MUSEO VIRTUAL DE

 

HISTORIA DE LA MASONERÍA

   

  PRESIDENTES DE GOBIERNO MASONES (1808-1868)

Aunque la presidencia del gobierno fue reconocida oficialmente en los reales decretos de 19 de noviembre de 1823 y de 31 de diciembre de 1824, antes de esa fecha la desempeñaron nominalmente varios masones:

Joaquín Murat (1767-1815), gran duque de Berg, presidió la Junta de Gobierno intrusa durante los primeros meses de la ocupación francesa de España en 1808. Cuñado de Napoleón, por su matrimonio con Carolina Bonaparte, mariscal de Francia y rey de Nápoles entre 1808 y 1815, Murat fue iniciado en 1801 en la logia “El Feliz Reencuentro” de Milán y ejerció después el cargo de Gran Primer Vigilante del Gran Oriente de Francia. Ya como rey de Nápoles, fundó en 1809 el Gran Oriente del Reino de Nápoles, del que fue Gran Maestro y Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado 33.

Juan O’Donojú y O’Ryan (1762-1821), quien durante la Guerra de la Independencia, alcanzó el grado de teniente general. Capturado y encarcelado en Bayona, logró huir en 1811 y unirse al ejército de Cádiz, en donde las Cortes le nombraron ministro de la Guerra. Desde octubre a diciembre de 1813 desempeñó interinamente la cartera de Estado. La represión fernandina significó para O’Donojú una sentencia fechada en octubre de 1814, a tenor de la cual fue recluido durante cuatro años —y torturado— en el castillo de San Carlos en Mallorca. Se sabe que O’Donojú se había iniciado en la masonería en tiempos de José I. Otras fuentes de la época confirman su condición de masón “que había obtenido los más altos grados y reputación durante el tiempo de la Constitución, y que más tarde formaría parte del Gran Oriente granadino presidido por el conde de Montijo. Igualmente, la policía de Fernando VII le abrió ficha masónica en 1821. Durante el Trienio Liberal, Juan O´Donojú fue capitán general de Andalucía y jefe político superior de la provincia de Nueva España, nueva denominación que dieron los constitucionalistas al antiguo cargo de virrey. Murió en Ciudad de México en pleno proceso de independencia de tales territorios.

Evaristo Fernández de San Miguel y Valledor (1775-1862), duque de San Miguel con grandeza de España, quien fue iniciado en la masonería antes de 1817, dado que figura ya con el nombre simbólico de “Patria”. También las Memorias de Alcalá Galiano le citan como masón antiguo, esto es, como ya iniciado durante la vigencia de la Constitución de Cádiz.

Tras su elección como diputado por Asturias en las Constituyentes de 1836-1837. A partir de entonces, volvería a ser elegido diputado, también por Zaragoza (1837 y 1840), y senador vitalicio. Ocuparía además el ministerio de Marina, Ultramar y Guerra con Eusebio Bardají (agosto a diciembre de 1838), la presidencia de las Constituyentes en 1855 y nuevamente la del Consejo de ministros (ver su biografía en este Museo).

También de raíces asturianas, como San Miguel, fue otro masón que, entre febrero y abril de 1823, desempeñó la cartera de Estado. Nos referimos a Alvaro Flórez Estrada, natural de Pola de Somiedo y uno de los fundadores de los Comuneros, escisión de la masonería, en la que recibió el nombre simbólico “Astur”. A Flórez Estrada le sucedería en el cargo, a título interino y hasta mayo de 1823, otro masón, el gaditano José Manuel Vadillo, cuyo nombre simbólico masónico fue “Osiris”.

Tampoco puede olvidarse en esta relación al susodicho Francisco Martínez de la Rosa (1789-1862), presidente del Consejo de Estado, ministro de Estado (1844–1846 y 1857-1858), presidente del Congreso (1851, 1857 y 1860) y presidente del Gobierno de España entre los meses de enero y junio de 1834, amén de caballero de la Insigne Orden del Toisón de Oro, y de la Orden nobiliaria de Isabel la Católica, el cual aparece en la segunda lista de masones de los Papeles Reservados de Fernando VII (AGP, Fernando VII, Papeles Reservados, tomo 21, f. 54).

Otra figura central de aquellos años fue José María Queipo de Llano y Ruiz de Saravia (1786-1843), VII conde de Toreno, que ocupó la presidencia del Gobierno entre los meses de junio y septiembre de 1835. En sus citadas Memorias, refiere Alcalá Galiano que, durante el Trienio Liberal, el conde de Toreno estuvo afiliado a la logia de Madrid, “La Templanza”, expulsada del Gran Oriente de España por su moderantismo frente a la exaltación liberal. La adscripción masónica del conde de Toreno queda confirmada por los Papeles Reservados de Fernando VII, donde aparece incluido en la tercera lista de masones hecha en septiembre de 1821 (AGP, Fernando VII, Papeles Reservados, tomo 21, f. 53v.).

El conde de Toreno fue sucedido en la presidencia del Gobierno por el gaditano Juan Álvarez Mendizábal (1790-1853), el cual ocupó dicho cargo desde septiembre de 1835 hasta junio de 1836. Álvarez Mendizábal promovió, entre otros, el golpe de Riego de 1820, poco después de lo cual se inició en una logia de Cádiz.

Francisco Javier Istúriz Montero (1790-1871), miembro de la logia “El Pireo” que se reunía en su propia casa, desempeñaría en varias ocasiones la presidencia del Gobierno: desde mayo de 1836 a agosto de 1836; de abril de 1846 a enero siguiente; y desde enero de 1858 a junio de ese año. En la Real Academia de la Historia se conserva un documento muy peculiar sobre su condición masónica. Se trata de un certificado o pasaporte expedido por la logia “Amistad” de Londres, bajo obediencia del Gran Oriente Español, dado en Albión el 27 de diciembre de 1851, para acreditar que el Hermano Sagunto “ha sido regularmente iniciado en los Secretos y Misterios del primer grado simbólico de la masonería según el rito escocés antiguo y aceptado”. Por paradojas del destino, el documento masónico está archivado junto a la carta de concesión del Toisón de Oro a Istúriz, orden que, al estar reservada a cristianos ejemplares, haría presumir que sus portadores cumplirían las bulas pontificias condenatorias de la masonería.

José María Calatrava Peinado (1781-1847) sucedió a Istúriz en el cargo desde agosto de 1836 hasta junio del año siguiente. Son tres fuentes, al menos, las que le señalan como masón del Gran Oriente de los “Modernos”, con sede en Madrid, así como miembro de la logia “La Templanza”, bajo el nombre simbólico “Tiberio Graco”. En primer término, Juan Romero Alpuente afirma que Calatrava “se alistó en una sociedad secreta” (la masonería). También lo tiene por tal su compañero de partido Alcalá Galiano. En tercer lugar, también figura como masón en el Archivo General del Palacio real en Madrid. Tras la revolución de 1835, Calatrava fue nombrado ministro de Estado y Presidente del Consejo de ministros (ver su biografía en este Museo).

Presidente del Gobierno de España fue también el masón valenciano Vicente Sancho Cubertores (1784-1860), diputado en tiempos del Trienio constitucional y que, ya durante la minoría de edad de Isabel II, desempeñó la presidencia del Gobierno, concretamente entre septiembre y octubre de 1840. Recordemos que fue miembro de una logia de Valencia fundada en 1815 por Manuel Beltrán de Lis, el coronel Joaquín Vidal, Juan Van Halen, el conde Ildefonso Díez de Rivera, Felipe Benicio Navarro y el marqués José María Bertodano.

También fue masón el político y escritor Ángel de Saavedra y Ramírez de Baquedano, duque de Rivas (1791-1865), tal y como acreditan dos testimonios muy cercanos de la época. Entre el 1 de julio al 19 de julio de 1854 fue presidente interino del Consejo de ministros (ver su biografía en este Museo, sala sobre Literatura).

Ramón María Narváez y Campos (1800-1868), duque de Valencia, con grandeza de España, tras terminar su formación de cadete en 1820, fue nombrado alférez de la Guardia Real en junio de 1821. Sirvió a las órdenes del brigadier Mariano Zorraquín, masón y luego comunero, que estaba bajo el mando del capitán general de Cataluña —y también masón— Espoz y Mina. Ya con el grado de capitán, se rindió, con otros militares, en 1823, si bien fue liberado en mayo del año siguiente. Tras la amnistía de 1833, reingresó en el ejército con su antigua graduación. Durante la guerra carlista obtuvo el ascenso a coronel y brigadier, y la concesión de las grandes cruces de San Fernando San Hermenegildo (1836) y la gran cruz de Isabel la Católica (1837). Enfrentado a Espartero, éste le acusó de conspirar a la sombra de la Sociedad Jovellánica, epígono de la Sociedad del Anillo. Durante su nuevo exilio, Narváez formó parte de la camarilla creada en París, en torno a María Cristina, para propiciar la derrota política del príncipe de Vergara. La contrarrevolución de 1843 le franqueó oficialmente las puertas de la política nacional: diputado por Valencia (1843), por Barcelona, Granada y Valencia (1844 y 1845), senador electivo por Cádiz (1843), senador vitalicio (1845), y luego ministro de Guerra. A partir de 1844 y hasta su muerte, en 1868, Narváez ocuparía siete veces la presidencia del Consejo de ministros. Narváez aparece como masón en los Papeles Reservados de Fernando VII, con el nombre simbólico de “Bruto”.

Extractado de: Javier Alvarado Planas, Masones en la nobleza de España, Madrid, 2016, pp. 187-202. 

            
  

 

 
             
  

IR A PÁGINA PRINCIPAL