Archive for 19 diciembre, 2013

Libro de Oro de la Respetable Logia de Beneficencia de Josefina

Libro de Oro de la Respetable Logia de Beneficencia de Josefina

Hace doscientos años, los aires de la Revolución Francesa habían entregado el poder absoluto al joven y ambicioso general Napoleón Bonaparte, reconvertido en Emperador e iluminado por la idea de extender el dominio francés al mundo y con él los ideales de la Revolución, al menos aquellos que fueran de su interés.En contraste, el mayor imperio hasta el momento, España, languidecía regido por una decadente familia real en la que se enfrentaban el rey Carlos IV y su heredero, el príncipe Fernando.

Entre 1808 y 1814 el territorio peninsular se convertiría en campo de batalla en el que no solo se dirimía la independencia de España, sino el dominio global de las nuevas potencias, Gran Bretaña y Francia. La eclosión de los valores representados por la Revolución Francesa había calado en buena parte de la ciudadanía española más ilustrada, que veía en ellos la fórmula del progreso frente al oscurantismo en que sumergía a aquella sociedad el excesivo peso de los retrógrados planteamientos de sus estamentos más conservadores con buena parte de la nobleza y el clero al frente.

En esta situación de guerra, con ingredientes de contienda internacional y enfrentamiento civil, la ciudad de Madrid vivía los momentos más difíciles hasta entonces de su larga historia. No es objeto de este trabajo narrar acontecimientos sobradamente descritos y analizados, sino aproximarse a la experiencia masónica vivida en aquellos momentos por un grupo de contemporáneos, español en su mayoría y evidentemente afrancesado en su totalidad, a través del reflejo que de ella dejaron en lo que constituye el documento esencial para reseñar la vida de un taller masónico, su Libro de Actas.

Este Libro de Oro abarca el período comprendido entre el 8 de febrero de 1810 (17 de noviembre de 5809 en su datación masónica) y el 10 de septiembre de 1811. No nos relata la historia completa de la Logia, pues ésta tuvo vida masónica antes y después de celebrar las reuniones que quedaron reflejadas en este volumen. Conservado en el Archivo Histórico Nacional, procede del Tribunal de la Inquisición, donde llegó muy probablemente tras ser requisado y servir como prueba para la persecución de los masones llevada a cabo por este tribunal, que fue restaurado por el rey absolutista Fernando VII.

Más sobre el autor

Corral Baciero, ManuelCURRÍCULUM de Corral Baciero, Manuel

Manuel Corral Baciero (1952, Peñaranda de Bracamonte) es Licenciado en Ciencias de la Información (Periodismo e Imagen Visual y Auditiva); Diplomado en Estudios Especiales RTV; Titulado en Programación RTV y Master en Documentación. Ha trabajado en RTVE desde 1973, desempeñado múltiples tareas entre las que figuran desde la elaboración y presentación de programas hasta el desempeño de altas responsabilidades institucionales.
Posee, entre otras distinciones, el Premio nacional Fin de Carrera; premios por varios programas de radio y televisión; Colectivo “Ondas 1977 – Servicios Informativos TVE”; Ampe de oro y plata; Bronce ‘Laus 92′; Medallas de oro colectivas en el Festival de Cine y TV de Nueva York; Premio IBM “Leonardo da Vinci” de Periodismo.
Ha sido profesor invitado y conferenciante en múltiples congresos especializados y centros de formación superior. Creativo y guionista para diferentes objetivos de comunicación empresarial e institucional. Editor de publicaciones y colaborador esporádico en diversas generales y especializadas.
Es autor y traductor de obras de temática diversa, especialmente relacionadas con masonería, crítica social o microhistoria.

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Quinta da Regaleira: síntesis de religiones, espiritualidades e iniciaciones

masoneria Regaleira

El enigmático y sorprendente monumento del paisaje cultural de Sintra esconde en sus jardines un diálogo continuo entre el cristianismo y el paganismo y símbolos que evocan diferentes religiones. Fue mandada construir por Antonio Augusto Carvalho Monteiro, un portugués católico, monárquico y masón. Un hombre universal y confraterno que dejó en este terreno su testamento espiritual

La sierra de Sintra esconde en medio de su reconocida belleza una de las fincas más deslumbrantes de Portugal. La Quinta da Regaleira, hoy propiedad del ayuntamiento local, puede considerarse una verdadera joya simbólica. A simple vista contiene un precioso palacio, una bonita capilla y unos fantásticos jardines con grutas y fuentes. Pero basta detenerse un poco en cada uno de sus rincones para entender que este lugar es algo mágico por los símbolos que contiene. “Es unverdadero diálogo entre el cristianismo y el paganismo”, explica a ABC José Manuel Anes, profesor e investigador de las espiritualidades y religiosidades . “Es un revivalismo puro”, añade.

Fue construida con el fin de ser residencia estival de la familia de Antonio Augusto Carvalho Monteiro, un portugués nacido en Brasil en 1848, que heredó de su padre una gran fortuna. Licenciado en Derecho en Coimbra, destacó por su patriotismo, por ser un grancoleccionador y por ser un filántropo. “Era monárquico y católi

co, un hombre de convicciones pero al mismo tiempo confraterno”, afirma Anes, quien estudia la Regaleira o desde 1989 y ha publicado varios libros sobre la misma. El multimillonario portugués compró la finca a finales del siglo XIX en subasta pública y contrató al arquitecto, pintor y director de teatro italiano Luigi Manini para que llevase a cabo su proyecto. Fueron 14 años de trabajo en este amplio terreno del centro de la villa en el que se cuidaron todos los detalles. “Invoca con esta obra los tiempos en los que Portugal fue una gran nación, la época manuelina”, resalta José Manuel Anes. La construcción se llevó a cabo entre 1904 y 1910.

Santuarios

ojo--644x362En su opinión, una de las grandezas que esconde este espacio son los dos santuarios. Por un lado, la capilla cristiana, templaria, “muy interesante, donde en la entrada tenemos a San Antonio y a Santa Teresa de Ávila, nombre que dio a sus nietos”. Dentro hay varias cruces templarias y de la orden de Cristo, “que llevaron a cabo los grandes descubrimientos”, puntualiza. El otro santuario es la gruta de Leda, personaje de la mitología. Una mujer muy guapa de quien Zeus se enamora y se disfraza de cisne. La muerde para fecundarla. “Lo que es fascinante es que él siendo católico colocó a un Dios fecundando a una mujer, y la figura central en la capilla cristiana es el Espíritu Santo descendien

do sobre María”, explica el profesor para quien Carvalho Monteiro “no es herético sino universal. No es nada ofensivo sino que respeta símbolos de otras religiones”.

 

hermes

Junto al muro de entrada encontramos las estatuas de nueve dioses grecorromanos. Juega con los símbolos de todos ellos. “Hay símbolos que son universales y pasan de religión a religión. Es una prueba de inteligencia de las religiones mantener esos símbolos”, opina Anes. Ya en los jardines encontramos una arquitectura muy interesante: pozos, grutas y laberintos subterráneos. Siempre jugando con la idea deldescenso a los infiernos y la resurrección a la luz, “que es lo que dicen casi todas las religiones, y él como católico creía en la resurrección”.

pozo--644x362El pozo iniciático es una torre invertida de casi 27 metros con acceso a través de una monumental escalera en espiral. Un espacio conconnotaciones herméticas y alquímicas donde se intensifica la relación entre el cielo y la tierra. “El pozo tiene nueve niveles que son los nueve círculos del infierno de la Divina Comedia de Dante”, interpreta el historiador. “Después tiene una salida para la luz porque ese es el objetivo, se muere para resucitar”, añade. Al descender el pozo encontramos en el centro la Rosacruz. Recuerda que las fraternidades iniciáticas en sus rituales “simulan la muerte del candidato”. Es algo que también encontramos en otros jardines, como el de Stourhead en Inglaterra, donde su propietario explicó a sus amigos que representó allí el sexto capítulo de Eneida de Virgilio, el descenso a los infiernos. “Hay referencias a los templarios, a la masonería, pero la cristiana”, asegura José Manuel Anes. “Encontramos el ojo delta con la cruz templaria, el lema de los templarios masónicos. Pero está representada una masonería conservadora, cristiana y tradicionalista”, afirma.

La Regaleira se convierte en algo exótico, interesante y misterioso a la vez que extraño, cuando se intenta descifrar los símbolos. El profesor Anes, doctorado en Antropología Social, llama la atención al hecho de que la masonería que se encuentra en esta quinta es “conservadora” y en Portugal fue substituida a finales del siglo XIX por la masonería republicana, progresista. Regresaría únicamente en 1990, con la Gran Loja de Portugal, de la que Anes fue Gran Maestre. Carvalho Monteiro pasó a la historia por ser un filántropo y mecenas, “que quiso dejar aquí su testamento espiritual”. Allí vivió sus últimos años, desde que falleció su mujer Perpetua hasta su muerte. Su hijo Pedro lo heredó pero tuvo muchas dificultades económicas y acabó vendiendo la finca a lafamilia alemana DŽOrey. Llegó a organizar ceremonias de iniciación con un grupo reducido de personas, “entre ellasFernando Pessoa quien en algunos de sus poemas habló de la Regaleira”. Ceremonias secretas que no se sabe si llegaron a ocurrir con su padre aunque “toda la escenografía estaba montada”, resalta el investigador portugués. “No es un palacio masónico sino universal, tiene un poco de todo”, puntualiza.

Fundación Cultursintra

La familia alemana acabó por vender la Regaleira a la fundación japonesa AOKI en los años 80 quien intentó convertirla en un hotel, planes que se vieron interrumpidos cuando se abrió el proceso para su clasificación como patrimonio cultural. De esta forma el ayuntamiento de Sintra logró adquirir la Regaleira y constituyó la fundación Cultursintra, hoy responsable de su gestión. Los españoles son los turistas que más visitan este lugar aunque todavía no es tan conocido como el Palacio da Pena, otro de los monumentos de Sintra. Este ejemplo de “revivalismo manuelino” sigue sorprendiendo a los que por allí pasan. Un viaje por la tierra, un descenso a la oscuridad y un ascenso a la luz. Grutas, pozos, fuentes, cascadas, túneles y puentes. Un jardín armónico y un palacio monumental. Un lugar para regresar.

 

Fuente: ABC

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Freemasons Arms, el bar donde se fundó el fútbol hace 150 años

La taberna masónica ubicada en el centro de Londres fue el lugar donde se establecieron las primeras reglas del balompié.

 
El sitio histórico no ha sido destacado en los festejos de los 1560 años de la FA.©
 

A pocos metros de la estación de Metro Covent Garden, en pleno centro londinense, se encuentra Freemasons Arms. Podría ser una taberna como las cientos que hay por toda la capital inglesa, salvo por un detalle muy particular. Allí, el 26 de octubre de 1863, tuvo lugar la reunión de los 11 clubes y colegios más elitistas de la ciudad, y en la que se terminó constituyendo la Federación Inglesa de Fútbol.

Aunque originalmente esta taberna -vinculada al mundo de la masonería londinense, específicamente a la Gran Logia Unida de Inglaterra, por entonces la organización masónica más importante del mundo-, se hallaba desde 1775 en Great Queen Street, precisamente donde se llevó acabó el encuentro fundacional, hoy la Freemasons Arm, que sustituyó a la Freemasons Tavern, se ubica en Long Acre 81-82, a pocos metros del anterior edificio, que fue consumido por un incendio en la década del 30.

En aquella reunión se redactó el primer reglamento del fútbol, que establecía, entre una de las 13 primeras reglas de esta actividad, que la pelota se jugaría exclusivamente con el pie, lo que provocó la furia de los partidarios de que se jugara también con las manos, variante que posteriormente derivaría en el rugby, en honor a la ciudad donde aparentemente comenzó a jugarse.

El reglamento fundacional del hoy deporte más popular del mundo sería aprobado en la sexta y última de las reuniones que se produjeron en los siguientes 44 días, acontecida el 8 de diciembre. Publicado por John Lillywhite, el primer partido jugado de acuerdo con sus normas tendrá lugar tan pronto como el día 19 de diciembre del mismo año 1863. Lo disputan los equipos del Barnes y del Richmond, y tiene lugar en el Limes Field del Barnes. Su resultado fue un insulso 0-0.

Curiosamente, pese a ser reconocido como el lugar donde se fundó el fútbol, Freemasons Arms poco y nada resalta tamaño hecho histórico. Apenas un pequeño cuadro, donde luce un antiguo zapato de fútbol, que no trae especificada la data de uso, y algunos artículos de principios del siglo XX. De la reunión de los 11 delegados de 1863, ningún asomo de recuerdo u homenaje. En su fachada no existe ni una placa recordatoria de la Federación Inglesa. Tampoco hay una en el lugar de la taberna original, a pocos metros de ahí, donde hoy se encuentra el Freemasons Hall.

“Cuando se cumplieron los 150 años, se debió al menos hacer una mención por parte de los dirigentes al lugar donde comenzó todo. Si fueron capaces de mandar a hacer una bandera especial por los 150 años, al menos se pudo hacer algo simbólico con el lugar donde se crearon las primeras reglas”, cuenta Simon Carr, periodista del Daily Mirror.

Fútbol y cerveza

Pese a que los hinchas se sienten decepcionados por la escasa, por no decir nula mención al hecho de la fundación del fútbol, cientos de londinenses prefieren este lugar para sentarse a ver y disfrutar los diversos partidos que se muestran a través de las cuatro pantallas que adornan el lugar.

“La gente viene acá simplemente porque sabe de una u otra manera que se inventó el fútbol. Bueno, también porque se sirve buena cerveza y la comida es bastante buena. Pero el gran gancho es el tema de la famosa reunión de hace 150 años. De hecho, como hace poco se produjo ese aniversario, muchísimas personas venían a tomarse fotos al lugar, como para tener un simple recuerdo”, cuenta Richard Perry, uno de los meseros del lugar, fanático de Arsenal.

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¿Existe una literatura masónica?

Fuente: Museo Virtual de Historia de la Masonería

Bajo la denominación de literatura masónica se comprenden una serie diversa de escritos; desde los textos de las partituras musicales concebidas para el oficio masónico (por ejemplo, la letra prestada por el masón Emanuel Schikaneder a las piezas específicamente masónicas compuestas por Mozart), hasta los relativos a rituales masónicos (oficiales o no), pasando por las planchas o trabajos relativos a historia, principios, etc. de la Orden, incluida también la correspondencia oficial girada entre logias, o los reglamentos y normativa de cada Obediencia, etc.

Pero por otro lado, también existe una literatura generada por masones inspirada, en mayor o menor medida, por la cultura y valores más positivos de la Orden tales como la paz, la fraternidad, el recurso al simbolismo como medio de expresión suprarracional, etc.

Ciertamente, al estudiar la obra literaria de algunos de los masones seleccionados en este Museo Virtual, resulta extremadamente difícil determinar las líneas de influencia específicamente masónica que aparecen reflejados en los temas y detalles de cada una de sus obras. A fin de cuentas, los llamados “valores masónicos” no son algo exclusivo de la Orden, sino que forman parte de lo más noble de la naturaleza humana, con independencia de las formas o credos que adopte. Aun con tales matices, merece la pena presentar algunos autores masones con sus obras confiando en que el lector sabrá suplir tales obstáculos.

Museo Virtual de Historia de la Masonería (M:.H:.M:.)

 

  ¿HAY UNA LITERATURA MASÓNICA?

Podemos preguntarnos con toda legitimidad si existe o no una literatura masónica propiamente dicha. Cuestión que, si bien es muy debatida en algunos foros, no nos ofrece la mínima duda.

Parece indispensable dejar constancia de que, bajo la denominación genérica de literatura masónica, se encuadran una serie de muy diversos escritos. Pongamos un ejemplo: los textos de las partituras musicales que se conciben para el oficio ritual, entrarían sin problemas en este apartado, igual que los reglamentos de logias y obediencias, las recopilaciones de actas, la correspondencia postal y el resto de documentos escritos que genera de hecho la actividad propia de los talleres. Ni que decir tiene que las planchas selectas de los francmasones también formarían parte de este cajón de sastre literario; a éstas, probablemente, sí podríamos considerarlas como textos literarios en el más estricto sentido del término, aunque solo a las más escogidas y bien confeccionadas, que son las menos.

Es evidente que nosotros no queremos hablar aquí de toda esta literatura de gestión, sino exclusivamente de la que denominamos literatura creativa, es decir, de la que nace de la imaginación del escritor o de su personal experiencia comunicativa como autor original y distintivo.

Algunos escritores han generado obras en las que se nota algún tipo de espíritu o inspiración masónicos. En esos títulos suelen aparecer los valores esenciales que predicaba la histórica Masonería, como la fraternidad, la igualdad, la paz social, la filantropía, la libertad de conciencia o la compasión respetuosa, y no suelen hallarse exentas de un simbolismo más o menos patente. Sin embargo, desde un punto de vista racional, resulta muy difícil determinar y concretar las líneas de influencia puramente masónicas, dada la universalidad de los valores aludidos; en realidad, la presencia de los mismos nada tiene que ver directamente con el hecho de que el autor sea o no iniciado en la Francmasonería. Por lo tanto, debemos señalar que no existe ni de lejos una literatura masónica propiamente dicha, como tampoco existe una arquitectura masónica ni una música masónica. Read more

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¿El programa Apolo fue un acto masónico secreto?

masones astronautasEsta tesis es defendida por el fundamentalista cristiano Texe Marrs en su documental ‘The Eagle has landed. Magic, Alchemy and the Illuminati Conquest of Space’ (‘El águila ha aterrizado. Magia, alquimia y la conquista illuminati del espacio’). Muy pocos tomarán en serio esta acusación, a todas luces falsa. Sin embargo, su punto de partida, al contrario que otras argumentaciones supuestamente científicas, es correcto. Marrs se basa en el hecho de que Buzz Aldrin, el segundo humano en pisar la Luna, es masón y celebró ciertos rituales sobre la superficie del satélite. A partir de ahí, desarrolla su teoría conspirativa, en la que se entremezclan el ocultismo, el satanismo, la magia negra y, cómo no, la secta de moda desde que Dan Brown la popularizara en ‘El código Da Vinci’: los Illuminati.

La interpretación de Marrs es errónea, pero su hallazgo es válido. De todos modos, calificarlo de hallazgo es exagerado, pues Aldrin nunca ha ocultado su condición de masón, ni tampoco que celebró una ceremonia religiosa privada sobre la Luna durante los pocos instantes que tuvo libres. Además, incluyó el anillo de iniciación masónica de su abuelo entre los escasos objetos personales que pudo llevar hasta nuestro satélite, lo que posiblemente tuviera algún significado ritual para su familia. Tampoco esto se ha mantenido nunca en secreto, aunque hay que reconocer que no son datos fáciles de contrastar hoy en día.

En noviembre de 1969, después de que el Apolo 11 completara su misión a la Luna, la revista masónica ‘The New Age’ (ahora llamada ‘The Scottish Rite Journal’) lo celebró con la primera portada en color de su historia, ilustrada con una fotografía de Aldrin junto a la bandera estadounidense en Mare Tranquilitatis. Bajo ella, podía leerse: “Edwin E. Aldrin, Jr, 32º, on the Moon”. El astronauta pertenecía al rito escocés y a la jurisdicción sur de Estados Unidos de esta secta.

La vinculación a la masonería de Aldrin, y posiblemente de otros astronautas, es cierta. El único problema de esta teoría conspirativa es que confunde la investigación histórica con una novela de tercera. El hecho de que Aldrin y otros astronautas pertenezcan a una sociedad secreta no implica que tuvieran intenciones ocultas. El propio Aldrin contó en un libro de memorias, descatagolado hace ya décadas, todas estas circunstancias. Quienes defienden la tesis del ritual masónico suelen basarse en oscuras referencias que han encontrado en algún libro de esta secta, y parecen ignorar que el astronauta no le daba ninguna importancia al asunto ni tuvo ningún problema en airearlo, incluso con algún detalle escatológico. Los astronautas del Apolo vestían bajo sus trajes presurizados una especie de pañal que ellos llamaban eufemísticamente contenedor fecal y que impregnaban con una crema especial para contener el olor.

Estas medidas higiénicas eran necesarias porque el viaje a la Luna requería pasar varios días sin poder desnudarse. Así es como narra Aldrin las complicaciones que sufrió con su anillo masónico, momentos antes del lanzamiento de su histórica misión, cuando acababa de embutirse en su traje espacial:

“Una vez que el aire fresco comenzó a correr por el traje me acomodé y relajé. El único momento de ansiedad llegó cuando me di cuenta de que el anillo masónico de grado 32 de mi abuelo no estaba. Lo había llevado durante más de un año y lo consideraba parte de mí. Pasaron varios minutos y me dejé arrastrar por un curioso -y nada habitual- ataque de superstición. Después de todo, había planeado llevar el anillo a la Luna y traerlo de vuelta, y ahora había desaparecido. Me di cuenta de que debió desprenderse cuando me limpié de las manos la crema de los contenedores fecales. Un médico se ofreció voluntario para correr por todo el pasillo y buscar en el lavabo. En cinco minutos había regresado con el anillo”.

En cuanto a la breve ceremonia religiosa que llevó a cabo Aldrin sobre la Luna, también queda explicada en sus memorias, así como en el más conocido libro de Andrew Chaikin, ‘A Man on the Moon’ (‘Un hombre en la Luna’). El astronauta fue el primer ser humano -y, hasta el momento, el único- en recibir la comunión en un cuerpo planetario distinto a la Tierra. No se trata, por tanto, de un ritual oculto, sino del habitual sacramento cristiano. Este fue, precisamente, el motivo por el que la NASA decidió ocultarlo, ya que no quería levantar suspicacias entre los no creyentes. Así lo contó el propio Aldrin:

“Durante el primer momento desocupado en el LM [módulo lunar] antes de tomar mi comida, busqué en mi botiquín de utensilios personales y saqué dos pequeños paquetes que habían sido especialmente preparados a petición mía. Uno contenía una pequeña cantidad de vino, el otro una pequeña hostia. Con ellos y un pequeño cáliz del maletín, tomé la comunión en la Luna, leyendo para mí mismo de una pequeña tarjeta que llevaba en la que había escrito un extracto del Evangelio de Juan usado en la ceremonia tradicional de comunión. Había intentado leer mi pasaje de comunión a la Tierra, pero en el último minuto Deke Slayton [director de vuelos tripulados] me había pedido que no lo hiciese. La NASA estaba ya inmersa en una batalla legal con Madelyn Murray O’Hare, la famosa oponente de la religión, sobre la lectura de la tripulación del Apolo 8 del Génesis mientras orbitaban la Luna en Navidad”.

A Aldrin no le gustó demasiado tener que disimular sus creencias, pero terminó aceptando la petición de Slayton y, en lugar de leer la Biblia en voz alta, pidió que cada uno reflexionara sobre el significado de aquellos instantes “en su propia e individual manera”. Andrew Chaikin, que entrevistó personalmente a los astronautas, cuenta cómo Neil Armstrong se sorprendió cuando Aldrin pidió un momento de silencio desde el módulo lunar “a todas las personas que estén escuchando”, ya que desconocía qué se disponía a hacer su compañero. Tampoco lo sabía la mujer de Aldrin, Joan, que en ese momento escuchaba las palabras de su marido desde su casa de Nassau y, simultáneamente, un disco del pianista de jazz Duke Ellington, pasados ya los momentos de tensión del alunizaje.

La Biblia de Aldrin no es el único libro religioso que ha viajado a la Luna. También lo hizo el Corán, a bordo del Apolo 15 y por sugerencia del geólogo de origen egipcio Barouk El-Baz, uno de los científicos más importantes del programa. Los astronautas también llevaron banderas de la Unión Soviética, en consideración a sus colegas del otro lado del telón de acero, y muchos otros símbolos personales, religiosos o políticos, sin que ello signifique, ni mucho menos, que los viajes a la Luna se llevaron a cabo para glorificar las ideas representadas por estos emblemas. Hay una explicación mucho más simple para ello: el hombre es un animal simbólico, y esto incluye a ingenieros, científicos y astronautas.

 

Fuente: El Mundo

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