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Nuestra Infelicidad

La última encuesta de opinión ha mostrado el sentimiento de insatisfacción que reina en nuestra sociedad. Han descendido en aprobación tanto el gobierno como la oposición, los partidos políticos y los movimientos gremiales.

Esto tiene lugar junto a instituciones públicas de todo tipo, iglesias y dirigencias; todo parece cuestionado por una ciudadanía que expresa su hastío con los defectos que percibe en nuestra sociedad. De la Columna de Luis Riveros aparecida este 4 de enero en el diario Estrategia.

Y es que predomina un sentimiento de infelicidad que envuelve todas las manifestaciones de la vida social, denotando un ambiente poco propicio para enfrentar adecuadamente los duros dilemas que las circunstancias imponen al país. La necesidad de profundas reformas políticas, que amplíen la democracia y terminen con la virtual dictadura de grupos de partidos políticos; el efecto que tendrá la situación económica mundial, junto al ya inevitable programa de reformas en el ámbito tributario que lleven a diseñar mejores políticas e instrumentos para la salud y la educación públicas son, entre otras, situaciones que necesitan de una discusión seria, bien encauzada por los poderes del Estado y que deben contar con una ciudadanía en actitud más favorable. Hemos aprendido a ser altamente consumistas, a mostrar lo que valemos cada uno sólo por aquello que tenemos.

Existe una desusada comparación en formas de vida, y eso nos lleva a pasar por encima de valores para obtener los medios necesarios. Somos enteramente cortoplacistas, tenemos expectativas económicas desmedidas, y por eso alentamos niveles de deuda insostenibles, que además se justifican por la ausencia de Estado en temas claves como salud, educación y previsión. Somos infelices, porque el chileno ha adoptado un modo de vida que produce creciente tribulación e incompatibilidad con la realidad concreta, corrompiendo un alma nacional que debería propiciar realismo y cuidado preferente por el futuro.