‘Una mirada a la logia’, el libro que Javier Otaola (Bilbao, 1956) presentó ayer en el Ateneo Jovellanos de Gijón, es exactamente eso: una mirada con dos puntos de vista complementarios, uno literario y otro fotográfico. Otaola firma los textos de un volumen que se adentra en la masonería sin mitos pero sí deteniéndose en los ritos con la colaboración del fotógrafo chileno Sebastián Utreras, que disparó sobre el día a día de una logia para retratarla de forma certera. «El libro es un catálogo de fotogafías ordenadas ritualmente siguiendo los procedimientos con los que se trabaja en las logias», indica Otaola. Se detiene en gestos, en símbolos, para adentrarse en una reflexión profunda y pausada de todos ellos con las palabras del abogado y escritor
«La masonería es presa fácil delos mitos, por lo tanto tiene sus adversarios y sus enamorados y se tiende a rellenar sus huecos con fantasía, cuando en realidad es una cosa muy sencilla», afirma Otaola, que lamenta que en España el hecho de que las corrientes liberales no hayan sido nunca mayoritarias hace que su éxito no haya sido tan notable como en otros países como Gran Bretaña. Pese a lo dicho, en España está consolidada, aunque su presencia es pequeña en términos cuantitativos, unos 4.000 miembros activos aproximadamente. La razón está clara: «La masonería es un hilo de la trenza del liberalismo».
No viene mal, pues, desmitificar a la masonería, de los que existe una cumplida representación en Asturias con presencia de las principales logias -Gran Logia Simbólica, la Gran Logia de España, la del Derecho Humano y el Gran Oriente de Francia-, una actividad que no busca otra cosa que lanzar preguntas y buscar respuestas. «Es una forma singular de pensamiento filosófico que siempre tiene vigencia, porque ninguna sociedad es tan buena como para no responder a las preguntas», apunta Otaola. No es más que eso, una reflexionar continua sobre el ser humano, una experiencia personal que ayuda a los masones a posicionarse y entender el mundo. Así ha sido y ha seguirá siendo: «La masonería del siglo XXI tiene que ser fiel a sí misma»
Fuente: ElComercio


En Austria la masonería prosperaba bajo Joseph II: Haydn, Mozart y la mayoría de la elite intelectual eran miembros, como lo eran también numerosos miembros del gobierno y de la nobleza (entre ellos el príncipe Nikolaus Esterházy, protector de Haydn que era Venerable Maestro de la Logia de Mozart, La Esperanza Coronada).
Es necesario insistir en la mentalidad necesaria para la adquisición del conocimiento iniciático, mentalidad completamente diferente de la mentalidad profana, y a cuya formación contribuye enormemente la observación de los ritos y de las formas exteriores en uso en las organizaciones tradicionales, sin perjuicio de sus demás efectos de un orden más profundo. Pero es menester comprender bien que en eso no se trata más que de una etapa preliminar, que no corresponde más que a una preparación todavía completamente teórica, y no de la iniciación efectiva. En efecto, hay lugar a insistir sobre la insuficiencia de la mente al respecto de todo conocimiento de orden propiamente metafísico e iniciático; estamos obligados a emplear este término de «mente», preferentemente a cualquier otro, como equivalente del término sánscrito manas, porque se vincula a él por su raíz; por «mente» entendemos, por consiguiente, el conjunto de las facultades de conocimiento que son específicamente características del individuo humano, y de las que la principal es la razón.
¿Qué es el esoterismo? ¿Hay una parte de esoterismo en la masonería? Es indudable, ya que parece incluso elemento esencial de la masonería.

Goethe escribió “Los Misterios” a los largo de 1784 y 1785. Luego la obra quedó estancada la obra hasta que fue publicada en 1815. Una Asociación estudiantil reunida en Koenigsberg le rogó una aclaración sobre ese “enigmático fruto de su ingenio”. En abril de 1816 publicó Goethe una prolija respuesta a ese comunicado en la Hoja de la Mañana: