¿Estás interesado en ingresar a la Masonería?
Si lo estás, es preciso estar de acuerdo con los siguiente:
Código Masónico
Programa de la Sociedad Masónica:
Familia Mexicana/Jurisdicción Nuevo León
Deseando la SOCIEDAD MASÓNICA, que todo el que manifieste interés de pertenecer a ella, se libre del riesgo de sufrir un desengaño y queriendo dar en tiempo oportuno una prenda de su buena fe, considera justo dar a los aspirantes ideas bien exactas, tanto para que se instruyan en el verdadero objeto de la Sociedad cuanto para que se desechen esas vulgaridades que corren de boca en boca y que hacen formar de ellas conceptos erróneos y ridículos.
La SOCIEDAD MASÓNICA es indestructible porque es fuerte: porque es unida, y unida porque la patria de los masones es el mundo y todos los hombres virtuosos son sus compatriotas.
La Masonería no se propone satisfacer ningún interés mezquino, ninguna mira egoísta su objeto es altamente noble, su misión exclusivamente humanitaria. Ella trabaja para fomentar la caridad y la filantropía en los hombres de todas las clases y condiciones y de todas las creencias religiosas. Pretender incorporarse por intereses privados o por objetos particulares, sería un absurdo efectuarlo sin encontrar en sí toda la abnegación que la masonería demanda.
La masonería tiene secretos que no se pueden penetrar y juramentos que no deben quebrantarse; pero ni unos ni otros se oponen en lo más mínimo a la religión, a las leyes y a la moral.
El aspirante que intente su incorporación por curiosidad no consigue su objeto, porque los misterios en que está envuelta la masonería y que forman sus secretos, se van comunicando por grados que se confieren después de muchas pruebas de fidelidad, al que más lo merece y menos lo solicita. El que se liga con su juramento y lo quebranta no infiere daño alguno a la Sociedad; el mal recae solamente sobre el que no ha tenido bastante constancia para cumplir el deber que voluntariamente se impuso.
La masonería no exige de sus miembros la abjuración de sus principios, ni osa penetrar en sus dogmas peculiares; le basta saber que creen en Dios, en su justicia y en su vida eterna.
La masonería no necesita poderoso, pero tampoco admite en su seno a personas que no tengan ciencia, arte, oficio o renta con que poder atender a las necesidades de su familia; y sin menoscabar estos primeros deberes, un pequeño sobrante para hacer frente a los gastos de la Sociedad y socorrer a los necesitados. Estos gastos se dividen en ordinarios y extraordinarios: de los primeros se da una idea a continuación; los segundos son para cubrir gastos particulares o bien para ejercer obras de beneficencia; en cualquiera de los dos casos precede el acuerdo de los miembros.
La masonería no llenaría su objeto de fraternizar la especia humana si admitiese discordias, pleitos y riñas entre sus miembros; toda diferencia debe arreglarse entre ellos mismos antes que apelar a personas extrañas. Si el candidato al ser admitido, encuentra algún individuo con quien no esté en armonía, tiene que deponer todo resentimiento, considerarlo como hermano y darle el abrazo fraternal. Si la causa de la desavenencia es un litigio, expondrá sus razones a los jueces de la masonería para que le presten la justicia que demande, antes de recurrir a los tribunales profanos.
Exige la masonería una parte del tiempo a sus miembros para la asistencia a las reuniones o al desempeño de alguna comisión y no podrá negarse a ello, sin causa justa y legítima.
El que aspire a proponerse, debe ejercitar la temperancia, ser industrioso y aplicado en su profesión, fiel a su jefe o maestro, practicar la virtud, partir su pan y no comer el de otro sin pagarlo; enseñar el camino al viajero extraviado, huir del juego, la embriaguez, la usura y todos los vicios, y prestar a sus hermanos cuantos socorros le permiten sus circunstancias.
La Sociedad, al proponerle un candidato, tiene el derecho de examinar su vida y costumbres y nombrar tres comisiones para ello, sin perjuicio de la informaciones que tomen todos sus miembros; si los informes que recoja son desfavorables, el nombre del propuesto no vuelve a son en ella. En este caso, la negativa no puede tomarse como ofensa de una Sociedad que está en el derecho de no recibir entre sus miembros a aquel que no posee lo que ella apetece y busca en sus nuevos hijos. Jesucristo buscó doce discípulos a quienes hacer depositarios y propagadores de sus sublimes e imperecederas doctrinas y se encontró un Judas. La Masonería evita hasta donde le es posible introducir Judas que, como aquel, vendan a su Maestro por 30 dineros.
El aspirante que penetrado de estas bases se encuentre capaz de llenar cumplidamente el objeto, pondrá su firma a la Declaración que se halla al reverse de este programa.