La Masonería es una Orden iniciática. Las diversas obediencias o federaciones de logias que integran la Orden Masónica, no han dejado en ningún momento de proclamar el carácter de Institución iniciática tradicional y universal de ésta, cuyo objetivo es el perfeccionamiento de la humanidad. Y ello tanto en la dimensión espiritual e intelectual como en la del bienestar material, ya que existe entre ambas una evidente conexión, en especial si por bienestar material entendemos las condiciones en que la vida y la convivencia humanas pueden facilitar el "despertar" individual a planos de conciencia evolutivamente superiores.
Con el término "orden"aludimos, en sentido amplio, a determinaciones temporales, espaciales y numéricas, incluyendo la organización social, las normas morales, jurídicas, estéticas, etc. El calificativo de "iniciática" alude a la acción de iniciar en un método de acceso al conocimiento, concretado en "ritos"o "representaciones" que simbolizan los grandes misterios que condicionan nuestra existencia. La ceremonia de iniciación simboliza la admisión al conocimiento de un saber esotérico de difícil acceso, a menudo, sin una preparación progresiva, transmitida por el iniciado al iniciable a fin de que éste consume por sí mismo su iniciación real.
La sociedad en la que el hombre debe poder desarrollar su capacidad evolutiva ha de ser tomada en la accepción latina referida al "socius", compañero, aliado, asociado, que define la relación de quienes tienen o ponen algo en común. Las logias no tratan de colaborar en la constitución de una sociedad "secreta", como estúpidamente parecen tener aún empeño en apuntar determinadas enciclopedias, sino que persiguen constituir un "Centro de Unión"que vincule fraternalmente a "personas que, de otra manera, habrían permanecido por siempre alejadas", según manifiesta el texto de nuestras Constituciones fundacionales de 1723. Tales personas se definen previamente como "hombres buenos, leales, honorables y probos".
Las Obediencias encarnan, pues, una Orden iniciática que ha de estructurar democráticamente su presencia en el mundo. El público suele tener de la Masonería una imagen derivada de un cliché recibido y persistente. Pero ¿no será responsable de ello, en parte, la propia Masonería, por no haber sabido, querido o podido utilizar los modernos medios de comunicación para explicar su filosofía vital, contribuyendo con ello al mantenimiento de una imagen oscura, obsoleta e inquietante?
Para un masón, el momento más importante, más decisivo. es el de su nuevo nacimiento; es decir: el de su recepción en la iniciación. Es un nacimiento buscado y vivido, que sigue a la muerte del "viejo hombre". Es un renacimiento simbólico que ha de darle el poder de asumir el pasado, vivir el presente y enfrentarse al futuro. Esa vivencia iniciática, que va a desarrollarse al compás del progreso del iniciado en su camino de búsqueda del Conocimiento y de la Verdad, constituye, en cada fase o grado del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, un punto de articulación y de reflexión privilegiado entre lo puntual y lo eterno.
Nuestro tiempo exige que la Masonería, fiel a su Tradición, a su papel y a su visión del futuro de la humanidad, reajuste las coordenadas de su acción, tanto en lo que respecta a su propia organización como a su funcionalidad para la transmisión iniciática. Para ello ha de saber controlar la evolución de sus estructuras ante la llegada de nuevos Hermanos y la creación de nuevas logias. Debe redeterminar su papel y su acción dentro de la nueva realidad geopolítica europea y mundial y redinamizar su tradición iniciática y filantrópica, no sólo internamente, sino respecto a cuantos estén necesitados, en algún momento, de una manifestación de solidaridad.
El pasado siglo, que comenzó con la perspectiva tecnificadora de la revolución industrial y la esperanza racionalista de liberación a través de la ciencia, ofreció, al finalizar, el espectáculo de una sociedad en plena pérdida de valores morales y con sus ideales democráticos en crisis.
Se fusionan nuestros deberes como masones y como ciudadanos siempre que se ven amenazados los valores morales de Libertad, Igualdad y Fraternidad y la única síntesis a la que podemos llegar es una síntesis masónica, aplicando los utensilios de los constructores a la construcción del pensamiento, mediante su reconversión simbólica, y trazando un proyecto de sociedad tendente a lo ideal, sin temor a ser considerados meros utopistas. ¿No podemos unir nuestro derecho a la libre expresión con nuestro deber de utopizar? ¿No vivimos inmersos en algunas visiones utópicas de ayer, hechas realidad.