Se afirma que la palabra «egregor» designa lo que se puede llamar propiamente una «entidad colectiva». Esto no representa más que una de las numerosas fantasías del moderno lenguaje ocultista. Esta palabra es puramente griega y jamás ha significado en realidad otra cosa que «vigilante». Estamos ante un nuevo ejemplo de la confusión de lo psíquico y de lo espiritual.
Ciertamente, se puede considerar cada colectividad como disponiendo de una fuerza de orden sutil constituida en cierta manera por los aportes de todos sus miembros pasados y presentes, y que, por consiguiente, es tanto más considerable y susceptible de producir efectos más intensos cuanto más antigua sea la colectividad y cuanto mayor sea el número de miembros que la componen; por lo demás, es evidente que esta consideración «cuantitativa» implica esencialmente que se trata del dominio individual, más allá del cual ya no podría intervenir en modo alguno. Lo colectivo, tanto psíquicamente como corporalmente, no es otra cosa que una simple extensión de lo individual, y que, por consiguiente, no tiene absolutamente nada de transcendente, contrariamente a las influencias espirituales que son de un orden completamente diferente. Para tomar los términos habituales del simbolismo geométrico, es menester no confundir el sentido horizontal con el sentido vertical. Read more