Confederación Interamericana de Masonería Simbólica
Construcción de la Paz en nuestra Sociedad
La sociedad actual ha alcanzado un grado de complejidad como nunca antes. Inmersa en este contexto, la masonería, siguiendo su vocación tradicional de conciencia ética y moral, y en tanto observador atento y reflexivo, intenta ser un actor humanista y social, de manera de convertir la idea en acción, llevando a la sociedad lo mejor de sus principios y valores.
Es un lugar común que cuando hablamos de paz, pensemos en la guerra. Sin embargo, paz no es solo ausencia de guerra, sino que es esencialmente resolver las discrepancias y los conflictos, utilizando la inteligencia, el dialogo y la negociación; y esto crea las condiciones necesarias para el desarrollo de la Libertad, de la Justicia y de la Democracia.
La paz está en el individuo, en el autoconocimiento y en la capacidad y posibilidad de modificar sus conductas. La construcción de la paz es algo permanente, y se debe comenzar por generar los factores que la fomentan desde la propia niñez, de manera de educar a las futuras generaciones en el camino de la tolerancia, la armonía y el orden.
Aprender a respetar las peculiaridades de toda persona, mostrar siempre el valor y la utilidad de la diversidad y corregir toda manifestación discriminatoria, son aspectos esenciales para el aprendizaje y evolución de nuestra especie.
El ser humano genera la violencia en sí mismo, y la proyecta hacia el mundo exterior, y esa proyección crea una cultura de la agresión y de la violencia, que sólo podemos combatirla educando para la paz, y promoviendo una cultura de paz que abarque al individuo en su riqueza interior, a la familia, a la educación en todos sus ámbitos para abarcar finalmente a toda la sociedad.
La libertad, la responsabilidad y el respeto hacia los demás son condiciones indispensables para la búsqueda de la paz, porque fomentan la igualdad entre todos los seres humanos: en una sociedad donde haya opresión, sea espiritual, política o social, donde no se respete el derecho de las minorías, no se crean las condiciones favorables a la existencia de la paz en la misma.
Por esta razón, se hace imprescindible educar en valores tales como la Tolerancia, la Solidaridad, la Justicia y la Equidad.
Un rol esencial es fomentar los ideales y las instituciones laicas, de forma tal que los fanatismos no invadan el espacio público. La Laicidad debe ser un valor promovido desde la educación hacia todos los ámbitos sociales, de manera tal que se respete el ámbito privado de las concepciones metafísicas de cada uno. Esto también genera la paz en una sociedad. A su vez, el Estado no puede ser prescindente, y debe jugar un activo rol, tanto en defender la existencia del espacio privado de cada uno de que sus creencias sean respetadas, como defender el espacio público de verse invadido por toda idea o creencia particular en detrimento de otras.
La masonería debe jugar un rol activo en el fomento de la paz. Para ello es estratégico formar ciudadanos comprometidos con la Tolerancia y con la Libertad Absoluta de Conciencia. La construcción social de la Tolerancia significa el destierro de las actitudes violentas, tanto como luchar por un sistema político y social justo, basado en un marco constitucional democrático y republicano, donde haya igualdad de oportunidades para todos, teniendo en cuenta el interés general de la sociedad.
Por ello, al tiempo declara su preocupación en el marco de nuestro continente, pero también en el campo internacional, por el excesivo tráfico de armamentos – muchas veces ilegales – y el aumento de las compras por parte de los Estados. En particular en nuestro continente – muchas veces la historia lo ha demostrado – las carreras armamentísticas y los conflictos armados, solo han servido para disfrazar y/o canalizar hacia absurdas confrontaciones las tensiones sociales internas, producidas esencialmente por las necesidades insatisfechas de los pueblos y los malos gobiernos, muchas veces opresivos y tiránicos, y no las defensas de sus legítimas soberanías. En este sentido, ahora, nuestras sociedades deben poner en tensión su vigilancia, y evitar las confrontaciones entre pueblos hermanos, que solo puede traer más sufrimientos a los mismos, exigiendo que las controversias se resuelvan en el terreno de las negociaciones pacíficas, y no en el campo de la confrontación bélica. En este sentido, sería de la más alta importancia geopolítica, la creación de un verdadero Observatorio de la Paz continental, donde personalidades relevantes de los diversos quehaceres humanos puedan trabajar para prevenir el resurgimiento de conflictos.