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Educación: Avanzando Sin Mirada de Futuro

Este lunes 2 de octubre, fue publicada en el Diario Estrategia una columna de opinión del Gran Maestro de la Gran Logia de Chile, Luis Riveros Cornejo. En ella sostiene que en materia de Educación "se han derivado una serie de propuestas, las más de ellas conteniendo sólo visiones parciales del problema, que se han ubicado bajo la rúbrica titular de “reforma educacional”, discutida sin una referencia estratégica u objetivo trascendente de largo plazo".

El texto íntegro, es el siguiente: "Está claro que en muchas instancias nacionales se deja el hacer productivo y social “a lo que venga”, sin someterlo a ningún análisis prospectivo, ni menos procurando establecer algunos lineamientos sobre lo deseable de alcanzar ciertos resultados u objetivos. En nuestro país la planeación es generalmente confundida con la vieja tradición “indicativa” de las economías centralmente planificadas, y no con la necesaria actitud de “pensar al futuro” para poder determinar objetivos y líneas de acción en un sentido estratégico. Hemos insistido en estas páginas sobre la importancia central que esto adquiere en un mundo de incertidumbre y necesarias decisiones.

Las discusiones sobre educación han sido recursivas y constituyen un buen ejemplo de la falla anteriormente mencionada. Todos hemos estado de acuerdo en que necesitamos una nueva educación para el país que se quiere construir. El actual sistema es acusado de ser incompleto, inequitativo, de baja calidad y poco innovador. Incompleto, puesto que la cobertura en la educación preescolar no es suficiente para una sociedad que quiere mejorar el acceso de los jóvenes a una educación que efectivamente promueva la movilidad social. Inequitativa, porque existe una retrasada educación pública a la que acceden los más pobres, y porque predominan muy distintas realidades en materia de inversión en recursos educativos y logro escolar. De baja calidad puesto que, como ha sido insistentemente señalado, Chile se encuentra entre los últimos países en resultados de pruebas comparables al interior de la OCDE y nuestro sistema no desarrolla ni siquiera las aptitudes cívicas y valóricas que se deben esperar por parte de los niños y jóvenes en este siglo XXI. Una educación poco innovadora porque está sujeta a cánones difíciles de transgredir, porque sus programas y currícula miran más al pasado que al futuro, y porque del punto de vista pedagógico se deja poco espacio para la imaginación y la creación de los estudiantes. Todas éstas son materias en las que nuestra sociedad debe actuar con mayor premura y determinación de lo que ha sido característico en años recientes. De allí se han derivado una serie de propuestas, las más de ellas conteniendo sólo visiones parciales del problema, que se han ubicado bajo la rúbrica titular de “reforma educacional”, discutida sin una referencia estratégica u objetivo trascendente de largo plazo.

En el caso de la educación superior, por ejemplo, se ha propuesto como “reforma” la idea de una gratuidad para algunos estudiantes en algunas instituciones. La pregunta, como en el caso de anteriores propuestas en materia de educación general, es ¿qué tipo de sociedad nos estamos imaginando para hacer de esta medida una concordante con el futuro que desea auspiciar el Estado como sociedad organizada? Se podría decir, por ejemplo, que nuestro país debe priorizar la innovación científica y tecnológica en todos los campos, lo cual ameritaría apoyar programas y carreras en este ámbito, especialmente en aquellas que ponen más énfasis en los temas del cambio tecnológico y la búsqueda de nuevas soluciones. También se podría decir que la salud es el campo que merecerá toda la atención en el desarrollo futuro por razones de equidad y también para optimizar la calidad de vida de nuestra población, ameritando por ello el apoyo a las carreras de salud especialmente aquellas que ponderan mejorar temas como salud pública, adulto mayor, tecnología médica, etc. Como no se cuenta con ese ideal de sociedad a alcanzar, y como ni siquiera se ha discutido el “Plan” de país con mirada estratégica, entonces una medida que demandará ingentes recursos a partir de este año, no tiene realmente un norte más que el generalista ánimo de que estudien gratis los más que se pueda. Chile necesita una mirada más consistente hacia su largo plazo, para que lo que se haga, sobre todo si insume permanentemente recursos del Estado, tenga siempre el mayor sentido estratégico de país.

“Lo bueno de no planificar es que el fracaso llega como una absoluta sorpresa, sin ser antecedida de un período de preocupación, ni depresión”.
John Preston. Boston College.

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