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LA MUERTE
INICIÁTICA
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El acceso a la maestría dramatiza la
muerte "iniciática" de Hiram Abí y la posterior resurrección |
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Otra cuestión que parece poco comprendida es la de lo que se llama
la «muerte iniciática». As, encontramos expresiones como la de
«muerte ficticia», que da testimonio de la más completa
incomprehensión de las realidades de este orden. Aquellos que se
expresan así no ven evidentemente más que la exterioridad del
rito, y no tienen ninguna idea de los efectos que debe producir
sobre aquellos que están cualificados verdaderamente; de otro
modo, se darían cuenta de que esta «muerte», muy lejos de ser
«ficticia», es al contrario, en un sentido, más real incluso que
la muerte entendida en el sentido ordinario de la palabra, ya que
es evidente que el profano que muere no deviene iniciado sólo por
eso. Es, a decir verdad, la única que rebasa las contingencias
inherentes a los estados particulares del ser y la única que
tiene, por consiguiente, un valor profundo y permanente desde el
punto de vista universal.
Entiéndase bien que la palabra «muerte» debe tomarse aquí en su
sentido más general, según el cual podemos decir que todo cambio
de estado, cualquiera que sea, es a la vez una muerte y un
nacimiento, según que se considere por un lado o por el otro:
muerte en relación al estado antecedente, nacimiento en relación
al estado consecuente. La iniciación se describe generalmente como
un «segundo nacimiento», lo que es en efecto; pero este «segundo
nacimiento» implica necesariamente la muerte al mundo profano.
El candidato a la iniciación debe pasar por la obscuridad antes de
acceder a la «verdadera luz». Es en esta fase de obscuridad donde
se efectúa lo que se designa como el «descenso a los Infiernos».Se
podría decir que es como una suerte de «recapitulación» de los
estados antecedentes, por la que las posibilidades que se refieren
al estado profano serán definitivamente agotadas, a fin de que el
ser pueda desarrollar desde entonces libremente las posibilidades
de orden superior que lleva en él, y cuya realización pertenece
propiamente al dominio iniciático.
El «segundo nacimiento», entendido como correspondiente a la
iniciación primera, es propiamente, como ya lo hemos dicho, lo que
se puede llamar una regeneración psíquica; y es en efecto en el
orden psíquico, es decir, en el orden donde se sitúan las
modalidades sutiles del estado humano, donde deben efectuarse las
primeras fases del desarrollo iniciático. Pero éstas no
constituyen una meta en sí mismas, y no son todavía más que
preparatorias en relación a la realización de posibilidades de un
orden más elevado, queremos decir, del orden espiritual en el
verdadero sentido de esta palabra. Por consiguiente, el punto del
proceso iniciático al que acabamos de hacer alusión es el que
marcará el paso del orden psíquico al orden espiritual; y este
paso podría ser considerado más especialmente como constituyendo
una «segunda muerte» y un «tercer nacimiento» que, en el
simbolismo masónico, se corresponde a la iniciación al grado de
Maestro.
Conviene agregar que este «tercer nacimiento» será representado
más bien como una «resurrección» que como un nacimiento ordinario,
porque aquí ya no se trata de un comienzo en el mismo sentido que
cuando la iniciación primera, dado que aquella representa la
«transformación» de las posibilidades humanas, más allá de las
condiciones limitativas que definen el modo de existencia de la
individualidad como tal.
Extractado de: René Guenón, Apercepciones sobre
la Iniciación,
capítulo XXVI.
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