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Defender la Libertad de Expresión

En columna publicada en El Mercurio de este domingo 25 de enero, el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Luis Riveros Cornejo,  se refiere a la libertad de expresión. Reproducimos a continuación el texto íntegro, publicado en la página D12.

"El atentado terrorista contra la revista Charlie Hebdo ha provocado una positiva reflexión sobre los alcances de la libertad de expresión en la sociedad actual. En medio de un generalizado rechazo, hay quienes han sido menos críticos sobre este “golpe de vuelta” fundamentalista, considerando que el humos de la revista habría ofendido las creencias del pueblo musulmán. Otros apoyamos más firmemente la pura libre expresión, condenando el acto de manera absoluta. Y entonces ha vuelto a surgir, como tantas veces a lo largo de la historia, el debate sobre posibles límites a la libertad humana para enunciar ideas.

La libertad de expresión es un derecho humano esencial, manifestación en el espacio público del libre pensamiento. Un derecho de primera generación, inscrito en principios defendidos ardientemente desde fines del siglo XVIII y que se expresan en las libertades de asociación, de expresión y de conciencia, todas manifestaciones humanas de carácter superior. Aunque en muchas partes del orbe aún subsiste la violación explícita de estos derechos fundamentales, la condena a lo mismo ha sido creciente y efectiva, indicando que el avance hacia una sociedad inspirada en el humanismo promueve el respeto por el ser humano como un fin y no solo como un medio.

John Stuart Mill fue un arduo defensor de la libre expresión “sin dañar a otros”, pensando que el ejercicio no debería afectar a otros derechos humanos esenciales. El punto tras esta mirada es determinar cuáles son aquellos aspectos en que una limitación debería imponerse formalmente, y cuáles aquellos otros en que la restricción debería radicar en una norma tácita de buena convivencia. Las manifestaciones contrarias al orden jurídico y político, por ejemplo, o la esencia democrática a un Estado, deben subordinarse a un orden protegido legalmente. Expresiones contra los valores nacionales y los derechos establecidos, como bienes públicos  que son, deben ser resguardados de expresiones y acciones contrarias a través de normas socialmente  consensuadas.

El pensamiento religioso, sin embargo, no es un asunto de Estado, en la medida en que exista separación Iglesia – Estado, por lo que la divulgación contraria a los símbolos o creencias religiosas no puede considerarse per se un delito. Es sin duda una falta ética, una irrespetuosidad que afecta el ámbito íntimo de las personas que profesan una cierta fe y que debe ser respetado sobre la base de una buena convivencia social. La ciudadanía debe saber que, frente a los ataques antirreligiosos, tiene derecho al silencio, la indiferencia o la crítica.

“No comparto lo que dices, pero defendería hasta la muerte tu derecho a decirlo”, es una expresión de Voltaire aludiendo a la tolerancia como factor inherente a la libertada de expresión. El ejercicio de la misma presupone la capacidad de escuchar y discernir sobre la relevancia  de lo dicho: es decir, requiere tolerancia y eso, a su vez, necesita de una buena educación y una propicia formación cívica. Los postulados antidemocráticos y los religiosos fundamentalistas cercenan la cultura, defienden la represión  política  y la censura contra las ideas y la educación, así atentado contra la libertad y el espíritu humano. Mayores  espacios de encuentro detienen la marcha hacia la intolerancia  que se insinúa también entre nosotros.

Una normativa transparente, una cultura de respeto y una educación enmarcada en el humanismo y la inteligencia son los pilares con que la sociedad debe defender una auténtica libertad de expresión.

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