El trabajo masónico busca perfeccionar la existencia humana a través de un gradual y permanente proceso, del que es gestor cada individuo descubriendo en los símbolos contenidos sintemáticos provocadores de un "despertar"iniciático . La "piedra bruta" simboliza el primer estadio del proceso: el del Aprendiz. La "piedra cúbica" simboliza el del Compañero, capaz de emprender el estudio del mundo a partir de su propia sensibilidad. La "piedra cúbica en punta", que sintetiza el paso definitivo de la concreción a la abstracción (cubo + pirámide), simboliza la condición del Maestro. Esta atribución de sentido simbólico al moldeamiento de la piedra como unidad de toda construcción, se basa en el trabajo realizado por los antiguos masones operativos, verdaderos albañiles-creadores de formas geométricas en las que se coordinan lo concreto y lo abstracto.
Son muchos los historiadores que afirman que la franc-masonería se creó el 24 de junio de 1717. Se trata de una afirmación cierta e inexacta a un mismo tiempo Cierta por cuanto establece la fecha precisa en que se reúnen conjuntamente por primera vez cuatro Logias independientes, dándose entre sí, con ocasión de tal evento, la forma y los reglamentos que en adelante se habrán de observar en el mundo entero.
Pero, ¿por qué –se me dirá- de entre todos las corporaciones profesionales será precisamente la de constructores la que, a su entender, funcionará como prestigioso vehículo de la tradición espiritual de la humanidad?
La explicación es muy simple.
Quien desee practicar el arte de la construcción debe conocer y respetar las leyes que rigen el equilibrio y la armonía, sin las cuales nada duradero puede ser erigido.
Así, la arquitectura, hija de las matemáticas, de la cosmogonía y de la metafísica, procede también de los estudios sobre la naturaleza de los elementos, la gravitación, la física, la mecánica, la química y la práctica de un extenso conjunto de artes. Por eso nos pone en la perspectiva de una incesante búsqueda de los principios fundamentales de la creación, nos suscita el amor a la belleza y nos induce a la meditación y a la disciplina del espíritu.
Creo que en la raíz de cualquier cultura se halla un fenómeno común a toda la humanidad (que los hombres compartimos, de alguna manera, incluso con otras especies vivientes): es la capacidad de simbolizar. No necesitábamos que lo confirmase la Antropología moderna, aunque así lo hace.
La capacidad de simbolizar primaria permite que relacionemos una percepción sensorial conocida o experimentada con determinados efectos, tambien conocidos, de tal forma que nuestro sistema psicosomático establece un vínculo razonable entre aquello que provoca tal sensación y ésta como efecto observado. Esa fase primaria, en la que relacionamos causas y efectos, nos lleva, a veces, a identificarlos e incluso a sustituirlos entre sí. Lo mismo que el sonido del silbato incitaba el apetito de los perros de Paulov (y yo opino que tambien los perros "razonan", aunque a su modo y medida).
La Masonería es una Orden iniciática. Las diversas obediencias o federaciones de logias que integran la Orden Masónica, no han dejado en ningún momento de proclamar el carácter de Institución iniciática tradicional y universal de ésta, cuyo objetivo es el perfeccionamiento de la humanidad. Y ello tanto en la dimensión espiritual e intelectual como en la del bienestar material, ya que existe entre ambas una evidente conexión, en especial si por bienestar material entendemos las condiciones en que la vida y la convivencia humanas pueden facilitar el "despertar" individual a planos de conciencia evolutivamente superiores.
El ser humano representa una realidad cósmica, un fenómeno con valor universal, con estructura física y psicológica características. El auto-reconocimiento de ese valor, y su reconocimiento por cada uno de nosotros en los demás, es lo que llamamos dignidad humana.La palabra dignitas significaba, en latín, "apreciación o "valoración". Por ello, decir que algo o alguien era "digno" equivalía a decir que era valorable o evaluable, como poseedor de una dignitas determinada. Si hablamos de dignidad humana estaremos considerando que una persona tiene el "valor" de lo humano o es valorable como ser humano, lo que puede parecernos a algunos una redundancia porque identificamos como equivalentes los conceptos de persona y ser humano. Sin embargo los hombres de todas las culturas han tendido a considerar que las personas tienen "dignidad" cuando poseen un valor específico añadido a su simple cualidad de humanos, transfiriendo así a esa dignitas adjetiva y circunstancial la sustancia del valor fundamental del que dependen todos los demás valores atribuíbles a cualquier persona.