La masonería

La Masonería es una forma colegiada de reflexión filosófica caracterizada por una metodología que persigue la conjunción armónica de psicología e intelecto en la búsqueda del conocimiento. No es una religión y no se presenta como un camino de "salvación", sino como un método de crecimiento personal: de auto-concienciación en la "búsqueda de la plenitud del hombre en cuanto hombre", como diría el filósofo masón Krause.

La Masonería propone un esfuerzo de autenticidad personal abierto a cualquier interpretación confesional y en esa libertad, todas las opciones son posibles para el masón. No propone (ni rechaza) ninguna cosmogonía teológica, ni especula en torno a ese tema.

Por recoger lo esencial de las corrientes de pensamiento que han inspirado y fundamentado la civilización a través del tiempo, la Masonería constituye un movimiento universalista basado en la igual dignidad de los seres humanos y en la trascendencia del esfuerzo individual, para tratar de conseguir que la fraternidad llegue a imperar algún día en el seno de una humanidad evolucionada y libre.

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Ese ideal, postulado por los fundadores de la institución masónica en el siglo XVIII y plasmado en su primera Constitución, de 1723, es permanente y común a todas las "familias" masónicas legitimadas como tales. De ello dan fe las conclusiones de cuantos congresos, sínodos o manifestaciones masónicas se producen contínuamente en cualquier parte del mundo.

Debido a su importancia representativa, por provenir de corporaciones masónicas de nuestro tiempo, del más alto nivel a escala mundial, cabe mencionar, en apoyo de lo expuesto, la reiteración de esos objetivos sociales contenida en las conclusiones de la XVª Conferencia Internacional de Supremos Consejos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, celebrada en Lausana en 1995 :

<< Los fines de la Orden pueden ser resumidos de la forma siguiente:
Propagación y defensa de la libertad de espíritu, dentro de los límites de la ley moral, para el bien del conjunto de los seres humanos.
Constatando el surgimiento, en el mundo, de fundamentalistas de todas las tendencias, tratando de ahogar la libertad de los hombres bajo el yugo del terror, la justificación de la existencia de la Masonería del R.E.A.A. (Rito Escocés Antiguo y Aceptado) pende de saber si acepta su misión con todo el rigor de que es capaz y si se encuentra en disposición de unir a sus militantes (dotados de derechos iguales) al servicio de los fines colectivos de la Orden, entusiasmándolos en su realización.>>

O bien, las conclusiones de la IVª Conferencia Mundial de Grandes Logias, celebrada en Sao Paulo (Brasil), en 1999, señalando como su finalidad:

<< Sostener la prevalencia de una nueva concepción humanística, orientada a la realización del individuo dentro de la sociedad.
Defender con sus herramientas simbólicas y operativas al ser humano en su dignidad y en su derecho a la felicidad .
Promover el desarrollo de las más elevadas aspiraciones humanas en absoluta libertad.
Desarrollar en el campo de la educación y formación de la juventud los postulados de tolerancia, para que su crecimiento intelectual sea paralelo y armónico con su crecimiento moral, consolidando así los principios y postulados de la Orden.>>

La Masonería española se ha visto confrontada, a lo largo de los tres últimos siglos y casi permanentemente, con circunstancias sociales muy específicas. En ningún otro país de nuestro entorno fueron obedecidas las bulas papales contrarias a la Masonería con el rigor que propiciaba en el nuestro la existencia de una Inquisición, al servicio de Iglesia y Estado hasta su abolición definitiva, aunque sus secuelas fácticas no lo hayan sido hasta tiempos muy recientes. Por ello, nuestra masonería, más aún que la de los otros países latinos, se ha visto tradicionalmente situada frente a esquemas sociales muy adversos a sus principios éticos humanistas (y no específicamente religiosos o políticos).

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La tergiversación deliberada de la finalidad y metodología de la Orden masónica, cultivada durante el siglo XIX y gran parte del XX por fundmentalistas y radicales de todo género - acentuada de manera especial por las dictaduras, oficiosas y oficiales– se ha esforzado en hacer aparecer a la institución como un cuerpo extraño, dominado por un secretismo y un ocultismo muy alejados de su realidad. La participación ciudadana personal de los masones, lógicamente a través de corporaciones casi siempre progresistas, ha sido atribuída por los detractores de la Orden a supuestas consignas secretas puntuales dictadas por alguna "cúpula" de poder, callando el hecho de que la Masonería mundial está constituída por Federaciones u Obediencias estatutarias soberanas, absolutamente independientes entre sí, careciendo de cualquier órgano centralizador internacional, ya sea personal o colegiado.

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