Estando las actividades masónicas dotadas de un alto grado de ritualización, la música ha desempeñado siempre un papel fundamental. La teoría pitagórica de las consonancias y el modelo musical platónico del universo físico fueron recogidos por Aristóteles, Arístides Quintiliano y Boecio y transmitidos hasta los filósofos, astrónomos y artistas de los siglos posteriores, como Kepler e incluso Leibniz. Durante la Edad Media, la música era también considerada una suerte de «arquitectura». La «música de las esferas» no es sino el resultado de la armonía cósmica, el Gran Arquitecto del Universo es también el Gran Maestro Compositor del Cosmos.
Músicos Masones
Geminiani, Spohr, Clerambault, Gossec, Méhul, Mattheson, Philidor, Puccini, Salieri, Cherubini, Spontini, Hummel, Pleyel, Kreutzer, Mozart, Haydn, Sibelius, etc. optaron por su participación regular en las logias. Aquellos que eran músicos actuaban como tales ocasionalmente en alguna celebración especial, pero sin constituir clase o categoría diferente desde el punto de vista masónico.
En España tenemos constancia de numerosos masones músicos. La Logia fundada en Barcelona en 1748, que estuvo activa hasta 1751, y se recompuso y prosiguió sus actividades en 1755, precisamente bajo la dirección de un músico, Francisco Serrat; en marzo de 1756, ya se había incorporado a dicha logia al menos otro músico, Francisco Rossell (Archivo Histórico Nacional, Madrid, Inquisición, legajo 1723); en el proceso seguido por la Inquisición hallamos la declaración de otro músico, Manuel Planas.
Algunos tuvieron una actuación decisiva en defensa de sus hermanos de fraternidad. Es el caso del tenor Carlo Broschi, más conocido por el sobre nombre de Farinelli. Caballero de Puga escribió sobre él lo siguiente: «La importancia de aquellas [las logias], en que la mayoría de sus miembros pertenecían a la nobleza y a las clases influyentes, hizo que el Santo Oficio, para ponerse a cubierto, recabara del Rey la interdicción de la Orden, y Fernando VI, por decreto de 2 de julio de 1751, la prohibió en todo el reino, y dictó pena de muerte para todo aquel que la profesara, sufriendo muchos las torturas de la Inquisición, y debiendo otros su libertad al célebre músico Farinelli, que por medio de su gran valimiento con la Reina y de su intimidad con el Marqués de la Ensenada, logró hábilmente salvar a muchos dentro del mismo Palacio, dándoles comisiones de Real Orden para diferentes puntos de la Península y América, con objeto de alejarlos del peligro». Cuando tras abandonar Madrid en 1759 se instaló en Bolonia, recibió allí visitas de antiguos compañeros y amigos, entre ellos de los Condes de Montijo y de Fernán Núñez y del Duque de Arcas, y también de algunos compositores y escritores como Martini, Gluck, Mozart y Casanova, masones todos ellos (E. Caballero de Puga, Francmasonería. Ritual del maestro francmasón, seguido de la Historia de la Francmasonería y de la segunda parte de la Jurisprudencia Masónica, Madrid, Dionisio de los Ríos, 1888).
Otro músico que alcanzó celebridad en los años finales del siglo XVIII fue Carlos Ordóñez, vienés de origen español afiliado a la logia Zu den drei Adlern, que en 1786 se pasó a la nueva logia Zur Wahrheit al fundirse con otras dos: Zur Palmenbaum, a la que pertenecía el célebre clarinetista Anton Stadler, y Zur wahren Eintracht, en la cual había recibido W. A. Mozart el grado de Compañero el 7 de enero del año anterior, apenas una semana después de que F. J. Haydn presentase su candidatura para ser iniciado.
En la Gran Logia Nacional de España bajo los auspicios de José I, que fue su Gran Maestre desde su creación en 1809, sus actividades se centraban mayoritariamente en Madrid, donde está documentada la existencia de al menos siete logias. En la logia Beneficencia de Josefina, la casi totalidad de los músicos que en ella figuran son españoles: Francisco Adela, Juan Albertos, Juan Barneda, Antonio Hecht, Lorenzo Heik, Santiago Llagostera, Narciso Paz, Francisco Trigo y Felipe Valverde.
Con informaciones procedentes en su mayor parte de la documentación conservada en el Archivo Histórico Nacional (tanto de la sección Inquisición, en Madrid, como sobre todo de la sección Guerra Civil, departamento Masonería, en Salamanca, así como del Banco de datos del CEHME) se registran hasta el momento casi dos centenares de músicos. Figuran libretistas como Eduardo Jackson Cortés y José Jackson Veyán, Luis Fernández Ardavín, Palomino de Guzmán, José Caviedes, Eusebio Sierra o Miguel Ramos Carrión, así como compositores e intérpretes como José Rodoreda, Juan Cuyás, Jaime Llombart, Antonio Bonnin, Manuel Dordal, Conrad Ferrer, Joan Bonastre, Pedro Grau, Enrique Arbós, Manuel Nieto, Francisco Jiménez Delgado, Dionisio Granado, Manuel Chalons, Luis Napoleón Bonoris, Tomás Bretón, Apolinar Brull o Máximo Marchal, algunos de los cuales aún siguen en activo a principios del siglo XX, época a la que pertenecen Julián Benlloch, Juan Frívola, José Parera, Gustavo Pittaluga, Julio Gómez, Pau Casals, Eduardo Martínez Torner o Matilde Muñoz. No es ella la única mujer que figura en las logias, pues ya mucho antes encontramos en ellas a Ecilda Maciá de Lacal, Aurea Rosa Clavé o Clotilde Cerdá, más conocida por su nombre artístico de Esmeralda Cervantes, etc., etc.
También hay constancia documental de los masones de una orquesta de La Habana que constituían en 1890, más de las tres cuartas partes de la logiaAmor de Zaragoza, nº 272. Otro ejemplo fue la logia parisina de Saint-Jean de Palestine que estaba compuesta únicamente por miembros de la orquesta de Ópera-Comique, o de la «Philo Musicae et Architecturae Societas Apollinis» creada por la logia londinense At the Queen´s Head para difundir el pensamiento masónico a través de los conciertos públicos.