Aldo Lavagnini (Magister)

21.08.2014 09:43

Aldo Luigi Stefano Giusto Lavagnini nació el 29 de febrero de 1896 en Siena (Italia), una ciudad europea de profunda tradición hermética y masónica, la cual puede corroborarse al apreciar su magnífica catedral gótica a la que el escritor perennialista Titus Burckhardt le dedicó una obra completa y donde podemos encontrar un interesante mosaico –¡en el interior de un templo católico!– donde aparece grabada la figura de Hermes Trimegisto, el tres veces grande, pintada magistralmente por Giovanni di Stefano en 1485.

El primer seudónimo literario de Aldo Lavagnini no fue “Magister” sino “Considerator” y con él escribió varios libros sobre astrología que no tienen traducción al castellano: “Manualetto pratico di Astrologia secondo la scienza e la tradizione” (1920), “Corso d’astrologia” (1927), “Trattato pratico di astrologia” (1937) y “Quello dicono gli astri” (1937). Todos estos libros fueron publicados en Italia por la Associazione Eclettica Universale, dirigida por el propio Lavagnini.

En esos tiempos, Italia era gobernada por el Partido Fascista de Benito Mussolini, quien había llegado al poder en 1922 tras la “marcha sobre Roma”. El duce propició una campaña anti-esotérica que ha sido bien estudiada por el francmasón Thomas Dana Lloyd en “Il Tempio assalito” donde relaciona a Aldo Lavagnini con la Orden Martinista, aseverando que “en los años veinte, el martinismo italiano se dividió, después de la muerte de Papus, entre un grupo minoritario liderado por el sardo Vincenzo Soro, que reconoció la “sucesión francesa”, y el grupo de Alessandro Sacchi. El martinismo era un grupo reducido que, al no ser un “rito” latomístico, no formaba parte de la masonería, y sin embargo se consideraba por encima de ésta. No obstante, parece que entre sus miembros hubo varios personajes masónicos como Reghini (hasta 1925), Adolfo Banti, Arturo Chiarappa y Aldo Lavagnini”.

Uno de los referentes del martinismo italiano contemporáneo, Francesco Brunelli “Nebo” (1927-1982) en su estudio sobre “El Martinismo y la Orden Martinista” se refirió a sus Hermanos perseguidos por el régimen, recordando los nombres de “Aldo Lavagnini, Alessandro Sacchi, Adolfo Banti”, destacándolos como “nombres sagrados del Martinismo italiano, de los cuales el recuerdo está vivo en nosotros”.

Mussolini disolvió la masonería italiana en el año 1926 pero luego de esta acción, la persecución prosiguió con las organizaciones consideradas “paramasónicas” y en este sentido, el propio fascismo denunció a Lavagnini y a su organización diciendo que “la relación con corrientes de pensamiento que son perjudiciales para la ideología fascista es un elemento suficiente para atraer la atención
de las autoridades policiales, que apunta sobre todo a la actividad de la “Asociación Ecléctica Universal”, constituida por el “notorio masón y antifascista” Aldo Lavagnini”.

Es posible que la desconfianza del régimen con respecto a Lavagnini no fuera tan sólo por su vinculación con agrupaciones esotéricas e iniciáticas, sino también por su parentesco con Spartaco Lavagnini, un primo suyo afiliado al Partido Comunista de Italia, asesinado en 1921 en unos disturbios en la ciudad de Florencia. Spartaco es reconocido hoy en día como un mártir de la lucha contra el fascismo.
Según relata Antonio Fiori en “La stampa nel Casellario politico centrale”, la policía de Udine confiscó varios bienes y documentos de la “Asociación Ecléctica Universal”, los cuales fueron investigados por la “Direzione generale di pubblica sicurezza” (Dirección General de Seguridad Pública).

Luego de años de persecución, a mediados de los años 30, Lavagnini abandonó el viejo continente y se refugió en México, donde retomó sus actividades y comenzó a publicar sus manuales masónicos en la editorial Cicerón (1937) utilizando un nuevo seudónimo: “Magister”. Su organización italiana “Associazione Eclettica Universale” fue convertida en la “Asociación Biosófica Universal”, la cual –según Dalmor– difundía “la Biosofía o ciencia y filosofía integral de la vida, impartida por los Maestros de la humanidad”, dictando “cursos por correspondencia de metafísica práctica, autocultura, yoga, astrología y temas afines”. Al parecer, el nuevo nombre estaría inspirado en los estudios biosóficos de Frederick Kettner (1886-1957).

La rápida difusión y popularidad de las obras de Magister entre los masones de habla hispana, hizo que el recordado Nicolás Kier, fundador de la editorial argentina homónima, se comunicara con Lavagnini a fin de publicar en Argentina la colección completa de sus escritos masónicos y a partir de 1942 las obras de Lavagnini quedarían indefectible ligadas a este sello editor. Años más tarde, entre 1971 y 1976, Ario Lavagnini Stenius, único hijo y heredero de Magister, cedió finalmente los derechos de las todas obras de la colección “La Masonería revelada” a Kier, según puede leerse en el Boletín Oficial de la República Argentina.

Tal vez, el principal inspirador de los trabajos humanitarios de Aldo Lavagnini haya sido el lingüista polaco Zamenhoff, creador del idioma esperanto. Desde su juventud, Magister trabajó con esmero en la creación de una lengua auxiliar que pudiera ser un medio de comunicación universal. En nuestra obra “El Peregrino de la Rosacruz” (la cual está dedicada en el prólogo a Aldo Lavagnini) decíamos que “a principios del siglo XX se creyó posible que el esperanto pudiera ser una “lengua iniciática”, usada por los discípulos de diversas corrientes espiritualistas para comprenderse entre sí. Existieron proyectos de ritos masónicos y rosacruces usando exclusivamente este idioma. (…) Esta misma idea la manejó (…) el reconocido escritor italiano Aldo Lavagnini (Magister), quien llegó a concebir otra lengua artificial a la que bautizó “Mondi Lingua”, inspirado en las ideas de Zamenhof y que planificó implementar a través de un rito masónico universal y espiritualista”.
Lavagnini trabajó en varias derivaciones del esperanto, entre ellos el “unilingue” (1924), el “monario” (1925), el “mondi lingua” (1939) y una nueva “mondi lingua” (1955), publicando varias obras para su difusión, siendo la primera de todas el “Interlexiko Monario italiano-français, English-Deutsche kum introduxion ba aldo Lavagnini” (1926).

Su convencimiento sobre la necesidad imperiosa de crear una lengua universal era tal que, en 1923, Lavagnini llegó a publicar un suplemento de la popular revista italiana “Mondo Occulto” titulado Eclessi” (Eklexi), el cual estaba escrito en italiano y en “monario”.

En su vida personal, Lavagnini era médico de profesión y estaba especializado en oftalmología. En el Viejo Mundo se casó con Signe Sofia Stenius, de nacionalidad sueca, y tuvo un solo hijo: Ario Alejandro Lavagnini, el mismo que cedió los derechos editoriales a Kier en los años setenta. En un curioso episodio, el hijo de Lavagnini fue interrogado en 1964 por la CIA en el seno de la investigación por la muerte del presidente norteamericano John Fitzerald Kennedy, como consecuencia de su participación en una fiesta privada que compartió con el premio nobel de literatura Octavio Paz, su primera esposa Elena Garro y el presunto asesino del presidente Kennedy, Lee Harvey Oswald. La documentación desclasificada por el gobierno norteamericano con los interrogatorios completos a Octavio Paz y Ario Lavagnini puede leerse en Internet.

Aldo Lavagnini falleció en México el 12 de marzo de 1963 pero su obra, 50 años después, con la ayuda de las nuevas tecnologías, es más leída que nunca. ¿Por qué molesta tanto Lavagnini a los masones positivistas? ¿Por qué se niegan a aceptarlo como Hermano? Sin duda, a los francmasones ateos y agnósticos les fastidia que Lavagnini incorpore elementos espirituales a sus obras pero más les molesta que sus obras sigan siendo tan populares, aún en el interior de una Orden Masónica en crisis que no ha dejado de apostar por la secularización, el laicismo y el trabajo externo, dejando de lado la ascesis alquímica, el pensamiento hermético y la rica herencia de los Maestros del pasado. En estos tiempos finales y acelerados del Kali-Yuga, en esta edad de hierro señalada por las tradiciones de Oriente y Occidente, donde la oscuridad y la confusión lo invaden todo, se hace necesaria la reinvindicación de figuras como Aldo Lavagnini, Federico González, Carlos Raitzin, Antenor dal Monte y sobre todo Fermín Vale Amesti, el venerado maestro de Caracas. Este último, actuando como un verdadero heraldo de una masonería regenerada, brindó en su máxima obra “El Retorno de Henoch” los elementos claves para que la Francmasonería reencuentre su propósito y sea un factor decisivo en la reconstrucción de la sociedad primordial, donde la Belleza, la Bondad, la Justicia y la Verdad dejen de ser conceptos abstractos para convertirse en el eje de un mundo nuevo y mejor.


A propósito de Vale Amesti, concluimos este breve artículo biográfico con una frase de su autoría, que describe la actual situación de la Orden Masónica: “Desafortunadamente, la mayoría de los masones especulativos permanece en una especie de limbo rutinario enceguecedor que no les permite ni siquiera sospechar la profundidad y trascendencia de un Conocimiento que, para ellos, no va más allá de un simple “moralismo”, algunas prácticas humanitarias de muy poco alcance y una “fraternidad” de convivio. Suelen “vegetar” en la Orden, girando en círculos como la noria, rumiando ideas profanas que caducaron hace varios siglos, o tratando de implementar actividades de orden profano e intrascendente. ¡Qué pobre y banalizado concepto del que realmente constituye la verdadera Masonería Tradicional!”.

Phileas del Montesexto

Fuente: http://phileasdelmontesexto.com/autor.html

 

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