INFORME DE SINTESIS DEL TEMA LAICIDAD
Aprobado en la Sesión Plenaria del 15 de diciembre de 2012
“La responsabilidad del Estado en la defensa de la Laicidad”
El Estado laico es la manifestación del concepto de laicidad, o “ágora”, o espacio, en el que todas las voces tienen la posibilidad de expresarse en igualdad de condiciones, sin que ninguna concepción religiosa, política, o filosófica, reciba favoritismo de ninguna naturaleza.
Laico proviene del griego, “laos” (pueblo). “Laikos“, significa que pertenece al pueblo en general y no a un grupo en particular. Siendo en sus orígenes ideada para expresar independencia de organizaciones o confesiones religiosas, fue extendida luego a la independencia de ideas políticas y filosóficas. En esta concepción republicana, ninguna persona, grupo, o aún el propio Estado, tiene derecho a ejercer “dominación” sobre la sociedad en su conjunto y sobre cada uno de sus integrantes; es la consagración del principio de igualdad ante la ley.
La laicidad es un concepto político, una manera de pensar la asociación política y social que permite a las sociedades entenderse en este contexto más allá de los planos privados e íntimos de los individuos. Por este motivo el Estado Laico debe ser garante del desarrollo pleno del ser humano; para que todos y cada uno puedan crecer y desarrollarse acorde a sus ideas y opciones, siempre dentro de un cuadro de convivencia tolerante. Los dogmas, sean de cualquier signo, consolidan la ignorancia. Y esta esclaviza al Hombre, cegándolo, inutilizándolo como ser pensante.
El Estado uruguayo es laico desde la Constitución de 1918, momento en que definitivamente se separa al Estado de la Iglesia Católica, poniendo fin a un largo proceso de secularización que se inició a partir de 1813 en la concepción republicana Artiguista.
Nuestra Constitución establece en diversos artículos la acción y responsabilidad del Estado en cuanto a las diferentes libertades de los ciudadanos que componen e integran nuestra República; en particular su artículo 5 establece que “el Estado no sostiene religión alguna“, es decir, establece la libertad de cultos religiosos y que los ciudadanos cultiven la virtud cívica
Responsabilidad del Estado
La educación laica es capaz de generar ciudadanos responsables, que sean arquitectos de su propio destino. La educación concebida en estos términos de tolerancia favorece la duda y hace posible el pensamiento reflexivo y el juicio crítico.
La laicidad en la educación es condición indispensable para la libertad, asegurarla es deber del Estado y esto no puede ser posible sin ciudadanos comprometidos con los ideales laicos. Es a través de la educación que se formarán las futuras generaciones de ciudadanos. Nuestro compromiso debe ser con ellos y con la lucha para preservar el estado republicano laico, pues solamente a través de educación podremos llegar al conocimiento y a la práctica de la libertad de conciencia y del libre albedrío.
El deterioro progresivo de la educación pública deja espacios para el crecimiento de las instituciones privadas muchas de las cuales al no tener el contralor efectivo del Estado vulneran la libertad de conciencia de sus educandos. La carencia de un cuerpo normativo, de procedimientos y de controles por parte de las instituciones estatales incrementa la vulnerabilidad de los educandos.
El estado tiene la institucionalidad, a través del gobierno, para llevar a los hechos la promoción y cumplimiento de la laicidad. Pero, somos nosotros como ciudadanos quienes debemos controlar y estar atentos para que ello ocurra. Es deseable que todos los ciudadanos en pleno uso de su libertad estén comprometidos en la defensa de la Laicidad y con el destino de la comunidad, que construyan instituciones que regulen y que no dejen todo librado a la voluntad y suerte de un gobierno; siendo ciudadanos activos y no simplemente observadores pasivos.
El Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay, como institución masónica, promueve y trasmite a sus miembros, en el ejercicio de su libre albedrio, el compromiso de hacer brillar en el mundo profano las luces que iluminan nuestro Templo, principios tales como libertad, igualdad, fraternidad y tolerancia que garantizan la absoluta libertad de conciencia.
En la coyuntura crítica del mundo actual se cuestiona al Estado laico y al concepto de libertad de conciencia, creando conceptos artificiales como la “conciencia institucional” como lo hace la Iglesia Católica y el Estado Vaticano desde hace algunas décadas.
Consideramos importante la creación de instituciones que haga las veces de “defensores del pueblo” u ombudsman, de forma de garantizar la defensa y promoción de los valores y principios laicos, las cuales posean independencia administrativa y financiera así como competencia en todos los asuntos relacionados con la libertad política, filosófica y religiosa.
A modo de conclusión, la laicidad es garantía de paz, tolerancia, libertad y racionalidad en el debate.
La defensa de la laicidad debe ser la expresión del bien común o bien general a todos los ciudadanos que precien la libertad y el respeto por el derecho del otro, pues cada uno de nosotros puede ser en cualquier momento vulnerado en sus derechos, sean los mismos políticos, religiosos, culturales o filosóficos.
Quienes formamos parte del Gran Oriente de la Franc-Masonería del Uruguay, que representa la tradición masónica liberal, republicana y adogmática, somos conscientes de nuestro compromiso en la defensa de estos principios desde el mismo día de ingreso “sin esperar otra recompensa, que la paz de nuestra propia conciencia“.
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