Columna aparecida en Diario Estrategia, 23 de enero, 2013.
Controversias entre el Consejo de Rectores y el Ministerio de Educación son usuales y son el resultado natural de enfoques distintos de los problemas vigentes. La autoridad ministerial debe velar por un uso eficiente de los recursos públicos y por un hacer de la educación superior compatible con las políticas globales, como asimismo afín con el resto del sistema educativo. En una realidad en que el Ministerio tiene pocos instrumentos para intervenir en las decisiones de las universidades, se deja gran espacio a las “declaraciones públicas”, siempre sujetas al distorsionado filtro que muchas veces ponen los medios a los distintos argumentos. Del punto de vista de los rectores, hay que proteger la autonomía universitaria y el diseño de políticas destinadas a crear un desarrollo armónico de cada institución, en un marco de financiamiento estrecho y fuertemente basado en venta de servicios y aranceles.
Existe un reclamo permanente por la falta de políticas públicas que efectivamente den cuenta de un proyecto de educación superior de carácter nacional. Por todo ello, es vital que exista un amplio espacio de diálogo Rectores-Ministerio, especialmente porque el financiamiento público es crucial para instituciones complejas que deben, por otro lado, hacer pública la forma en que usan los recursos. El interés nacional tiene que ver con las orientaciones y desarrollo de todas las instituciones de educación superior, especialmente las del Consejo de Rectores.
El diálogo áspero que públicamente ha tenido lugar en los últimos días es improcedente.
Es indispensable que la autoridad mantenga un nivel en su crítica y convoque a un debate que tenga una salida, una propuesta sobre el cambio que eventualmente se necesita hacer. Los Rectores deben defender sus instituciones y tener un argumento académico fundado en la misión institucional y sus proyectos de desarrollo. Si no existe un debate de altura, se da la peor señal hacia una ciudadanía que, en lugar de ponderación, voluntad y criterio constructivo, observa agresión, descalificación y falta de visiones ordenadoras.