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LA CADENA DE
UNIÓN
Entre los símbolos masónicos que parecen casi siempre comprenderse
muy poco en nuestros días, se encuentra el de la “cadena de unión”
que rodea la parte superior de la Logia. Algunos quieren ver en
ella el cordel de que los masones operativos se servían para
trazar y delimitar el contorno de un edificio. Seguramente tienen
razón, pero ello empero no basta, y sería menester por lo menos
preguntarse cuál era el valor simbólico de ese cordel mismo.
Para comprender de qué se trata, es preciso ante todo recordar
que, desde el punto de vista tradicional, todo edificio,
cualquiera que fuere, se construía siempre según un modelo
cósmico; por otra parte, se especifica expresamente que la Logia
es una imagen del cosmos. Siendo así, el emplazamiento de un
edificio debía ser determinado y “encuadrado” por algo que
correspondiera de algún modo a lo que podría llamarse el “marco”
mismo del cosmos.
Cuando el edificio está construido, e inclusive cuando ha
comenzado a erigirse, el cordel ya no tiene, evidentemente, papel
alguno; así, la posición de la “cadena de unión” no se refiere
precisamente al trazado que ha ayudado a efectuar sino más bien a
su prototipo cósmico, la referencia a la cual, en cambio, tiene
siempre su razón de ser para determinar la significación simbólica
de la Logia y de sus diversas partes. El cordel mismo en esta
forma de “cadena de unión”, se convierte entonces en el símbolo
del “marco” del cosmos; y su posición se comprende sin dificultad
si, como efectivamente ocurre, ese “marco” tiene carácter no ya
terrestre, sino celeste.
Mientras que el cordel, en cuanto instrumento, es, naturalmente,
una simple línea, la “cadena de unión”, al contrario, tiene nudos
de trecho en trecho. Esos nudos son, o deben ser normalmente, en
número de doce y corresponden a los signos del Zodíaco. En efecto,
el Zodíaco, en el interior del cual se mueven los planetas,
constituye verdaderamente la envoltura del cosmos, es decir, se
trata en realidad de un “marco celeste”.
Ese marco debe, pues, en cierta manera, “ligar” o “unir” esos
elementos entre sí, lo que está formalmente expresado por el
nombre de “cadena de unión”, e inclusive de esto resulta, en lo
que a ella concierne, su significación más profunda, pues, como
todos los símbolos que se presentan en forma de cadena, cuerda o
hilo, se refiere en definitiva al sûtrâtmâ [hilo del
Espíritu].
Extractado de: René Guenón,
publicado en Études Traditionnelles, septiembre de 1947,
compilado en Símbolos fundamentales de la Ciencia Sagrada,
capítulo LXV.
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Consiste
en un cordel con 12 nudos, llamados «lazos de amor» que
corresponden a los signos del Zodíaco, marco del Cosmos. Rodea la
parte superior de la Logia, y, operativamente, se utilizaba para
«encuadrar» el edificio (representación del Cosmos) proyectando
sobre la Tierra el marco celeste. Como sucede en todo marco,
sirve para mantener en su sitio los diversos elementos que
contiene formando con ellos un todo ordenado.
La «cadena de
unión» designa también el ritual efectuado al final de cada
tenida. Constituye una expresión de naturaleza iniciática del
proceso de espiritualización del Templo que, además, aparece
mencionado en el Nuevo Testamento, donde se asimila la comunidad
espiritual de los creyentes con el Templo de Dios (I Co 3: 16-17;
6: 15-19). Así pues, la «cadena de unión» es el símbolo de la
Unidad y de la reunión de los iniciados alrededor de la
Shekinah, de la que los Tres Pilares son el soporte de su
manifestación.
La forma de
unirse que tienen los iniciados en el rito de la Cadena de Unión
(brazo derecho recubriendo el izquierdo) refleja la formación del
tejido cósmico. En el Compagnonnage, los iniciados «tejen»
la cadena de alianza que sirve para «ligar todos los corazones».
Esta cadena es oscilante y gira lentamente en sentido solar. El
hecho de que en masonería se saquen los guantes hace pensar en que
se retira todo obstáculo que impida la unión de los iniciados; en
el Compagnonnage, uno de los iniciados entona el canto
les Fils de la Vierge, siguiéndole el resto del grupo.
Extractado de: Alexis Hatman,
Diccionario Masónico, Barcelona, 2007, p. 29-31.
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