Historia

Para constituir una Gran Logia como poder masónico autónomo, la tradición y reglamentos usualmente compartidos en diversas naciones exigen que deban existir, a lo menos, tres logias formalmente constituidas en el territorio.

Para el año 1862 ya existían cuatro logias exclusivamente nacionales funcionando en idioma castellano en el país, a saber: Unión Fraternal, dirigida por Manuel De Lima en Valparaíso;Aurora de Chile, dirigida por Enrique Pastor en Concepción; Orden y Libertad, dirigida por Guillermo Gotschalk en Copiapó; y Progreso, dirigida por Blas Cuevas en Valparaíso. Sobre esta base, ya era posible concretar el plan. Luego de múltiples gestiones y tentativas, tanto a nivel nacional como en el exterior, por fin se pudo concordar el día 29 de abril de 1862, en una asamblea integrada por las logias de Valparaíso, Copiapó y Concepción, la formación de la Gran Logia de Chile.El día 24 de mayo se efectúa la elección de la primera oficialidad de esta Gran Logia de Chile, cuyo detalle es el siguiente: "Venerable Gran Maestro: Juan de Dios Arlegui Gorbea Gran Diputado: Melitón Caso Primer Gran Vigilante: Fco. Javier Villanueva Segundo Gran Vigilante: Manuel De Lima Gran Secretario: A. M. Medina Gran Orador: M. C. de Sarratea Gran Tesorero: Pedro Gudde". El día 24 de mayo de 1862 se instala solemnemente al primer Gran Maestro.

Distinción que recayó en el ciudadano Juan de Dios Arlegui Gorbea, quien provenía de una familia tradicional y católica que contaba en el clero con un tío obispo, José Santiago Rodríguez Zorrilla, y un tío abuelo canónigo, Juan de Dios Arlegui Rodríguez. La influencia católica también la había recibido por parte de sus preceptores. Pasó algunos años estudiando teología en el Seminario Conciliar, donde recibió lecciones del prelado don José Hipólito Salas y Toro, del teólogo don Justo Donoso Vivanco, además del presbítero argentino Manuel Castro y Barros. No obstante esta poderosa influencia religiosa, Juan de Dios Arlegui, sin enemistarse con sus familiares y maestros, supo descubrir su destino que lo llevaría a liderar un movimiento intelectual de inspiración racionalista, muy progresista para su época.

Luego del seminario Conciliar pasó a estudiar en el Instituto Nacional, bajo el rectorado de don Antonio Varas De la Barra, donde recibió lecciones del sociólogo, político y educador José Victorino Lastarria Santander.

Titulado de abogado el 7 de noviembre de 1848, Juan de Dios Arlegui Gorbea se instaló en Valparaíso para ejercer su profesión, conquistando ahí la honrosa reputación de Jurisconsulto. Fue además diputado y senador, representando siempre la corriente de avanzada y colaborando en varios proyectos de positivo beneficio nacional. Durante una década dirigió los destinos de la Gran Logia, periodo en el cual se fundaron en Santiago las logias Justicia y Libertad Nº 5, Deber y Constancia Nº 7 y Verdad Nº 10.

A estos nuevos talleres fueron ingresando destacadas personalidades de la época tales como: Eduardo De la Barra, Guillermo y Manuel Antonio Matta Goyenechea, Miguel Santamaría, Juan Agustín Palazuelos Ramírez, Pedro León Gallo Goyenechea, Juan Nepomuceno Espejo Bravo, Diego Barros Arana, Ramón Allende Padín, Alejo Palma Guzmán, Francisco Gandarillas Luco, José Francisco Vergara Echevers, Enrique Mac-Iver Rodríguez, Germán Tenderini y Vacca, Aníbal Pinto Garmendia, Andrés y Jacinto Chacón, Juan Williams Rebolledo, Justo y Juan Domingo Arteaga Alenparte, Marcial Gatica, José Tomás Urmeneta, Juan Enrique Lagarrigue,Manuel Carrera Pinto, Emilio Orrego Luco, Francisco Santa Cruz y tantos otros no menos inquietos de las más variadas edades y profesiones.

Fue interesante en aquella época la prolongación de las logias masónicas al campo de la política, a través de la inauguración de agrupaciones denominadas Clubes de la Reforma, que funcionaron en Santiago y otras provincias del país desde el año 1868 hasta 1871.

Estos clubes eran verdaderos cenáculos en los cuales se debatía la mayoría de las transformaciones ideológicas, sociales y educacionales que la sociedad estaba necesitando y muchas de las cuales ingresaron en la reforma constitucional del gobierno de Federico Errázuriz Zañartu.Otros de estos planteamientos fueron consagrados en el texto de la Carta Fundamental de 1925.

Después de la creación de la logia Verdad en 1872 –la décima dependiente de la Gran Logia de Chile–, se fueron fundando por todo el territorio nacional una importante cantidad de talleres masónicos, a los cuales ingresaron influyentes personalidades del ámbito social, empresarial y educacional de cada ciudad.

En 1862 la Gran Logia de Chile fue reconocida por la Gran Logia de Massachusetts, es decir, el mismo año de su fundación, y al año siguiente obtendría el reconocimiento por parte de la Gran Logia del distrito de Columbia.

En 1864, cuando los problemas causados por Napoleón III en la masonería francesa ya se habían superado, se obtuvo el reconocimiento oficial por parte de la Gran Logia Central de Francia. En 1862 se promulga la primera Costitución con el nombre de Estatutos de la Orden Masónica en Chile.

Hacia el año 1912, por acuerdo de la Asamblea de la Gran Logia de Chile, se funden la Constitución y los estatutos generales para dar origen a la Constitución Masónica definitiva,la cual ha experimentado reformas en los años: 1921, 1930, 1938, 1955, 1971, 1978 y 1984.

En un comienzo, la Gran Logia de Chile regía tanto la masonería simbólica como la filosófica. A finales del siglo XIX, Eduardo De la Barra estableció, mediante cartas patentes concedidas en Argentina, un Supremo Consejo del grado 33 para administrar los grados filosóficos, mientras que la Gran Logia ejercía la jurisdicción en los talleres simbólicos.

La sede de la Gran Logia de Chile estuvo en Valparaíso desde su fundación hasta 1906,cuando se produjo el devastador terremoto que averió muy severamente la casa masónica, tras lo cual se trasladó a Santiago. En la capital se instaló en pleno centro, en la desaparecida galería San Carlos, donde trabajaron logias como: Deber y Constancia Nº 7, Aurora de Italia Nº 24, Verdad Nº 10, Franklin Nº 27 y la porteña Unión Fraternal Nº 1, que por esos años se estaba trasladando.

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