El franquismo no hizo sino agravar e intensificar la fobia y la saña que los fascismos europeos de los años veinte y treinta habían lanzado ya contra la Masonería. En esta represión, ningún dictador como Franco ha llegado tan lejos en el acoso y métodos empleados, hasta convertir el antimasonismo en un «leit-motiv» de su régimen, bajo la teoría del «contubernio».
Desde la dramática fecha del golpe militar de 1936 se precipita una vertiginosa cuenta atrás contra los masones y va surgiendo una curiosa legislación antimasónica, reflejo de la obsesión de Franco por este asunto. El 15 de septiembre de 1936 se publicó su primer decreto contra la Masonería, cuyo primer artículo dice así: «La Francmasonería y otras asociaciones clandestinas son declaradas contrarias a la ley. Todo activista que permanezca en ellas tras la publicación del presente edicto será considerado como reo del crimen de rebelión». Pero en esa fecha, muchos masones españoles habían sido ya fusilados. Una de las primeras medidas de los sublevados en 1936 fue el asalto, saqueo, incautación y destrucción de los locales masónicos, al igual que se hizo con centros obreros o del Frente Popular. El franquismo metía en el mismo saco a masones y marxistas, conceptos muy dispares entre sí. De este modo, el local de la logia Turdetania de Córdoba fue incendiado. El templo masónico de Santa Cruz de Tenerife fue incautado y convertido en sede de Falange. Mientras tanto, cundía una auténtica fiebre incautadota de documentos masónicos por toda la zona franquista, que se remitían rigurosamente vigilados al Servicio de Recuperación de Documentos de Salamanca, a fin de que sirvieran de base par la magna campaña depuradora que se tenía planeada. Read more