en
todas sus cavernas,
sólida forma estable.
Que todo con divina
osadía y se esfuerza
por recuperar su ser;
fecundar ansía el agua lo
infecundo
y un venero de vida el
polvo es.
¡De la noche la lóbrega
humareda
con amoroso esfuerzo
disipad;
ved cómo con fulgores
policromos
el Paraíso resplandece
ya!
Ved qué tropel de seres
se levanta
para bañarse en es luz
divina;
cual la primer pareja
ante esa gloria
arrobados quedáis en
dulce dicha.
Ya en un mutuo dichoso
parpadeo
truécase aquel esfuerzo
colosal,
y la vida más bella,
agradecida,
del todo al todo vuelve
sin cesar.
El 5 de Septiembre de 1814
leyó en logia el poema Symbolum con motivo de la iniciación de
su hijo Augusto en la logia Amalia:
SYMBOLUM.
Del cantero las andanzas
a la vida se asemejan,
y su esfuerzo es
comparable
a los afanes del hombre
sobre la haz de la
tierra.
El porvenir encubre
Dolores y alegrías.
Paso a paso, marchamos
hacia delante siempre,
sin que el temor nos
rinda.
Allá, a lo lejos,
muéstrase
imponente una cúpula,
sobre la cual, arriba
reposan las estrellas;
y abajo, en paz, las
tumbas.
Miradla atentos; veréis
cómo erráticos temblores
y hondos, graves
sentimientos,
en el pecho de los héroes
se despiertan al momento.
Mas no haya temor; que
arriba
están llamándoos las
voces
de los genios y maestros:
“No perdáis tiempo,
mortales,
servid al bien con
denuedo”.
Aquí, en silencio
perenne,
téjense bellas coronas,
que habrán de ceñir las
sienes
de quien por el bien
labora.
¡Animo, pues, y a la
obra!
GRACIAS DEL CANTOR
Mucho se habla de
cantores
que llegaran a un
palacio,
mansión de toda
abundancia,
y fueran agasajados:
Pero ¿qué palacio puede
sostener el parangón
con este fraterno hogar,
que nos brinda su calor?
No inquirís de dónde
vengo;
todos de arriba venimos;
pero libre canta el
libre,
y elogiar a los hermanos
debe serle permitido.
¡El canto el pecho dilate
y haga que toda tristeza
y toda angustia en el
aire
se disipe y desvanezca!
De este modo, yo las
gracias
os doy que daros quería,
y con puro y grácil canto
os rindo mi pleitesía.
Solo falta ahora ese
ruido
que escuchamos con tal
gusto,
doquiera, cuando en
silencio
vemos crecer nuestro
número.
TENIDA DE DUELO
(Trauerloge)
De la vida en la yerma
ribera
donde las dunas se
apilan,
y en la sombra el trueno
ruge,
de tu esfuerzo por la
meta.
Bajo ya borrados sellos,
mil abuelos allí yacen,
¡ay!, bajo nuevas
colinas,
de amigos que allá se
fueron.
Ya que seguirnos
quisiste,
clara en tu torno la
noche
resplandeza y las
estrellas
el recuerdo inmarcesible
te lleven de aquellas
horas
en que aquí, fiel
laborando
con nosotros estuviste,
antes que a los
inmortales
caros seres, también
fiel,
fueras, presuroso, a
unirte.
Goethe compuso otro poema con
motivo del pase de su hijo Augusto al grado de compañero en diciembre
de 1815. Los primeros versos aluden a los desposorios de Augusto:
SILENCIO (Verschuinegenhit)
Cuando, al responder la
amada,
lanza miradas de amor
ebrio de dicha el poeta
canta como un ruiseñor.
Pero, no obstante, el
silencio
inspira más confianza;
¡quedo!, ¡quedo!, ¡calla
ahora!
Esta es la dicha colmada.
Cuando entre el bélico
estruendo
de atambores y trompetas
el guerrero al enemigo
con furia acosa, certera
la fama triunfal acoge
de buen grado, porque
lleva
implícito ese respeto
que el obrar bien nos
granjea.
Nosotros, hermanos
fieles,
sabemos algo que ignoran
los demás, y hasta los
cantos
aquí en sordina se
arropan.
Lo que aquí confiadamente
hablamos, queda en
secreto:
que silencio y confianza
la base son de este
templo.
En el
siguiente poema, Goethe reflexiona sobre el Dios ignoto y desconocido
al que tal vez solo cabe acercarse mediante símbolos:
En el nombre de Aquel que
a sí mismo creóse
y que desde lo eterno la
creación se ejercita;
en cuyo nombre son fe,
confianza,
amor, actividad, fuerza,
energía;
en el nombre de Aquel que
tantas veces
se nombra y, sin embargo,
permanece
cual entidad ignota,
incognoscida.
Doquiera el oído alcanza
y la pupila,
solo algo conocido a El
semejante
encuentras, y por más que
osado vuele
tu espíritu, tendrá que
contentarse
con símbolos e imágenes
tan solo.
Tira de ti, con fuerza te
arrebata,
y doquiera tú vas tu
senda adorna;
te cansas de contar las
horas raudas,
y según vas andando, cada
paso
es algo que tu cálculo
desborda.
¿Qué Dios aquel sería que
desde fuera,
al compás de su dedo, el
universo
en círculo girar
constante hiciera?
No; lo propio de un Dios
más bien estimo
mover el mundo desde
dentro, y dentro
de Natura moverse y en sí
mismo
llevar a la Natura, de
tal suerte
que cuanto en él alienta
y late es
de su espíritu y fuerza
ni un momento
se vea desamparado alguna
vez.
También un universo hay
en lo íntimo;
tal lo percibe el pueblo,
que acostumbra
con práctica laudable y
claro atisbo
Dios llamar; y su Dios, a
lo mejor
de cuanto cielo y tierra
manifiestan,
y su temor rendirle y
hasta donde
ello es posible
tributarle amor.
Poesía compuesta en 1820 con
motivo de la fiesta celebrada en la logia Amalia con ocasión del
cumpleaños de la finada duquesa Amalia:
BRINDIS CONTESTACIÓN DE
LAS HERMANAS
(Gegen coast der
Schwertern)
A nadie nuestras gracias,
aunque puedan
a alguna parecer
desenfadadas,
deben hacerle que su ceño
frunza,
ya que estamos de fiesta
en nuestra casa.
Nosotras, las mujeres,
dar debemos
gracias a los hermanos
que se placen,
cuando escrutan los
íntimos misterios,
en admitirnos, a su lado,
amables.
Y hoy, al alzar nuestros
cantos
en honor de Amalia
ilustre,
unirnos debemos todos,
los que inunda en clara
lumbre.
Sin que turbar
pretendamos
vuestros cánticos
sagrados,
decidnos: sin las
hermanas,
¿qué sería de los
hermanos?
UNO Y TODO
(Eins und Alles)
En lo infinito
encontrarse
do el individuo se
pierde,
pone fin a los pesares;
renunciar dando de lado
a deseos, esfuerzo y
lucha,
es un placer inefable.
¡Alma del mundo,
penétranos!
¡Que es el unirse contigo
de nuestra fuerza la
meta;
y así los númenes buenos
y los maestros aspiran
con lo que todo lo crea
a unirse en fusiones
íntimas!
Transformado lo creado
para que no se entumezca
la acción que obra sin
descanso,
labora constante, eterna.
Lo que no fue, será luego
claro sol, vistosa
tierra,
nada nunca ha de estar
quieto.
Todo en laboreo
constante,
en incesante creación
ha de estar; lo ya
formado
cambia de aspecto y
color;
tan solo por un momento
inerte nos pareció.
Lo eterno en todo se
mueve
laborando sin cesar,
que caer en la nada debe
siempre el todo a su
pesar,
si es que en su propia
existencia
aspira a perseverar.
PRELUDIO
(Zur Logenfeier)
Por más cosas que nos
pasen
solo una vez en la vida,
se nos depárale supremo
goce que entraña este
día.
Día que surgiendo
esplendente
de la noche, el mundo
adorna
de luz y color, y luego
en dulce ocaso reposa.
Abrid, pues, amplias las
puertas
y que los íntimos entren.
Que hoy, doquiera los
amigos
estrechar sus filas
deben.
En el siguiente poema leido
en logia, Goethe celebra el trabajo másonico dedicado a la docencia y
la beneficencia. Por ejemplo, en la estrofa tercera se alude a una
escuela municipal recién construida:
CANTO FINAL
(Schlussgesang)
¡Sus y elevad vuestras
voces,
oh fraternales amigos!
¡Romped el secreto ahora
de vuestros sentires
íntimos!
¡Y que el canto se
desborde
fuera de aqueste recinto!
¡Con estuendosa alegría
por nuevas sendas se
arroje!
Que donde antes no había
nada
hoy se alzan nobles
mansiones
y cadenas que guirnaldas
su festiva gala ponen.
El exterior edificio
íntima alegría delata;
de la escuela el breve
espacio
en gran salón se dilata,
y apreturas y humedades
ya a los chicos no
atarazan.
¡Sus a los libres
espacios!
¿Quién plantó aquí esta
floresta
Que tanto alegra a los
niños?
El mismo que de verdor
y sombra vistió la selva.
¡Olvidemos, pues, lo malo
y lo bueno celebremos,
y con acentos festivos
cantos leales, elevemos
a los aires nuestro
canto,
que a coro sale del
pecho!
¡Y a lo largo de esta
vida
repitamos sin cesar
todo cuanto le debemos
a su prodigalidad,
todo el bien que en esta
tierra
él se complació en
sembrar!
En la tenida fúnebre
realizada en la Logia Amalia por la muerte de Goethe el 9 de noviembre
de 1832, fue leído este poema suyo:
Lo efímero dejad que allá
se vaya,
que pedirle consejo sería
en vano.
En lo pasado es donde el
bien alienta
en bellos actos
inmortalizado.
Gracias a eso, lo que
vive cobra,
a través de los siglos,
nueva fuerza;
que al hombre sólo lo
hace perdurable
una firme intención que
persevera.
Y así, su solución halla
ese grave
problema de otra vida
después de esta:
que lo que de este mundo
permanece
nos garantiza posesión
eterna.
POEMAS A LA CAMARADERÍA
Las sodalicias canciones
unen más los corazones.
Gesellige Lieder,
“Zum neuen Jahr” fue recitada
el día de San Silvestre de 1801 en un club de amigos, la llamada
“Coronilla de los Miércoles”, formada por siete parejas, al modo de
una cour d´amour, que se reunía cada dos semanas. A dicha
tertulia están dedicadas también otras tres composiciones de este
grupo: las tituladas respectivamente, “Canción fundacional”, “Canción
de mesa” y “Confesión general”. “Zwischen dem Alten…”:
AL AÑO NUEVO
¡Benigno, nos permite
el hado aquí reunirnos,
entre el ayer y el hoy,
en amigable círuclo!
Y para confiados
mirar al porvenir,
un momento al pasado
la vista dirigir.
Las horas enojosas
muro suelen poner
entre lealtad y pena
y entre amor y placer;
pero los días mejores
nos vuelven a reunir
y los alegres cantos
ahuyentan el esplín.
De penas y alegrías,
pues huyeron aquellas,
los cordiales amigos
ya sin duelo se acuerdan.
¡Raro rumbo el que sigue
Nuestro destino, pues
Una antigua amistad
Nuevo regalo es!
¡Gracias a la fortuna,
que siempre inquieta
gira;
gracias a los mil bienes
que el Destino nos
brinda,
alegraos, mis amigos,
de la voluble suerte,
y sea amor ostensible,
y oculto el fuego quede!
Hay quien mira con pena
y temor estos paños
que del pasado cubren
el triste catafalco;
pero para nosotros
brilla cordialidad,
y nuevos nos encuentra
siempre la novedad.
Igual que en una danza,
amorosa pareja,
tan pronto se separa
como otra vez se
encuentra,
también en el confuso
tráfago del vivir
siempre en el nuevo año
Amor nos torna a unir!
Stiftungslied
fue compuesta el 2 de noviembre de 1801 para el referido club. La
vecina hermosa es la condesa Enriqueta von Egloffstein. De una
carta de Goethe a la condesa fechada el 6 de noviembre de 1801, se
infiere que su poesía debía de ser una réplica a una canción de Hölty,
que por entonces estaba muy en boga. “¡Sé siempre probo y fiel!-Hasta
en el frío sepulco…” “Was gehst du, schöne Nachbarin…”.
CANCIÓN FUNDACIONAL
¿Por qué, vecina hermosa,
tan sola en el jardín?
Si cuidas de tu hacienda,
yo te quiero servir.
Está mi hermano loco
por una camarera;
dióle a probar el mosto
y encima un bello ella.
Es un tuno mi primo,
va tras la cocinera.
Por bocado y caricia
al asador da vueltas.
Los seis juntitos, luego,
tuvimos gran merienda,
y de pronto al salón
aún llegó otra pareja.
¡Bienvenida! Y también
esa quinta que llega,
llena de fresco humor,
a un tiempo antigua y
nueva.
Aun para adivinanzas
y juegos sitio queda;
dinos con el tesoro;
seis parejas se cuentan.
Mas una todavía
falta, y es la más
tierna…,
es decir, ya he llegado,
la cifra está completa.
Gozoso ocupamos
nuestro puesto en la
mesa;
cada cual con el otro
mutuamente se alegra.
CANCIÓN DE MESA
Un divino deliquio,
no sé cómo, me inflama.
¿Es que a la astral
esfera
un numen me arrebata?
Mas si he de ser sincero,
prefiero aquí quedarme,
entre canción y vino,
en esta mese amable.
No os cause asombro,
amigos,
que así me exprese, pues
aquesto lo más grato
del grato mundo es;
por lo que juramento
solemne aquí os haré
de nunca dar motivo
de que de aquí me echéis.
Ahora que estamos juntos
nuevamente quisiera
que alzarais vuestros
vasos
a compás del poeta.
Cien leguas deben muchos
recorrer a la vuelta,
y eso hace que los
brindis
apresurarse deban.
¡Viva aquel que crea
vida!
Tal es mi lema, amigos.
A nuestro rey le toca
en esto el rango primo.
El nos guarda y defiende
de nuestros enemigos,
y conserva y acrece
lo que hubo recibido.
Brindo después por Ella,
por la que es sola y
única.
Que cada caballero
piense así de la suya.
Una linda muchacha
sonriendo me susurra:
-¿Y del mío nada dices?
-¡Iba a hacerlo,
criatura!
Para aquellos amigos
vaya el vaso tercero,
que con nosotros siempre
celebran los días buenos,
y en las noches brumosas
nos alivian el tedio;
en su honor, pues,
bebamos,
ya sean nuevos o viejos.
Ahora ya la corriente
del brindis se desata.
Brindemos también por
los leales camaradas
que firmes se mantienen
en filas apretadas,
bajo el sol de la dicha
igual que en la
desgracia.
Lo mismo que nosotros
suelen otros unirse.
¡Brindemos porque sean
todos ellos felices!
Desde la fuente al mar
Muchos molinos gimen.
¡Al bien de todo el
mundo,
mi brindis se dirige!
Generalbeichte
o “confesión general” fue compuesta, según toda probabilidad, por el
mismo tiempo que la Canción de mesa, o sea, del 17 al 20 de
febrero de 1802, en Jena, en el espíritu de las antiguas canciones
goliardas. El modelo que inmediatamente tuvo Goethe a la vista, parece
haber sido una Batalla de Lorenzo de Médicis.
CONFESIÓN GENERAL
¡Que en este noble
círculo
hoy vibre mi advertencia
¡Y oíd graves palabras
que raras veces suenan!
Muchas cosas
emprendisteis,
muchas en cierne
quedarán;
aguantad mi reprimenda.
¡Alguna vez en el mundo
tiene que haber
contrición!
Confesad vuestros
pecados,
hermanos, con toda
unción.
Del error las
perspectivas
es fuerza rectifiquéis
y hagáis por la
corrección.
Sepan todos que hemos
harto
soñado estando
despiertos,
dejando perder su espuma
en el vaso al vino nuevo;
y también desperdiciado,
de alguna incitante boca,
el leve, furtivo beso.
Del filisteo las soflamas
con toda atención oímos,
sus pláticas aplaudiendo,
sobre el cántico divino;
no omitiendo el hacer
gala
de algún venturoso arrobo
que nos fuera concedido.
Ahora bien: si eres
gustoso
de absolver a tu fiel
grey,
juramos de hoy más
sinceros
todo lo posible hacer
por dejar las medianías
y en lo íntegro, bello y
bueno,
reconcentrar nuestro ser.
Burlarnos del filisteo
buenamente en adelante;
no dejar perder ni pela
del vino espumajeante,
ni hacer guiños a las
mozas,
sino libar briosamente
en sus labios incitantes.
ORÁCULO DE PRIMAVERA
Profético y sencillo,
amable pajarillo,
cuco. De los amantes,
en estos días radiantes,
el tierno voto escucha;
concédelo sin lucha;
¡oh cuco, cuco, cuco,
Cuco, cuco y recuco!
Ansían llenos de ardor
la coyunda de amor;
y aunque jóvenes, fieles
son y exentos de hieles.
La fausta hora nupcial,
¿cuánto habrán de
aguartar?
¡Oh cuco picarón!,
¡por qué callas, burlón?
¿Qué aún dos años
paciencia
tenga nuestra vehemencia?
Bueno; pero ¿podemos
contar que críos
tendremos?
Tú no tengas reparo:
no soy para eso avaro.
¡Uno, cuco! ¡Dos, cuco!
¡Cada vez más, oh cuco!
Si la cuenta no he
errado,
a los seis he llegado.
Ahora, si eres tan fino,
que vida me da el sino
dime, y te advierto que
viejo quisiera ser.
¡Oh cuco, cuco, cuco,
cuco, cuco y recuco!
Magna fiesta es la vida,
si larga y aturdida,
¿No se romperá, inerte,
el nudo de amor fuerte?
Terrible cosa fuera,
sin él nada valiera,
¡Oh cuco, cuco, cuco,
cuco, cuco y recuco!
(Con gracia, “in
infinitum”.)
Bundeslied
fue compuesta con motivo de las bodas
del pastor Ewald en Offenbach en septiembre de 1775:
CANCIÓN DE ALIANZA
¡En todo rato amable,
de vinos y amor ebrios,
juntos esta canción
cantar siempre debemos!
Dios, que aquí nos
trajera,
aquí quiere que estemos;
fuego que él encendió,
justo es que conservemos.
¡Mostraos, pues, hoy
alegres,
sin sombra de pesar,
¡El vaso de buen vino
Nueva alegría os dará!
¡En esta grata hora
chocad bien y besad,
con cada nuevo nudo
el viejo reforzad!
¿Quién habrá en nuestro
círculo
que feliz no se sienta?
¡Gozad de esta tertulia
la fraternal franqueza!
Que nuestros corazones
unidos permanezcan
y no haya pequeñeces
que no agüen la fiesta.
Libre, vital mirada
de un Dios ya nos
bendijo,
y pase lo que pase
feliz es nuestro sino.
Libres de veleidades,
no perdemos capricho;
nuestro pecho sin galas
alienta, no cohibido.
A cada paso avanza
esta vida fugaz;
a lo alto nuestro ojos
alegres siempre van.
¡Que todo suba y baje,
frío ni calor nos da!
¡Con tal que la fortuna
nos tenga siempre igual!
Esta poesía fue compuesta a principios
de 1806 con la inspirada en el conocido salmo litúrgico:
¡VANITASVANITATUM
VANITAS!
En la nada puse todo mi
interés.
¡Ole!
¡Por eso todo me va tan
bien!
¡Ole!
Quien quiera ser mi
compañero,
conmigo el vaso choque
primero,
como de Baco secuaz
sincero.
En el oro y lucro puse mi
interés.
¡Ahimé!
Perdí la alegría, mustio
me quedé.
¡Ahimé!
De este al otro lado
rodaba mi oro
cuando en un punto reunía
un tesoro;
muy luego en otro sufría
desdoro.
¡En las hembras puse
luego mi interés!
¡Ahimé!
¡Cuantos sinsabores me
proporcioné!
¡Ahimé!
La hembra que es falsa
busca otro amante;
tedio te causa la que es
constante;
la que te llena queda
distante.
¡Luego a los viajes todo
me entregué!
¡Ahimé!
¡Sin duelo, mi patria,
por ellos dejé!
¡Ahimé!
En parte alguna me
encontré a gusto;
rara la mesa, y el hecho
adusto;
otra la parla, que da
disgusto.
¡Por honor y fama luego
me esforcé!
¡Ahimé!
¡De alguno a la zaga
siempre me juzgué!
¡Ahimé!
Inútil era que me
afanara,
nunca a la gente
lisonjeara;
con todo el mundo me
malquistara.
¡A guerras y luchas
después me entregué!
¡Ahimé!
¡y muchas victorias
conseguir logré!
¡Ahimé!
Tierra enemiga vio
nuestro avance;
nada el amigo ganó en el
trance;
perdí una pierna, tal fue
el balance,
¡En la nada ahora puse mi
interés!
¡Olé!
¡Y el mundo entero ahora
mío es!
¡Olé!
Canto y festín terminan
ya.
¡Pero la copa hay que
apurar;
hasta la última no hay
que cejar!
Gewohnt, getan
fue compuesta el 10 de abril de 1813 en Oschatz, en el curso del viaje
a Bohemia, como réplica a la canción de Solvrig Antaño amé, ya no
amo. Goethe hubo de oír esta canción, “la mejor de todas las
canciones lloronas alemanas”, durante su estancia en Leipzig. Goethe
le dió la vuelta en el sentido de su vital positivismo. “Ich habe
geliebet, nun lieb ich erst recht!”:
LA FUERZA DE LA COSTUMBRE
¡Amé ya antes de ahora,
mas ahora es cuando amo!
Antes era el esclavo;
ahora el servidor soy.
De todos el esclavo en
otro tiempo era;
a una beldad tan solo mi
vasallaje doy;
que ella también me
sirve, gustosa, a fuer de arnante,
¿cómo con otra alguna a
complacerme voy?
¡Creer imaginaba, pero
ahora es cuando creo!
Y aunque raro parezca y
hasta vituperable,
a la creyente grey muy
gustoso me adhiero;
que al través de mil
fuertes duras contrariedades,
de muy graves apuros e
inminentes peligros,
todo de pronto leve se me
hizo y tolerable.
¡Comidas hacía antes,
pero ahora es cuando como!
Buen humor y alegría
bulléndome en el cuerpo,
al sentarme a la mesa
todo pesar olvido.
Engulle aprisa el joven y
se va de bureo;
a mí, en cambio, me place
yantar en sitio alegre;
saboreo los manjares y en
su olor me recreo.
¡Antaño bebí, hoy es
cuando bebo a gusto!
El vino nos eleva, nos
hace soberanos
y las lenguas esclavas
desata y manumite.
Sí, sedante bebida no
escatiméis, hermanos,
que si del rancio vino
los toneles se agotan,
ya en la bodega el nuevo
mosto se está enranciando.
La danza practiqué e hice
su panegírico,
y en cuanto oía sonar la
invitación al baile
ya estaba yo marcando mis
honestas posturas.
Y aquel que muchas flores
cortó primaverales,
por más que todas ellas a
guardar no acertara,
siempre le queda, al
menos, un ramo razonable.
¡Sus, y a la obra de
nuevo! No pienses ni caviles;
que quien amar no sabe a
las floridas rosas
solo encuentra después
espinas que le pinchen.
Del sol, hoy como ayer,
fulge la enorme antorcha;
de las cabezas bajas
aléjate prudente,
y haz que tu vida empiece
de nuevo a cada hora.
El original de esta poesía
llevaba esta apostilla: “Un regalo para el 10 de marzo, o sea para el
cumpleaños de la reina Luisa”. El estribillo de la poesía lo explica
el propio Goethe en su Teoría de los colores, cual una
muletilla favorita de Blassedow, ya que la conclusión ergo bibamus
se adapta a todas las premisas:
ERGO BIBAMUS
Unidos aquí estamos para
una acción laudable;
por tanto, hermanos míos,
arriba. Ergo bibamus!
Resuenen nuestros vasos y
callen nuestras lenguas;
levantar vuestras almas
muy bien. Ergo bibamus!
He aquí una sentencia tan
vieja como sabia;
conserva su vigencia hoy
lo mismo que antaño,
y un eco nos aporta de
espléndidos festines,
esta jovial y grata
consigna: Ergo bibamus!
Hoy he visto a mi dulce
amada placentera;
al punto fui y me dije:
“Bueno está. Ergo bibamus!”
Me acerqué sin recelo y
ella me acogió bien.
Y entonces repetí mi
alegre Ergo bibamus!
Mas lo mismo si os mima y
os acaricia y besa,
que si nos niega adusta
su corazón y brazos,
¿qué recurso nos queda,
mientras no nos sonríe,
que de nuevo apelar al
viejo Ergo bibamus!
De los amigos lejos cruel
destino me lleva.
¡Oh fieles camaradas!
¿Qué hacer? Ergo bibamus!
Ya me marcho cargado con
liviano bagaje;
quiere decir se impone un
doble Ergo bibamus!
Y aunque a veces el
cuerpo la carcoma nos roa,
nunca de la alegría vacío
el tesoro hallamos;
que el alegre al alegre
suele prestar rumboso,
así que, hermanos mios,
¡venga un Ergo bibamus!
Ahora bien: ¿qué debemos
cantar en este día?
¡Yo tan sólo pensaba
cantar Ergo bibamus!
Pero recuero ahora su
especial importancia;
así que alzar las voces.
De nuevo Ergo bibamus!
Este día se nos mete la
dicha por la puerta;
resplandecen las nubes,
tiembla el trigo dorado;
y una imagen divina
brilla ante nuestros ojos;
así que alegremente
cantad Ergo bibamus!
Grenzen der Menschheit o “los
linderos de la Humanidad” fue compuesta a principios del año 1780, y
probablemente fue dedicada al hermano masón Herder. Goethe representa
aquí los grados sucesivos del desarrollo vegetal, del tránsito de la
simiente al fruto, como un aro cerrado en sí mismo, al que luego se
agrega otro y así sucesivamente, hasta formar una cadena infinita. Más
difícil es de comprender qué entiende aquí Goethe por dioses. Según la
propia concepción goethiana, no puede hablarse más que del
omnipotente tiempo y el eterno sino. El propio Goethe
escribió a Jacobi que “Como poeta y artista, soy politeísta; como
naturalista, en cambio, me siento panteísta” (6 de enero de 1813):
LOS LINDEROS DE LA
HUMANIDAD
Cuando el viejísimo
padre sagrado
con calmo gesto,
desde las nubes
apelmazadas,
sobre la tierra lluvia
bendita
prodigo siembra,
yo el ansia siento,
trémula el alma de filial
gozo,
de, arrodillado, besar la
fimbria
de su divino manto
celeste.
Que con los dioses
medirse altivo,
mortal alguno que pueda
existe.
Pues, aun supuesto que
consiguiese
llegar arriba,
y con su testa rozar los
astros,
nunca su débil planta
insegura
en esas cumbres sentar
podría,
que de los vientos y de
las nubes
sería juguete y al fin
caería.
Que aunque en la tierra,
bien cimentada,
sobre la tierra, firme y
durable,
sus recios huesos sentar
consiga,
ni aun así puede con cosa
alguna,
salvo la encina, salvo la
cepa,
parangonarse.
¿Qué es lo que al hombre
del dios separa?
Pues que en eterna
corriente fluyen
Múltiples olas del dios
delante,
sin arrollarlo;
mientras que al hombre,
si lo levantan por un
momento,
luego esas olas, siempre
volubles,
por engullírselo
concluyen, pérfidas.
¡Un nimio círculo
nuestro vivir
limita, oh hombres!
Y muchas, muchas
generaciones,
unas tras otras se van
uniendo
a esa cadena larga,
infinita,
de la existencia.
Urworte Orphisch
se compuso del 7 al 8 de octubre de 1817. Sirvieron de motivo
inspirador a estas “antiquísimas sentencias sobre el sino del hombre”
(carta a Boisserée, de 25 de mayo de 1818) y el estudio de la
Symbolik, de Creuzer; Orphica, de Hermann, y los escritos
del danés Zoëgas y otros sobre la mitología griega, que por aquel
entonces inspiraban las especulaciones románticas sobre las últimas
razones del ser y el saber:
PALABRAS ÓRFICAS
PRIMIGENIAS
Diamon = Demonio
Según el día en que
viniste al mundo,
el sol en conjunción con
los planetas
estaba; comenzó tu
desarrollo,
y fue siguiendo con
arreglo a aquella
ley que al mundo te
trajo. Así es forzoso
que seas, sin que a ti
mismo hurtarte puedas.
Tal antaño dijeron las
sibilas,
y también los profetas
profirieron;
no hay tiempo ni poder
que a alguna forma
que a sus fuerzas
viviendo desarrolla,
luego de ya acuñada,
cambiar pueda.
Tuji = Azar
Mas un viajero hay que
los severos
lindes en transponer
siempre se place;
y con nosotros anda o
bien nos ronda.
No eres un solitario, que
te formas
en sociedad y cual los
otros haces.
Ocurren contratiempos en
la vida,
que es un dar tumbos, y
preciso es darlos.
Apenas de los años cierra
el círculo,
nueva llama en la lámpara
ya prende.
Eros = Amor
¡Y no se acaba ahí!...
Del cielo baja,
a donde de los yermos
elevóse,
el amor, y con alas muy
gentiles
en primavera nuestros
pechos ronda;
ya parece alejarse, ya de
nuevo
voluble se te acerca. Un
delicioso
pesar te infunde a un
tiempo gozo y pena.
A más de un corazón lanza
a lo abstracto,
pero el más noble siempre
elige a Uno.
Ananke = Fatalidad
Y de nuevo se cumple de
los astros
la voluntad, que todo el
querer nuestro
es porque así debe ser,
según ley,
y ante el querer supremo
albedrío cede.
Echas del corazón lo más
amado,
que voluntad y antojo se
someten
al severo deber, sin más
remedio.
Así, en el transcurso de
los años,
en apariencia libres, más
sujetos
realmente que al
principio nos hallamos.
Elpis = Esperanza
Pero esas lindes, esos
férreos muros,
ese portón odioso al fin
se abre,
aunque siga tan firme
cual la roca.
Hay un ser que se mueve
leve, ingrávido,
y de entre nubes, brumas
y chubascos,
en sus alas nos lleva
hacia la altura.
Harto lo conocéis, que
está doquiera;
un aletazo..., atrás
quedan eones.
Bei Beltrachtung von
Schillers Schädel
se compuso el 25-26 de
septiembre de 1826. Goethe creyó reconocer el cráneo de su amigo,
exhumando en marzo de 1826, basándose en la forma especial como allí
el espíritu labrabáse cuerpo:
CONTEMPLANDO EL CRANEO DE
SCHILLER
Era el lúgubre osario...
en orden, mudos...
quédome absorto al
remirar la fila
de cráneos polvorosos y
desnudos;
y atónito, nublada la
pupila
en la visión, soñé los
tiempos idos...
y fue el pasado en su
mudez tranquila.
Los que tanto se odiaron,
ora unidos,
rozándose, mezclaban los
despojos
de duros huesos en la lid
partidos,
y acostados en cruz ante
mis ojos,
en posición de beatitud
serena
dormían dulcemente sus
enojos:
vi en sueltos eslabones
la cadena
de omóplatos en tanto el
mundo ignora
¡qué fardo les impuso la
condena!
Y aquellos miembros
ágiles de otrora,
manos y pies de gracia
floreciente,
muestran su lasitud
separadora...
Fatigados mortales,
vanamente
a lo largo tendidos en la
fosa,
ni allí gozáis de la
quietud clemente
¿Quién ama la ruina
pavorosa
ya así desnuda en la
inquietud del día
y urna otro tiempo de
beldad dichosa?
Esa yerta escritura me
decía
a mí el devoto, lo que
extraña gente
signos sagrados no leía.
Súbito en medio del
montón yacente,
descubro al fin la
fúlgida cabeza
sin par, helada,
enmohecida, ausente,
y siento reanimarse mi
tristeza
con secreto calor, y
d'ese abismo
un raudal con vívida
presteza,
Lléname de hondo encanto
el cataclismo
al ver en esa huella
soberana
divina concepción de
hondo mutismo...
Y va mi mente hacia la
mar lejana,
que hace y destruye
formas en su seno
aún más perfectas que la
forma humana.
Vaso de enigmas, otro
tiempo lleno
de oráculos, mi mano
desfallece:
no puedo alzarte en
ademán sereno.
¡La podre lavaré que te
ensombrece,
tesoro sin igual, y en
aire puro
ya libre sol donde el
pensar florece!
No logra el hombre en su
sondar oscuro
captar el todo que la
vida escancia
si Dios-natura cede a su
conjuro
y le dice por qué de la
sustancia
deja exhalar su espíritu
que crea,
y cómo permanece en la
sustancia
su dinamismo genitor: ¡la
idea!
ELEGÍAS ROMANAS
A vosotros debemos el saber
que hemos sido felices una vez.
I
¡Decid, piedras; hablad
vosotros, altos palacios!
¡Una palabra, oh vías!
Genio, ¿no te conmueves?
Sí, un alma tiene todo
dentro tus sacros muros,
¡oh Roma eterna! Solo que
aun para mí está muda.
¡Oh, quién podría decirme
en qué ventana antaño
vi la pura beldad cuyo
fuego es un bálsamo!
¡Ay, qué torpe mi alma no
adivina aún la senda,
vagando por la cual
tiempo perdí precioso!
Templos, palacios, ruinas
y columnas hoy miro
cual hombre que al viajar
sacar provecho sabe.
Mas pronto su tarea
termina y solo queda
un templo, el del amor,
que a iniciados acoge.
¡Un mundo, en verdad,
eres, Roma! Mas sin Amor,
¡ni el mundo sería mundo
ni Roma fueras tú!
EL REY DE THULE
Hubo en Thule un rey
constante
con su amada, la que un
día,
al morir, dejó a su
amante
áurea copa que tenía.
Fue, de allí, la taza de
oro,
don de mágica riqueza,
y al beber, la real
tristeza
la humedecía con lloro.
Cuando el rey vio su
partida
cercana, dio al heredero
la ciudad y un mundo
entero,
menos su copa querida.
Sentóse luego a la cena
en medio de sus magnates,
y al pie rugen los
embates
del mar que la sala
atruena.
Allí el bebedor anciano
brinda última vez su
copa,
la echa al mar y el mar
la arropa
en su lecho soberano.
La ve hundirse; que se
llena
y se pierde en lo
profundo…
Y el rey llora su pena
no bebió más sobre el
mundo.
PROBLEMA
¿Por qué todo ha de ser
tan enigmático?
Voluntad y poder aquí
están juntos;
quiere la voluntad, y
apercibido
está el poder para
servirla al punto;
mas, ¿qué pasa? ¡Pues
mirad, el tiempo largo
entre ambos se interpone
inoportuno!
¡Ved ahí por qué unido se
sostiene!
¡Y ved también por qué se
quiebra el mundo!
LOS ORIGINALES
Dice un quídam: “Yo,
señores,
no soy de ninguna
escuela;
ni hay muerto al que algo
le deba.”
Lo cual, si yo entiendo
bien,
viene a decir, a la
letra:
“Soy necio a nativitate
sin que nadie culpa
tenga.”
HUMILDAD
Cuando de los maestros
observo las obras,
veo lo que hicieron, y
ahí se tiene en pie;
cuando, en cambio,
contemplo mis chapuzas,
tan sólo aprecio lo que
debí hacer.
En su novela Las Afinidades
electivas destaca el discurso el maestro constructor con motivo de
colocar la piedra fundacional de una casa:
Capítulo 9
Llegó el día del cumpleaños y todo
estaba preparado: estaba hecho todo el muro que circundaba el camino
del pueblo elevándolo y protegiéndolo contra el agua, así como el
camino que pasaba por delante de la iglesia, en donde discurría
durante un trecho sobre el trazado del antiguo sendero de Carlota para
después ascender por las rocas dejando por encima de él, a la
izquierda, la cabaña de musgo, dar a continuación un giro completo que
la volvía a dejar a la izquierda por debajo de sí, y alcanzar poco a
poco la cima.
Aquel día se había reunido mucha gente.
Fueron a la iglesia, en donde se encontraron a todo el pueblo ataviado
con trajes de fiesta. Después del servicio divino, tal como estaba
prescrito, salieron por delante niños, jóvenes y hombres, después los
señores del castillo con sus visitas y acompañantes y, finalmente, las
niñas, jovencitas y mujeres, cerrando la comitiva.
En la curva del camino se había
preparado un lugar elevado en medio de las rocas; el capitán rogó a
Carlota y a sus invitados que descansaran allí. Desde aquel punto se
podía dominar todo el camino, el grupo de los hombres, que ya había
subido hasta la cima, y las mujeres que iban tras ellos y que ahora
pasaban por delante del lugar donde se encontraban. Como hacía un día
espléndido, se trataba de un espectáculo maravilloso. Carlota se
sintió sorprendida y conmovida y apretó tiernamente la mano del
capitán.
Siguieron a la masa que seguía
ascendiendo y ya formaba un círculo en torno a la superficie excavada
de la futura casa. El dueño del lugar, los suyos y los invitados más
distinguidos fueron invitados a bajar al fondo, donde se veía la
primera piedra de los cimientos apuntalada por un lado y preparada
para ser empujada y puesta en su sitio. Un albañil muy bien vestido
con la paleta en una mano y el martillo en la otra pronunció un
pequeño discurso en verso que sólo podemos reproducir de modo
incompleto y en prosa.
-Tres cosas -empezó- se deben tener en
cuenta en un edificio: que el lugar sea adecuado, que tenga una buena
cimentación y que la obra sea perfectamente ejecutada. Lo primero es
asunto del dueño, porque así como en la ciudad sólo el príncipe y la
comunidad pueden decidir dónde se debe construir, en el campo es
privilegio del dueño del terreno decir: aquí debe alzarse mi casa y en
ningún otro lugar.
Al oír estas palabras, Eduardo y Otilia
no se atrevieron a mirarse, a pesar de hacerse frente y hallarse muy
próximos.
-Lo tercero, la ejecución, es asunto de
muchos y diversos gremios, porque en verdad hay muy pocos oficios que
no tengan que intervenir. Pero lo segundo, la cimentación, es cosa del
albañil y, para decirlo bien claro de una vez, es el asunto principal
de toda la empresa. Se trata de algo muy serio y nuestra invitación de
hoy también lo es, porque esta celebración solemne tendrá lugar en las
pro- fundidades. Aquí, en el interior de este espacio estrecho recién
excavado, ustedes nos hacen el honor de ser testigos de nuestro
secreto trabajo. Enseguida colocaremos esta piedra bellamente
esculpida y muy pronto las paredes de tierra que ahora están adornadas
con tan hermosas y dignas personas, no serán accesibles porque habrán
sido recubiertas.
»Esta piedra fundacional, que con su
arista marca el ángulo derecho del edificio, con sus ángulos
rectilíneos señala la regularidad que debe alcanzar el mismo y con sus
caras horizontales y verticales indica el aplomo y el equilibrio de
todos sus muros y paredes, podríamos colocarla ya sin más, pues se
sostendría perfectamente por su propio peso. Pero tampoco dejaremos de
añadir la cal y otros productos coaligantes, porque lo mismo que esas
personas que sienten por naturaleza una mutua inclinación, están mejor
unidas cuando las ata la ley, así también esas piedras, cuya forma ya
se adapta a una mutua unión, quedan más firmemente vinculadas gracias
a esas sustancias; y como no está bien permanecer ocioso en medio de
los que trabajan, ustedes no desdeñarán colaborar en nuestro trabajo.
Y diciendo esto le alargó su paleta a
Carlota, que puso algo de cal bajo la piedra. Otros muchos quisieron
hacer otro tanto y acto seguido se dejó caer la piedra en su sitio,
después de lo cual le entregaron el martillo a Carlota y a los demás
para que, por medio de tres golpes, consagraran de modo expreso la
unión de la piedra con el suelo.
-El trabajo del albañil, que ahora
celebramos a cielo abierto -continuó el orador-, no siempre ocurre
ocultamente, pero sí para quedar oculto. Una vez que ha sido ejecutado
regularmente se recubre el fundamento y ni siquiera se piensa mucho en
nosotros cuando se ven los muros que levantamos a pleno día. Llama más
la atención el trabajo del cantero y del escultor y tenemos que
permitir alegremente que el pintor borre hasta la última huella de
nuestras manos y se apropie de nuestro trabajo revistiéndolo,
alisándolo y coloreándolo.
»¿A quién le puede importar más darse
al- guna satisfacción a sí mismo haciendo un trabajo satisfactorio si
no es al propio albañil? ¿Quién tiene más motivos que él para
alimentar su propia estima? Cuando la casa está terminada, el suelo
aplanado y recubierto, los muros exteriores revestidos con ornamentos,
él todavía es capaz de ver por debajo de todas esas capas y reconoce
esas juntas regulares y cuidadosas a las que el conjunto debe su
existencia y su resistencia.
»Pero del mismo modo que aquel que ha
perpetrado una mala acción, por mucho que trate de esconderla, siempre
tiene que temer que vuelva a salir a la luz, también el que ha hecho
el bien en secreto tiene que contar con que éste aparezca algún día a
la luz contra su voluntad. Por eso, queremos hacer de esta piedra
angular una piedra conmemorativa. En las distintas cavidades que hemos
tallado en ella, vamos a introducir algunos objetos que servirán como
testimonio nuestro para una lejana posteridad. Estos estuches de metal
sellados con soldadura contienen diversos documentos; en estas
planchas de metal se han grabado todo tipo de hechos memora- bles; en
estos bellos frascos de vidrio enterraremos el mejor vino viejo,
indicando su añada; tampoco faltan monedas de distinto tipo acuñadas
este año: todas estas cosas son un regalo que procede de la
generosidad de nuestro señor, dueño de esta obra. Y todavía queda algo
de sitio si alguno de los invitados y espectadores tiene el gusto de
dejar algo aquí para la posteridad.
Tras una breve pausa el albañil miró en
derredor, pero como suele suceder en estos casos nadie estaba
preparado, todos estaban sorprendidos, hasta que un joven y animoso
oficial arrancó y dijo:
-Si tengo que añadir algo que todavía
no figure en esta cámara del tesoro, arrancaré de mi uniforme un par
de botones que seguro que también merecen llegar a la posteridad.
Dicho y hecho. Y acto seguido todos
tuvieron ocurrencias parecidas. Las mujeres no quisieron dejar pasar
la ocasión de dejar allí sus pequeñas peinetas y tampoco se ahorraron
frascos de perfume y otros adornos. Sólo Otilia dudaba, hasta que una
palabra amable de Eduardo la sacó de su muda contempla- ción de todos
aquellos objetos. Entonces se soltó la cadena de oro del cuello, de la
que antes colgaba el retrato de su padre, y la depositó suavemente
sobre el resto de las joyas, después de lo cual Eduardo se las
arregló, con cierta premura, para que se pusiera inmediatamente la
tapa bien ajustada y se recubriera con cemento.
El joven albañil que se había mostrado
tan activo volvió a adoptar su pose de orador y continuó diciendo:
-Colocamos esta piedra para la
eternidad, para asegurar a los actuales y a los futuros propietarios
de esta casa que disfruten siempre de ella. Sin embargo, al sepultar
este tesoro, mientras celebramos el más fundamental de los actos,
también reflexionamos en lo perecedero de las cosas humanas; se nos
ocurre pensar en la posibilidad de que algún día esta tapa sea
nuevamente descubierta, lo que sólo podría ocurrir si se destruyera
todo lo que ni siquiera ha sido construido aún.
»Pero para que podamos construir,
¡abandonemos los pensamientos de futuro y regresemos al presente!
Después de la fiesta de hoy, volvamos de inmediato al trabajo para que
ninguno de los oficios que colaboran en esta obra tengan días de
fiesta, para que la construcción se alce hacia el cielo y se termine y
por las ventanas que todavía no existen, el señor de la casa y los
suyos y sus invitados contemplen alegres el paisaje, para todo lo cual
y a su salud y a la de todos los presentes ¡bebamos ahora!
El cuento de la serpiente Verde (versión íntegra)
Recopilación: Museo Virtual de la
Masonería (MVM)
Fuente:
J. Pletsch: G. als Freimaurer, Leipzig,
1880; y R. Guy, Goethe franc-maçon, París, 1974. Se ha
seguido la traducción castellana de Colección Grandes Clásicos, Johann
W. J. W. Goethe, Obras Completas, tomo I, México, D.F., 1991, pp.
824-839, 1008-1009 y 1149-1163.
El Goethe-Institut es el
Instituto de Cultura de la República Federal de Alemania:
http://www.goethe.de/ins/wwt/sta/enindex.htm
|