La importancia de la simbología francmasónica estriba en que constituye el fundamento de su metodología, tanto simplemente docente como iniciática. Los símbolos proporcionan a los masones un lenguaje particular, sintetizador de pensamiento. Por ello, constituyen un inalterable vector del conocimiento, adecuado para su adaptación a todas las ciencias y a todos los tiempos. El pensamiento masónico es adogmático por naturaleza, primando y transmitiendo tan solo valores universales que se hallan contenidos en símbolos. La Tradición masónica es inalterable, precisamente por no ceñirse a la ambigüedad de las palabras, habitualmente transmitidas y ensartadas como definitorias de ideas inmovilizadas.
1.- La cultura humana es siempre simbolista y ritualizadora. EL RITUAL REPRESENTA UN PROCESO ORDENADO de ascesis hacia el conocimiento, a través de símbolos capaces de producir resonancias íntimas. Para el Maestro Platón, tales resonancias eran evocaciones de una realidad eterna, que se halla más allá de (trascendiendo) nuestros sentidos corpóreos. Las llamaba reminiscencias. No debe confundirse lo ritual con lo meramente ceremonial, que busca tan sólo crear un determinado orden en la convivencia o en la acción realizada en comunidad.
2.- Por otra parte, el concepto de homogeneidad del espacio es propio de las culturas desacralizadas. Las culturas basadas en el sentimiento personalmente concienciado de la interacción universal, mantienen un sentido "vivencial" del espacio.
Marc Henry: agradecemos a Guy Piau, Antiguo Gran Maestre de la Gran Logia de Francia, que haya respondido a nuestra invitación. Vamos a hablar sobre su obra titulada "Tradición alquímica y Tradición masónica". Para los oyentes que sean masones la relación se establece de manera casi inmediata; pero para aquello que no lo sean, y pienso que se trata de la mayoría, ¿qué aporta la Alquimia a ese arte de la construcción que para todo el mundo representa la Masonería?
Guy Piau: Buenos días a todos y gracias por recibirme. La Alquimia es una ciencia tradicional que fue dada de lado hace decenios, cuando se produce la ruptura entre su método de trabajo y el método de la ciencia. La Alquimia no es sólo química, sino una filosofía relacionada con las grandes tradiciones de la cuenca del Mediterráneo y que halla su simbolismo y su contenido en las grandes tradiciones egipcia, griega e incluso romana.
Las Logias de San Juan festejan tradicionalmente a los dos santos Juanes, uno en cada solsticio. Si se tiene en cuenta que San Juan Bautista y San Juan Evangelista no son otra cosa que las dos caras del dios Jano, cristianizado, se puede concluir la importancia que este dios conserva aún en nuestros días.
Así, cuando con ocasión de la Tenida solsticial los masones de la Gran Logia de Francia afirman festejar a San Juan Bautista, están honrando en realidad al Principio que rige el tiempo. Con toda claridad, ellos mismos sostienen que de este modo vienen a perpetuar las tradiciones de los Collegia Fabrorum romanos, que se encargaban del culto a Jano, el dios de las dos caras, la una mirando al al futuro, la otra mirando al pasado. La ausencia de una tercera cara, correspondiente al momento presente, denotaría su poder, ya que el eterno presente es algo desconocido para el hombre que está ligado a la cadena del tiempo.
Estoy leyendo, cómodamente sentado en mi sillón; mi hijo, sin dejar de acariciar al gato, que está hecho un ovillo sobre sus rodillas, mira distraídamente una emisión de televisión que no parece entusiasmarle; la atmósfera de esta tarde de domingo primaveral es suave, algo somnolienta.
Sin apartar los ojos de la pantalla, me pregunta casi distraídamente, como si pensara en otra cosa:
- Oye, papá, ¿qué es la Francmasonería?
Hasta el momento de recibir aquella atractiva oferta de trabajo, tras varios meses de búsqueda infructuosa, todo en la vida de Antonio Rosado habían sido dificultades, estrecheces, dudas y sombras de reproche en propios y extraños. Pero ahora, al límite de cumplir su esperanza, una ocupación bien remunerada en uno de los sectores florecientes de su comunidad le hacía sentir como si la diosa Fortuna se hubiera cruzado definitivamente en su camino.
La primera mañana su nuevo patrono le esperaba a las puertas del establecimiento, para invertir apenas un par de minutos en iniciarle dentro de los misterios del oficio. Su función consistiría en colocar tres delicados jarrones de cristal, primorosamente esculpidos, en el interior de una caja de madera noble, rellenada con varios puñado de una paja especialmente tratada, a fin de minimizar los efectos del posible roce entre tan valiosos y frágiles objetos.