Me temo que no llegarás a La Meca, pues el camino que sigues conduce al Turkestán.
"Jardín de Rosas", S. Saadi.
La dinámica perversa, tras los atroces actos del 11 de Septiembre, ha reforzado en el llamado mundo occidental una corriente de opinión que, hundiendo sus raíces en miedos y prejuicios que están lejos de ser recientes, se ve favorecida por el creciente retroceso de las libertades públicas y el espíritu librepensador, que son, por lo demás, uno de los ejes de la Masonería. Nos referimos a la pretendida ecuación: Islam = Terrorismo.
Esta falsa identificación es, de hecho, una reedición del miedo a lo diferente, a lo desconocido, al "otro", aunque en el fondo no deja de ser, vía la máxima hermética "igual que arriba, así abajo"un miedo al "conócete a ti mismo", un miedo a la Libertad por la negación de la Igualdad y la Fraternidad.
Señalemos, por otro lado, que el macro-concepto "Islam"no es monolítico, ni en sus categorías (social, política, religiosa,..) ni en sus valores, no recogiendo en su seno más homogeneidad que otros conceptos similares, tales como "Occidente"o "Hinduismo". ¿ Puede acaso encontrarse alguna identidad esencial a la existencia de tantos millones de seres humanos que se extienden desde las Islas del Pacífico hasta el Mar Atlántico, desde el Sur del Sahara al desierto Altaico? ¿ Es acaso la Filosofía racionalista de un Ibn Sina (Avicena) igual al pensamiento teosófico de un Al-Ghazzel o un Rumi? ...Una visión honesta de conjunto no reconoce en el Islam una identidad mas que desde un frente exterior; existen ciertamente rasgos comunes, pero ponderados frente al conjunto de paradigmas ontológicos de las diferentes realidades, su peso es más que relativo.
Sin entrar a analizar el fenómeno terrorista en sí, convengamos en que su principal rasgo práctico es una falta radical de Tolerancia, un valor central para la Masonería. Así pues, la cuestión sobre la igualdad Islam-Terrorismo puede reconducirse, de forma ni excluyente ni completa, hacia una triple reflexión sobre:
Progresemos, pues, en esta vía.
El Islam, como otras religiones reveladas positivas, se vertebra en torno a un Volumen de la Ley Sagrada, en este caso el Corán. Éste establece y se ve completado por los, así llamados, Cinco Pilares del Islam; a saber: el Credo, la Oración, la Limosna, el Ayuno y la Peregrinación a la Ka¹ba en La Meca. Se puede añadir un sexto pilar, la Defensa del Islam (yihad), que analizaremos más detenidamente, pues es origen de múltiples malentendidos, a menudo entre los propios musulmanes. En el plano social, marcos jurídicos desarrollan las enseñanzas coránicas a partir de las suras; es la Shari¹a o mejor las Shari¹as, formadas por los dichos del Profeta, el consenso de los juristas y las analogías al respecto.
A la vista de lo anterior, pocas diferencias formales podemos encontrar con, por ejemplo, el mundo cristiano o judío, donde no resultaría difícil encontrar homólogos a las diferentes categorías. De manera no desinteresada se ha querido hacer de la yihad la base sobre la pretendida belicosidad intrínseca al Islam, que en los tiempos modernos habría degenerado casi naturalmente en el uso del terrorismo. La yihad, cuya traducción probablemente más acertada es intentar esforzarse, supone, cara al interior, una obligación del musulmán de acercarse cada día más a su ideal, y, cara al exterior, el compromiso en la defensa de la comunidad islámica. La yihad "hacia el interior"presenta, de este modo, elementos similares al valor del Trabajo evocado en Masonería y necesario para el tallado de la piedra bruta. Respecto a la yihad "hacia el exterior" hemos de señalar que el componente comunitario tiene, fuera del mundo occidental, un valor mayor, y que no debe entenderse la yihad necesariamente de forma agresiva, sino más bien defensiva y aglutinadora de esta sociedad. Si bien no se puede negar el hecho de que la yihad pueda adoptar un enfoque de Guerra Santa ofensiva, hay que reconocer que en la historia del Islam su uso puro ha sido menor y siempre ha vehiculado elementos más espurios, pero por lo demás, nada que no encontremos en el resto de Tradiciones, incluida la Occidental.
Ligado a lo anterior aparece el segundo punto que planteábamos: la pretendida imposibilidad de las sociedades musulmanas para aceptar un ideal laico, donde el respeto a los derechos individuales frente a la colectividad, el librepensamiento y, en definitiva, los valores de tolerancia que han florecido en Europa desde el siglo XVII n.e. sean norma frente a una visión estrecha y totalitaria de la Shari¹a. Hay que reconocer que existe un camino aún por andar en la mayoría de las sociedades islámicas modernas, donde la Masonería, paradigma máximo de tales valores, raramente es tolerada de forma abierta. Dicho déficit no es siempre totalmente achacable a causas externas a estas mismas sociedades; el retroceso del laicismo, acontecido en especial en el mundo árabe después del pan-arabismo nasserista, nace de la quiebra de la esperanza de las colectividades en la Modernidad, tanto por la incapacidad de gestión de sus élites como por un orden mundial postcolonial. El mundo musulmán debe encontrar su camino hacia el laicismo, que tal vez no sea idéntico al occidental sino más enraizado en su Tradición, pero que es inherente a sociedades avanzadas espiritualmente. Obviamente no debemos confundir laicismo con materialismo, negación de la trascendencia e indiferentismo, como por extremo contrario aparece a menudo en Occidente. La ausencia de laicismo no supone, en cualquier caso, una evolución hacia el terrorismo, ahora bien, las causas que generaron su retroceso en la segunda mitad del siglo pasado son también las que crearon el monstruo, que apropiándose de la imagen pública del Islam en Occidente, es causa de su pretendida identificación con el terrorismo.
En efecto, la quiebra de la esperanza en una incorporación del mundo islámico, y en especial árabe, a la Modernidad, junto con la depauperación de masas crecientes en las también crecientes sociedades islámicas es uno de los orígenes del Fundamentalismo Islámico, el llamado Islamismo, el cual, con frecuencia, ha generado retrocesos en las libertades y ha exhibido conductas abiertamente en colisión con sociedades libres, llegando en su extremo al uso del terrorismo.
El análisis de sus causas sociales nos llevaría fuera del limitado espacio de estas líneas, pero señalemos desde un punto de vista Simbólico, y por ende Masónico, que todo fundamentalismo nace de la negación de la interpretación simbólica de los Textos y Tradiciones Sagrados, engendrando aberraciones hermenéuticas en las cuales la letra se fuerza para negar el espíritu. Nada más alejado del Método Simbólico Masónico, donde cada Masón, con el concurso de sus Hermanos, redescubre en Libertad y Fraternidad su propia interpretación de los Símbolos y cuanto ellos representan.
Reconozcámoslo, el Islamismo en ocasiones degenera en terrorismo, pero... ¿es un fenómeno continuo en el Islam y ajeno al resto de ideologías y religiones?. La Historia nos demuestra la falsedad de ambas afirmaciones, señalemos únicamente que el término Fundamentalismo nace para definir a ciertas comunidades adventistas norteamericanas, y remitamos para la primera parte de la pregunta al lector interesado al estudio del Sufismo, de donde no será ésta la mayor de las enseñanzas que obtendrá.
Concluyamos con una reflexión: el que alguien reclame, o le sea asignada, una determinada bandera para en su nombre cometer barbaries no supone que lo por ella simbolizado deba automáticamente ser asimilado a este comportamiento. Exijámonos una yihad interna para que nuestras realidades y juicios se acerquen cada vez más a nuestros ideales, para que la piedra bruta vaya dejando paso al cubo perfecto, y para ello reflexionemos y tratemos de hallar nuestros propios caminos en lugar de recorrer las cañadas gregarias por las que algunos nos quieren llevar...