Los grados superiores y los sistemas rituales (Segunda Parte)

La ceremonia de recepción del Aprendiz en la Logia pone de relieve los dos aspectos del ritual de iniciación a los que aludíamos anteriormente (ver en "Archivo"):

El neófito es aceptado por la comunidad de modo solemne y presta ante ella juramento de sinceridad, lealtad y honestidad, comprometiéndose a trabajar en la búsqueda y exaltación de los valores humanos esenciales o espirituales, para su propio bien, el de sus Hermanos y el de la Humanidad, dedicando su esfuerzo a la Gloria del Gran Arquitecto del Universo*. Por otra parte, es el Venerable Maestro de la Logia quien le recibe como nuevo masón, transmitiéndole, desde ese momento inicial, un quantum de la Tradición contenida en el Rito, a través de sus explicaciones y de sus actos.

El candidato jura que se propone ser un buscador de la Verdad (de sus parcelas de la Verdad) unido a sus Hermanos, apoyándose en ellos y apoyándoles con el mismo fin. El hecho exalta la sociabilidad del hombre como virtud que puede y debe ser elaborada desde la autenticidad del individuo. Ésa es la diferencia respecto a la simple adhesión a una causa justa (partido político, ONG, etc.). La Humanidad no se reduce a los "Hermanos", pero éstos la simbolizan. Son iconos del resto de la Humanidad, a la que nos debemos como piedras del Gan Edificio, talladas lo mejor posible. La Masonería es una fraternidad iniciática que simboliza, en miniatura, la Fraternidad universal a la que se aspira. La comunidad íntima en la que pasa a integrarse el Aprendiz será la más sensible a la naturaleza y calidad de sus hechos, porque es en el seno de esa comunidad donde el masón puede "explitanto, cuando se le pregunte si es masón, su respuesta debería ser: "Como tal me reconocen mis Hermanos"; porque es de ellos de quien recibe el primer reflejo de su propia evolución.

El Aprendiz masón debe guardar silencio durante su permanencia en el recinto de la Logia. El silencio ritual invita y acostumbra al Aprendiz a analizarse a sí mismo antes de emitir un juicio sobre lo que oye o ve, asegurándose de que su entendimiento no está mediatizado por sus propias pasiones. Por otra parte, recogiendo la tradición de los antiguos masones o constructores de oficio, no debe revelar los secretos del Taller** a nadie, ni siquiera a los Hermanos ausentes, cuando se reencuentre con ellos. Esta regla se extiende a todos los miembros del Taller. Se trata de otro símbolo iniciático y no de la práctica de un absurdo y mal entendido secretismo masónico:

Los secretos a los que aluden los rituales masónicos son aquellos símbolos que representan lo esencial, encubierto o velado para el razonamiento materialista en general, pero hallado en un proceso personal íntimo de búsqueda desarrollado metódicamente. Como referencias metodológicas sintetizadoras se utilizan palabras, toques y signos que en masonería reciben el nombre de secretos del grado. Guardar los secretos del grado para debatirlos en la logia, entre iniciados que siguen un mismo curso, no significa que las conclusiones personales a las que en esas circunstancias llegue el masón, y que son suyas, no puedan ser expuestas y razonadas por éste continuamente, dentro y fuera de la Logia. La íntima comprensión y vivencia de "lo secreto" (su realización interior personal), tiene como meta la gradual transformación del individuo, su mejora. Y esa mejora ha de ser perceptible externamente.

Con la expresión secreto se hace referencia a una verdad velada o encubierta que va a ser abordada siguiendo un método ritualizado. El método se basa en el desarrollo de principios o valores arquetípicos, expresados mediante símbolos. La divulgación del método es inútil, ya que está concebido para ser trabajado en fraternidad. Un hombre que no esté dispuesto a iniciarse y que no haya emprendido libremente el camino de la Iniciación (de la forma de iniciación que propone la Masonería) no aprende a "moverse" mental y anímicamente dentro de las líneas o sendas trazadas por el método ritual masónico. Cuanto ocurre en el interior de una logia pertenece al secreto de la intimidad iniciática que cada Hermano prosigue a nivel personal. El secreto de confesión tiene el mismo sentido y merece el mismo respeto.

Por otra parte, hay que subrayar algo más: en la transmisión de palabras e intenciones de terceros, debemos proponernos imperativamente evitar transferir nuestras propias debilidades, errores o pasiones. El proceso iniciático es íntimo e inexpresable mediante palabras. El Aprendiz debe asimilar y reflejar en sus hábitos este principio de convivencia fraternal.

La formación del Aprendiz consiste en la recepción de la parte preliminar de la Tradición masónica secular, a fin de que sea él mismo quien estructure su pensamiento, aprendiendo a pensar por sí y a desarrollar su capacidad de discernimiento, liberando su ánimo de pre-juicios. En el primer grado, deberá disponerse a buscar y captar la dualidad de la que todo se compone y a no ver incompatibilidades en las oposiciones, sino aspectos complementarios e interactivos que, fundidos o sintetizados, forman aquello que sea objeto de su análisis. De lo binario, fuente del movimiento dialéctico, emerge la tríada, cuyo símbolo es el número Tres y cuya forma es el Triángulo. El Aprendiz debe concentrar su atención en esto. Para ello, habrá de ejercitarse en la formación de silogismos compuestos por una tesis, una antítesis y una síntesis, como enseña la dialéctica académica, pero haciendo que la síntesis vaya más allá de lo simplemente evidente y habituando su raciocinio a la aceptación real de tales síntesis en su vida diaria, viendo, por ejemplo, "la estabilidad" como síntesis de la oposición representada por la atracción y la repulsa, de igual forma que lo activo y lo pasivo producen "lo neutro" o que en el instante que llamamos "el presente" está contenido todo el pasado y todo el futuro de una vida.

Decía Oswald Wirth que la inteligencia y el conocimiento brotan tanto de la razón como de la imaginación. Así es la dialéctica poética del simbolismo masónico.

* "Gloria", según los diccionarios, significa "esplendor, magnificencia" y también "lo que da fama, lo que se atribuye a". El trabajo masónico, en las logias tradicionales, se dedica siempre al Principio creador del que es manifestación u Obra todo el Universo. La Verdad absoluta es la meta (directamente inaccesible) a la que tienden nuestros modestos trabajos como masones. Por ello dedicamos nuestro esfuerzo a su esplendor y magnificencia.

** Los antiguos masones constructores de templos y edificios, cuyos utensilios y métodos de trabajo sublimamos los masones, simbolizándolos, guardaban celosamente sus "secretos profesionales" por razones laborales y de protección frente a la competencia. La palabra "secreto" tiene, en la Masonería simbólica actual, un valor filosófico y metodológico.

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