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LAS MARCAS DE CANTEROS
La necesidad de regular
el ingreso a la profesión para corregir los abusos de personas que
se ponían al frente de las obras sin la cualificación adecuada,
llevó tempranamente al poder público a autorizar a las
corporaciones de oficios el establecimiento de un sistema de
formación y examen. Así por ejemplo, en la reunión de maestros
masones de Regensburg de 1459 se autorizó a las “logias” alemanas
a poner en marcha el Hüttenfürdrung, un sistema de ingreso
y promoción profesional que comprendía los grados de aprendiz,
oficial y maestro. Para aprobar el Fürdrung, el oficial
había de demostrar que poseía la ciencia necesaria para hacer el
alzado de un edificio. Aparentemente, el supuesto “secreto” del
constructor medieval radicaba en el conocimiento de los métodos
geométricos utilizados para trazar los planos de un edificio con
solo la escuadra y el compás partiendo de la “justa medida”. Las
citadas ordenanzas de Regensburg especifican que un maestro
constructor tenía que ser capaz de hacer la elevación a partir del
plano, es decir, proyectar las tres dimensiones de un edificio
partiendo de un segmento unidimensional. Este sencillo principio
ha determinado todo un mundo simbólico en la masonería en virtud
del cual el aprendiz se “desplaza” en la “logia” empleando una
única dimensión o dirección (longitud) de occidente a oriente; el
oficial o compañero construye o se desplaza en las dos direcciones
de la “logia” (longitud y anchura), moviendo sus pasos de
occidente a oriente y de sur a norte. Por último, solo el maestro
puede cerrar, techar o abobedar completamente el edificio al
dominar la tercera dimensión (altura) que comprende, además de los
cuatro puntos cardinales, el cenit y el nadir, lo cual queda
simbolizado por su peculiar desplazamiento en las tres dimensiones
del espacio de la logia.
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Bustos de Peter Parle, maestro de
obras de la catedral de Praga (1340) con su marca de honor en el
pecho. Mateo de Arras, maestro de obras en Praga (1348) con su marca
de honor en el pecho; Anton Pilgram, escultor en la catedral de Viena
(1513), con su marca sobre el dintel de la ventana. Jusquín de
Utrecht, maestro de obras de la catedral de León (1450), con su marca
personal en la frente |
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La circunstancia de que
solo un verdadero maestro pudiera efectuar trazados o planchas
justas y perfectas de la edificación, fue trasladada al simbolismo
de la perfección moral del individuo. Siendo la edificación el
propio Templo interior del Hombre, el maestro constructor
representaba la realización espiritual de quien ha concluido la
edificación de su santuario interior. Es en este sentido como ha
de interpretarse el que solo el maestro masón pueda presentar
verdaderas planchas o trazados, esto es, escribir en el libro de
la vida.
Estas breves
consideraciones son necesarias para entender una parte esencial
del simbolismo de las marcas de cantero que eran otorgadas al
maestro constructor.
A fin de abordar el
complejo panorama de la clasificación de los “signos lapidarios”
grabados en las construcciones de época medieval, proponemos el
siguiente criterio:
Signos lapidarios en
general:
A) Marcas o signos
mágicos, religiosos o conmemorativos. Algunos signos
lapidarios grabados en las construcciones medievales no son marcas
personales del cantero o del taller, sino signos de tipo
religioso, astrológico o mágico que tenían funciones diversas como
las de actuar de reconocimiento para el peregrino, de protección o
conjuro ante las influencias negativas, servir de soportes de
meditación, representar el momento en que se terminó la obra, etc.
Ejemplos de estos signos son la cruz, la esvástica, el sello de
Salomón, el pentalfa, el laberinto, etc.
B).- Marcas del donante.
Dado que algunos signos lapidarios nada tienen que ver con los
útiles de la construcción (por ejemplo, unas tijeras de sastre; un
hacha de leñador, el arpón de pescador, marcas de carácter militar
como la ballesta o la espada, etc) cabe suponer que tales
petroglifos fueran la signatura de una corporación o de un
particular que, habiendo costeado parte de un sillar, columna,
bóveda o de cualquier otra parte de la obra, quería dejar un signo
que recordase su donación.
C) Marcas relativas a
la construcción:
a)
Marcas de
cantería:
1º.- Marcas de las
canteras de procedencia de la piedra. En algunas regiones la
forma especifica de organización del trabajo originó la costumbre
de marcar las piedras en bruto que salían de las canteras para
distinguirlas de las sacadas de otros yacimientos y poder calcular
fielmente su número y precio. Por tanto, estas marcas de los
canteros sacadores (marcas de canteria), no deben ser confundidos
con los signos grabados en la piedra por los maestros canteros que
trabajaban a pie de obra (marcas de canteros).
2º.- Marcas de asiento.
No hay que confundir las “marcas de cantero” en sentido estricto
con las “marcas de asiento” o “marcas de situación”. Frente a la,
en ocasiones, complicada geometría de las marcas de cantero, las
“marcas de asiento” eran cifras o letras de diseño sencillo que
facilitaban el montaje ordenado de los bloques al indicar su lugar
de emplazamiento en las hiladas, en las dovelas de los arcos, etc.
b)
Marcas de cantero:
Las marcas o signaturas
personales o del taller para identificar el trabajo concluido han
sido un sistema universalmente empleado. Las encontramos en todas
las culturas y civilizaciones para identificar la autoría (por
ejemplo, la alfarería), la propiedad del objeto marcado (la
ganadería) o representar las denominadas marcas dinásticas o
signos de familia. El precedente inmediato de las marcas de los
canteros medievales se encuentra en los signos lapidarios romanos
y singularmente en los utilizados durante la Edad Media en
Bizancio. Estas marcas singulares todavía se conservan en la mayor
parte de los edificios del Imperio romano de Oriente; en el teatro
de Nicea, en el de Aezani, el acueducto de Éfeso, en la muralla de
Salónica construido con el expolio de las ruinas de un antiguo,
etc. Igualmente se localizan en las piedras de la cisterna de las
Mil y Una Columnas de Constantinopla, o en Santa Sofía, en San
Sergio, en la iglesia de San Juan, etc. También se han hallado
sobre las caras talladas de piedras destinadas a desaparecer bajo
el revoco o tras el repaso definitivo de los paramentos, lo que
confirma que eran marcas de los canteros para poder ajustar su
salario.
En la Europa medieval,
este fenómeno se generalizó por imitación de los escudos de armas
de las casas nobiliarias (que daría lugar al desarrollo de la
ciencia heráldica), expandiéndose a las corporaciones de oficios
(herreros, armeros, talladores de madera, grabadores, impresores,
fabricantes de papel, pintores, etc).
En función del tema o
motivo de su diseño, las marcas de cantero pueden ser clasificadas
en dos grupos básicos:
1º.- Marcas
biográficas del cantero. Como en el caso anteriormente citado
de las marcas del donante, ciertos signos lapidarios
también podrían hacer alusión a la condición social pasada del
cantero (la ballesta o la espada indicaría la profesión anterior
de soldado; la letra S mayúscula dividida verticalmente por una
línea expresaría un estado anterior de servidumbre), a sus
creencias o devociones (una cruz), a su nombre (en forma de
inicial o monograma), etc.
2º.- Marcas
reticulares de cantero: este tipo de trazado genuinamente
tradicional se basa en la existencia de una plantilla, matriz
geométrica o red fundamental compuesta de diversas figuras
geométricas de la que se sacarían fragmentos o cortes parciales
para configurar las marcas personales de cada cantero. Probada su
existencia en territorios centroeuropeos, su probable existencia
en los reinos hispánicos no ha sido todavía documentada.
Concluida esta
clasificación básica de los signos lapidarios grabados en las
construcciones medievales, conviene dedicar algunas líneas a
aclarar las razones por las que tales marcas de cantero solo
aparecen en algunas piedras de la obra y, por el contrario, están
ausentes en otras. Por lo general, las piedras sin marcar habrían
sido pulidas y talladas por canteros contratados a sueldo fijo y
con un régimen de dedicación exclusiva. Sin embargo, cuando había
que acelerar el ritmo de las obras o era necesario contratar
trabajos de cantería que entrañaban una mayor dificultad o
cualificación, se recurría al destajo. Esta modalidad, común en
toda Europa, recibió en España el nombre de contrato a destajo,
siendo denominados tales canteros como «destajeros». Por
este sistema de trabajo se contrataba eventualmente a más
operarios, aunque también servía para que los propios canteros de
la obra hicieran horas extraordinarias en momentos de necesidad.
De tal manera, terminado el tallado de cada piedra, el cantero
grababa su signo y la Fábrica le pagaba en función de las
marcas contabilizadas. El pago a destajo fue mucho más usual en el
mundo bizantino que en Europa tal y como ya acredita la tarifa de
Diocleciano.
Como es sabido, la obra
capital sobre los signos de cantería es Studien uber Steinmetz-Zeichen
del arquitecto vienés Franz Rziha (Viena, 1883). Tras numerosos
años de investigación y catalogación de unos 9.000 signos
lapidarios en Europa central llegó a la conclusión de que cada uno
de esos signos tenía un centro de simetría que había sido
compuestos a partir de fragmentos de una de las cuatro redes
geométricas o matrices tipos. También pudo probar que cada
red matriz correspondía con el trazado distintivo de cada una de
las grandes logias afiliadas a la Bauhütte. Esa era la
razón de que las marcas de los maestros canteros afiliados a la
misma logia tuvieran un diseño parecido, dado partían de una
matriz geométrica o red fundamental (Steinmetzgrund)
común.
Uno de los documentos más
antiguos que hace referencia a tales marcas o signos de cantero de
la Bauhütte se encuentra en la Hüttenordnung
(Ordenanza de Logia) de Röchlitz de 1462. Allí se menciona la
ceremonia solemne en la que el Maestro transfiere o “comunica” (Hohe
Morgensprache) el “signo” al oficial junto con una serie de
enseñanzas alusivas, advirtiéndole de que carece del derecho a
modificar su signo o a transferirlo a otro cantero.
¿Cuál era la función de
este signo o marca? Por los estatutos de algunas de estas logia,
sabemos que en la ceremonia de iniciación o ingreso al segundo
grado de la jerarquía corporativa, se entregaba al oficial o
compañero, una marca que le servía para firmar las piezas más
importantes y que también podía utilizar como signo de
reconocimiento o de paso en contactos con miembros de logias
afiliadas o durante sus viajes de formación, es decir, los nada
simbólicos tres viajes que, como Wandergeselle, le
imponían sus estatutos.
En cuanto prueba de
reconocimiento o de paso, ello suponía situar y leer
la marca, es decir, explicar su construcción geométrica a partir
de la red fundamental (Steinmetzgrund) y su
significado simbólico en cuanto matriz que compendiaba todos los
esquemas geométricos de la construcción.
Según Franz Rziha, las
características geométricas de las cuatro redes o matrices
fundamentales son:
Marcas
de maestros canteros alemanes deducidas de una matriz ad cuadratum |
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I.- Cuadratura.-
Obtenida por las particiones ortogonales y oblicuas de dos
cuadrados superpuestos en 45º formando un pseudooctógono
estrellado inscripto en el círculo director. Cada cuadrado está
dividido en sesenta y cuatro pequeños cuadrados. Los signos
lapidarios del tipo Cuadratura se otorgaba exclusivamente
en las logias dependientes de la Gran Logia de Estrasburgo.
II. Triangulación.-
Formada por la partición de una red triangular de dos triángulos
equiláteros superpuestos cabeza abajo en forma de exagrama,
inscriptos en el círculo director. Las marcas del tipo
Triangulación eran conferidos solo por las logias que
dependían de la Gan Logia de Colonia.
III. Cuatrifolio.
Partiendo de la red nº I de tipo cuadratura se trazan los
círculos circunscriptos a todos los cuadrados interiores que
resultan de las diferentes operaciones de partición. Los signos
derivados del tipo cuadrilobulado eran conferidos solo por las
logias que dependían de la Grana Logia de Viena.
Marcas
de maestros canteros alemanes deducidas de una matriz ad cuadratum |
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IV. Rosetón
trilobulado. Sobre la red nº II del tipo triangulación
se trazan círculos circunscriptos a todos los triángulos
interiores. Estas marcas lapidarias eran conferidas por la Gran
Logia de Berna y por la Logia de Bohemia (Praga).
Por lo demás,
desconocemos si este método de creación del signo del cantero a
partir de una matriz fundamental estuvo vigente también en los
reinos hispanos. De hecho, el estudio sistemático de tales marcas
en la arquitectura medieval hispana está todavía por hacer. No
obstante, un examen superficial de algunos de los registros de
signos publicados, nos lleva a sospechar tal origen en muchos de
ellos.
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Trazado sobre la red ad triangulum de las marcas de canteros del Libro de Obra y
Fábrica de la catedral de Toledo del año 1463: 1) Pero
Gutierres. 2) Ferrando Alvares. 3) Diego Alfonso. 4) Antón
Martines. 5) Pedro de Utrillo. 6) Lope de Villalobos.
El caprichoso trazado de
la marca nº 6 (nº 4 del documento de la izquierda) de Lope de
Villalobos, con las dos "alitas laterales" es una prueba
definitiva del uso de retículas para deducir las marcas de
canteros |
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Ejemplos de marcas de canteros
en el Libro de Obra y Fábrica de la catedral de Toledo del año
1463 (Archivo de la catedral, signatura OF 779): 1) Marcas de
Diego Alfonso y Pero Gutierres (fol. 267). 2) Marca de Pedro
de Utrillo (fol. 264 vº). 3) Marca de Antón Martínez (271 vº)
y 4) Marcas de Lope de Villalobos y Diego Alfonso (fol 270).
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En definitiva, el estudio y comprensión de tal red proporcionaba
al masón todos los secretos del oficio y, en definitiva, le
ayudaba a levantar y cerrar el más complejo plano de un edificio
con solo la escuadra, el compás partiendo del segmento fijo
llamado “medida adecuada”. Pero además, servía para otorgar signos
distintivos de los maestros de cada taller. Evidentemente, en su
trazado y diseño concretos intervenían criterios estéticos
cargados de simbolismo para cuyo análisis hay que remitirse a los
trabajos de René Guénon.
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Operaciones
de estereotomía sobre red ad cuadratum |
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Extractado de: Javier Alvarado,
Heráldica, simbolismo y usos tradicionales de las corporaciones de
Oficio; las marcas de canteros, Madrid, 2009.
Descargar el libro:
http://www.uned.es/dpto-hdi/profesores/Javier%20Alvarado%20heraldica%20marcas%20canteros.pdf
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