En torno al Rito Escocés Antiguo y Aceptado

Cuando el tiempo de ocio ha concluido, la vuelta al trabajo surge como el sol por el oriente dando fuerza y vigor a la tarea que se avecina. El ocio masónico es tiempo dedicado a la reflexión y a la asimilación de lo aprendido y de aquello a lo que nos comprometimos con nosotros mismos y con nuestros Hermanos. En un mundo en donde el caos, el fanatismo y la incomprensión reinan por doquier y en donde los valores de referencia parecen extinguirse, es deber del masón, que sabe que lo espiritual prima sobre lo material, tomarse muy en serio nuestro despertar al trabajo. Como humanos y cegados por los hábitos y costumbres que siguen adheridos a nuestra piedra, somos incapaces de ver y entender la realidad que nos rodea, aunque sigamos clamando por la libertad y la fraternidad.

Para el masón la forma de actuar esta marcada por las sendas trazadas en nuestro Rito y por el lenguaje simbólico de sus rituales. Él nos ayudará a ver y comprender todo lo que pasa en torno nuestro así como en nuestro interior. En Masonería todo gira alrededor de la perfección y por consiguiente nuestros actos deben girar alrededor de este ideal y no en torno a aquello que creamos más oportuno según las circunstancias del momento o de algo que decimos o creemos saber. Aunque en Masonería la comprensión y la flexibilidad son propias de gentes de buenas costumbres, el rigor del Rito debe imperar en nuestros actos. Debemos prestar extrema atención al buen hacer con objeto de poder construir nuestro templo interior, del hombre que pretendemos ser o de aquel que deseamos ser. Y es ese ideal de perfección el que hace posible la convivencia de los Hermanos en nuestras Logias y fuera de ellas, ser conscientes de lo que ocurre alrededor nuestro, de ver lo visible y lo invisible, de tomar posturas por el bien de la humanidad. .

El R.E.A.A. postula la existencia de un principio Creador y atribuye un lugar primordial al Espíritu como creador y dispensador de sentido. Por tanto, nuestra espiritualidad no debe ser confundida con las filosofías, teologías y religiones dispensadoras de verdades; es espiritualidad iniciática. Para poder obtener beneficio de las potencialidades iniciáticas y espirituales del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, conviene descubrir sus Vías, en el sentido etimológico del verbo, y acoger sus virtudes. ¿Por qué somos francmasones? ¿Cuál es el objeto de nuestra búsqueda? ¿Por qué haber escogido la práctica del R.E.A.A., Orden iniciática tradicional por excelencia, para comprender el mundo y construir nuestro ideal de Libertad y de Verdad? Desde que un hombre se interroga acerca de su origen, su naturaleza profunda y su razón de ser, a partir del momento en que el misterio de la creación y la finalidad del destino humano llaman su atención, comienza a buscar un Absoluto, un sentido a la vida y a su propia existencia, a imaginar un ideal de sabiduría o de santidad hacia el que tender. Con ello, emprende un proceso de espiritualización que le lleva a recentrarse en sí mismo, a distinguir lo profano de lo sagrado, a abordar una conversión existencial. Si persevera, tal vez consiga un día apoyar definitivamente su existencia sobre una base ética y espiritual firme y a dedicarla generosamente a sus hermanos en humanidad.

La espiritualización por la vía iniciática requiere de aquel que la elige una participación voluntaria, lúcida y activa en su despertar interior, con plena libertad de conciencia. Se trata de una búsqueda, una meditación y una aventura personales realizadas dentro de un marco tradicional que indica una orientación de búsqueda, pero en modo alguno su resultado. Aquí la práctica ritual no rinde culto alguno, no es sacramental, sino que ayuda a distinguir el mundo profano del mundo de lo sagrado y a facilitar el paso del uno al otro; su simbolismo pretende ser tan solo una incitación, un sostén para la reflexión meditativa. No requiere ninguna experiencia previa, sino solamente una disposición a poder responder a una llamada interior y una voluntad tenaz de proseguir tan lejos y durante tanto tiempo como sea necesario para permitir su desarrollo. No reposa sobre ninguna afirmación teórica o formulación dogmática referente a la Verdad o Verdades que haya que aceptar, sino que implica la práctica efectiva de un recorrido, que es prueba iniciática dirigida hacia una realidad cuya presencia se revelará al corazón, en el centro de la persona.

La espiritualidad que propone el Rito Escocés Antiguo y Aceptado necesita de una disposición particular del alma, componente espiritual de la persona que anima su existencia y le confiere un impulso ético que le inspira una apertura incondicional del corazón (para sí mismo, para el otro y para toda forma de vida), le permite sobreponerse a los temores y a las dudas que frenan su impulso hacia lo desconocido, le aporta fuerza y perseverancia en el camino arduo de su descubrimiento y transformación.

Siendo independiente de una revelación divina, de una doctrina filosófica o religiosa, de una devoción a entidades divinas, profetas o gurús, la vía espiritual del R.E.A.A. es verdaderamente universalista, porque no impone ningún prerrequisito ideológico. Dirigida hacia el "aquí abajo " existencial, descansa sobre una fe en el Hombre en la medida en que representa confianza en su perfectibilidad en su capacidad de discernimiento y en su facultad de despertar todas sus potencialidades: sensitiva, psicológica, intelectual, cognitiva, intuitiva y espiritual. Esa confianza en la naturaleza humana incita al masón del Rito Escocés Antiguo y Aceptado a emprender resueltamente una búsqueda del Conocimiento y de la Verdad, y lo fortalece en su deseo de aproximarse cada vez más a la Realidad que se manifiesta en torno a él. Nacida de la experiencia de lo que se desvela interiormente a lo largo de la progresión iniciática, esa fe procede de un descubrimiento personal corroborado por la razón y concretado en la compasión y la acción ética a favor de la Humanidad.

A lo largo del siglo XIX, la mayor parte de las ideologías filosóficas, religiosas, políticas y económicas han puesto de relieve su inadecuación, sus limitaciones y su fracaso. Se evidencia como necesaria una renovación del pensamiento espiritual y de la ética para enderezar la situación en la que se halla inmersa la Humanidad. Frente a una mundialización esencialmente materialista que desestabiliza o desarraiga a los individuos, empobrece o arruina a ciertos países, pervierte o exacerba las relacionesinternacionales, el Rito Escocés Antiguo y Aceptado, tolerante, espiritualista y humanista, universalista y unificador, puede ofrecer a nuestros contemporáneos en busca de sentido y de perspectivas existenciales una vía de realización personal y colectiva. En todas partes, la Humanidad reclama con fuerza un renacimiento espiritual, una espiritualidad abierta al siglo XXI. Nuestro Rito Escocés Antiguo y Aceptado, por los valores que encarna, se inscribe en tal perspectiva.

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