VII
Gran Asamblea del GOFMU
Tema laicidad
"Un
ciudadano no nace, se hace. ¿Qué condiciones son necesarias para ello? La
importancia de los valores morales en la construcción cívica"
(síntesis)
Los
ciudadanos viven su época, circunstancias y lugar determinados. Estos factores
condicionan la variabilidad del concepto. Cada sociedad moldea de acuerdo a sus
propios valores los acuerdos mínimos y necesarios para posibilitar la
convivencia.
Un ciudadano de este tiempo, es alguien que consciente de sus derechos y deberes
ha aprendido a convivir con sus semejantes y es capaz de sacrificarse por ellos.
La ciudadanía es un mínimo de humanidad compartida.
El hombre es un ser en continua auto y co-construcción, el cual, situado como
ciudadano y perteneciendo a una sociedad y a una cultura, se autorregula
mediante normas que establecen sus derechos y obligaciones. Este “sujeto de
derecho y obligaciones” debe desarrollar actitudes éticas como la participación,
la responsabilidad y el compromiso para lograr un desempeño ciudadano que le
permita vivir con dignidad y convivir en forma armónica.
El sistema democrático tiene su fundamento en la creación de un escenario cívico
donde las personas puedan convivir y desarrollar su propia vida en condiciones
de autonomía, en el ejercicio pleno de derechos y obligaciones, vida enmarcada
en libertades fundamentales –que surgen del discurso de los Derechos Humanos-
que son recogidas por los marcos jurídicos nacionales.
Las actuales características del mundo globalizado hacen surgir la necesidad
responsable de afianzar la construcción autónoma de la identidad personal y
ciudadana en el proceso de una interacción social multicultural y de un
pluralismo creciente.
Hoy día, la ciudadanía consiste esencialmente en asegurar que cada cual sea
tratado como miembro pleno de una sociedad de iguales. Según este concepto, la
ciudadanía implica un estado democrático que garantice los derechos civiles,
políticos y sociales a todos los individuos más allá de su condición, como así
mismo implica el cumplimiento de sus deberes.
Sin embargo, la democracia no nace espontáneamente sino que como estilo y forma
de vida se debe forjar en la cotidianeidad, y en esta tarea tiene una
participación esencial, una educación social familiar y escolar que se base en
la doctrina de la laicidad para que despierte en las futuras generaciones la
confianza en la razón, el amor a la libertad, y el sentido de la solidaridad,
todo en el marco del pluralismo de ideas y en la participación activa en la vida
cívica. Así concebido, el ejercicio de la ciudadanía posibilita una revolución
social permanente.
Por lo tanto, el ser humano nace con el derecho de transformarse en ciudadano,
esto es, de ejercer la ciudadanía. Pero para ello debe educarse, debe
construirse a sí mismo en condiciones favorables, en forma libre, para llegar a
ser soberano de su propio destino.
El ciudadano es hijo y hacedor de la democracia, teniendo en cuenta que ésta es
ideal, por tanto permanentemente perfectible. De ahí la importancia de la
construcción cívica.
El pedagogo compatriota del Siglo 19, QHJosé Pedro Varela lo expresó
claramente: “La Educación difundida en todas las clases sociales ilumina la
conciencia oscurecida del pueblo, y prepara al niño para ser hombre y al hombre
para ser ciudadano”.
Los valores cívicos que las sociedades democráticas han aprendido a través de
siglos de historia, marcados por conflictos y barbaries, son fundamentalmente la
libertad, la igualdad, la solidaridad, la tolerancia activa y la actitud
dialógica. Estos valores deben sustentar todo avance científico y tecnológico.
Por esa razón es que el resurgimiento de la ética aporta en cuanto a que la
direccionalidad de cada nuevo descubrimiento de la ciencia no desvíe de la
igualdad a la desigualdad, de la libertad hacia la opresión, de la inclusión a
la exclusión social.
La educación laica debe afirmar este acervo axiológico social para que las
opciones humanas sociales sirvan a los intereses de la humanidad. Es a partir de
la igualdad y de la relación entre derechos y deberes que surge la Justicia,
valor moral central de la vida en sociedad y de la vida individual.
La educación uruguaya, gratuita, laica y obligatoria, genera y promueve la
construcción y expresión del libre pensamiento, porque tan importante es impedir
la imposición a otros de las ideas que se estima superiores como fortalecer el
pensamiento crítico del educando, desarrollar la tolerancia y a través de ella,
la convivencia de distintas formas de interpretar la realidad.
Un ciudadano instruido, bien formado, nunca será un esclavo de los miedos, no
podrá ser llevado como cordero, arrastrado por las masas, sino que respeta la
individualidad.
Es necesario que el Masón de nuestros días sea un activo contribuyente al
proceso de construcción y reconstrucción de ciudadanía democrática.
El Il.·. Hno.·. Oswald Wirth señalaba a fines del siglo XIX “la Francmasonería…
tiene por misión preparar a sus adeptos para una verdadera realeza: la del
ciudadano, soberano en el Estado moderno”.
Documento aprobado por la VII Gran Asamblea del GOFMU el 10 y 11 de diciembre de 2004.
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