Michel LÉGER
Papus, Gérard ENCAUSSE, el creador de La Iniciación (L’Initiation), revista editada desde hace más de un siglo, nos dice, en uno de sus artículos, que hay muy pocas preguntas que hayan interesado tanto en relación a la Antigüedad como aquellas que se refieren a los Misterios de ISIS o a los Misterios de OSIRIS; cuya Iniciación que se realizaba en el Templo de AMÓN o IMEN («El Oculto»,
«Aquel que se ha creado a sí mismo y cuya manifestación no es conocida»), en Karnak.
Saint-Yves d’ALVEYDRE, en su Mission de l’Inde, en relación al Mahatma, menciona las secretas Iniciaciones que tenían lugar en el Reino de Agartha.
En Egipto, las Iniciaciones se realizaban en las criptas de los Templo. Después de MASPERO, la Esfinge presentaba entre sus patas una Puerta que comunica con un admirable Templo de granito próximo a las grandes Pirámides que se ubican en la llanura de Gizeh.
La Iniciación de ISIS y OSIRIS se dividía en cuatro partes:
El Bautismo.
2. La Muerte y la Resurrección.
3. El Descenso a los Infiernos.
La Transfiguración en Sol.
APULEYO dice que la Iniciación estará precedida de un período de Relajación y Meditación. El futuro Epóptes (procede del griego Epoptéia, «contemplación» u «observación») permanecía en una celda en el interior del Templo, de la que no salía hasta haber tenido una primera visión. Algunos esperaban entre diez y doce años para tener esa revelación del Plano Invisible.
Esta elección por el Invisible jamás varió a través de los siglos; y en el presente, toda Iniciación que no está controlada por una Ceremonia Astral, no es más que orgullo y vanidad terrestre.
Desde esa celda, el recipiendario era conducido a la cripta del templo para recibir el Bautismo. Con él, era purificado; y se convertía en un Hombre Nuevo, comenzando la vida real: ya no era un Profano. En ese momento, le comunicaban las Palabras de Pase del primer Grado. Durante diez días, no podía ingerir ningún excitante, carne o pescado; pues sólo estaba autorizado a comer vegetales, pero nunca por más de cuarenta días.
APULEYO nos dice lo siguiente: «Me he aproximado a los confines de la Muerte, pues he sido transportado en medio de la Noche; y he visto el Sol, que resplandece con una Luz blanquecina».
El Iniciado, encerrado en un sarcófago, como si fuera una momia, era desdoblado por el empleo del Magnetismo y puesto en comunicación con el Mundo de los Muertos. Durante su Iniciación, comparecía ante un Tribunal Sagrado; y atravesaba los doce Signos del Zodíaco.
Sobre la tumba de los Iniciados está escrito: «Aie confiance avec OSIRIS»; o sea, «Tengo confianza en OSIRIS».
Después, el Mýstes era presentado al pueblo, en medio de grandes regocijos; y se convertía en el Sol vivo sobre la Tierra. Entonces, comenzaba la enseñanza de los Misterios de la Revolución de los Astros y la acción de aquellos sobre la vida humana y social. Esta es la enseñanza de las Fuerzas Eléctricas, Magnéticas y Astrales; que permitían la Evocación de los difuntos mediante los Signos, y las Palabras permitían la comunicación con aquellos.
Regresado a la Tierra, se convierte en un Resucitado; revistiendo una túnica brillante como si fuera el mismo OSIRIS.
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SÉDIR, en la revista La Iniciación, declara: «San EPIFANIO hace remontar los Misterios al siglo XX a.d.C.; y HERODOTO dice que es entre 1520 y 1580 a.d.C. que fueron llevados de Egipto a Grecia. La Crónica de Faros fija el inicio de aquellos en Eleusis, en el siglo XV a.d.C.; y estos se perpetuaron hasta el siglo II después de Cristo».
Para Fabre d’OLIVET (1767-1825), son los fenicios los que colonizaron Grecia tres mil años antes de Jesucristo; y los que perdieron, desde el punto de vista teológico, la unidad insondable de Dios, pues ellos adoraban a sus múltiples manifestaciones en el interior de sus Templos. Ellos son los que creyeron en la preeminencia del principio femenino sobre el masculino; y sus enseñanzas, extendidas entre sus colonias, fueron jónicas en esencia y forma.
Según los antiguos historiadores, las Divinidades de la Grecia primitiva fueron la primera obra de OLEN (nombre que significa «Ser Universal»). Para los tracios, el Soberano Pontífice residía en el Cáucaso; de la misma manera que, para los griegos, habitaba en Delfos, en el Monte Parnaso, lugar en el que se celebraban los cultos de APOLO y de DIANA, es decir, del Sol y de la Luna, pero también los de BACO o DIONISOS, por un lado, y de CERES o DEMÉTER, por otro.
Para Fabre d’OLIVET, la Doctrina de los Misterios de Eleusis tenía un origen celeste, mientras que los de Delfos eran una especie de panteísmo naturalista.
Pero es ORFEO, tracio de origen, quien es el reformador que recupera la primitiva pureza del culto y la ciencia de Grecia.
En Eleusis había cuatro órdenes:
5. Las Ciencias Naturales y Físicas; que comprendía el conocimiento del Alma de la Tierra, y cuyo Arte fue la Alquimia.
Las Ciencias Androgénicas; cuyo Arte fue la Psicurgia o las Fuerzas Ocultas del Hombre: Magnetismo, Telepatía, Hipnosis, Telequinesia, Viaje Astral, Videncia activa, Meditación, Profecía, Mediumnidad, etc. Todas estas prácticas ocultas están ligadas a la utilización del Espíritu y de la Energía sobre un Plano Sutil determinado. Es el culto a lo Invisible.
7. Las Ciencias Cosmogónicas o del Universo; cuyo Arte fue la Astrología y el Misterio de OSIRIS.
8. Las Ciencias Teogónicas; cuyo Arte fue la Teúrgia, la unión del Alma y del Espíritu.
Sólo los Iniciados recibían las Enseñanzas; quienes eran juramentados para que no revelaran nada a los Profanos. Así, no encontramos en los textos más que vagas alusiones; y es preciso poner en relación a los autores griegos y romanos y a los bajorrelieves que han sobrevivido hasta nosotros para llegar a alguna conclusión, pese a que sea confusa.
Pocos libros pueden encontrarse en francés o en español que traten sobre estos Misterios. Victor MAGIEN, profesor de la Universidad de Toulouse, ha escrito dos obras sobre ellos, que pueden ser de gran ayuda: Les Mystères d’Eleusis; y su traducción de la Ilíada, de Homero.
Los Misterios
Los Misterios han existido por todos los territorios en el Mundo Antiguo; por ejemplo, en Egipto; en Siria, hogar de los fenicios; en Persia; con numerosos paralelismos, que parecen formar una serie de Filiaciones entre todos ellos:
—Los Misterios de ZEUS, en Creta, con el Minotauro.
—Los Misterios de HÉCATE, en Lagina; donde, probablemente, habían dos Ritos expiatorios y en donde se solicitaba a la Diosa la protección contra la locura.
—Los Misterios de DIONISOS, en Creta, en Beocia, en Delfos, en Atenas y en otros lugares…
—Los Misterios de DEMÉTER («La Madre») y de PERSÉFONE («La que lleva la Muerte») o KORÉ, que están íntimamente vinculados a los Misterios de DIONISOS (BACO).
Durante algún tiempo, el emperador CLAUDIO tuvo la intención de llevarse a Roma el santuario de Eleusis. De hecho, los romanos más ilustres se hicieron iniciar en los Misterios de Eleusis; que eran los más conocidos y pretendidos. PLUTARCO, en su Sylla nos dice al respecto: «…llega al Pireo, e, iniciado, adquiere la biblioteca de APELICÓN de TEOS, en la que estaban la mayor parte de los libros de Aristóteles y de Teofrasto» (Plutarco, Sylla, 26).
Los griegos aún aprendieron de los egipcios otras muchas cosas: la Ciencia, seguida por Clemente de ALEJANDRÍA; la creencia en la inmortalidad del Alma, seguida por HEREDOTO; la institución del Matrimonio, aportado por el Rey CÉCROPE («Rostro con Cola»); y otros muchos autores, entre los que se encuentra PITÁGORAS.
«Las Festividades que se celebraban en Eleusis simplemente se llamaban Mystéria; y, al mismo tiempo, se hablaba de ellas como árretos teleté (ἀρρητος τελετή). El Recinto en el que tenían lugar estas Festividades se llama telestérion (τελεστήριον). Teletái se empleaba para los Misterios de Dionisos, pero también se empleaba desde muy antiguo Mystéria. Como nombre general para toda clase de Fiestas en las que intervenía un Sacerdote y no estaban asociadas a un Rito de Iniciación individual, se empleaba la palabra Mystéria. Cada año se celebraban Fiestas a las que tenía acceso el público y en las que se aceptaban ofrendas» (Burkert, 1990).
Los Misterios de Eleusis representan una nueva Fórmula Ritual de una Religión muy antigua; que podemos comparar, por ejemplo, con los Misterios de ISIS y de OSIRIS o con los de DEMÉTER y de DIONISOS.
Como es evidente, los mitos difieren exteriormente:
—En Egipto, siguiendo el relato que nos ha dejado PLUTARCO, en su tratado Isis y Osiris, la diosa ISIS pierde a su marido y hermano OSIRIS, asesinado por su hermano TIFÓN-SETH; quien le echa al río, perdiéndose entre la corriente. Pero ella le buscó, descendiendo por el Nilo; encontrándole en Biblos, en el interior de un ataúd de Acacia. En una segunda ocasión, TIFÓN-SETH le secciona; y dispersa los miembros de OSIRIS. Pero ISIS, impulsada por el Amor, los busca y encuentra; con la excepción de uno de ellos: el falo, que ha sido tragado por el pez OXIRRINCO.
—En el mito de Eleusis, DEMÉTER pierde a su hija PERSÉFONE (antes se la llamaba KÓRE), raptada en Enna por el dios HADES; quien emergió de una grieta del suelo. Impulsada por el Amor, va en su búsqueda hasta el Inframundo; llevando antorchas en la mano. Al final, consigue encontrarla; y pacta con HADES para que le permita estar con ella, en el Mundo de los Vivos, la mitad del año, y, la otra mitad, estaría en el Mundo de los Muertos. La mayoría de los historiadores modernos — sino todos— admiten que estos Misterios sufrieron una completa transformación hacia el siglo VII a.d.C., que habría consistido en incluir a DIONISOS al lado de DEMÉTER y de PERSÉFONE o KÓRE.
—En el fondo, a través de todos estos Misterios, persistió durante siglos la misma Religión: el emperador JULIANO encontró en los textos de HOMERO y de HESÍODO las mismas ideas que, luego, él profesó bajo la divina autoridad de HÉLIOS (Sol) o de HIPERIÓN («El que camina en las Alturas»)… Sobre este aspecto, como en otros muchos, los gnósticos quisieron mantener vivo el pensamiento de los filósofos griegos. Así, valentinianos, nazarenos, peratas, senianos y setianos consideraron a HOMERO como uno de sus profetas.
El primer testimonio que nos ha llegado sobre ORFEO, es el de HERODOTO; y no podemos citar otro más antiguo, porque ninguna obra griega anterior a este autor ha subsistido.
Para situar la gran importancia de estos Misterios en el ámbito histórico, social y religioso de la Antigüedad, cabe mencionar, por ejemplo, que PITÁGORAS «pasa veintidós años en los Templos de Egipto, estudiando Astronomía y Geometría; haciéndose iniciar, no por vanidad humana, en todas las Iniciaciones de los Dioses». Después, llegando a Babilonia, donde frecuenta a los Magos, adquiere «los secretos más venerables, y el culto más perfecto de los Dioses; con los que llega al conocimiento de lo más sublime de los hombres, de la Música y de otras Ciencias».
Pero PITÁGORAS también conoció otras cosas por «los teletái (τελετήν; plural de teleté, que se traduce por Rito de Iniciación y «Perfección») que se realizan en Eleusis, en Imbros, en Samotracia y el Delos […], y en las regiones de los Celtas, y en Iberia» (Vida de Pitágoras).
Como dijo PLATÓN: «Filosofar, como Iniciarse, es aprender a morir».
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Los siete Grados de Iniciación: la Jerarquía Eleusina
Si el Alma tiene varias Etapas a superar en su retorno hacia el origen celeste y el origen divino, la Iniciación, que representa esta ascensión, debe tener varios Grados. Sobre los diversos Grados posibles de esta Iniciación, podemos tener varias opiniones; pero, en general, aceptamos que son siete los Grados que hay que superar. Por supuesto que los autores griegos no lo expresaron con total claridad ni con la voluntad de desvelarlo: ellos distinguían varios Grados, pero nunca citaron todos los Grados unidos entre sí, por lo que no era posible establecer una vinculación entre ellos; y, a menudo, atribuían nombres diversos a un mismo Grado.
Pero intentando conciliar los datos que nos han transmitido, completando lo que nos dice un autor sobre un Grado con lo que nos dice otro sobre aquel mismo Grado y sobre otros, podemos afirmar que, en principio, existían tres Grados debían superar todos los que aspiraban a la plena Iniciación:
—Iniciación en los Misterios Menores, o Purificación.
—Iniciación en los Misterios Mayores.
—Epoptéia, que significa «contemplación», «revelación» y «observación»; y que se encuentra en Egipto y entre los cátaros.
Después de estos tres Grados básicos, estaban los cuatro Grados esenciales para aquellos (lo que se consideran Adeptos) que estarían autorizados a iniciar a otros candidatos; a dirigir grupos de ellos; y a establecer todas las directrices iniciáticas y rituales:
—Iniciación en el Conocimiento de lo Divino, o Iniciación de la Corona.
—Iniciación Sacerdotal; para los eclesiásticos, los médicos, los Filósofos y los políticos.
—Iniciación Hierofántica o Iniciación Real.
—Iniciación Suprema; que tiene por finalidad la liberación de las limitaciones y la identificación del UNO, por la reunión del Pensamiento y del Alma en la UNIDAD.
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Iniciación a los Misterios Menores
Preliminares: La presencia de los Sacerdotes y de los Dioses
Los Misterios Menores se celebraban en Agra, en las proximidades de Atenas. «Los atenienses recibían los Misterios Menores en el mes de antesterion (equivale a febrero-marzo); los Misterios Mayores, en el mes de Boedromion (equivale a Septiembre-Octubre)» (DEMETRIO Poliorcetes).
«Los atenienses también celebraban dos veces al año los Misterios de la Divinidad: los Misterios Menores, cuando el Sol está en Aries; y los Mayores, cuando está en Piscis…» (Juliano, Discursos, V, 173; traducción de Talbot, p. 150).
La Iniciación debía durar varios días, o, en concreto, varias noches; y cada Mýstes debía ofrecer un óbolo por día al Hierofante. Esta Iniciación comportaba numerosas Ceremonias, donde aparecen los Hierofantes (los que realizaban los actos sagrados) y los Eumólpidas (Sacerdotes especializados en los Misterios Eleusinos); y conducía hacia la Purificación. La Iniciación estaba vinculada a una diosa que expulsaba a los enfermos y a los que sufrían: ARTEMISA. HOMERO, en la Ilíada, alude a ella como Artemis Agrotera (o, según PLATÓN, Agraia), Potnia Theron; es decir, «ARTEMISA la del Terreno Virgen, Señora de los Animales (o de las Bestias)». En el periodo clásico de la Mitología griega, ARTEMISA fue descrita, a menudo, como la hija de ZEUS y LETO, y la hermana melliza de APOLO. Fue la diosa helena de la caza con arco, de los animales salvajes, del terreno virgen, de los nacimientos, de la virginidad y de las doncellas; y la que traía y aliviaba las enfermedades de las mujeres. Se la representaba como una cazadora llevando un arco y flechas en un carcaj. El ciervo y el ciprés le estaban consagrados; y su Santuario o Hierón (espacio sagrado), estaba justamente en Agra.
Así se dirigió el poeta CALIMACO de Cirene (310-240 a.d.C.) a la diosa ARTEMISA: «Tú le elevas de su instinto salvaje»; es decir, «Todo aquello que aquí tiene de él salvaje, tú lo elevas, hacia las cosas bellas e importantes; y que son desconocidas de los ignorantes» (DIODORO de Sicilia, IV, 7).
Definición de los Misterios Menores
Los Misterios Menores consisten, sobre todo, en purificaciones. Consisten en «una Purificación preliminar, en una Santificación previa a los Misterios Mayores». Por otro lado, todos los futuros iniciados debían ser presentados y avalados por un Mistagogo ateniense (sacerdote encargado de la iniciación del Neófito). En efecto: la ceremonia de Iniciación aseguraba a todos los extranjeros la cualidad de ateniense; luego, si un esclavo era iniciado, se convertía en un ciudadano libre de Atenas. Las mujeres también eran iniciadas.
Pero había un límite, un filtro, que consistía en un examen previo. Este examen, según los textos, se basa en dos aspectos principales: ¿El Candidato tiene algún crimen del que arrepentirse?
¿Comprende y habla la lengua «antigua»?
Además, los Sacerdotes hacían jurar a los Candidatos guardar el Secreto. Se le atribuye a ORFEO la invención de esta exigencia: «Cuando Orfeo abrió las Ceremonias de sus Misterios a los hombres desconocidos, sólo impuso a los que iba a iniciar en el primer vestíbulo la necesidad de jurar; y, bajo la terrible garantía de un juramento religioso, solicitaba que los Secretos de la religión que él mismo había encontrado y puesto en orden no fueran escuchados por oídos profanos». Esta es la razón por la que no han llegado tan pocos documentos.
Esta Purificación por aspersión del agua del Iliso (no por inmersión, pues el Iliso siempre llevaba poca agua; como el otro río que atravesaba Atenas, el Cefiso), era suficiente para el Mýstes; que, al menos, debía recibir unas pocas gotas sobre su cabeza. Esta Purificación también estaba ligada a otro aspecto fundamental: «el abandono de los metales».
Los Mystái (plural de Mýstes) bajo la tienda y el Trance Místico
En efecto, los Candidatos debían abandonar simbólicamente toda su Fortuna antes de retirarse a sus tiendas de preparación, situadas en las proximidades del río Iliso.
El gesto de abandonar su fortuna, recuerda los «Usos y Costumbres» de los Pitagóricos: «Cuando alguno venía para situarse cerca de Pitágoras, para instruirse, vendía sus bienes y depositaba su dinero en cajas de seguridad, que eran custodiadas por Pitágoras; después, permanecía, ya fuera tres o cinco años, en silencio y estudiando. Durante ese tiempo, sólo escuchaba las enseñanzas del Maestro, pero no le veía. Más tarde, ya liberado de esa fase probatoria, se mezclaba entre los demás, permaneciendo como Discípulo, y comiendo con ellos; por el contrario, si no había sido aceptado (si no había purificado tanto el Cuerpo como el Alma), le sugerían que se apartara de ellos y le echaban de allí. Los primeros, los aceptados, eran llamados pitagóricos esotéricos o internos, también llamados Matemáticos; los otros, Acusmáticos o externos». Aún había un tercer Grado, que era el de los Físicos; los auténticos investigadores y estudiosos de los principios más internos y secretos, es decir, los que habían avanzado en el camino iniciático.
El acampar en tiendas y la costumbre de abandonar el dinero, eran tradiciones que también se daban en Andania, la filial de Eleusis. Así, está escrito: «Que nadie entre en esta tienda llevando dinero por un valor superior a cien dracmas, y si entran con más, que los Sacerdotes del hierón no les dejen pasar; hasta que todo lo que esté por encima sea consagrado a los dioses, y entren con lo justo».
Esta primera Iniciación siempre se refiere al mismo principio: el Iniciado muere para renacer a una vida más bella y plena. De igual manera, en los Misterios Menores, el Iniciado debe dormir para «soñar con un sentimiento de verdadero Orden y de Armonía». Por consiguiente, es como si esa Muerte Mística, que limpia el Cuerpo físico y las pasiones integradas en aquel, fuera sustituida por el Trance Místico, que esclarece el Cuerpo físico y pone en orden la parte inferior del Alma. Y es el Trance el que, durante el sueño inducido, ofrecerá la primera instrucción.
Otras Ceremonias
Los Misterios Menores imitaron, de hecho, todo aquello que trajo consigo DIONISOS: El Dios es desmembrado por los Titanes, y devorado por ellos; y, después, es devuelto a la Vida por APOLO y ATENEA. Este mito significa el descenso del Alma a la Materia Múltiple que la absorbe y la devora; y la posterior renovación-resurrección, gracias a la cual podrá elevarse a su estado primitivo.
En efecto, esta parte irracional, indisciplinada y violenta que está en nosotros, y que no es divina, sino demoníaca, debe ser suprimida. «Los antiguos la llamaron “los TITANES”; y es esa parte la que debe sufrir un castigo y una pena».
Los Misterios Menores no pueden, ellos solos, representar el desmembramiento ni la muerte del Dios; esta representación estaba reservada a los Misterios Mayores, pero sí simbolizaban esta muerte por el sueño (expresión del HIPNOS-TÁNATOS, el trance próximo a la muerte). TÁNATOS era la representación de la muerte sin violencia, la pulsión de Muerte que se opone a EROS (la atracción sexual, el amor y el sexo), la pulsión de Vida, es decir, señala un deseo de abandonar la lucha de la vida y volver a la quiescencia y a la tumba; y su gemelo HIPNOS, es la manifestación del trance.
Las Purificaciones
Por la Música
Según la teoría clásica de los griegos, la Música constituye en primer fundamento de la educación; ya que, «desde la infancia, construye los muros para sus Armonías y edifica un bello orden en el Cuerpo por sus ritmos». Dice PLATÓN: «La Música despierta por completo al Alma, y la hace bacante». Aquí, el gran filósofo hace alusión a la Iniciación de la Corona o del Conocimiento de lo Divino (el primero de los cuatro Grados esenciales); pero aún próxima a los Misterios Menores.
Por las antorchas
Estas antorchas son, sin duda, las que utilizó DEMÉTER para encontrar a su hija… Estas antorchas son para recordar todo lo que tiene ARTEMISA de cazadora; pero, además, probablemente, esta purificación ha tenido una gran relación con el santuario de esta Diosa.
C.Por las vueltas alrededor del Candidato
Al Mýstes se le hacía sentar en un sitial; y los iniciadores daban vueltas a su alrededor cantando y haciendo sonar los címbalos de bronce.
El sofista Dión CRISÓSTOMO indica que este Rito corresponde a un pensamiento y a una intención llena de Sabiduría: el coro realizaba su desplazamiento alrededor del Mýstes, como si fueran los astros del Cielo, bajo la dirección del Corifeo; ejerciendo una influencia análoga sobre aquel.
Según PLATÓN, antes de la Iniciación eras necesarios unos preliminares: «Hacían las mismas cosas que aquellos que purificaban por la Iniciación de los coribantes; hasta hacían las vueltas alrededor de aquel que debían iniciar».
Además, el bronce de los instrumentos poseían un poder purificador; así lo decía EMPEDOCLES:
«Él consigue, con un bronce eterno, subir las cinco Fuentes». ¿Acaso los coribantes no bailaban alrededor de los renacidos, manteniendo sus armas de bronce, para purificarlos, de igual manera a como lo hacían alrededor de la cuna de ZEUS?
PLATÓN aclara este enigma, añadiendo que es preciso hacer la Purificación por cinco Enseñanzas; que son: la Aritmética, la Estereometría o Geometría del Espacio, la Música y la Astronomía.
Por otra parte, es necesario que los iniciados de los Misterios Menores hayan bebido y comido durante las Ceremonias; pues, interrogados antes de la Iniciación a los Misterios Mayores, deben responder: «He comido en el tímpano, y he bebido en el címbalo; me he convertido en Místico».
El Neófito, desnudo («despojado de sus vestiduras»), coloca el pie izquierdo sobre la piel de un animal, generalmente un carnero, ofrecido en sacrificio a ZEUS CTONIOS o MELICHIOS, El Próvido, y se le vierte agua sobre la cabeza. Después, se le hace sentar sobre un sitial, se le cubre la cabeza con un velo muy denso («que no deje ver»), y una Sacerdotisa le impulsa aire con una especie de abanico místico. Así, «es purificado por el Agua y por el Aire».
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Iniciación a los Misterios Mayores
Preliminares
Un intervalo de seis meses separaba los Misterios Mayores de los Misterios Menores. En efecto: los tres primeros Grados podían superarse en cinco años; aunque PLUTARCO nos indica que recibió todos las Iniciaciones en un año. Los Misterios Mayores se celebraban durante el mes ateniense de Boedromion, que equivale a Septiembre-Octubre; con muchas más manifestaciones festivas, danzas, desfiles y ceremonias que durante los Misterios Menores. Luego, los Misterios Mayores o Grandes Misterios se celebraban hacia el Equinoccio de otoño.
Estos Misterios concernían no sólo a DEMÉTER y PERSÉFONE, sino también (y especialmente) a DIONISOS; y, con ellos, el Hombre puede alcanzar el estado de Hombre Perfecto o de Hombre Completo. Para convertirse en un Hombre Perfecto, hacía falta, como ya se ha dicho más arriba, morir en una muerte simbólica y renacer a una nueva vida, mejor y plena. DEMÉTER, la Madre, y KÓRE, la Doncella, presidían esta muerte y este renacimiento. Durante todo el desarrollo de los Misterios era obligado abstenerse de cualquier contacto con un cadáver o una mujer que está de parto (parturienta).
Al principio, se imponía al Candidato a la Iniciación un largo silencio. Hay que recordar lo que ya sucedía en la Escuela de Pitágoras: el silencio debía durar cinco años.
En concreto, se recomendaba al Mýstes el silencio durante las Ceremonias; donde se le hacía jurar de nuevo conservar el secreto sobre todas las Iniciaciones y Ceremonias. Quedaban fuera de estas Iniciaciones, como ya se ha mencionado, los criminales y aquellos que no hablaban griego.
El enciclopedista y gramático bizantino SUIDAS, sobre la palabra Mystéria, dice lo siguiente en su Lexicon (siglo X): «Los Misterios son los Teletái; y se les llama Misterios porque son los que cierran firmemente la boca y no permiten que se muestren esas cosas a nadie. El verbo “MÝEIN” (μύειν) significa “CERRAR OJOS Y BOCA”» (callando, uno se entrega a la Meditación; pero no se trata de silencio, sino de un diálogo interior).
Aunque esta hipótesis no parece muy acertada, ya que «cerrar los ojos» significa prescindir de toda «visión»; y basta recordar que, para la mente griega, todo el Mundo Conceptual se resumía precisamente como una «visión» (εἶδος), lo que permite apreciar la profunda revolución que significa el Misticismo en Grecia. Pero a su vez, «cerrar la boca», esto es, abrazar el silencio y aceptar lo inefable, significaba incurrir en otra renuncia no menos grave y contraria al espíritu heleno, ansioso de discurso y discusión, y predispuesto, como ningún otro, al verbo y a su comunicación, al Lógos (λόγος) y al Dialogéin (διαλογεῖν). Esta «oblación de ojos y de boca», sólo se entiende radicalmente a partir de una aspiración fugitiva del Alma individual hacia el Uno que salva… Aquí conviene recordar el Ritual egipcio Uep-Re o «Apertura de los Ojos y de la boca», que implicaba la «animación simbólica» de una estatua del fallecido o de su propia momia por medio de la «Magia Ceremonial», con la apertura de la boca y de los ojos, a fin de que pudiera «respirar, comer, ver y hablar». Pero este Rito también se hacía, de manera simbólica, con los Templos, con los Ushebtis («los que responden») y con las representaciones de las Divinidades o de los animales sagrados (como los Escarabeos).
El significado de la Iniciación
Es difícil averiguar la etimología de la palabra griega Mystéria. Según Walter BURKERT (2002), la tan repetida etimología que hace derivar Mystéria del verbo griego MÝEIN, «cerrar los ojos y la boca», es una falsa etimología popular. Según este autor, la raíz my(s)- ya aparece en una tablilla micénica y parece que se refiere a la investidura solemne de un alto dignatario; aunque no están muy claros ni el contexto ni la interpretación del texto. La palabra griega Mystéria pertenece a un vocabulario fijado y usado tanto en la lengua micénica como, más tarde, en la griega. La palabra Mýstes, «Iniciado», pertenece a un tipo de formación de palabras que tiene su origen en el periodo micénico (1600-1100 a.d.C.). El verbo myéo, «iniciar», empleado normalmente en forma pasiva, tiene una importancia secundaria. Hay otro grupo de palabras que se entrelazan o coinciden en parte con la voz Mystéria: teléin (τελέιν), «terminar, festejar, consagrar»; teleté (τελετή) «Fiesta, Consagración, Ritual»; telestés (τελεστής), que es el Sacerdote que confería las sagradas Órdenes o consagraba; y telestérion (τελεστήριον), «Recinto donde tienen lugar estos
Ritos o Fiestas». Este grupo de palabras tiene un significado más general que Mystéria y se refiere a toda clase de fiestas rituales, no sólo al Rito de Iniciación personal. De todos modos, el verbo teléin adquiere el significado preciso de «ser iniciado mediante un Rito» cuando se emplea en forma pasiva con el nombre del respectivo Dios en dativo: dionýsoi telesthénai significa «ser sometido al Rito de Iniciación en los Misterios de Dionisos». Otro nombre que aparece asociado a los Misterios es órgia (ὄργια), «acto ritual». Con órgia y teletái se asocian otros adjetivos como apórreta (ἀπόρρητα), «prohibido», y áreta (ἀρρητα), «indecible, sublime, inefable», dos adjetivos prácticamente sinónimos que revelan el carácter ambivalente del «secreto» en el Rito Mistérico. Por una parte, está prohibido revelar el secreto. Por otra, es imposible revelarlo; pues, al hacerse público, pierde su efecto, además de ser inefable. Las violaciones del sigilo, cuando tenían lugar, no perjudicaban en nada a la Institución Mistérica. El interés de los Sacerdotes en preservar el Misterio en torno al Rito daba a este de un gran prestigio.
Lo más interesante son las traducciones latinas de los vocablos griegos Mystéria, mýein, mýesis; es decir: Initia, initiare, initiatio. De ahí proviene la palabra «Iniciación» de las lenguas modernas. Tenemos, así, la primera característica de los Misterios: Rituales de Iniciación, sólo accesible a los que se someten a ello. La obligación de «guardar sigilo» sobre este Ritual, sobre todo sobre lo «vivido y padecido» (pathéin, en griego) en el proceso iniciático, es un efecto secundario de este primer principio: la Iniciación, que tiene lugar por la noche. El fenómeno de la Iniciación ha sido estudiado por los etnólogos en todas las culturas, y lo definen como un cambio de estado social. A diferencia de los Ritos de Iniciación en otras culturas, en los Misterios Griegos la Iniciación «sólo implica un cambio interior y una unión a una Divinidad», siendo además repetibles hasta alcanzar el último de los tres Grados básicos, justo antes de iniciar los cuatro Grados esenciales, el Grado de Epóptes (ἐπόπτης); que significa «aquel que ha comprendido y descubierto lo que encierra el Ritual Iniciático».
El proceso iniciático y ceremonial
En el justo momento en el que se pasaba del territorio ateniense al territorio de Eleusis, el Mýstes llevaba la mano derecha y el pie izquierdo liados con tiras de color azafrán. Luego, los Candidatos iban hacia el mar. Llevaban consigo un puerco, símbolo del Hombre Caído que se complace en el fango; lo que también refiere al «no iniciado». Los Iniciados son censados para morir y recibir su correspondiente sepultura.
¡Oh, aspirantes a los Misterios! Guardad y meditad sobre esta expresión de EMPÉDOCLES: «La Generación es una destrucción terrible, que hace pasar a los vivos al lado de los muertos. En otro tiempo, habéis vivido la verdadera vida; y, luego, atraídos por un encanto, habéis caído en el Abismo terrestre, subyugados por el Cuerpo. Vuestra vida presente, es sólo un sueño letal. El pasado y el porvenir, existen solos por sí mismos. Aprended a recordar, aprended a prever…».
A continuación, los «Velados» comienzan un viaje; que simboliza el viaje que hacen las Almas en el Infierno. Todos permanecen en la oscuridad de la Muerte, con los ojos vendados; mientras son conducidos por los Mistagogos áticos, los «Hijos de la Luna», que actúan como puentes entre la Tierra y el Cielo. Bajo unas formas humanas, expresan ideas divinas; que insinúan, en el Alma, una vida mejor, y, en el Espíritu, la inteligencia de las Verdades Supremas. Ya no pueden retornar, bajo pena de caer en manos de las Furias; que les precipitarían, de nuevo, en el Abismo. Para los Iniciados esta prueba significa que debían renunciar a su Cuerpo y al dominio de las Pasiones; sólo debían lamentarse de su vida más animal, y dejarla caer. Mientras avanzaban, surgían entre la oscuridad extrañas apariciones que impedían su marcha. Es la historia del Alma, de su descenso a la Materia, de sus sufrimientos en las Tinieblas del Olvido… Así, en un determinado momento de la Ceremonia, el Mýstes es amenazado por unas armas afiladas; y debe pasar ante individuos que tienen espadas en la mano.
El Mýstes debe ser sumergido en el lodo. En efecto: el Alma es mala, cuando está unida al Cuerpo; pues las Pasiones tienen unido el Cuerpo a la Materia. Pero el Alma alcanza la bondad cuando se separa del Cuerpo y de la Materia.
Después, el Mýstes comparece ante una especie de Tribunal; donde es juzgado, castigado y, luego, purificado. Por último, el Mýstes sube por una corriente ascendente; y, cuando alcanza lo más alto, allí donde está la estancia más luminosa, recibe sus nuevas vestiduras; se junta con los otros Iniciados; y todos ellos se unen al cortejo que sigue al Dios. El Alma del Iniciado deviene, así, idéntica al Noûs; es decir, el Espíritu (PLOTINO I, 1.10). «La Esencia (que tiene existencia real), que no tiene color ni forma, es impalpable, y que no puede contemplarse, salvo por la Guía del Alma (Noûs), la Inteligencia, es la Fuente del Conocimiento Verdadero; y se encuentra en este Lugar. Al igual que en la mente de Dios, la Inteligencia se alimenta de Ciencia Absoluta, y trata de conseguir la comida que se adapte a Él; y contento de verlos, después de un tiempo, el Ser, en sí mismo, se alimenta; y el Bendito, va contemplando la Verdad» (PLATÓN, Fedro, 247).
Todo el proceso ha durado ocho días; y su triunfo se manifiesta en la insignia de la Iniciación: el tirso, junto a una canasta cerrada o «cisto» que contenía objetos de oro misteriosos (una piña, símbolo de fecundidad y generación; una serpiente espiral, símbolo de la evolución universal del Alma caída en la Materia y su redención por el Espíritu; y un huevo o esfera, la Perfección Divina, el objetivo del Hombre) cuya comprensión debía dar el «Secreto de la Vida» y que tan sólo podía abrirse finalizada la iniciación ante el Hierofante.
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Epoptéia o Iniciación del Epóptes
El Mýstes («Hombre con Velo») puede, después de un intervalo de, por lo menos, un año, aspirar al Grado Superior y convertirse, en medio de hondas emociones (exaltación extática), en Epóptes («Hombre que ha Visto»). Pues, en los Misterios «no se aprende nada; sino que se siente». Luego, los que llevaban iniciados al menos un año participaban en la Epoptéia; que es la «contemplación de la Hierogamia o Matrimonio Sagrado del Hierofante con la Sacerdotisa Suprema, símbolo de la unión de KORÉ con HADES». Esta Ceremonia tenía lugar, según HIPÓLITO, «durante la noche, ante un Fuego deslumbrante»; cuando el Hierofante exclamaba: «¡La Sagrada BRIMO (la Diosa Madre) ha engendrado un Niño Sagrado: BRIMOS! ¡La Poderosa he engendrado al Poderoso!» BRIMO era la Reina de los Muertos; y, por lo tanto, puede ser tanto KORÉ como DEMÉTER. En un papiro de la segunda mitad del siglo I d.d.C., HERACLES dice: «He sido iniciado hace mucho tiempo… He visto el Fuego… y a KORÉ». Al mismo tiempo, durante la evocación e invocación de KORÉ, sonaba un gong de bronce, significando que el Reino de los Muertos se había roto; y nacía un ser Poderoso (este es el anticipo del nacimiento, tras la muerte, en una subsistencia total y definitivamente feliz; una especie de renacimiento en un Cuerpo de Gloria). Por consiguiente, en la Epoptéia había Luz (el
«Fuego deslumbrante») y Sonido (la vibración provocada por el «gong de bronce»).
El lexicógrafo SUIDAS ofrece la siguiente definición: «Epóptes: Aquel que recibe los Misterios se llama, al principio, Mýstes; y un año después, Epóptes y Ephorus». Ephorus significa «Maestro» o
«Supervisor».
La superioridad del Epópte sobre el Grado precedente es «muy significativa». En El Banquete de PLATÓN, DIOTIMA de MANTINEA se dirige a SÓCRATES con las siguientes palabras: «Tú podrías, quizás, hacerte iniciar; pero la culminación de ese deseo y la Epoptéia, que es el fin de todo esto, si no se va bien dirigido, no sé si serías capaz de conseguirlo».
CLEMENTE de ALEJANDRÍA, utilizando, como hace a menudo, el lenguaje de la mística eleusina, escribe lo siguiente: «¡Oh Misterios eternamente sagrados! Yo devengo santo por la Iniciación y por la Epoptéia. El Señor es el Hierofante. Él ha marcado al Mýstes con su sello, condiciéndole hacia la Luz. Él coloca entre las manos del Padre a aquel que tenía Fe, y que está eternamente bajo su Grado».
Las Pruebas
El Ritual de Iniciación consiste, sobre todo, en un viaje de la Oscuridad hacia la Luz; este viaje representa, simbólicamente, la «segunda muerte»; es decir, la muerte por la que el Pensamiento se separa del Alma y alcanza la Región Celeste.
Interpretación
Al final, se asume la Epoptéia. En Filosofía, el Epóptes es aquel que ya no razona; pues ha llegado a dominar la contemplación intuitiva.
Para preparar el camino a este Epoptéia, es preciso dominar el concepto de Monada; que no tiene ni cualidades físicas, ni dimensiones, ni lugar en el espacio.
CLEMENTE de ALEJANDRÍA escribe en sus Estromatas: «El Candidato a la Epoptéia, después de ser despojado simbólicamente de todo aquello que es Cuerpo y Alma, se precipita en un abismo oscuro a la búsqueda de Dios». «Felices aquellos que han entrado en la santidad gnóstica» (I, 7). El Candidato debe conocer por sí mismo qué es lo que no es Dios, y dónde no está Dios. Él contempla las cosas bellas y comprende que tal figura; tal ser que está en movimiento; tal ser que está sentado en un trono; tal ser que está en un lugar, a la derecha o a la izquierda; no es el Dios que busca. Es decir, que el Candidato a la Iniciación deberá buscar en un lugar muy diferente de aquel otro de donde procede.
El Candidato busca a Dios, satisfecho por el deseo de encontrarlo; deseo que le es enviado por el mismo Dios, y transmitido por el Hijo de Dios. Él busca en la oscuridad, con los ojos vendados; y despojándose de la sabiduría práctica, de la prudencia y de la reflexión (Φρόνησις, phrónesis) humana, para adquirir una frónesis (phrónesis) absolutamente divina.
Y para participar de esta frónesis divina, el Candidato debe escoger el fruto de un árbol. Este árbol representa el Logos. La Razón, en efecto, cuando llega al Mundo, produce sus frutos; con los que el hombre debe alimentarse. El Candidato avanza, con los ojos vendados; y llega hasta un lugar en donde su camino se divide en dos. Él debe escoger aquel que le conduce a Dios, dejándose guiar por la voz misma de Dios; pues él tiene los ojos vendados. Obedece las órdenes que le da, y sin exceder los límites del camino que tiene delante, avanza con precaución y confianza en Dios.
Después, llega a un lugar que le ha sido indicado anteriormente. Le quitan la venda, y abre los ojos. A lo lejos, percibe un lugar donde cree ver a Dios… Ya está en la tercera fase de la Iniciación. Recordemos, que la primera fase trataba de percibir las «cosas bellas» (pero que no son Dios); la segunda fase consistió en buscar a Dios, sin encontrarlo; y la tercera fase consiste en encontrarlo. En esta tercera fase, le acompaña un nuevo Mistagogo; que es quien le quita la venda de los ojos.
Toda Iniciación puede ser llamada «el Misterio del Sello». Hay una marca por la que el Candidato debe dejarse llevar… El Candidato, teniendo los ojos descubiertos, ve a lo lejos una Luz. Para ese momento, ya tiene claro que el Mundo de las Ideas es muy distinto del Mundo Sensible. Pero el Candidato todavía está en el Mundo de la Generación, lejos del Mundo Inteligible: aún hay un largo camino que recorrer, y necesita de una Mistagogo de rango elevado que le ayude a superar las pruebas pendientes.
De repente, el Candidato ve una Luz cegadora; y se lanza hacia ella, pero sin apartarse del camino correcto. Y, en ese momento, agarra y besa a la Idea-Pensamiento de aquello que representa a Dios. El Candidato recibe la Revelación de que el Dios que ha encontrado es, en esencia, idéntico a todos los Dioses; y que no hay más que un solo Dios.
En los textos de la Antigüedad, encontramos algunas alusiones a este momento fundamental: el Mýstes encuentra una escultura (aphidruma) que le transmite la idea precisa de Dios; comprende el Nombre de Dios; y asiste a los sacrificios… Ahora, el Rito ya se ha consumado; y el Mýstes se convierte en Vidente.
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Resumen
La Iniciación puede denominarse «el Misterio del Sello»; y comporta tres Fases principales:
—El Mýstes se adentra en la Oscuridad, buscando la Luz. Para desafiar a las Tinieblas y para gozar, al final de su camino, de la Luz, entra revestido de cervato en un laberinto subterráneo; en donde gemidos terroríficos, visiones y apariciones súbitas le asaltan. PLUTARCO relaciona esta fase con el estado del Hombre en su lecho de muerte. La experiencia más extraña acontecía en una cripta; donde un sacerdote frigio, de pie ante un brasero de cobre que iluminaba intermitentemente la sala, le obligaba a sentarse a la entrada; lanzaba al brasero puñados de perfumes narcóticos, que envolvía al Mýstes con confusas formas cambiantes cerrándole el paso, mientras el sacerdote le decía «pasa». Sólo tras varios intentos lo conseguía, porque su firme resolución desvanecía el sortilegio; y accedía a una sala circular mayor, iluminada fúnebremente, en cuyo centro un árbol de bronce, elevaba su follaje por el techo, en donde se ocultaban representaciones de todos los Demonios que se encarnizan con el Hombre. Bajo él se representa a HADES, con su esposa KORÉ; como Soberana de los Muertos.
—El Mýstes tiene un conductor (se trata la noción de la «obediencia al Jefe»; pues se transmite la idea de que hay que seguir las instrucciones de ZEUS para llegar a la Naturaleza Inteligible).
—El Mýstes debe ascender hacia la Luz por una galería, saliendo de la caverna o antro laberíntico; que simboliza el Mundo: «Los helenos hablan claramente y sin oscuridad de la ascensión por un camino, hasta salir de la caverna. Avanzando en la ascensión, se avanza hacia una contemplación cada vez más verdadera» (Estromatas II, 9, 6). Por toda la galería ascendente, brillan las antorchas que llaman al Mýstes. Suenan voces que dicen: «Venid, venid… IACCHOS ha vuelto; y DEMÉTER espera a su hija KORÉ». KORÉ se levanta, pero una mano la retiene; las antorchas se apagan; y una voz exclama: «¡MORIR ES RENACER!»
El Mýstes alcanza la Iluminación, saliendo por la abertura del Laberinto; donde se le despoja de la piel de cervato; se le rocía de agua lustral; le revisten de lino; y le conducen con alegría hacia un Templo iluminado. Ha abandonado lo que es múltiple y diverso, alzándose hacia lo alto; y llega a contactar con «aquello» que representa la pura Verdad (cf. PLATÓN, ARISTÓTELES y, por último, PLUTARCO). El Gran Hierofante le espera cerca del Altar; junto al Sol, su Porta-antorcha, y la Luna, su Oficiante; y le instruye, junto a HERMES, su Heraldo Místico.
El Epóptes observa en silencio tres espigas (cosechadas) de trigo. La espiga es la gran y perfecta «Iluminadora». Estas tres espigas de trigo simbolizan la Luz, cuya semilla ha sido plantada por el hombre; para que, con el crecimiento de la planta, produzca su fruto gracias a la Iniciación. Las tres espigas de trigo maduro también pueden ser sustituidas por el falo erecto. El falo erecto, que está preparado para la Generación, es la manifestación de DIONISOS y de AFRODITA; y simboliza el Logos, creado por el Noûs (el Pensamiento o Idea) y el Alma. El falo lacio o replegado expresa la supresión del Razonamiento humano (Logos); el cual, es reemplazado por la Intuición pura.
Entonces, el Daduchos (el «Portador de la Antorcha»; el segundo sacerdote, tras el Hierofante) abre los propileos (acceso) del Templo. Después, levanta los velos que recubrían un cierto objeto, tras haberlo embellecido y ornado; y lo muestra a los Iniciados con una luz brillante.
Aparece una representación del Noûs, surgiendo de las profundidades. Sabemos por los textos, que se hace ayudar o es una espiga de trigo maduro; luego, fue un falo erecto. AFRODITA asiste al Daduchos; las Caridades están presentes.
Se desarrolla el matrimonio sagrado y la generación espiritual, que conocemos por el texto
Philosophoumena, de san HIPÓLITO de ROMA.
La expresión «Gnóstico» parece corresponder a la palabra «Epópte»; y, en todo caso, PLOTINO (205-270) habla de los gnósticos, o de los falsos gnósticos, en Las seis Enéadas, en relación a la Iniciación de los Epóptes (cf. II Enéada). SEDIR, por su parte, nos refiere que los Iniciados salen del oscuro y cavernoso vientre de Eleusis por el Templo de IACO o YACO (IACCHOS), uno de los epítetos de DIONISOS (considerado como hijo de ZEUS y de DEMÉTER). IACO era el «Portador de la Antorcha» (Daduchos) en la procesión desde Eleusis; siendo, a veces, considerado como el heraldo del «Divino Hijo» de la Diosa, nacido en el Inframundo, y, en ocasiones, el propio hijo de ésta. Se le llamaba «La Estrella que lleva la Luz de los Misterios Nocturnos», otorgándole posibles asociaciones con Sirio (Sothis).
El Hierofante despedía a los Iniciados con tres palabras: «KONX OM PAX» (Κόνξ Ὄμ Παξ), cuyo significado aún está por determinar («Que tus deseos se cumplan; vuelve al Alma Universal»). Samuel LIDDELL «MacGregor» MATHERS (1854-1918) las hizo derivar del egipcio Khabs Am Pekht, con el significado de «Luz extendida» o «Luz Espiritual emanada que tiende a unirse en un solo Rayo»; mientras que Alexandre SAINT-YVES d’ALVEYDRE (1842-1909) creía que estas tres palabras procedían del sánscrito:
KONX = Kamsha = objeto de los deseos más ardientes.
OM = AUM = la misteriosa forma sonora del Atman, la unidad con lo supremo. PAX = Paksma = cambio, deber (deber de cambio).
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4.Iniciación en el Conocimiento de lo Divino, o Iniciación de la Corona
Un chivo (cabrito) o un cervato simbolizan la Iniciación de la Corona (que conduce hasta el Saber Divino). En este Ritual, el Iniciado «nace a una nueva vida»; y, como tal, recibe la miel y el vino.
Generalidades de la Iniciación
En Eleusis, los Dignatarios tienen el poder de administrar a los otros la Purificación, la Iniciación y la Perfección; es decir, de llevarlos de los Misterios Menores a los Mayores y a la Epoptéia. Estos Dignatarios constituyen una jerarquía; en cuyo primer Grado pueden purificar y preparar: céryces, adivinos, poetas, purificadores, etc… Por esta razón, los textos consideran a estos Dignatarios los más altos en rango.
Para pertenecer a este Grado, es necesario tener presente todo lo que sigue. Llegar a este Grado comporta una Iniciación; y esta Iniciación, como las otras, consiste en un retorno del Alma hacia las Alturas, de donde ella descendió. ¿En qué consiste este viaje del Alma?
El Alma, antes de convertirse en un Alma humana, fue el Noûs (el Intelecto) y participó del Ser Superior al Noûs; que es el UNO. Por lo tanto, el Alma se ha convertido en MULTIPLE en el Mundo de la Materia; alejándose de la Esencia Divina del UNO. El Alma, ya humana, se ha transformado en femenina; mientras que el Noûs, cuando participaba del UNO, era masculino.
El Noûs, al descender de las Alturas Puras a la Materia, impura y corruptible, se ha intoxicado con un brebaje. El Alma ha perdido sus alas, al caer en este Mundo imperfecto; y «parece sometida» a la Materia. Utilizando la expresión de HERÁCLITO, el Alma se ha secado; alcanzando un estado de humildad que no le corresponde. Es decir, si el Alma habitaba en el Éter, ahora, tras la caída, se encuentra rodeada del mismo aire físico que hay en la Tierra.
Las Almas formaron parte de los Coros Divinos, y participaron de una Iniciación Superior; pero, luego, cayeron en el Mundo de la Creación, donde fueron encadenadas al interior de los Cuerpos. Y al igual que los Cuerpos están unidos, los unos con los otros, por una pesada cadena que parece irrompible; así el Alma, o la Vida, pasa de un ser a otro, pareciendo que también enferma en ese mismo proceso cíclico que parece eterno. Pero el Alma, finalmente, deberá retornar a la UNIDAD; pues tiene que reintegrarse como Noûs, en aquello que es Superior al Noûs: la UNIDAD. Y, a esa Alma que desea retornar, se le dará un brebaje místico que la desintoxicará de la Materia; el cual, será capaz de extraerla de la Materia y del Cuerpo, y, recuperando sus alas, ascenderá más allá del Círculo de la Creación, hacia los Coros Celestiales; y se desprenderá de la humildad terrestre y del aire físico, para volver a su Esencia Divina y a rodearse de su nutriente: el Éter.
El Alma Superior realizará, según ese proceso, el mismo circuito que DIONISOS, el Dios caído en la Creación, en la Materia corrupta y mortal, que, después, es divinizado; para que, en ese estado de gloria, pueda ascender hacia la Integridad. Asimismo, el Alma puede retornar a su antiguo estado, desde la Materia corrupta e imperfecta, gracias a la Iniciación.
Es así como los autores griegos o latinos hablan en los mismos términos de la «ascensión final» del Alma de un Dignatario hacia los Coros Celestiales; o, en su caso, de la «ascensión ritual» que se obtiene con la Iniciación, para aquellos que deben convertirse en céryces, heraldos, médicos, etc., comparando esta ascensión con aquella otra de DIONISOS.
Durante la celebración de los Misterios, el 17 del mes de Boedromion (Septiembre-Octubre), tenía lugar otra Festividad en el Templo de ASCLEPIOS, en Atenas. En el transcurso de esta Ceremonia, se conmemoraba la Iniciación de ASCLEPIOS en los Misterios; aprovechando la misma, para dar una Iniciación que, evidentemente, estaba reservada a los médicos. Dos textos refieren aquella: el primero, de PAUSANIAS; el otro, de FILÓSTRATO.
«Los atenienses dicen que iniciaron a Esculapio en sus Misterios el día que es llamado, a causa de ello, Epidauria; y que, desde entonces, han rendido los honores divinos a Esculapio» (PAUSANIAS, II, 26, 8). Esta Festividad incluía un Sacrificio, un Banquete y una Fiesta que duraba toda la noche.
Diversas funciones vinculadas al Grado
El mismo Grado daba acceso a diversas funciones; tales como: adivino, poeta, médico, Mistagogo, jefe político… Esta unión de Dignatarios diversos en un mismo grupo, se explica fácilmente en teoría. Todos adquieren el poder de actuar sobre el hombre para purificarle y eliminarle los males y las pasiones.
«Dios no tiene Pasión, no tiene Voluntad ni Corazón (Thumos) y no tiene Deseos (Epithumia)… Por lo tanto, místicamente, la palabra pitagórico ha sido dicha por nosotros porque el Hombre debe llegar a ser UNO; ya que el Sumo Sacerdote es uno, como uno es Dios…» (Estromatas IV, 23; citado en la Patrística griega, del abad MIGNE, t. 8, p. 1.357).
Por consiguiente, se «puede» afirmar que la teoría de PLATÓN es, en su esencia y fundamento, idénticas a la de PITÁGORAS y EMPÉDOCLES: El Alma Superior sube a las Alturas, por encima de la Creación; y se hace acompañar de la parte inferior del Alma. Y por esta ascensión, el Alma adquiere un gran poder.
El médico griego sabía que la Música podía despertar, dirigir y apagar los movimientos del Cuerpo que acompañan a las pasiones y las afecciones; pero también podía introducir en el Alma una armonía similar a la del Mundo Celeste. Por consiguiente, la Medicina utilizó la Música para esos fines y otros mucho más elevados. El médico empleó fórmulas mágicas, encantamientos, sueños y todo tipo de acciones similares sobre el Alma «irracional».
Pruebas y Ritos de Iniciación
Los Ritos de Iniciación consistían en imitar el ciclo por el que pasaban las Almas Superiores antes y después de su vida terrestre.
Al Iniciado, que parte de una ceremonia previa junto a un coro, se le da a beber un brebaje que le embriaga: pierde las alas que le habían sido dadas, y es echado y encadenado en un lugar oscuro.
Experimenta un sueño místico, en el que se siente instruido por un Dios; y recibe la Iluminación. Luego, un Mistagogo se le acerca y le libera del sueño; es decir, del Cuerpo. Le quita las cadenas y le da permiso para servirse de sus alas… y ascender.
El Iniciado solicita y obtiene un brebaje místico que le hace olvidar la vida material del Mundo de Abajo, le procura una intoxicación mística y le permite elevarse hacia lo Alto. Salta, para salir de la Circunferencia que simboliza el Mundo de la Creación o Generación; y, después, corre hacia la Corona que debe obtener, y que señala su libertad, pero se siente desfallecer…
Con esfuerzo, alcanza un lugar que señala, simbólicamente, el límite del Mundo de la Generación. Allí, es juzgado: y se somete al castigo por las faltas que ha cometido; o consigue el derecho de acceder a una Vida Superior.
Para obtener esta regeneración mística, el Iniciado pasa, simbólicamente, bajo los pechos de la Sacerdotisa. Y renace, no más como un ser femenino; sino como un hombre. En ese momento, suena la música de la cítara; y toma su lugar en el coro.
El ciclo es descrito en varios textos griegos, dividido en las siguientes Fases:
—Caída.
—Liberación.
—Vuelo.
—Regeneración.
—Llegada a lo Alto.
A menudo, los autores refieren una «circunferencia»; en cuyo interior, permanecen las Almas encerradas. También citan que el Iniciado se deshace del Cuerpo; y subiendo, para descender, de nuevo, debe enfrentarse y asumir el antiguo Logos, es decir, debe comprender que su ascensión se inicia con el Mito de la Metempsícosis.
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Iniciación Sacerdotal
El segundo Grado en la Jerarquía Superior es el llamado Sacerdocio. La insignia de este Grado es el strophion o «Corona de Diadema», que los Dignatarios del Grado Superior, como el Hierofante, tenían el derecho de llevar sobre su cabeza.
Generalidades de la Iniciación
Este Grado comprende a todo aquel que puede ser Daduchos; es decir, que puede llevar en las Ceremonias la antorcha iluminadora y purificadora. El Filósofo se asimila al Sacerdote (Hiereus o Agente del Sacrificio).
El Bacante se convierte en análogo a un Dios; por lo tanto, tiene un poder sobre la Naturaleza. Se puede decir, igualmente, que las Almas han venido a cumplir una misión: «Si cada Alma ha sido enviada al Mundo, es para que sea perfecta» (PLOTINO, IV, 8, 1).
El Alma ilumina «un poco» este Mundo oscuro. Hace falta que ella se eleve por encima de esta Materia, para vea la verdadera Realidad; y, entonces, «ella volverá para organizar y para dirigir a los hombres que viven en él».
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Ritos de Iniciación
El Candidato está sentado en una sala oscura de techo bajo, encadenado, de espaldas a la Luz. Representa el Alma que ha dejado atrás el Mundo Inteligible y que habita en el Mundo Sensible.
Debe romper esas cadenas para elevarse hacia la Luz, de la misma forma que el Pensamiento (la Idea) debe salir del Mundo Sensible para retornar al Mundo Inteligible. La pendiente que debe subir es muy dura, y está llena de obstáculos; pero tiene a su lado un ser amigo para ayudarle.
El Candidato sube a una carreta, que representa las Facultades del Alma: el cochero es el Noûs (el Pensamiento o Idea); y los dos caballos, el Thumus (la Voluntad) y la Epithumia (los Deseos). Debe obligar a los dos caballos a tirar en el mismo sentido, y, de este modo, alcanzar la cima.
Pero existe otra prueba que debe superar antes de llegar a la cima. Debe saltar, e introducirse en una barca que está flotando sobre el agua; al objeto de abandonar todas las pasiones y todos los deseos y amores humanos. Esa barca está dirigida por el Alma; y, con ella, debe alcanzar la otra orilla… y empezar a correr hacia la Luz. Al final de este viaje, tendrá en «contacto sagrado» y la Iluminación.
Leyendo los textos que han llegado hasta nuestros días, es posible distinguir las siguientes Fases:
—Encadenado en el interior de una caverna, y liberación posterior.
—Ascensión por una pendiente, subido en una carreta.
—Salto hacia el agua (que simboliza el mar), y subirse a una barca.
—Iniciación en el Amor Místico o en el Amor Filosófico.
—Recepción de la Dignidad.
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Iniciación Hirofántica o Iniciación Real
Características generales de la Dignidad Real o Hierofántica
La Religión de la Antigua Grecia reconocía la identidad del Poder Político, del Poder Religioso y del Poder Intelectual, y velaba por que aquella honrara al Rey como si fuera un Sacerdote; o, mejor dicho, para que honrara al Sumo Sacerdote o Hierofante como si fuera un Rey. Por ello:
—El Rey tiene las funciones sacerdotales.
—El Sumo Sacerdote, o Hierofante, se asimila al Rey.
—En teoría, hay varios tipos de Reinos.
—El Rey es de Naturaleza Divina.
—El Rey es Filósofo, médico o músico; o Jefe Supremo de Filósofos, médicos o músicos.
—El Rey es el Jefe Supremo de la Agricultura.
—El Rey tiene capacidad de actuar sobre los fenómenos de la Naturaleza.
—El Rey es el Pastor de su pueblo, el Piloto de su nave, el Conductor de su carroza.
—El Rey o el Hierofante, cuando acceden a su Dignidad, toman un nuevo nombre.
—El Rey tiene por insignias: el Cetro, el Trono, la Esfera y las Vestiduras de «color púrpura».
—El Rey tiene por símbolos: el León, el Águila y el Delfín.
—La Dignidad Real es accesible a las mujeres: existen Reinas y Grandes Sacerdotisas.
Ahora, trataremos algunas de estas peculiaridades, sin olvidar que, los atenienses, terminada la época culminante de su historia, fueron perdiendo todo su Poder Real en favor de otros Reinos e Imperios; manteniendo sólo el reconocimiento y la dignidad del Poder Religioso.
A.El Rey es un Sacerdote o el Jefe de los Sacerdotes
La unión, en la misma persona del Rey, del Poder Religioso y del Poder Político, aparece en la Antigüedad como un hecho bastante normal. Es el caso de Egipto, Persia, Etruria y otros reinos de Oriente. Luego, no es nada sorprendente que lo encontremos en diversas épocas de la Antigua Grecia. En el Reino Heleno, durante la época heroica, el Rey es un Sacerdote o, en su caso, el Jefe de los Sacerdotes (Hierofante o Sumo Sacerdote de Eleusis).
B.El Hierofante es asimilado a un Rey
Es comprensible, por lo tanto, que el Hierofante, en Atenas, sea un verdadero Rey; y su esposa, una verdadera Reina.
La asimilación del Rey al Sol, fue usual entre los egipcios y los persas; pues comparaban el Sol con el Ojo, de la misma forma que comparaban al Rey con el Ojo. ESQUILO llama a la Reina de los persas «Luz que es idéntica a los Ojos de los Dioses»; y PÍNDARO alaba a los ancestros del titano TERÓN (†473 a.d.C.), a quien llama «El Ojo de Sicilia».
Sabemos que en Eleusis se realizaba un trabajo sagrado muy importante; y la idea de que un Rey fuera el «Director Espiritual» de aquel, queda testimoniado por los Ritos. Se ha encontrado una barca de ISIS en Calípolis (Siciclia); y en los Misterios de Eleusis se utilizó una barca sagrada, barca que también está vinculada con los Ritos místico-órficos de DIONISOS, Dios del Vino y de las Viñas, y de su avatar ZAGREO, en quien se «reencarnó». Hemos admitido, por lo tanto, que aquella era utilizada para una Iniciación Real.
C.El Rey es el pastor de su pueblo
Los hombres son asimilados a los rebaños; y aquellos que los guardan y dirigen son identificados como «Pastores». Por lo tanto, el Bastón del Pastor (Rey) está simbolizado en el Cetro Real. «Y os daré Pastores según mi corazón, que os apacienten con Conocimiento (Ciencia) y con Inteligencia» (Jeremías 3:15).
D.El Rey y el Hierofante cambian de nombre
A partir del momento en el que eran santificados (consagrados), eran privados del nombre; y ya no podían ser llamados como los seres profanos. El Hierofante recibía un nuevo nombre. Este es el caso del héroe que aparece en Moralia, en las visiones escatológicas de PLUTARCO; aquel que antes se hacía llamar ARIDEO, y que, después, fue re-nombrado por su pariente como TESPESIO, El Maravilloso, o «Aquel que tiene un Nombre Divino». ARIDEO fue aquel que «cayéndose de cierta altura sobre el cuello, sin hacerse herida, sino sólo por el golpe, falleció; y al tercer día, en sus propios funerales, revivió». Antes de su regreso a la vida, el Alma de un pariente difunto (el Guía) le cambia el nombre profano (ARIDEO); al tiempo que le explica que en el Hades «nada hay, sino sombra imperfecta; y el sueño de un placer que no alcanza a ser satisfecho». En ese momento,
TESPESIO, acompañado por su pariente, inicia un viaje para entender las diversas formas y colores que adoptan las Almas. Su pariente-guía lo lleva a una sima, que es llamada «El Lugar del Olvido». Las Almas son descritas como aves (Murciélagos) que revolotean en torno al Abismo; visión que es adoptada por el Orfismo: «He salido volando del penoso ciclo de hondo dolor» (cf. Odisea). Este viaje de TESPESIO trata de ilustrar la idea de que la Divinidad siempre castiga a los culpables; y si no lo hace en vida, o lo hace sólo parcialmente, lo hará del todo tras la muerte. Por consiguiente, este viaje iniciático tiene un valor doctrinal y una fuerte carga moralizante… No en vano, «cuando el Espíritu se desvanece, aparece la Forma» (Heinrich Karl Bukowski, 1920-1994).
E.El Rey y sus insignias particulares
El Rey tiene, como insignia de mando y poder, el cetro; se sienta en el Trono; es coronado con la Diadema real; lleva el Anillo; y viste con Lana de «color púrpura».
El Rey tiene como emblema la Esfera; y los pitagóricos (PARMÉNIDES y otros) han convenido en que «la Esfera es el modelo de Todo».
PLOTINO, en la V Enéada, que trata de la Iniciación Real, habla de la Esfera: «Reflexionemos sobre este Mundo Sensible, en el que cada una de sus partes permanece tal cual es y sin mezcla alguna, pero coincidentes todas en una Unidad; en la medida en que esto es posible, de tal modo que la aparición de una cualquiera de ellas, como, por ejemplo, la esfera exterior del Cielo, se ofrece ligada, inmediatamente, a la imagen del Sol, y, a la vez, a la de los demás astros, viéndose así la tierra, el mar y todos los animales como en una esfera transparente en la que podrían contemplarse, realmente, todas las cosas. Tened, pues, en vuestro Espíritu la imagen luminosa de una esfera, que contiene, en sí misma, todas las cosas; esto es, tanto los seres en movimiento como los seres en reposo, tanto los seres que no están en movimiento como los que no están en reposo. Y, con esta imagen en vosotros mismos, prescindid de su masa, e incluso de su extensión y de la materia contenida en la imagen. No imaginéis tampoco otra esfera de masa mucho más pequeña; invocad, si acaso, al Dios que ha producido la esfera de la que tenéis la imagen, y suplicadle que se acerque hasta vosotros. Ya le tenemos aquí, trayendo consigo su Mundo junto con todos los Dioses que existen en él; porque es Único, y es, a la vez, todos los Dioses, y cada uno de ellos son todos y todos son Uno, pero todos también son diferentes por sus potencias; aunque constituyan una Unidad en medio de esta misma Multiplicidad» (V Enéada, 8, 9).
F.El Rey y sus símbolos particulares
Los tres animales que simbolizan el Poder Real (Fuego) son: el León, el Delfín y el Águila. Siendo el León, el rey de los animales terrestres (Tierra); el Delfín, el rey de los peces (Agua); y el Águila, el rey de los pájaros (Aire).
G.La Dignidad Real es accesible a las mujeres
En todo caso, los autores tuvieron cuidado en garantizar el carácter puramente místico de estos matrimonios sagrados; que simbolizan y acompañan la unión del Mýstes con la Divinidad. Así, los mitos poéticos relatan cómo DEMÉTER se une con JASÓN o con el Rey de Eleusis.
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Ritos de Iniciación
La Iniciación Real es muy poco mencionada en los documentos griegos que han subsistido hasta nuestros días.
A.La travesía del agua a nado o en barca
En una inscripción de Eleusis concerniente a un Hierofante, se dice: «Por mi nombre, ya no busco más quién soy; el Rito Místico me lo llevó hacia el mar carmesí…» (cf. Inscripción en el Ephemeris archaiologike; Atenas, Grecia, 1883; p. 79).
En fin, este es el único testimonio directo relativo a los Misterios de Eleusis; pero es muy claro en su contenido: el nombre del Hierofante ha sido conducido al mar, y es el Rito Místico el que se lo ha llevado. Esto significa que el agua en la que el Hierofante se ha zambullido ritualmente, le ha borrado su nombre… y se lo ha llevado al mar. Pero los testimonios no son escasos, en relación a otras Iniciaciones Reales. PLOTINO fue elevado desde la condición de Hombre hasta la de Daimon («El que Reparte»); es decir, que alcanzó el mismo rango que el de los Hierofantes y Reyes. Por lo tanto, superó las pruebas de Iniciación Real.
PLOTINO tuvo que desprenderse de su vínculo directo con el Cuerpo; y se separó de los que están sometidos a la agitación de las pasiones, de los que no tienen voluntad para contenerse. Recibió algún brebaje o alimento que le confirió la fuerza para seguir adelante; y fue lanzado al agua, para llegar a nado hasta una zona escarpada, lejos de un lugar, en la otra orilla, en la que había una multitud de hombres enzarzados (que representan a los no iniciados, o a los que no han llegado a los Altos Grados). El agua que ha atravesado, estaba agitada por olas y torbellinos; representando los crímenes que abundan en la sociedad humana, las impurezas, la cólera y las revoluciones que no tienen justificación.
En la oscuridad, cuando fue lanzado al agua, obtuvo, varias veces, la ayuda de un rayo de Luz, a fin de poderse situar y dirigir su nado. Pero, se vio en la necesidad de reemprender el viaje una y otra vez; porque es sólo cuando está próximo a la muerte definitiva, que puede ir todo recto hacia la isla donde habitan los Bienaventurados. Debe llegar a la orilla; y, después, subir una elevación escarpada, en cuya cima hay un Santuario.
Varias veces debe reiniciar la ascensión; se equivoca, tomando senderos muy tortuosos que no le llevan a ninguna parte; y atraviesa círculos, en medio de la oscuridad total que sólo es rota por un único rayo de Luz salvífica que procede de lo alto del Montículo, del Santuario.
La purificación
Antes de llegar a la isla de los Bienaventurados, el futuro Rey debe ser purificado por la miel y por el fuego. Se purifica su lengua de toda falta (PORFIRIO, El antro de las Ninfas, 15).
La ascensión
Para continuar, es preciso leer un texto de FILÓN, El Judío, para comprender, en cualquiera de sus facetas, el cumplimiento de los últimos Ritos que conciernen a la Iniciación Real. Este texto parece apoyarse en las citas de la Biblia, y toma como modelo la Iniciación de MOISÉS. En realidad, aquí como en otros fragmentos, FILÓN se inspira en los Ritos de Eleusis o en los egipcios.
La llegada al santuario
El Candidato penetra en el Santuario, donde contempla a Dios, cara a cara; y recibe la Iluminación Perfecta, convirtiéndose en un Ser capaz de «iluminar» a otros.
Un fragmento de un texto órfico rememora el encuentro con Dios: «Has visto el Logos Divino — dice Orfeo a su hijo— Siéntate cerca de él, aprovecha la inteligencia de tu Corazón, memoriza bien tu sentir y considera, desde este momento y como se merece, al Rey del Mundo. Él es el único, nacido de sí mismo; pues todo procede de un solo Ser…» (Orphica; según la edición de Johann Gottfried Jakob Hermann, 1805).
Las enseñanzas
El futuro Rey recibe las enseñanzas solemnes. En muchas ocasiones encontramos el mito de los dos hermanos; uno de los cuales, que será proclamado Rey, mata al otro. Ejemplo de esto, son las leyendas de DÁRDANO y YASIÓN, y de RÓMULO y REMO. En el primero caso, de tradición griega, DÁRDANO es el asesino de su hermano y el fundador de Dardania (la ciudad que, posteriormente, fue gobernada por ENEAS); en el segundo caso, de tradición latina, RÓMULO es el asesino de su hermano y el fundador de Roma. Pero, si queremos ir aún más atrás, están otros dos ejemplos de importancia: CAÍN y ABEL, de tradición hebrea; y SETH y OSIRIS, de tradición egipcia.
Sin ninguna duda, este mito significa que el Rey debe desprenderse de todos los lastres humanos; para ponerse por encima de lo material y corporal.
El retorno triunfal
HIMERIO, alabando a un hombre que ha obtenido la Calidad Real, le felicita por ser poderoso; por ser un buen pastor; por ser un buen piloto; por haber conducido la nave del Estado hacia el Templo de la Justicia; y por haber sido revestido en aquel lugar con el rango de Iluminador.
HIMERIO (c. 315-386) fue un sofista griego, natural de Prusa, en Bitinia. Fue profesor de Retórica en Atenas durante el reinado de JULIANO, El Apóstata (331-363); quien, luego, le llamó a su Corte y le nombró secretario personal.
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Iniciación Suprema
La Religión de Eleusis concebía un Grado Supremo de Iniciación, por el que el hombre eminente sobrepasaba la familia de los Hierofantes y de los Reyes, convirtiéndose en un igual a los Dioses y disfrutando del mismo estatus divino.
Después de todas las Iniciaciones, según TEÓN de ALEJANDRÍA, se logra la dicha suprema; por la amistad de los Dioses y la vida con ellos: «El Iniciado entra en comunicación con Dios», según las palabras de PLOTINO. Por su parte, SINESIO de CIRENE (c. 370-413), el discípulo de HIPATIA, nos refiere a OSIRIS llegando a este último Grado: «es preciso añadir, además, que el exilio no es inútil para aquel que es dichoso en todo; pero, en esta circunstancia, se trata de un exilio místico» (cf. James Georges FRAZER, Origines magiques de la Royauté; 1920).
Para llegar a la perfección absoluta, el Alma debe, por lo tanto, desvincularse de toda Forma. En ese caso: ¿cuáles serán las pruebas que el Elegido deberá superar?
Deberá renunciar a todo espectáculo, incluso el de la hermosura; profundizando en la resolución de los últimos obstáculos, los últimos grilletes de la Materia. Deberá superar las imágenes del Alma y del Noûs (el Pensamiento, la Idea); desnudarse de todo lo que le ata al Mundo; y quedarse sólo consigo mismo. Después, en silencio, avanzará alrededor de un centro. Tiene los pies dentro del agua, pero el resto del cuerpo está fuera de ella. Ya en el Santuario, gracias a un amor celeste, se convierte en Dios. A la salida, ve las estatuas que decoran el Templo: la Belleza y el Bien.
Es así como es entronizado, realizando un movimiento circular alrededor de un centro; para, así, simbolizar el movimiento de las Almas perfectas antes de que lleguen a identificarse en el Mundo Inteligible.
Al principio, el Pensamiento, la Idea, es el resultado de la Inteligencia. Después, pasa al Mundo Sensible; donde debe realizar un movimiento circular, que, en el espacio, es el que más se parece al Plano de lo Inteligible. A continuación, sufre una caída repentina. Uno que se convierte en Dios, realiza la misma marcha, aunque en sentido inverso, hasta que alcanza el reposo; que es cuando llega al Santuario. Es decir: el Hombre debe recorrer a la inversa el proceso ascendente, mediante pasos graduales, hasta unirse con el UNO; del que, en última instancia, emanó. Esta ascensión o liberación del Alma encadenada, se realiza en tres Grados o Etapas. El primer Grado consiste en la adquisición de las Virtudes, hasta llegar al dominio y al autocontrol. El segundo Grado consiste en su comunicación intuitiva con el Espíritu. Por último, el tercero se logra en el éxtasis, es decir, la «unión mística» con el UNO, instante supremo de Perfección.
PLOTINO comentó que en uno de sus textos alude a una ceremonia en la que un Hierofante entra en el Santuario y se une con Dios, observando que no todos los Hierofantes llegan a este estado. En la ceremonia, el Hierofante pasa por delante de las estatuas que están en el Naos; entra en el Santuario; y se une con la Divinidad en una «unión mística». Esta unión es una especie de beatitud indecible, en la que se experimenta el anhelo de superar ya en esta vida la distancia entre el Alma pura y la Divinidad irracional, «hasta llegar a la perfecta unión en el Ser» (Rudolf OTTO, 1985).
El Hierofante experimenta la dificultad de mantenerse unido a la Divinidad. Muchos no llegan a conseguirlo, pero, al menos, reciben una idea de lo que es la Divinidad. Todos los que alcanzan este estado místico, pueden caer; y, después, volver a ascender para recuperar el nivel alcanzado.
El estado místico es, evidentemente, transitorio; pues la «condición humana», sometida y dirigida por la Materia, impide una vivencia de la eternidad. PLOTINO ha hablado de una «embriaguez mejor que la sobriedad» (VI Enéada, 7, 35); de una plenitud y de una evidencia transformadoras, que son superiores a la evidencia intelectual (VI Enéada, 7, 34). No hay palabra que resuma esta experiencia de perfecta quietud que pretende la confusión extática con lo deseado (VI Enéada, 9, 11); pero dicha quietud se halla preñada de silencio (es el «arrobamiento»). El pensamiento es la inversión del éxtasis. Según el testimonio de PORFIRIO, «PLOTINO conoció ese arrobo celeste por cuatro veces» (ELIADE, 1986).
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Conclusión
La Filosofía griega surgió de los Misterios, para construir el más bello edificio a la Sabiduría y a la Razón que el Mundo ha conocido.
Los Misterios de Eleusis, como los de ISIS y OSIRIS, como todas las Iniciaciones de la Antigüedad, como los Misterios Modernos de la verdadera Rosa+Cruz, ha tenido por finalidad el hacer del Ser Humano un «Nuevo Hombre». Louis-Claude de SAINT-MARTIN, el Filósofo Desconocido, reveló en sus libros este mismo Principio y los Misterios a aquel que quería saber: el Hombre de Deseo, el Nuevo Hombre…
En un artículo de la revista La Iniciación (L’Initiation), PAPUS nos refiere lo siguiente: «Si la Francmasonería ha perdido el sentido íntimo de las Revelaciones que los símbolos nos traducen; y si el Vaticano ha perdido, en la búsqueda de los honores y del color púrpura, la comunicación con el Plano de las Fuerzas Divinas; ya no queda sobre la Tierra otra cosa que seres simples, humildes y pobres, pero no miserables, cuyo corazón es impulsado a la elevación para perdonar a sus enemigos, para orar por los profanos y por los ignorantes, y para evocar, en el silencio de los desconocidos santuarios, la fuerza que procede del Señor, del Dios vivo y encarnado, que da al Hombre la más grande satisfacción que puede recibir aquí abajo: “la Paz de Corazón”» (que es un deber y un derecho del creyente; la expresión de la armonía de nuestra Alma, entre el Espíritu y el Corazón; que habita en el Silencio).
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Bibliografía
—Mircea ELIADE, Tratado de historia de las religiones (Ediciones Era; México, 1986).
—HOMERO, Ilíada (Iliade). Traducción francesa renovada e integral de Victor MAGNIEN, Profesor de la Universidad de Toulouse, con una introducción sobre HOMERO, sobre la historia de sus poemas y la civilización homérica (Hachette; París, 1930).
—Victor MAGNIEN, Les Mystères d’Eleusis: Leurs origines, le Rituel de leurs initiations (Payot; París, 1929).
—Rudolf OTTO, Lo racional y lo irracional en la idea de Dios (Alianza Editorial; Madrid, 1985).
—Thassilo de SCHEFFER, Mystères et oracles helléniques (Payot; París, 1943)
—Charles WERNER, La philosophie grecque (Payot; París, 1938).
—Bronwen L. WICKKISER, Asklepios, Medicine and the Politics of Healing in fifth-century Greece
(The Johns Hopkins University Press; EEUU, 2008).