En su edición de este sábado 16 de agosto, el diario El Mercurio pública una declaración de la Gran Logia de Chile en la que sostiene que "Una reforma a la educación es ineludible para que Chile tenga un futuro estable y más promisorio en materias como crecimiento y equidad. Esta reforma debe partir de dos premisas sustanciales: Primero, que la educación pública debe ser de efectiva calidad para que ella constituya el estándar del sistema. Segundo, que en educación el aspecto decisivo es la sala de clases, porque lo que allí ocurra y lo que de allí emerja se relacionará directamente con calidad. Además, muy ciertamente, hay que preocuparse de equidad, para que no siga ocurriendo que los niños más pobres vayan a educación de peor calidad, inhabilitándolos para el resto de la vida".
Cinco Prioridades
Una reforma una reforma educacional debe preocuparse prioritariamente de ambas dimensiones: el estado de la educación pública y el mejor hacer en el aula de clases. La atención sobre nuestra alicaída educación pública debe consultar los medios y las políticas que impulsen su resurgimiento. Cinco aspectos deben concentrar el esfuerzo de reforma para lograr una educación de mayor calidad en que la educación pública sea un referente y sea vista por los padres como una opción valedera y adecuada para edificar el futuro de sus hijos.
(1) El país precisa una formación de profesores de excelencia en los dos niveles más importantes: la educación Media y Básica Avanzada (Séptimo y Octavo) y la educación escolar Básica Inicial y Preescolar. Esto requiere programas del mayor nivel académico, buena selección de estudiantes y efectiva gratuidad. Las Universidades pedagógicas del Estado deben ser bastiones para el cumplimiento de esta tarea como asimismo una Escuela tipo Normal, para la formación de Básica Inicial y Preescolar consultando la selección temprana de estudiantes y vocaciones pedagógicas;
(2) Se debe impulsar decididamente una desmunicipalización de la educación, radicando la gestión de los colegios públicos en entes descentralizados coordinados por el Ministerio de Educación a través de una División Especial. Esto requiere un aumento sustantivo del aporte estatal para reemplazar el aporte municipal actual y para incrementar la inversión educacional que estos colegios precisan;
(3) El currículo escolar debe revisarse íntegramente para ponerlo al día en contenidos, sistematizar y optimizar su estructura e incorporar una formación ciudadana y valórica hoy día ausente. El currículo debe interactuarse entre las entidades formadoras de profesores otorgando al Centro de Perfeccionamiento y Experimentación Pedagógicas del Ministerio un rol principal en esta coordinación, además de lo relativo a un urgente Plan Nacional de Capacitación Pedagógica.
(4) Las universidades estatales deben dejar de ser lo que son hoy: “privadas con subsidio estatal”. Esto requiere un aumento significativo de sus aportes basales, especialmente para dedicarlos a investigación y a la modernización y optimización de los programas de pre y posgrado, optimizando la duración de las carreras y acentuando el rol de bien público que tienen sus tareas. El Estado de Chile debe asumir un rol activo en el establecimiento de las líneas de desarrollo y desempeño de sus universidades, garantizando los recursos adecuados para su desempeño y sacándolas universidades del auto-financiamiento. Del mismo modo, el Estado debe organizar a las universidades de su propiedad como una red colaborativa, que propenda al mejor uso de los recursos y haga del sistema estatal una entidad coordinada y efectiva en el cumplimiento de su tarea académica y pública.
(5) La educación pública requiere un aumento sustantivo en los recursos. Debe crecer significativamente la cobertura de la educación preescolar y entregar al sistema público (desmunicipalizado) recursos adecuados en cuanto a subsidios por alumno, efectiva compensación al desempeño docente y adecuado mantenimiento de los sistemas de apoyo al ejercicio docente. Todo esto significa una inversión anual de alta importancia para el país, considerando también el esfuerzo en materia de educación superior estatal, incluídos los CFTs.
¿Un sueño?
La situación de la educación chilena es crítica y expone al país a males mayores, incluyendo la inestabilidad social, las bajas perspectivas de un desarrollo económico sostenible y la ausencia de innovación y cambio para enfrentar los retos de este siglo XXI.
Ciertamente el camino de salida frente a esta situación es complejo y representa un alto costo. Sin embargo, es fundamental que el mundo político se enfrente responsablemente frente al país y a estos retos: se precisa una reforma que tomará mucho tiempo en producir sus resultados, y un entendimiento o pacto nacional será necesario para abordarla responsablemente y permitir que se produzca con la mirada puesta en el futuro no en el puro corto plazo. El esfuerzo de la reforma tributaria, que se hace teniendo en mente el reto educacional, debe tener a la educación pública de calidad, como el norte definido, un compromiso que el país debe consolidar urgentemente.
Es un sueño posible si el país hace el esfuerzo, permitiendo revivir para este siglo XXI aquello que don Valentín Letelier y don Pedro Aguirre Cerda hicieron noble principio Republicano: GOBERNAR ES EDUCAR.