Presencia en Medios

Adolfo Zaldívar

Columna aparecida en Diario Estrategia, 06 de marzo, 2013.

Se marchó sin alardes, con muchas penas asumidas pero también con la satisfacción de haber sido siempre consecuente con sus principios y sus compromisos. Toda una vida dedicada a la profesión y a la política, compartiendo un ideario social cristiano al que fue capaz de darle su propia interpretación en momentos difíciles. 
Fue mas bien un rupturista que no acataba dócilmente decisiones que no compartía, y un luchador, con quien cualquiera podía entenderse porque era un hombre tolerante, capaz de escuchar ideas distintas y de convencer sobre la base de sus propios postulados. Nunca le importó ser tildado de reaccionario o inconsecuente; sabía que ese era el costo que debía pagar por tratar de ser independiente y abrir espacios nuevos para la discusión. 
Luchó denodadamente por la recuperación de la democracia, pero luego siguió luchando para mantenerla sana y fuerte, alejada de un partidismo que veía hacía daño al país por su falta de consistencia idearia y ausencia de discusión profunda sobre el interés nacional. Por eso fue atacado muchas veces, objetado y criticado en forma inclemente, pero no por ello disminuyó su convencimiento, su fuerza interior, su paz de conciencia.

Cuando alguien parte, abundan las visiones sobre su vida destacando los aspectos positivos y su legado, mientras otros también aprovechan para rubricar una crítica. En el caso de Adolfo Zaldívar Larraín existen razones de controversia vinculadas a su personalidad fuerte y a las decisiones convencidas y controvertidas que muchas veces hubo de adoptar. 
Como Embajador en Argentina puso esto a prueba, impulsando acciones de encuentro binacional que no dejaron de lado nuestro común pasado en búsqueda de la independencia. Siempre se le recordará, como un hombre que estuvo dispuesto a defender sus ideas no obstante las grandes vallas partidistas e institucionales. 
Vivió con consecuencia y murió con el aprecio mas transversal de sus conciudadanos.