Aunque el verano sea considerado generalmente como una estación alegre y el invierno como una triste, por el hecho de que el primero representa en cierto modo el triumfo de la luz y el segundo el de la oscuridad, los dos solsticios correspondientes tienen, en realidad, un carácter exactamente opuesto al indicado.
Puede parecer que hay en ello una paradoja harto extraña, aunque es muy fácil comprender que sea así desde que se posee algún conocimiento sobre los datos tradicionales acerca del curso del ciclo anual. En efecto, lo que ha alcanzado su máximo no puede ya sino decrecer, y lo que ha llegado a su mínimo no puede, al contrario, sino comenzar a crecer , acto seguido(2).
Por eso, el solsticio de verano señala el comienzo de la mitad descendente del año, y el solsticio de invierno, inversamente, el de su mitad ascendente. Esto esto explica también, desde el punto de vista de su significación cósmica, las palabras de San Juan Bautista, cuyo nacimiento coincide con el solsticio estival: "Él (Cristo), nacido en el solsticio de invierno, coviene que crezca, y que yo disminuya"(3).
Es sabido que, en la tradición hindú, la fase ascendente se pone en relación con el deva-yâna, y la fase descendente con el pitr-yâna. Por consiguiente, en el Zodíaco, el signo de Cáncer, correspondiente al solsticio de verano, es la "puerta de los hombres", que da acceso al pitr-yâna, y el signo de Capricornio, correspondiente al solsticio de invierno, es la "puerta de los dioses", que da acceso al deva-yâna. En realidad, el período "alegre", es decir, benéfico y favorable, es la mitad ascendente del ciclo anual, y su período "triste", es decir, maléfico o desfavorable, es su mitad descendente. El mismo carácter tiene, naturalmente, la puerta solsticial que abre cada uno de los dos períodos en que se encuentra dividido el año por el sentido mismo del curso solar.
Se sabe, por lo demás, que en el cristianismo las fiestas de los dos San Juan están en relación directa con los dos solsticios(4), y, cosa muy notable, aunque nunca la hayamos visto indicada en ninguna parte, lo que acabamos de recordar está expresado, en cierto modo, por el doble sentido del nombre mismo de "Juan"(5). En efecto, la palabra hebrea hanán tiene a la vez el sentido de 'benevolencia' y 'misericordia' y el de 'alabanza' (es por lo menos curioso comprobar que, en nuestra misma lengua, palabras como "gracia(s)" tienen exactamente esa doble significación).
Por consiguiente, el nombre Yahanán [o, más bien, Yehohanán] puede significar 'misericordia de Dios' y también 'alabanza a Dios'. Y es fácil advertir que el primero de estos dos sentidos parece convenir muy particularmente a San Juan Bautista, y el segundo a San Juan Evangelista. Por lo demás, puede decirse que la misericordia es "descendente" y la alabanza, "ascendente", lo que nos reconduce a su respectiva relación con las dos mitades del ciclo anual(6).
En relación con los dos San Juan y su simbolismo solsticial, es interesante también considerar un símbolo que parece peculiar de la masonería anglosajona, o que al menos no se ha conservado sino en ella: es un círculo con un punto en el centro, comprendido entre dos tangentes paralelas; y estas tangentes se dice que representan a los dos San Juan.
En efecto, el círculo representa la figura del ciclo anual, y su significación solar se hace más manifiesta por la presencia del punto en el centro. La misma figura es a la vez el signo astrológico del sol y las dos rectas paralelas son las tangentes a ese círculo en los dos puntos solsticiales, señalando así su carácter de "puntos límite", ya que estos puntos son como los límites que el sol no puede jamás sobrepasar en el curso de su marcha. Como esas líneas corresponden así a los dos solsticios, puede decirse también que representan a los dos San Juan.
Hay, sin embargo, en esta representación simbólica, una anomalía, por lo menos parcial: el diámetro solsticial del ciclo anual debe considerarse, según hemos explicado en otras ocasiones, como relativamente vertical con respecto al diámetro equinoccial, y solo de esta manera, las dos mitades del ciclo, que van de un solsticio al otro, pueden aparecer respectivamente como ascendiente y descendiente, pues entonces los puntos solsticiales constituyen el punto más alto y el punto más bajo del círculo. En tales condiciones, las tangentes a los extremos del diámetro solsticial, al ser perpendiculares a éste, serán necesariamente horizontales. Sin embargo, en el símbolo que ahora consideramos, las dos tangentes, al contrario, se representan como como verticales. Hay, pues, en este caso especial, una modificación aportada al simbolismo general del ciclo anual, que se explica de modo bastante sencillo, siendo evidente que se ha producido por la analogía establecida entre esas dos paralelas y las dos columnas masónicas. Éstas, que naturalmente no pueden ser sino verticales, tienen, en virtud de su situación respectiva al norte y al mediodía, al menos desde cierto punto de vista, una relación efectiva con el simbolismo solsticial.
Este aspecto de las dos columnas se observa claramente, sobre todo en el caso del símbolo de las "columnas de Hércules"(7) El carácter de "héroe solar" de Hércules y la correspondencia zodiacal de sus doce trabajos son cosas demasiado conocidas para que sea necesario insistir en ellas. Está claro que precisamente ese carácter solar justifica la significación solsticial de las dos columnas a las cuales está vinculado su nombre. Por eso, la divisa "non plus ultra", referida a esas columnas, aparece dotada de doble significación: no solamente expresa, según la interpretación habitual, propia del punto de vista terrestre, que aquéllas señalan los límites del mundo "conocido". Es decir que, en realidad, son los límites que no era permitido sobrepasar a los viajeros, por razones cuya investigación podría resultar de interés nalizar. Indica, al mismo tiempo y ante todo, que, desde el punto de vista celeste, son los límites que el sol no puede franquear y entre las cuales, como entre las dos tangentes de que tratábamos antes, se cumple interiormente su curso anual (8).
Estas últimas consideraciones pueden parecer bastante alejadas de nuestro punto de partida, pero, a decir verdad, no es así, puesto que contribuyen a explicar un símbolo expresamente referido a los dos San Juan. Por otra parte, puede decirse que, en la forma cristiana de la tradición, todo lo que concierne al simbolismo solsticial está también en relación con ambos santos.
NOTAS
(1) René Guénon, Símbolos fundamentales de la ciencia sagrada, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1988. Capítulo XXXVIII.
[Publicado en É. T., junio de 1949..]
(2) Esta idea se encuentra, particularmente, expresada varias veces y en formas diversas en el Tao-te King; se la refiere más en especial, en la tradición extremo-oriental, a las vicisitudes del yin y el yang.
(3) San Juan, III, 30.
(4) Esas fiestas se sitúan en realidad un poco después de la fecha exacta de los solsticios, lo que manifiesta de modo aún más neto su carácter, ya que el descenso y el ascenso han comenzado ya efectivamente. A esto correspode, en el simbolismo védico, el hecho de que las puertas del Pitr-loka y del Deva-loka se consideran situadas respectivamente, no exactamente al sur y al norte, sino hacia al sudoeste y el nordeste.
(5) Queremos referirnos aquí al significado etimológico de ese nombre en hebreo. En cuanto a la vinculación entre Juan y Jano, aunque debe entenderse que es una asimilación fónica sin ninguna relación, evidentemente, con la etimología, no por eso es menos importante desde el punto de vista simbólico, ya que, en efecto, las fiestas de los dos San Juan han sustituido realmente a las de Jano, en los respectivos solsticios de verano e invierno.
(6) Recordaremos también, vinculándola más especialmente a las ideas de "tristeza" y "alegría" que indicábamos en el texto, la figura "folklórica" francesa, tan conocida, pero generalmente no muy bien comprendida, de "Juan que llora y Juan que ríe", que es en el fondo una representación equivalente a la de los dos rostros de Jano; "Juan que llora" es el que implora la misericordia de Dios, es decir, San Juan Bautista; y "Juan que ríe" es el que le dirige alabanzas, es decir, San Juan Evangelista.
(7) En la representación geográfica que sitúa a esas columnas a una y otra parte del actual estrecho de Gibraltar, es evidente que la ubicada en Europa es la columna del norte y la ubicada en África es la de mediodía.
(8) En antiguas monedas españolas se representan las columnas de Hércules unidas por una suerte de banderola en la que está inscrita la divisa "non plus ultra". De esa figuración -cosa que parece bastante poco conocida y que señalaremos aquí a título de curiosidad- deriva el signo usual del dólar norteamericano. Pero toda la importancia fue plasmada en una letra S, cuya forma aproximadamente tenía, mientras que las dos columnas, que constituían el elemento esencial, quedaron reducidas a dos trazos paralelos, verticales como las dos tangentes del círculo en el simbolismo masónico que acabamos de explicar. La cosa no carece de cierta ironía, pues precisamente el "descubrimiento" de América anuló de hecho la antigua aplicación geográfica del non plus ultra.