Las Logias Aurora del Plata n°2, Cibeles n°3 y Aurora Andina n°5 redactaron en conjunto un artículo sobre la situación de los derechos de la mujer en lo laboral, en la libertad reproductiva y violencia de género. Este texto fue leído durante el V Encuentro Latinamericano de Masonería Femenina en Uruguay en Septiembre de 2010.

“Ya que la mujer es la razón primera del pecado, el arma del demonio, la causa de la expulsión del hombre del paraíso y de la destrucción de la antigua ley, y ya que en consecuencia hay que evitar todo comercio con ella, defendemos y prohibimos expresamente que cualquiera se permita introducir una mujer, cualquiera que ella sea, aunque sea la más honesta en esta universidad”.
Decreto de manifiesto de la Universidad de Bologna, 1377.

Si no se promueve el estudio es imposible tener un trabajo digno. Pero hagamos un poco de historia.

Las primeras féminas ingresaron a universidades italianas a fines de la Edad Media, generalmente en la carrera de Derecho, llegando a doctorarse e incluso a ejercer la docencia. Recién en el Siglo XIX se reglamenta en Italia el acceso de las mujeres a la universidad.

Dorotea Erxleben, se recibió de doctora en medicina en 1754 en la Universidad de Halle (Alemania), con la tesis, escrita en latín: “Examen de las causas que alejan a la mujer del estudio”, y puede considerarse más que una excepción, un antecedente del proceso sistemático de acceso de las mujeres a la universidad que comienza un siglo después.

En cuanto a la Argentina; a diferencia de otros países, las mujeres ingresan al sistema de educación formal temprano en la historia, teniendo en cuenta la juventud de la organización nacional. Desde mediados del siglo XIX, la mitad de la población escolar primaria eran niñas, en cuanto a la educación secundaria la escolarización femenina se posterga un tanto, pero a finales de éste siglo la creación de las escuelas normales que se ocupaban de la formación de los docentes, las mujeres de esta manera pudieron acceder a una carrera de prestigio y que tuvo una gran identificación con el rol femenino.

En el viejo continente se da un incuestionable dominio aristocrático sobre las universidades -fenómeno por lo demás muy típico en Europa desde el siglo XVIII hasta principios del siglo XX-. En este contexto, las universidades están encaminadas a educar para posiciones de status más que para el mercado de las profesiones; apuntan a transmitir un estilo estamental de vida asociado a un ideal educacional basado en lo que Max Weber llamó la personalidad cultivada; sólo al estar en posesión de esta personalidad cultivada se puede ser parte del estrato dirigente.

En cambio, la universidad en América Latina es más bien concebida como una matriz destinada a formar la elite dirigente, fundamentalmente la elite política, más allá que muchos de los que fueron los precursores de nuestras naciones recibieron su educación superior en el viejo continente.

LA REALIDAD NACIONAL Y REGIONAL

Existe a nivel de matriculación en los estudios universitarios una tendencia firme y constante a la creciente feminización.

Un factor para la presencia de las mujeres argentinas en las universidades tiene a la gratuidad como determinante para hacer del ámbito de educación superior un espacio de igualdad social sobre todo para aquellas que vienen de estratos sociales menos favorecidos.

La situación argentina que es, podríamos decir, equitativa en las universidades nacionales no es lo mismo en los organismos de investigación, con estructuras de funcionamiento más estructuradas y rígidas y hasta en algunos casos algo envejecida con lo que no ha permitido aún la presencia femenina que se viene observando en la educación superior y en las instancias iniciales de la carrera de investigación.

Hasta 1950, con la excepción de Costa Rica, Cuba , Panamá, algo menos Uruguay, el porcentaje de mujeres en estudios superiores de la mayoría de los países latinoamericanos estaba claramente por debajo de su participación demográfica en la población total. Tres décadas después, prácticamente en todos los países, exceptuando Colombia y Guatemala, las mujeres constituían más del 40% de la población estudiantil universitaria.
Según una publicación de las Naciones Unidas, entre 1970 y 1984 la participación femenina en la enseñanza superior se duplicó en los países desarrollados y se cuadruplicó en algunos países en desarrollo, por lo que es uno de los factores que acercan las marcadas diferencias existentes entre las naciones desarrolladas y aquellas que se encuentran en vías de desarrollo.

CAMBIOS EN EL PARADIGMA

La presencia creciente de la mujer en todos los estamentos; tanto sea universitario, político, económico, social, familiar ha provocado cambios en los modelos y tendencias cambiantes en la visión femenina. Se plantea por lo tanto en todos los ámbitos hacer visible la desigualdad entre hombres y mujeres incorporando los temas de género a la educación, tratándolos, investigándolos y provocando cambios de conducta.

La feminización en el trabajo no implica igualdad de género.

La Universidad debe convertirse en motor de transformación social, donde la justicia, la libertad de decidir, el respeto a los derechos y la no discriminación sean valores que tanto mujeres como hombres disfruten y ejerzan mancomunadamente.

Muchas mujeres han demostrado que están capacitadas para el desarrollo de tareas de responsabilidad como los que en nuestras Logias realizamos o en nuestra vida profana, y esas tareas exigen amplios y continuos esfuerzos. Ello implica ciertas renuncias a nivel personal o familiar, asumir ciertos costes personales y ciertos cambios. Por eso, no debemos desde nuestra condición, claudicar ni considerar que está todo perdido. Nosotras hemos iniciado un camino de valores que necesita la sociedad actual y tenemos la obligación moral de contribuir al cambio que necesitamos, debemos seguir adelante con nuestro cambio interior, meditar antes de confrontar, aportar ideas en nuestros distintos ámbitos, no temer a las críticas constructivas que nos hagan o realicemos.

Si la mujer no tiene educación para poder soñar determinar su futuro, lo único que es capaz para dejar una huella en este mundo es utilizar su libertad reproductiva. Pero ¿que futuro puede darle en un mundo donde esta primando el poder del dinero?

Con el término “poder” nos referimos a la capacidad de hacer y actuar, produciendo efectos. Se trata de la capacidad de gobierno, de si o de las demás personas que se ejerce, se padece, se construye, se desarrolla o se desvanece en el tejido de las relaciones humanas.

El Poder de dominio es la capacidad de control y dominio sobre la vida o los hechos de las otras personas, básicamente para lograr obediencia y disponibilidad. Es el poder sobre o contra los otros, como el poder impositivo. El ejercicio de este poder requiere la tenencia de recursos que aquella persona a la que quiera controlarse no tenga y valore o necesite.

Pero no solo debemos prestar atención a la violencia física, sino que es mucho más amplia y entre las distintas agresiones nos encontramos con la intimidación, injurias, insultos, amenazas, el desapoderamiento de los bienes de la mujer o del patrimonio de la sociedad conyugal, la sustracción o destrucción de propiedades, objetos personales de la mujer, llegando a las lesiones invalidantes, los abortos provocados por golpes y puntapiés, la violación, el abuso deshonesto, la tortura y el homicidio.

Dañar a alguien es dañar a una parte del tejido social y consiste en una ofensa por acción o por omisión, que más allá de la persona afectada se proyecta perjudicando en muchos casos el bienestar físico, psíquico y moral de toda una familia.  Generalmente la víctima no llega a comprender lo que le está ocurriendo y no alcanza a implementar defensas o precauciones. No tiene el valor de denunciar pues se lo impide la culpa de ocasionar la desintegración de la familia o de perjudicar al agresor de manera irreparable. La peor de las vivencias es la del resquebrajamiento de las creencias y de la confianza, su autoestima queda destruida y su capacidad de actuar se encuentra totalmente paralizada, estando atrapada en ese círculo o circuito de violencia.

Sin perjuicio de lo expuesto existe otra forma de maltrato emocional que no es considerada en su cabal gravedad: el silencio. Es una violencia solapada que resulta destructiva para cualquier ser humano.

Otro de los síntomas de la violencia y la degradación de la mujer es la tendencia de los medios de comunicación a través de la publicidad, los programas, las series, los teleteatros, etc. para enfocar la personalidad femenina, poniendo el acento en sus atributos corporales y la superficialidad de su atuendo, los diálogos, etc. que se alejan mucho de la realidad de las muchas mujeres de buenas costumbres, debiéndose tener en cuenta que todavía la mayoría de los creativos, directores y autores son hombres.

Una mujer creyente quizás debería pensar que su cuerpo es un Templo del Espíritu y no permitir que se vulnere ese don que el G:.A:.D:.U:. puso a su disposición para cuidarlo y respetarlo. Desde su fe tendría que reflexionar que como surge del Libro Sagrado “la caridad empieza por casa”, es decir, que el amor y la caridad empiezan por lo propio, “ama a tu prójimo como a ti mismo” señala que es lícito estimar a la propia persona y protegerla pues si eso no se da, no se respeta ni se quiere bien a los otros.

Se ha descubierto de que existe un proceso reiterado y que cumple con ciertas etapas que ha resultado de mucha utilidad para comprender cómo una relación amorosa ingresa en la violencia y cómo una Mujer Golpeada encuentra difícil desprenderse de ese vínculo peligroso. El llamado Ciclo de la Violencia es un fenómeno con caracteres específicos que ocurre en un alto porcentaje de matrimonios en los que existe una Mujer Golpeada y un Hombre Violento. Siempre existen una serie de Datos que preanuncian la historia posterior y que no fueron correctamente percibidos y evaluados.

La mujer es un ser especial, así lo manifiestan poetas, filósofos, enamorados, esposos, padres e hijos. En la mujer se conjugan los sentimientos, los valores y una visión especial del mundo. Se podría decir que el modelo ideal de mujer ya incluye la faceta profesional, sin embargo esto se corresponde con lo “políticamente correcto”, porque el día a día demuestra que sigue estando mal visto que una mujer anteponga sus funciones y ambiciones profesionales a las familiares.

Aurora del Plata n°2, Cibeles n°3 y Aurora Andina n°5