MUSEO VIRTUAL DE

 

HISTORIA DE LA MASONERÍA

 

    

PACIFISMO Y MASONERÍA EN LA PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX

 

Con el comienzo de siglo y a raíz de la guerra de Transvaal en el África Austral, nuevamente se oyó la voz de la masonería a favor de la Paz. Esta vez la noticia la recoge el Boletín Oficial de la Gran Logia Simbólica Regional Catalana-Balear, del mes de abril de 1900. Bajo el epígrafe “Por la Paz” se dice: «La Gran Logia Catalana-Balear se ha adherido a la petición iniciada por el Gran Oriente de los Países Bajos, dirigida a las potencias masónicas de la Gran Bretaña, de Irlanda y del África del Sur, protestando de los motivos antimasónicos que han ocasionado la guerra del Transvaal y exhortándoles a que hagan cesar las hostilidades en el África Austral».

En otro suelto titulado “La guerra en el África Austral”, recogida en el mismo número y revista, se adelanta “como remota esperanza” que las logias que trabajan en Johannesburg, Lagasfontein, Kapstad, Kronstad, Keaporsdorp, Perail, Pretoria, Riversdale, Wimburghede, etc., hasta el número de veintiuna, habían admitido el estudio del mensaje anterior presentado por las potencias masónicas. Y añadían: “Confiamos en que  la Orden Masónica, deberá una vez más la Humanidad la cesación de los estragos de una lucha homicida”.

Y el 28 de septiembre del mismo año, 1900, se celebraba en París una tenida magna colectiva organizada por la Gran Logia de Francia dedicada a la Paz y el Arbitraje Internacional. En ella se trataron tres temas: La Guerra, la Paz, y el Patriotismo. El primero, dedicado a la guerra, estuvo a cargo del Hermano Ch. Richet, profesor de la Facultad de Medicina y futuro Premio Nobel, quien habló de “La Paz armada, el militarismo, la ruina financiera, los horrores de las guerras pasadas y lo que sería la guerra futura”. De España asistió una representación de la logia Redención de Barcelona.

En enero de 1903, tres organismos suizos de Berna, Lausanne y Ginebra, constituían en Neuchâtel (Suiza) una Oficina Internacional de Relaciones Masónicas, a la que el Gran Oriente Español fue el primero en adherirse el mismo mes de enero. Uno de los fines de dicho organismo sería “favorecer el desarrollo de las ideas pacíficas”.

Por su parte, la Gran Logia Catalana-Balear hacía público en su Boletín Oficial de abril de 1903 un decreto dirigido por el Gran Maestre, E. Laban, convocando el día 18 de mayo una tenida magna en celebración del aniversario de la institución del Tribunal de la Paz y Arbitraje de la Haya. En uno de estos trabajos se señala que la Institución del Tribunal de la Paz o Tribunal del Arbitraje era hija de la masonería, puesto “que masones fueron los que concibieron la idea, y masones fueron y son los jueces nombrados para dicho Tribunal”. El Boletín Oficial del Gran Oriente Español, en su número del 17 de abril de 1903 reproducía un documento titulado “La Paz Universal”, tomado de Les Etats-Unis d´Europe, órgano de la Liga Internacional de la Paz y de la Libertad “con el fin de conseguir algún día ver realizada la noble misión que le fue encomendada en la Conferencia de La Haya por los Amigos de la Paz y del Arbitraje universal”.        

El 18 de mayo de 1904 tuvo lugar la Fiesta de la Paz celebrada en París bajo la presidencia de honor de los Hermanos Frederic Passy, miembro del Instituto de Francia, y León Bourgois, ex presidente de la Cámara de los Diputados y del Consejo de Ministros y presidente de la Conferencia de La Haya (quien alcanzaría en 1920, el Premio Nobel de la Paz). La presidencia efectiva correspondió al Hermano Nicol, Venerable de la logia Cosmos de Paris y autor del folleto La Francmasonería y el Arbitraje Internacional. También estuvieron presentes los venerables de las logias de París y sus alrededores, las sociedades Pacifistas y de Arbitraje, la Liga Franco-Italiana y numerosas Asociaciones democráticas.

Igualmente, con motivo del Congreso Internacional masónico de Bruselas se presentó por Lucien Le Foyer, abogado del Tribunal Supremo, un proyecto de resolución sobre “La guerra ruso-japonesa y el Arbitraje Internacional” que empieza manifestando que “los francmasones del mundo entero deploran unánimemente la dolorosa guerra que pone frente a frente, hace dos meses y por un tiempo indeterminado aún, dos poderosos imperios”. Sin buscar responsabilidades, ni lanzar acusaciones, recuerda que la cuestión en litigio era nada menos que la independencia de Manchuria y de Corea. En consecuencia el Congreso invitaba a las potencias masónicas de los diversos países a que influyeran en sus gobiernos “para que recuerden a Rusia y al Japón, potencias firmantes de las Convenciones de La Haya, que los artículos 3º, 7º y 20º de la Convención para el reglamento pacífico de los conflictos internacionales, prevén las intervenciones, la mediación o el arbitraje.

      Los HH:. Henri La Fontaine y Alfred Fried en el Congreso mundial por la paz celebrado en La Haya (1907)

 

Aunque la primera guerra mundial impactó en la conciencia de los masones españoles, la estructural escasez de recursos de la Orden en España, hizo difícil su apoyo efectivo en pro de la paz más allá de manifestaciones testimoniales. Así, el Gran Consejo del Gran Oriente Español, el 4 de octubre de 1914 se adhería a la humanitaria labor de recogida de huérfanos de guerra, llamando la atención de la colectividad masónica al respecto y proponiendo la recaudación de fondos destinados a tal fin, bajo el concepto de “neutralidad humanitaria”. Durante esos años la Masonería española continuó la suscripción a favor de los heridos de la guerra y alivio de los enfermos y necesitados tanto de Francia como de Bélgica. De ella daban puntual cuenta en el Boletín Oficial.

       

Luis Simarro Lacabra (Roma, 1851 - Madrid, 1921) Gran Maestre del Gran Oriente Español

 
       

 

 

Probablemente, uno de los hechos más significativos de la Masonería española con respecto a la Gran Guerra fue la campaña en la que el Gran Maestre del Gran Oriente Español, el Dr. Simarro, estuvo profundamente comprometido. Esta campaña culminó en un manifiesto titulado La Guerra Europea. Palabra de algunos españoles que, en septiembre de 1915, contaba ya con el apoyo de más de setecientos firmantes. El manifiesto en cuestión decía así: «… Deseamos con fervoroso anhelo que la paz futura sirva a las naciones todas de honrada y provechosa enseñanza, y esperamos que el triunfo de la causa que reputamos justa afirmará los valores esenciales con que cada pueblo,  grande o pequeño, débil o fuerte, ha dado vida a la cultura humana, destruirá los fermentos de egoísmo, de dominación y de impúdica violencia, generadores de la catástrofe, y afirmará el cimiento de una nueva hermandad internacional, donde la fuerza cumpla su fin: El de garantizar la razón y la justicia».

Del apoyo que tuvo dicho manifiesto dan prueba algunos de sus firmantes:

         Albornoz, Álvaro de, abogado, escritor, ex-diputado a Cortes.

         Alcalá Galiano, Álvaro, escritor, Madrid.

         Álvarez, Melquíades, catedrático universidad Oviedo, abogado, Diputado a Cortes.

         Aranda, Francisco, catedrático universitario de Zaragoza

         Azaña, Manuel, publicista, abogado, secretario del Ateneo de Madrid.

         Azcárate, Gumersindo de, catedrático de Madrid, Presidente del Instituto de Reformas Sociales.

         “Azorín”, Martínez Ruiz, José, novelista, periodista, diputado a Cortes.

         Barcia Trelles, Augusto, abogado, escritor. Madrid.

         Buen, Odón de, catedrático universidad de Madrid. Ex-senador.  

         Carande, Manuel B., doctor en Filosofía, publicista economista. Madrid.

         Castrovido, Roberto, director del diario de Madrid “El País”. Diputado a Cortes.

         Covián, Manuel, médico de la Beneficencia Municipal. Oviedo

         Dalí, Salvador, notario. Barcelona.

         Dicenta, Joaquín, escritor, dramaturgo. Madrid.

         Falla, Manuel, compositor de Música. Madrid.

         Giner de los Ríos, Hermenegildo, catedrático Instituto de Barcelona, diputado a Cortes.

         Gómez de la Serna, Ramón, escritor. Madrid.

         Granados, Enrique, compositor de música. Barcelona.

         Infante Pérez, Blas, abogado. Sevilla.

         Karr, Carmen, escritora, directora de “Feminal”. Barcelona.

         Lozano “Demófilo”, Fernando, publicista, ex-profesor auxiliar de la universidad de Madrid.

         Machado, Antonio, escritor, catedrático Instituto de Baena.

         Machado, Manuel, archivero-Bibliotecario y arqueólogo, escritor. Madrid.

         Madariaga, Salvador, ingeniero de minas, publicista. Madrid.

         Maeztu, Ramiro de, escritor.

         Marañón, Gregorio, profesor auxiliar universidad de Madrid.

         Martínez Sol, Ramón, periodista, secretario de la Liga Anticlerical Española. Madrid.

         Menéndez Pidal, Ramón, catedrático universidad de Madrid. De la Academia de la Lengua.

         Miró, Joan, publicista. Barcelona.

         Morato, Juan José, escritor, tipógrafo. Madrid.

         Morayta, Miguel, catedrático universidad de Madrid.

         Ortega y Gasset, José, catedrático de la Universidad de Madrid.

         Palacio Valdés, Armando, novelista. Madrid.

         Pérez de Ayala, Ramón, novelista. Madrid.

         Pérez Galdós, Benito, novelista, publicista, ex-diputado a Cortes, de la Real Academia de la Lengua.

         Pey-Ordeix, Segismundo, doctor en Teología, publicista. Madrid.

         Pi Suñer, Augusto, catedrático de la Facultad de Medicina de Barcelona.

         Ríos, Fernando de los, catedrático universidad de Granada.

         Rivas Cherif, Cipriano de, escritor, abogado. Madrid.

         Roso de Luna, Mario, abogado, licenciado en Ciencias, astrónomo. Madrid.

         Sánchez Pizjuan, Francisco, catedrático universidad de Sevilla.

         Simarro, Luis, catedrático universidad de Madrid.

         Tuñón de Lara, Antonio, catedrático del Instituto. Almería.

         Turina, J., compositor de música. Madrid.

         Unamuno, Miguel de, catedrático universidad de Salamanca, novelista, dramaturgo.

         Ureña, Rafael de, catedrático de la universidad de Madrid, de la Academia de la Historia.

         Valle-Inclán, Ramón del, novelista, dramaturgo. Madrid.

         Vives, Amadeo, compositor de Música. Madrid.

         Zabala y Lera, Pío, catedrático universidad de Madrid.

         Zuloaga, Ignacio, pintor.

La relación podría extenderse, pero creemos que la anterior es significativa del poder de convocatoria del Dr. Simarro.

Ante la amenaza de un nuevo conflicto mundial, durante la II República el movimiento masónico pacifista español alcanzó su máximo apogeo. Las dos obediencias masónicas más importantes de España, el Gran Consejo Federal Simbólico del Gran Oriente Español, y la Gran Logia Española, iniciaron así una muy interesante campaña con asociaciones de distinto tipo de variada esfera de actuación. Por ejemplo, el Boletín Mensual de la segunda de estas organizaciones, correspondiente a noviembre –diciembre de 1931, decía que “El conflicto chino-japonés amenaza degenerar en otra guerra que pudiera complicar de nuevo a Europa. De nada han servido los llamamientos de la Sociedad de Naciones” a la reunión en Ginebra de la Conferencia del Desarme. Además sugería una serie de actividades a realizar por las logias como la remisión de telegramas y cartas, colectivas e individuales al Gobierno español, pidiendo que sus delegados en la citada Conferencia abogasen por el desarme. Interesar a los diputados a Cortes de las distintas jurisdicciones para que influyeran cerca del gobierno a favor del desarme. Celebración de actos públicos en pro del desarme. Procurar que las entidades políticas o sociales a las que pertenecieran los masones secundasen la campaña, etc.

Tal vez resulte más sintomático destacar la actitud de la Masonería española ante los conflictos bélicos entre Bolivia y Paraguay, y Perú y Colombia. En el Boletín Oficial del Grande Oriente Español, correspondiente a los meses marzo-junio de 1935, reproducían el siguiente telegrama: “Felicitamos profundamente emocionados a los Supremos Consejos de Paraguay y Bolivia por el término de tan odiosa guerra, haciendo votos por que nunca más se vuelvan a romper los vínculos de paz y amor entre ambos países,  a los que de antiguo nos unen los lazos de fraternidad”.

Por su parte la Gran Logia Española, preocupada por la paz mundial enviaba también a finales de 1935 una Circular dirigida que no era otra cosa sino la reproducción de las resoluciones adoptadas por la Gran Logia de Francia:

“Considerando que la Masonería es una asociación filosófica basada en la tolerancia;

Que toda forma de intolerancia es regresiva;

Que no hay peor manifestación de intolerancia que la guerra;

El Convento de la Gran Logia de Francia ruega a todos los Hermanos, cualquiera sea la obediencia a la cual pertenecen, se opongan por todos los medios de inteligencia y de corazón a las manifestaciones de egoísmo y de odio que ponen en tan grave peligro a las naciones y a la Paz entre los hombres”.

La Gran Logia Española haciendo suyos los acuerdos adoptados por la Gran Logia de Francia en su reunión plenaria del 22 de marzo de 1936, decía así: “El Consejo Federal de la Gran Logia de Francia, vivamente impresionado por los recientes acontecimientos que han llevado la guerra a las puertas de nuestro Continente y que amenazan aún la Paz de Europa y del Mundo... proclama su adhesión indefectible a la Paz Universal, condición primera de la salvaguardia de las patrias y de los Progresos de la Humanidad”.

Extractado de: José Antonio Ferrer Benimeli y Manuel A. de Paz Sánchez, Masonería y pacifismo en la España contemporánea, Zaragoza, 1991, pp.155-176.

 

        
  

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