Los antiguos masones medievales se autodenominaban también "masones del Escrito"...
En las viejas tradiciones de nuestro mundo, "lo que está escrito" es la "Ley Sagrada".
Es Ley porque observándola no es posible perderse, puesto que es sagrada", es decir: universal e intemporal. No es ni una doctrina, ni una compilación de dogmas: se expresa en forma de aforismos en el Tao-te-King, de analogías en el Tipitaka búdico, de narraciones simbólicas en la Torah y los Evangelios, de metáforas poéticas en el Corán, de sentencias en la Tabla de Esmeralda...
En el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el Volumen de la Ley Sagrada es la Biblia, como símbolo de la tradición del "Escrito". Sustituirla por libros de las Constituciones resultaría absurdo, puesto que una Constitución, en general, es una ley orgánica necesaria para estructurar la sociedad y, en masonería, para organizar el trabajo masónico. Sustituirla por un "Libro en blanco" sería un contrasentido, puesto que ello supondría que la Ley no es transmisible y "Tradición" significa transmisión en el tiempo.
San Juan Evangelista en Patmos. Cosme Tura
En las logias de la Gran Logia de Francia, la Biblia permanece abierta por el Evangelio de Juan Evangelista. Si, más allá de la letra, buscamos su sentido esotérico, si mediante su lectura analógica aprendemos a leer lo que su fondo encierra ("entre líneas"), dispondremos de una inagotable fuente de inspiración personal; lo que constituye el fundamento de nuestro método iniciático.
La analogía, que nos abre a la intuición, se aplica a todos los escritos constitutivos del patrimonio iniciático de la Humanidad, respetando la libertad de conciencia.
Extracto del artículo de Dimitri Davidenko en el nº 72 del "Journal" de la GLDF