Noticias

Luis Riveros Inaugura Año Académico

Invitado por la Universidad Técnica Federico Santa María, sede Concepción, el Gran Maestro de la Gran Logia de Chile Luis Riveros Cornejo, se refirió a los desafíos que en materia de educación técnica tiene por delante el país. A continuación reproducimos una entrevista que entregó al portal de noticias de dicha Universidad en el marco de su visita. 

"Una reforma universitaria para Chile”, fue el nombre de la clase dictada en la Universidad Técnica Federico Santa María, Sede Concepción, por el destacado historiador y Magíster en Ciencias con Mención en Economía Luis Riveros Cornejo.

El experto, quien valoró la invitación de la USM por ser la primera Universidad Técnica del país, dijo que una reforma universitaria debe fundamentarse en la formación de personas.

A la actividad asistieron directivos de la Sede; jefes de carrera, de área y docentes; integrantes de la Federación de Estudiantes y alumnos de primer año; directores de departamentos de educación municipal y de establecimientos educacionales, además del Rector de Inaf e invitados especiales.

Antes de efectuar su presentación, Riveros profundizó en algunas temáticas de interés para la USM Concepción.

¿Cómo tomó el hecho de que la USM Concepción le invitara a iniciar el año académico?

Es una invitación que me honra mucho. La Universidad Técnica Federico Santa María es una institución de enorme prestigio del sistema tradicional chileno y yo siempre he destacado que en realidad fue la primera universidad técnica, universidad técnica que fue bastante -yo diría- temprana, porque la otra universidad técnica entonces fue del Estado, en los años ’40, claro, surgió en medio del esfuerzo chileno por la industrialización, con posterioridad a la crisis económica de los años ’30. Pero esta universidad técnica antecedió eso y entonces muestra un espíritu visionario de su fundador, de quienes crearon la idea, porque bien podrían haber pensado una universidad más humanista, que replicara un poco lo que ya había, como la Universidad de Concepción, la Universidad de Chile y la Católica, pero enfatizaron el tema técnico, la formación de personal técnico de alto nivel y creo que eso fue muy visionario, porque eso le dio un fundamento a lo que posteriormente se tradujo en la formación de la Universidad Técnica del Estado que ya era nacional, era de otro carácter, naturalmente, pero creo que esta Universidad ha conservado ese mandato, esa misión fundacional y creo que lo ha cumplido con creces. Es una universidad de mucho prestigio y que ya tiene una dilatada existencia.

¿Cómo ve usted que la educación técnica está presente, o ausente, de la gran reforma educacional que está viviendo nuestro país?

Bueno, yo no estoy seguro que estemos viviendo una gran reforma educacional. Estamos viviendo algunos cambios en los aspectos financieros y administrativos de la educación básica y media, pero creo que una gran reforma educacional tendría que abordar el tema de contenidos y enfoques de la educación básica y media, tendría que aumentar a cien por ciento la cobertura de la educación preescolar, donde estamos fallando y todos sabemos que ahí “se decide el resto del partido”.

Tendría que enfocar el tema de la educación técnica que ha venido siendo pospuesta por mucho tiempo y obviamente que requerimos redefinirla, remodelarla, ponerla en la perspectiva que tiene hoy día y que tienen los países avanzados. Ciertamente, una educación que debería redefinir la estrategia de formación de profesores, porque creo que ahí tenemos una falla sustantiva en el sistema, como un todo, y eso naturalmente que está dañando la posibilidad de mejorar currículo, de mejorar enseñanza. Entonces a mí me parece que estos temas tan fundamentales no se están discutiendo y en el caso de la educación superior me parece que tampoco se está discutiendo el mejoramiento de las reglas. Creo que las reglas son muy superficiales, son muy generales.

¿En qué sentido las reglas?

En el sentido de que estamos permitiendo que cualquiera entidad pueda ser universidad, en el sentido que hay una acreditación que creo que con este criterio punitivo no funciona. No hay un criterio más constructivo de acompañamiento. Me parece a mí que las universidades tienen problemas para poder financiar algo que es esencial del trabajo universitario que es la investigación. Yo soy de los convencidos de que no hay universidad sin investigación. Lo otro podrá ser un college o podrá ser alguna entidad parecida a una universidad, pero no es una universidad, entonces creo que cuando hablamos de una gran reforma debiera enfocarse en estos temas sustantivos y me parece que nos hemos ido por el margen y espero que en el caso de la educación superior no nos vayamos por el margen, porque se pueden hacer cosas que pueden ser vistas como muy populares, muy interesantes, que tienen buen “look” político, pero que no tienen esencialmente un resultado en materia de los resultados educacionales.

Y en los ámbitos de la educación técnica, qué aspectos piensa usted que debieran ser abordados, que debieran considerarse, viendo que es bastante desproporcionada la cantidad de profesionales versus la cantidad de técnicos que hay. Esto se viene conversando hace bastantes años, pero en realidad no hay mano firme en ese tema.

No se ha corregido porque yo creo, yo tengo la personal inspiración de que esto requiere una acción mucho más decidida del estado y este impulso debe venir por la educación técnica media, porque ahí es donde se origina esto. No sacamos nada con crear nuevos CFT (centros de formación técnica) si no hemos hecho una inversión significativa en la educación técnica media, tanto para niños y niñas. Creo que eso no se ha definido, porque tampoco se trata de crear una educación técnica a ciegas, hay que tener claro en qué líneas queremos formarlos. A mí me parece que es evidente que tenemos que formarlos en líneas que tienen que ver con líneas productivas del país y con aquella que queremos desarrollar hacia futuro. Ahora, el gran problema es que el país tampoco tiene un plan de desarrollo a futuro. No sabemos qué vamos a hacer cuando se nos termine el cobre o cuando se acabe el mercado para el cobre, entonces lo digo porque en gran parte el problema que se enfrentó en los años ’30 fue el mismo: se acabó el salitre y ahí empezamos a buscar nuevas formas de hacer las cosas y nos dimos cuenta de que había déficit de técnicos para hacerlo. Creo que hay que adelantarse a esos escenarios, entonces me parece que el diseño de una educación técnica media fuerte con especializaciones que estén vinculadas al desarrollo económico regional sobre todo, porque no es lo mismo formar un niño técnico en Antofagasta que en Puerto Montt; entonces tenemos que crear un sistema que se retroalimente y que además retroalimente hacia arriba a un sistema de educación superior.

Yo simpatizo mucho con la idea de terminar con los institutos profesionales versus los centros de formación técnica, porque esa línea divisoria entre ambos nunca me quedó tan clara, como al mismo tempo la línea divisoria entre institutos y universidades; entonces, hay muchos institutos que quieren parecer universidades y muchos centros de formación técnica quieren parecer institutos. A mí me parece que hay que crear una sola entidad, que sean institutos politécnicos y que estén en la línea de formar especializaciones de nivel medio y que restauren un equilibrio en materia de la formación superior. El país no puede seguir teniendo mil 200 periodistas al año y algo así de abogados y de ingenieros comerciales. Creo que el país debiese tener más técnicos en muchas áreas y materias que al país le importan, incluyendo la minería, donde incluso tenemos que importar muchas veces especialización en ciertos ámbitos productivos. Creo que este rediseño requiere una reflexión de la cual no puede estar exenta la industria para mirar al país que vamos a tener en diez, 20 años más, y por lo tanto enfocar un desarollo de la educación en esa perspectiva. Dejarlo así, a la suerte del mercado, me parece que es un enorme peligro y vamos a terminar en lo que estamos hoy día, que los jóvenes se sienten por alguna razón más atraídos por las carreras profesionales liberales porque la información que tienen es parcial, es pobre y generalmente es una información que ha tendido a desprestigiar la formación técnica.

Quiero llevarlo a otro tema relacionado con lo último que señalaba usted, respecto a la formación valórica del profesional, de los técnicos, de los jóvenes que se están formando. Parto de una tesis y es que lo vinculado a la iglesia católica pareciera que es más constante y considerado, pero hay otras miradas, miradas laicas en un estado laico y que pareciera que no tienen tanta fuerza en el; cómo los jóvenes van construyendo sociedad siendo jóvenes y a la vez plasmando su quehacer formativo, el rol social que debieran tener. Me parece que ese rol social es más evidente con lo vinculado a la iglesia católica y no todo Chile es católico. ¿Cuál es su mirada respecto a ello y qué podemos hacer las entidades laicas para contribuir a esa formación valórica?.

No estoy muy claro de que haya una fuerte inspiración valórica, en ese sentido, de la formación católica. Porque yo observo a las grandes universidades católicas y yo no veo que de ahí surja solidaridad social, valores constructivos del hombre, de la sociedad, en un sentido amplio. Creo que tenemos una falla transversal en eso y que se deriva en que no hemos enfocado este problema, de nuevo, en la enseñanza preescolar, básica y media. Ahí es donde se forman los valores, ahí es donde se forma esta idea de que somos todos iguales, de que tenemos que crecer como sociedad, de que existen valores como la solidaridad, como la fraternidad que son muy importantes aunque nadie nos pague por esas cosas.

Hoy día hemos formado nuestros niños pensando que cada cosa que yo hago tiene que ser algo que requiere un estímulo financiero, económico, así funcionamos como sociedad y por lo tanto de ahí a hacer cosas equivocadas o malas para lograr aquello hay un paso que, como se ha probado, es bastante pequeño en realidad. Entonces siento que eso es lo primero.

Me doy cuenta de que los jóvenes que estamos recibiendo en las universidades tienen una ausencia, yo diría, fundamental de una formación valórica en este sentido. Son jóvenes que están dispuestos a hacer cualquier cosa para salir luego a recuperar la plata que están invirtiendo, para ganar plata en el mercado, cosa que es muy legítima, pero muchas veces se hace a toda costa. Como digo, no existe este sentimiento de la solidaridad y menos el sentimiento de la responsabilidad social.

Vivimos en una sociedad que privilegia egoísmo, privilegia enriquecimiento, privilegia lo personal antes que el “nosotros” y por lo tanto creo que eso deberíamos corregirlo desde abajo. Creo que no estamos educando así, esa es una falla de la educación en general.

Ahora, muchas instituciones naturalmente la enseñanza de las escuelas católica, claro, desde el punto de vista de la práctica, de la religión, desarrollan mucho de esto. Obviamente salen niños con una sensibilidad a lo mejor distinta de la que sale de una educación pública, que en realidad está desprovista hasta de elementos físicos para poder hacer real esto que “somos unos, y otros y somos todos”, por la pobreza en que se desenvuelven las instituciones públicas, pero creo que hay un tema transversal, que es un tema programático, de currículo, de enfoque.

Si no volvemos a concebir a la educación como formadora de personas, antes que formadora de individuos que producen para ellos y como resultado de eso se produce para el conjunto, a mí me parece que vamos a seguir en una sociedad de desencuentros, de intolerancia de poca solidaridad, de consumismo creciente, de un materialismo que todo lo convierte a cosas y ciertamente no es esa la sociedad que queremos vivir.

El día lunes hubo una reunión entre la nueva Federación de Estudiantes y el Director, y ellos apuntaron a la importancia de la información de los jóvenes y de la participación en las distintas instancias, precisamente que se retome el rol social que puede tener un estudiante y un sansano en particular. Qué llamado podría hacer a los estudiantes, qué recomendación pudiese entregar a los estudiantes. Hay grupos que precisamente quieren participar más, pero otros que se mantienen neutrales. Algunos asocian la participación a tomar una postura política partidista, pero en realidad más bien tiene que ver con el rol social, con la sociedad que queremos construir, desde qué mirada estamos trabajando y vivenciando nuestra profesión.

Creo que la participación de los estudiantes es algo fundamental. La universidad no es un colegio en que hay señores que toman decisiones de qué es lo que se va a hacer, que se implementan a través de profesores, y estudiantes que toman nota y después rinden cuánto aprendieron de aquello. Los estudiantes tienen mucho que decir de cuál es el sentido de todo esto que se hace y por eso creo yo que la participación, que debe ser naturalmente una participación responsable, que no está vinculada a estas cosas pequeñas de la política y de las protestas y de las insatisfacciones, creo que es un deber de los estudiantes.

Así como los estudiantes tienen derechos, tienen derecho al trato adecuado, tienen derecho a contar con una docencia relevante, tienen derecho a tener una carrera, un desarrollo académico que les permita potenciarse como profesionales, también tienen deberes. Ellos deben contribuir a eso y contribuir a eso significa desde luego participar en las instancias correspondientes con ideas, con aspiraciones, con postulados, que salgan de las cosas pequeñas, que vayan a las cuestiones grandes, como qué ingenieros queremos ser. Me encanta que los estudiantes me digan eso. Qué médicos queremos ser.

Muchas veces recibí muchas ideas importantes de los estudiantes ¿Por qué? porque los estudiantes son capaces de mirar de aquí a 20 años. Yo ya no puedo mirar de aquí a 20 años con la misma facilidad y por lo tanto esa retroalimentación es muy rica y por lo tanto ayuda a construir universidad y naturalmente, en términos de esta mirada social, por así decirlo, me parece fundamental porque nosotros, los académicos, estamos preparados para desarrollar nuestro trabajo académico, por lo tanto es un trabajo intrauniversidad. Estamos menos preparados, por vocación, para el trabajo extrauniversidad, pero los estudiantes deben estar, por cierto, mucho más motivados en esa línea y la universidad tiene mucho que aprender desde fuera, de la sociedad en que está inmersa y contribuir también hacia afuera, naturalmente como esta universidad y otras lo hacen de distintas maneras, entonces yo creo que la participación estudiantil es muy importante.

Creo que esto ya no es como el pasado y ahí a veces hay una equivocación, un slogan, y un slogan que tenía que ver con motivaciones políticas. ¿Por qué? Porque la universidad debía ser una universidad militante, una universidad antimperialista, una universidad pro el cambio de la sociedad. Bueno, esos eran slogan de los años ’60, eso motivó la reforma universitaria entonces, se dijo, los estudiantes tienen que estar porque esas deben ser las grandes inspiraciones que deben motivar a la universidad, pero hoy día ya eso no es así.

En mi opinión, hoy día las universidades tienen que pensarse permanentemente respecto a qué queremos ser y qué es lo que tenemos que hacer en el contexto de la sociedad que estamos buscando. Creo que en la respuesta a eso, los estudiantes tienen mucho que decir.

Publicada en: http://www.concepcion.usm.cl/index.php/

Gabinete del Gran Maestro

Grandes Maestros

Dimensiones de la crisis Republicana

Jornadas Internacionales Docencia Masonica 2015

Acceso a Miembros