PRÁXEDES MATEO SAGASTA
(1874; 1881-1883; 1892-1895;
1897-1899; 1902)
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Práxedes
Mateo Sagasta (1825-), diputado, ministro y varias veces
presidente del Gobierno de España. Gran Maestre del Gran Oriente y
Gran Comendador del Supremo Consejo del grado 33 desde 1876 a 1881 |
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Práxedes Mateo Sagasta,
nacido en Torrecilla en Cameros (Logroño) el 21 de julio de 1825, es
el segundo jefe de Gobierno que alcanzó el supremo cargo de la
masonería española, el de Gran Maestre y Soberano Comendador del
Supremo Consejo en la versión del Gran Oriente de España. La figura de
Sagasta, es una de las más ricas del panorama político español
decimonónico: diputado a Cortes, director de
La Iberia,
comandante del Batallón de ingenieros de la Milicia Nacional y
organizador de barricadas en el Madrid de 1856, miembro de la Junta
Suprema revolucionaria y condenado a muerte por los sucesos del 66,
exiliado en París, protagonista destacado en la Revolución de
septiembre de 1868, Ministro de Gobernación en el Gobierno provisional
de Serrano, Ministro de Estado con Prim, votó la candidatura de D.
Amadeo de Saboya y, tras el asesinato de Prim, líder natural del
progresismo político, jefe del partido liberal tras la ruptura con
Ruiz Zorrilla, dos veces presidente del Congreso (en 1871 y 1883) y,
al menos siete veces, presidente del Consejo de Ministros.
Las discrepancias políticas
entre Sagasta y Ruiz Zorrilla escindieron peligrosamente el
progresismo y acabaron marcando la evolución de la vida política
española a lo largo del Sexenio. Sin embargo Sagasta, al igual que
Ruiz Zorrilla, tuvo una faceta menos conocida y, sobre todo, menos
aireada: la de su pertenencia a la masonería.
Sagasta es un ejemplo claro de que
masonería y militancia política no son intercambiables. Son dos
esferas diferenciadas. El hecho de que Ruiz Zorrilla y Sagasta,
enemigos políticos irreconciliables y jefes de diferentes y
enfrentados partidos, fueran con escaso margen de tiempo Grandes
Maestres de la misma obediencia masónica es suficientemente
sintomático.
De 1876 a 1881, Sagasta fue
el Gran Maestre y Soberano Comendador del Gran Oriente de España, una
de las obediencias masónicas más importantes. Está bien documentada su
trayectoria como Gran Maestre desde el día de su elección y
nombramiento (7 de marzo de 1876) hasta el 10 de mayo de 1881, fecha
en que fue relevado como Gran Comendador y Gran Maestre del Gran
Oriente de España por Antonio Romero Ortiz, ex Ministro de Gracia y
Justicia y Presidente de la
Asociación de Escritores y
Artistas. Romero Ortiz acababa de ingresar en la Real Academia de la
Historia con un discurso dedicado al Justicia de Aragón que fue
contestado por el también masón Víctor Balaguer. Con motivo de su
nombramiento como Presidente del Gobierno dimitió como Gran Maestre
recibiendo el agradecimiento de numerosas logias como, por ejemplo,
Caballeros de la Noche,
la misma en la que unos años antes había ingresado Santiago Ramón y
Cajal.
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Pronillo (Santander): reunión de
liberales en casa del Marqués de Hazas. Entre otros Práxedes Mateo
Sagasta, Germán Gamazo, Antonio Maura y José Sánchez Guerra |
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Sagasta define a la masonería
en estos términos: «No es un partido, no es una secta, sino que siendo
una institución esencialmente caritativa, esencialmente humanitaria, y
sabia por las enseñanzas que en ella depositaron inteligencias tan
grandes… aspira a fundir en un solo pensamiento los pareceres
diversos, las opuestas opiniones y espera ver realizados, mediante la
fraternal unión de todos los hombres, los bellos ideales de la
humanidad entera: el amor a la patria, el amor a la libertad, el
respeto a la justicia, el entrañable amor de un alma pura hacia el Ser
que la ha creado».
La labor de Sagasta como Gran
Maestre del Gran Oriente de España es reconocida sin paliativos en el
doble campo del fortalecimiento interno de la obediencia, una vez
superada la crisis que la dividía; lo que se reflejó en el
considerable número de logias que alcanzó, así como en el general
reconocimiento internacional logrado. El Gran Oriente de Sagasta
consiguió además el reconocimiento de los Grandes Orientes de Francia,
Brasil, Nápoles, Uruguay, República Argentina, Nueva Orleáns, Gran
Logia de Liberia y Gran Oriente de Túnez. Y se establecieron
negociaciones con Inglaterra, Estados Unidos (Charleston), Bélgica,
Italia, Alemania (Gran Logia de Hamburgo). El Gran Oriente de Francia
reconocía al Gran Oriente de España el 12 de abril de 1879 en calidad
de potencia masónica regular, a pesar de mantener hacía ya tiempo
relaciones fraternales con el Gran Oriente Nacional de España. De esta
forma, y al igual que en Hungría, España tenía dos potencias
masónicas.
Especial significado tuvo la pugna por
el reconocimiento internacional del Supremo Consejo del Grado 33 de
Sagasta, frente a sus rivales, los correspondientes Supremos Consejos
de Juan de la Somera (Obed I), Juan Antonio Pérez (Ricardo),
Jerónimo Couder (Nephtalí) y Jacobo Oreiro (Gravina) que
acabaron unificándose en la persona de Panzano y Almirall (Caton de
Utica). En efecto, en octubre de 1882, los Supremos Consejos de
la Jurisdicción Norte y Sur de los Estados Unidos de América
reconocieron al Supremo Consejo de España que había sido dirigido por
Sagasta y que a su dimisión heredó Antonio Romero Ortiz. En este
reconocimiento tuvo un papel decisivo el informe de Alberto Pike ante
la liga interconciliar de los Supremos Consejos de Charleston,
Irlanda, Escocia y Grecia, sobre la legalidad masónica que se
disputaban en España diversos grupos. Informe en el que se reconocía
que «el Supremo Consejo del Gran Oriente de España, presidido desde
1875 a 1881 por el Poderoso hermano Paz (P.M.S.) y en la
actualidad por el Ilustre y Poderoso hermano Antonio Romero Ortiz (Fraternidad)
es el legítimo regular y único Supremo Consejo de España». Resultan
llamativas las palabras de admiración que Alberto Pike tiene para el
«eminente y distinguido patricio Sagasta» y para su socio «el hombre
más eminente de España, Castelar».
Frente al radicalismo republicano y
anticlerical de la masonería española dirigida por Miguel Morayta, es
de sobra conocido el monarquismo inquebrantable de Sagasta y su deseo
de que la Iglesia Católica y los gobiernos liberales vivieran en la
mejor armonía posible. De esa compatibilidad es tal vez prueba el que
Sagasta ingresara en la Orden de Caballeros del Santo Sepulcro de
Jerusalén siendo cruzado caballero el 11 de julio de 1886.
Extractado de: J. A.
Ferrer Benimeli (Universidad de Zaragoza), “Práxedes Mateo-Sagasta,
Gran Maestre de la masonería”, en J. A. Ferrer Benimeli, (coord.),
La masonería española en la época de Sagasta, XI Symposium
Internacional de Historia de la Masonería Española, Logroño, 2007,
vol. I, pp. 3-40
EL PENSAMIENTO MASÓNICO DE SAGASTA
Ruiz Zorrilla, compañero de Sagasta en
el partido progresista y a la sazón jefe del Gobierno, había sido
elegido Gran Comendador y Gran Maestre del Gran Oriente de España del
Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el 21 de julio de 1870, en
sustitución de Carlos Celestino Magnan y Clark.
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Monumento
funerario a Sagasta en el Panteón de Hombres Ilustres de Madrid |
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La escisión del partido, una vez
asesinado Prim, se concreta en dos facciones dirigidas por antiguos
amigos y correligionarios: Ruiz Zorrilla y Sagasta. Todo ello provoca
el derrumbamiento de la monarquía amadeísta y la proclamación de la
República que tuvo lugar el 11 de febrero de 1873. Ruiz Zorrilla, el
último jefe de Gobierno bajo Amadeo, marchó al exilio y tuvo que
abandonar su cargo de Gran Maestre del Gran Oriente y Gran Comendador
del Supremo Consejo.
Para salvar la situación en la que se
encontraba sumergido el Gran Oriente de España surge la figura de Juan
Utor y Fernández que consiguió sin grandes dificultades que el Supremo
Consejo se decantara el 5 de enero de 1876 por Práxedes Mateo Sagasta
como Gran Comendador. El 7 de marzo de 1876 la Gran Logia daba cuenta
de la elección y nombramiento de Sagasta como Gran Maestre.
En el primer Boletín Oficial del
Grande Oriente de España de 5 de mayo de 1876, Práxedes Mateo
Sagasta expresaría su pensamiento:
1º Defensa de la Masonería. La Orden
había sido mal juzgada por la opinión pública al no ser conocida en
cuanto tenía de humanitaria y trascendental para el progreso ordenado
de la sociedad profana.
2º Frente a los partidos políticos o
sectas religiosas que cumplían destinos grandiosos pero no
perdurables, la Masonería era diferente, puesto que «su misión
comprendía a todas las edades históricas y había de acompañar a la
Humanidad desde los albores de su existencia hasta sus días
postreros».
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Práxedes
Mateo Sagasta (1825-) Gran Maestre del Gran Oriente de España y
Gran Comendador del Supremo Consejo del grado 33 desde 1876 a 1881 |
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3º Los objetivos de la Masonería. Dado que no era un
partido ni una secta, era una institución esencialmente caritativa,
esencialmente humanitaria y sabia por las enseñanzas que en ella
depositaron inteligencias tan grandes como en todo tiempo habían
contribuido a desarrollarla; esperaba ver realizados, mediante la
fraternal unión de todos los hombres, los bellos ideales de la
Humanidad entera; el amor a la patria, el amor a la libertad, el
respeto a la justicia, el entrañable amor de un alma pura hacia el Ser
que la ha creado.
4º Estricto cumplimiento de la ley
masónica. Recordaba cuán insigne y honroso era el título de hermano
masón preferido a otras distinciones del Institución por cuAnto que:
Inspiraba el santo principio de justicia; la severa rectitud para la
represión del delito; sublime amor para perdonar al delincuente o
juzgarlo con la templanza del hermano. Todo el objetivo puesto en la
salud de la Orden sin el personal agravio… No debería admitirse a
quien no ofreciese sólidas garantías de virtudes cívicas. Y por otra
parte, el privilegio no había de imponerse al derecho ni el número
prevalecía en los dominios de la razón.
5º Sobre el régimen interno de la Orden. Ante las discrepancias
surgidas entre los diferentes cuerpos que componían la totalidad
armónica de la Institución, deberían girar con propia libertad dentro
de la órbita que tenían asignada.
6º La unión de todos los masones. El
programa no podía ser más sencillo: intentar la estrecha unión entre
todos los hermanos como compacta piña. Y apelaba al cariño de todos
para lograr aspiración tan bella, y en este sentido, expresaría que no
había contraído compromiso con ninguna fracción.
7º Si la disidencia surgiera por un
conflicto entre autoridad masónica y un cuerpo, una logia y un
individuo, los invitaba a manifestar su recelo o quebranto; «Mi buen
deseo me hará obrar en justicia» y «yo reclamaré el apoyo de la ley y
el de todos mis HH:. para aplicarla con severa imparcialidad». Y
terminaba con estas palabras: «Nadie nos excede en valores privados,
nadie nos gana en el cariño a la patria, en el respeto de la ley, en
el acatamiento a la autoridad, en el inextinguible amor hacia la Humanidad y al soberano autor que
la ha creado, al Gran Arquitecto del Universo (GADU)».
Este Manifiesto de Sagasta
tuvo enorme importancia porque devolvió la confianza a los masones de
la Obediencia. Sagasta, transcurrido un lustro como Gran Maestre, a
mediados de 1880, había expresado su inquebrantable deseo de depositar
su autoridad en otras manos por sus ocupaciones políticas como jefe
del partido fusionista. En febrero de 1881 Sagasta fue nombrado por el
rey Alfonso XII, Presidente del Consejo de Ministros. En Mayo de 1881,
Romero Ortiz le sucedía como Gran Maestre.
Extractado de: Eduardo Enríquez del Árbol (Universidad de Granada),
“El pensamiento masónico-político de Sagasta como Gran Maestre del
Gran Oriente de España (1876-1881)”, en J. A. Ferrer Benimeli,
(coord.), La masonería española en la época de Sagasta, XI
Symposium Internacional de Historia de la Masonería Española,
Logroño, 2007, vol. I, pp. 369-399.
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