Los participantes a las Jornadas de Docencia 2012 de la Gran Logia de Chile, realizadas en la Jurisdicción de Concepción, emitieron la siguiente Declaración Pública, a propósito del encuentro.
Desde este peñón, a orillas del río Bio Bio, más de seiscientos masones venidos de toda la geografía chilena y aquí reunidos en jornadas de docencia, declaramos la Fraternidad, uno de los ideales de los grandes humanistas, fluye de aquella relación dialógica y sincera con nuestros semejantes, regida por nuestra identidad de especie a la que llamamos humanidad y a los consiguientes sentimientos de respeto y dignidad que genera. Es un principio de compatibilidad, de generosidad y de altruismo para con nuestros semejantes. No atiende afectos electivos construidos con afinidades, simpatías o coincidencias. La fraternidad es trascendente para la dignidad del hombre, enaltece la condición humana.
La fraternidad masónica prescinde de diferencias religiosas, ideológicas, biológicas y culturales, pero prescindirá especialmente de aquellas diferencias que se generan en la discriminación y en la
exclusión, que atentan a diario contra la igualdad en dignidad y derechos contra la libertad de todos.
El concepto de fraternidad lo incorpora la francmasonería como sentimiento a la vez que un compromiso voluntario, consciente, activo e imperativo. Sentimiento y compromiso que se expresa en un juicio de valor para con nosotros mismos, que nos ve como iguales a nuestros semejantes y que respeta en nuestros interlocutores su libertad de elegir, pensar y expresar su
libre albedrío. Así, la fraternidad se entrelaza con la libertad y la igualdad. La libertad enarbolada aisladamente ahonda inexorablemente las desigualdades y justifica las tiranías. De la misma manera, la igualdad enarbolada aisladamente, oprime a la libertad y al desarrollo del librepensamiento y termina por aniquilar el progreso. La fraternidad es el nexo natural que comunica y unifica a esta triada, que la humaniza y la armoniza. Libertad, igualdad y fraternidad son indisolubles como masón.
El conocimiento de la esencia humana es imperativo en la vía del perfeccionamiento. Cada ser humano necesita ser reconocido por sus pares como un ser único e irrepetible, que reconfirma su condición humana, que implica una valoración y apreciación. El hombre es gregario, forma parte de un grupo que elabora reglas, explicaciones, tradiciones, sueños, creencias y esperanzas, se siente inmerso en una realidad que abarca a los otros.
Así como cada hombre busca el conocimiento para dar sentido a su existencia, también busca con el mismo fervor la convivencia fraterna, realidad entrañable de unión a nuestros pares. Cada uno de nuestros actos buscará siempre romper la soledad original y restaurar nuestra unión con el mundo y con los otros.
Nuestra primigenia gestación en el útero materno nos llena de determinismos biológicos. Una segunda gestación en la matriz social, nos somete a determinismos culturales, como el lenguaje, la educación, el conocimiento los rituales y tecnicismos propios de su cultura. Una tercera gestación se producirá en el seno de nuestro orden, lo que adquiere el especial y trascendente significado de una liberación.
Si sólo aprendiéramos de nuestra propia experiencia, quizás lográramos sobrevivir, pero nos faltaría lo que es especialmente humanizado, aprender con los demás. He aquí la esencia de la docencia masónica. La vida del hombre iniciado es aprender ligado a la fraterna vinculación con otras conciencias humanas.
La naturaleza humana se constituye a partir del entrelazamiento de aspectos primitivos como la esfera emocional radicada en sus estructuras más basales, hasta las elaboraciones superiores como los sentimientos, la voluntad, el razonamiento y los juicios de valor.
Todo acto humano es una conjugación indisoluble de este entrelazamiento, que en una perspectiva masónica, tiene expresión en el noble sentimiento de la fraternidad, amplía, estabiliza y hace
fecunda la convivencia humana. Fraternidad que es dar; dar lo que se tiene, dar lo que se es y dar lo que se sabe. Y lo que no tenemos lo encontramos en el hermano, como un obsequio invaluable del iniciado.
Esa misma fraternidad nos lleva a valorar la tolerancia, cuya ausencia genera barreras infranqueables entre hermanos. La práctica de la tolerancia no debe ser un sacrificio. Es una sincera valoración de la diversidad, es haber aprendido a alegrarnos que nuestros semejantes piensen distinto de nosotros y a interesarnos en sus visiones y concepciones. Así, la diversidad es fuente de estabilidad y progreso.
Así como ciudadanos llegamos a preocuparnos de la cosa pública, a expresar nuestros interés republicano por el bienestar de toda nuestra sociedad, para mejor resolver el interés público a favor de una sociedad democrática, republicana, solidaria, pacifista, fraterna, inclusiva, equitativa y libertaria.
SALUD FUERZA UNIÓN
Concepción, 26 de agosto de 2012.