Las Logias de San Juan festejan tradicionalmente a los dos santos Juanes, uno en cada solsticio. Si se tiene en cuenta que San Juan Bautista y San Juan Evangelista no son otra cosa que las dos caras del dios Jano, cristianizado, se puede concluir la importancia que este dios conserva aún en nuestros días.
Así, cuando con ocasión de la Tenida solsticial los masones de la Gran Logia de Francia afirman festejar a San Juan Bautista, están honrando en realidad al Principio que rige el tiempo. Con toda claridad, ellos mismos sostienen que de este modo vienen a perpetuar las tradiciones de los Collegia Fabrorum romanos, que se encargaban del culto a Jano, el dios de las dos caras, la una mirando al al futuro, la otra mirando al pasado. La ausencia de una tercera cara, correspondiente al momento presente, denotaría su poder, ya que el eterno presente es algo desconocido para el hombre que está ligado a la cadena del tiempo.
Para que la Tradición pueda revestirse de una forma cristiana, esta única persona –Jano- se convierte en los dos santos Juanes: el Bautista y el Evangelista. Pero el antiguo simbolismo de Jano permanece invariable.
Este rito da testimonio de las enseñanzas transmitidas por los Antiguos: la vida es cíclica, todo cuanto se ve animado por la vida crece y decrece, y gracias a la existencia de dos "puertas" liberadoras, la Puerta de los hombres y la Puerta de los dioses, el hombre deja de ser el eterno prisionero del tiempo y de las Tinieblas.
Los masones de la Gran Logia de Francia perpetúan el Orfismo y las enseñanzas de Hermes Trimegisto; el Rito Escocés Antiguo y Aceptado que practican asegura así la perennidad del Logos que conduce al neófito, paso a paso, hacia el Conocimiento y el Amor a través de la Belleza, como también enseñara Pitágoras. Ese Logos es su eslabón de unión con la tradición primordial.
Como reconocimiento al papel desempeñado en la transmisión de esta herencia, Juan Evangelista ha sido designado como el protector de la Masonería.
Las referencias a Jano en el Rito Escocés Antiguo y Aceptado no son fortuita en modo alguno. Cuando una organización vinculada a una tradición particular se enfrenta a su eventual desaparición ha de optar por una de las dos posibilidades que generalmente se le ofrecen:
La elección dependerá de las circunstancias y de la misma calidad del depósito.
La Masonería tradicional es uno de los organismos que, en la época a la que nos referimos, mostraba su vocación por recibir el mencionado depósito espiritual, ya que por su misma esencia no se declara extraña a ninguna forma tradicional. Se puede, pues, afirmar que la Masonería posee muchos orígenes, pues es heredera de las numerosas tradiciones iniciáticas que la han precedido, si bien se declara en gran parte legataria de la tradición arcaica romana en cuyo panteón Jano era reverenciado, como se ha dicho, por los collegia fabrorum. A ellos debemos la perpetuación del dios de las dos caras, con su visión cosmogónica y espiritual, que se remonta a los primeros tiempos de la Edad de Oro. Gracias a este sesgo, que transforma simbólicamente a Jano en los dos santos Juanes, determinados elementos procedentes de tradiciones desaparecidas, como la propia tradición romana arcaica, sobrevivirán no sólo como vestigios sino sobre todo como semillas para el futuro.
Todo esto confirma, como si ello fuese necesario, el carácter universal de la iniciación practicada en el seno de la Gran Logia de Francia, pero también la universalidad de las tradiciones latina y cristiana, íntimamente unidas. Este parentesco , este origen esotérico común, aflora cada vez que nos esforzamos en considerar sólo los grandes principios espirituales que a lo largo de todos los tiempos han permitido a los hombres elevarse por encima de su mera psicología.