Debemos recordar que la educación separa al hombre libre del esclavo.
Es sumamente urgente comenzar a reconstruir todo el sistema educativo y volver a que nuestra Educación llegue a los niveles de excelencia que tuviera otrora.
Como es dable observar hay que comenzar con la igualdad de posibilidades de acceso a la Educación para todos, absolutamente todos los argentinos. No pensar en la obtención de resultados inmediatos (esa característica tan en boga en la Argentina de hoy) sino que a partir de un mínimo de 20 años se podrán apreciar los beneficios de una política educativa integral y eficiente.
La obligatoriedad de la escolaridad primaria y secundaria debe ser ampliada a todas las provincias (actualmente en la Ciudad de Buenos Aires) y castigado su incumplimiento de acuerdo a la ley.
La ley de financiamiento educativo recientemente enviada al Congreso de la Nación, a pesar de no ser un proyecto perfecto, ofrece un avance que no se veía desde muchas décadas atrás. Lo consideraremos en los puntos siguientes de esta comisión, pero a modo de adelanto consignaremos como destacable la escolarización total a los 5 años, garantizar en todo el país un mínimo de 10 años de escolaridad obligatoria. Se debería contemplar que el máximo de los alumnos posean jornada completa (el proyecto prevé el 30% de los alumnos del EGB).
Esto debe ser así porque está harto demostrado que un niño con deficiencia alimentaría no puede de ninguna forma rendir en la medida de sus posibilidades (de allí la jornada completa que contemple al menos al almuerzo diario).
La universalización de la Educación, de la salud y de la equidad deben ser la base de un proyecto nacional.
Las oportunidades para que nuestros jóvenes puedan estudiar no tienen que depender de “un accidente de nacimiento”.
2.2 La Educación básica y universitaria al servicio de un Proyecto Nacional.
Un estudio reciente, realizado por encargo de la UNESCO, permitió comprobar que existe una relación intima entre los niveles de escolaridad de un país y la tasa de crecimiento de su producto bruto.
Debemos entender y hacer entender a nuestro pueblo y a nuestros dirigentes que la inversión pública en educación se justifica no solo por motivos humanos y culturales, sino también en términos económicos. Estas inversiones presentan una tasa de retorno social altísima, hasta 4 veces superiores a los comunes del sistema económico privado, por lo cual la reconstrucción del sistema educativo será el pilar de cualquier política o estrategia de recuperación nacional.
El Proyecto Nacional debe estar orientado a los estudios científicos y técnicos aprovechando: 1°) nuestra estructura natural y geográfica, estudio y análisis la problemática Forestal, explotación racional del mar, la tecnología aplicada a exportar alimentos y minerales con el mayor valor agregado posible, generación de energía limpia, desarrollo de turismo receptivo de excelencia, investigación minera, etc., y 2°) Investigación y desarrollo de múltiples temas en que los argentinos (a pesar de que son pocos los que tienen la posibilidad de investigar)
se destacan a saber: informática, ingeniería hidráulica, literatura, cine, música, medicina, física, biotecnología, etc.
Se debe contemplar volver a la enseñanza de artes y oficios (carpintería, textil, etc.) que se ha perdido durante los años noventa.
Arbitrar los medios económicos para evitar la fuga de cerebros, que tanto cuestan a nuestra sociedad y son aprovechados por los llamados países centrales.
Otra cuestión a tener en cuenta es la Inversión en Investigación y Desarrollo. No debe ser menos al 2% del PBI, en la UE es del 2%, en USA del 2,6% y en Finlandia 3,5%.
2-3. Provisión de Recursos para la Educación y la Investigación.
Los Recursos para la Educación y la Investigación deben provenir en su mayoría del Estado Nacional. La Ley de financiamiento educativo propone elevar la inversión pública en educación desde el 4% del PBI actual al 6%, que es aun así insuficiente.
La primera cuestión a tener en cuenta es la de mejorar las condiciones laborales y saláriales de los docentes en todos los niveles, jerarquizando la carrera y con un perfeccionamiento continuo y obligatorio, apuntando a la capacitación en idiomas y nuevas tecnologías, adaptando los programas de estudio y actualizarlos de acuerdo a los adelantos científicos y técnicos que se van produciendo. Es necesario también un nuevo empadronamiento de la planta docente en todo el país a efectos de identificar distorsiones por ñoquis, clientelismo político, etc.
Dotar a los docentes de incentivos por presentismo, por capacitación y por buen desempeño.
Debe terminarse con aquellos sacrificios increíbles que soportan alrededor de 6800 docentes en el país que manejan todos los grados en forma personal, cocinan y plantan hortalizas para poder dar de comer a sus alumnos.
Cómo es posible que esos docentes puedan dar todos los niveles primarios. En una primer etapa no debe haber menos de 4 docentes por escuela.
Los recursos que prevé el proyecto que son del 6% del PBI deben llevarse al 8% como mínimo con el objeto de atender adecuadamente al incremento de bienes de capital, becas y material pedagógico sea perecedero o no.
Tendría que estudiarse un régimen impositivo donde las empresas privadas puedan descontar del impuesto a las ganancias o tener menores cargas sociales por los importes que destinen a la estructura educativa, direccionada a áreas que prefije el Estado y que se controle fehacientemente que se cumple con esta premisa.
Se debe alentar y apoyar a las ONG cuyo objeto sea apoyar la educación.
Lamentablemente el nuevo proyecto de ley no contempla mecanismos para garantizar que la “plata llegue” efectivamente donde debe llegar.
Otra cuestión a tener en cuenta es destinar un porcentaje mínimo del 2% a Investigación.
Tomaremos como ejemplo al país N° 1 en educación y Salud que es Finlandia, donde la educación y la salud son prioridades nacionales.
Según el Foro Económico Mundial de Davos, Finlandia es la economía más competitiva del planeta y encabeza el ranking en tecnologías de información y comunicación.
De acuerdo con Transparencia Internacional, también es el país percibido como menos corrupto. Una empresa finlandesa, Nokia, es líder mundial telefonía celular, con 35.000 millones de dólares de venta anuales.
Finlandia no era así. Un país básicamente agricultor sé reinventó a sí mismo en los últimos 35 años. Apostó a desarrollar su capital humano, a la investigación científica y tecnológica, a la cultura, a la igualdad de oportunidades y a la ética.
Construyó un sistema educacional que, al mismo tiempo que totalmente gratuito, es de excelencia. Todos los finlandeses tienen igual acceso a las escuelas y se beca a los estudiantes universitarios. El trabajo de los maestros es jerarquizado por la sociedad y las vocaciones docentes son fuertemente estimuladas. Los municipios apoyan activamente a las escuelas, que tienen una elevada dotación de docentes. Se enfatiza una formación integral.
Todo ello se ha manifestado en resultados concretos. En la última medición internacional de conocimientos de estudiantes de 15 años, Finlandia ocupó el primer lugar. Todos los jóvenes terminan la secundaria y más de la mitad está cursando la universidad. Los finlandeses leen periódicos y extraen libros de las bibliotecas en promedios mayores a los de la gran mayoría de países. Por otra parte, la cobertura total de salud ha logrado algunas de las mejores tasas internacionales de esperanza de vida y de reducción de la mortalidad infantil.
La universalización de la educación, de la salud de alta calidad y de la equidad están en la base de un proyecto nacional que Resalta: “Todos los finlandeses tienen las mismas oportunidades de vida, libertad y felicidad”. Por otra parte destaca que la organización social del país “ha logrado remover de modo efectivo muchas de las causas tangibles de ansiedad” que proliferan en otras sociedades.
La inversión –en gran escala y sostenida– en educación, ciencia y tecnología y salud pública; la equidad y las sabias concertaciones entre Gobierno, empresa privada, organizaciones laborales, sociedad civil y partidos políticos caracterizan al llamado modelo nórdico. Tiene la tasa de mortalidad infantil más baja del planeta –sólo 3 niños de cada 1000 mueren antes de cumplir 5 años de edad– y la red de preescolares con más cobertura del Universo. Los tres países tienen excelentes coeficientes de equidad, y los niveles más altos del mundo de igualdad de género.
Nadie sugiere copiarlos, pero sus ejemplos son referencias muy útiles y sugerentes. Deberían mover a reflexión a una América latina con enorme potencial, pero con serias dificultades para enfrentar los desafíos de la pobreza persistente, de la inclusión social, y de las altas inequidades. Un reciente informe de Naciones Unidas-Cepal sobre la región y las metas del milenio se inicia señalando que “ostenta la lamentable característica de seguir siendo la región más inequitativa del mundo”. Un estudio de CEPAL, IPEA y PNUD concluye que la causa central de la pobreza es la inequidad, y plantea que “los resultados de los esfuerzos por reducir la pobreza han sido desalentadores, en gran medida porque no ha sido posible controlar los elevados niveles de desigualdad de la región”.
A pesar de importantes esfuerzos en educación, las brechas son muy altas. Ya los estudios pioneros del BID (1998) las resaltaban, indicando que el 10% más rico de la población tenía 12 años de escolaridad y el 30% más pobre sólo 5. Se estima que hoy, en el 20% más pobre de la población sólo el 12% de los jóvenes termina la secundaria y sólo el 0,9% la universidad. Los efectos sociales regresivos que esto tiene son muy amplios. Según análisis recientes, con menos de 12 años de escolaridad las personas no tienen “empleabilidad”, y en países como la Argentina y otros las empresas están pidiendo secundaria completa incluso para empleos no calificados. La educación aparece en el país y en el continente como un frente esencial para enfrentar las desigualdades, y para incrementar la productividad y habilitar plenamente a la población para absorber y manejar las nuevas tecnologías, que son base de la competitividad.
Señalando que el gobierno nacional se ha propuesto llevar el presupuesto educativo al 6% del PBI en cinco años, lo que colocaría a la Argentina en el liderazgo regional en este campo crucial, el ministro Filmus, que está llevando adelante impactantes programas de equidad educativa, ha destacado que “de los diez países con mayor calidad en educación, siete no tenían tradición educativa en los años 60. En todas las tasas estaban en un nivel inferior que la Argentina. Son países que han hecho un cambio de modelo, y hoy no sólo tienen mejor calidad que otros desarrollados, sino que son los más igualitarios”. Entre ellos están Canadá, Finlandia, Corea, Irlanda, Malasia, y otros con grandes incrementos de sus inversiones en educación.
El siglo XXI será cada vez más un siglo donde la educación y el conocimiento harán una diferencia fundamental, y el acceso universal a los mismos aparece como esencial para el progreso económico, y la inclusión social. Es necesario concertar esfuerzos colectivos para apoyar la inversión en educación y demostrar, en los hechos, que es realmente prioritaria para nuestras sociedades.